Pues que creen, ya es domingo y como lo prometido es deuda aqui les dejo el segundo capi de este fic que me ha dado una satisfaccion enorme. Lo amo con todas mis ganitas. Y espero que ustedes lo disfruten como yo lo hice al escribirlo, releerlo y compartirlo. Bueno, me dejo de enrollar y les djo el capi.
La mañana siguiente no fue mucho mejor ni por asomo, Steve no pudo dormir en toda la noche pensando en Danny y como lo había lastimado.
Paso horas marcándole al celular, pero este le enviaba directo al buzón y llego un punto en que ni siquiera eso.
Se desespero a tal punto que casi sale a buscarle, pero se contuvo, no porque no quisiera hacerlo sino porque qué demonios iba a decirle, el no tenia las palabras para hacerle sentir mejor y no podía decirle que lo amaba, simplemente pensar en hacerlo le llenaba de temores que en su vida pensó sentir.
Para cuando llego a los cuarteles del Five-O era más que notorio su malestar, tanto que ni Chin ni Kono se le acercaron en todo el día, mucho menos lo hicieron con Danny, quien llego especialmente tarde y con una cara que no auguraba nada bueno.
Para desgracia de todos, el día era tranquilo, de esos que rara vez se les presentaban y de los cuales disfrutaban como enanos, relajándose y gastándose bromas entre sí, ahora en lugar de risas y burlas había una tensión que podía cortarse fácilmente con un cuchillo.
Y era obvio que el problema se centraba en Steve y Danny, no había que ser un genio para averiguarlo, sobre todo cuando el SEAL veía cada cinco minutos hacia la oficina de Danno, siempre con la sombra de la incomodidad y la duda pintada en sus ojos.
Por su lado el detective había decidido ignorarle por completo.
No tardo mucho tiempo antes de que Steve se cansara de toda esa situación y dispuesto a arreglar las cosas se encaminara a la oficina del rubio bajo la atenta mirada de sus dos compañeros. McGarrett ni siquiera toco, solo se metió en la oficina, haciendo caso omiso de la mirada de advertencia de su aun compañero, cerrando la puerta tras él y plantándose frente a su escritorio.
- Tenemos que hablar. - le soltó así sin más cuando los ojos azules del detective se posaron en los suyos.
- ¿De qué? - le respondió de manera amarga. - Ayer dejamos todo claro ¿no? ¿O te falto alguna otra cosa que echarme en cara?
- su voz destilando desdén por cada costado.
- Danno, por dios, no confundas las cosas. - le replico sin fuerza.
- No me llames Danno, ya te dije que no tienes derecho. - le replico nuevamente, dejando que ese tono de amargura tiñera su voz nuevamente, un tono que Steve comenzaba a odiar.
- Yo te llamo como quiera por eso soy… - se calló de inmediato, sin saber bien que quería decir después de eso.
- ¿Eres mi qué? - el enojo burbujeando en su voz una vez más.
- Tu jefe, soy tu superior y te llamo como se me dé la gana.
- ¿Entonces de eso se trataba? ¿De superioridad, de poder? ¿Por ver quién era el más fuerte de los dos? Por Dios, McGarrett no somos animales, bastaba con que me hubieras dicho que querías revolcarte conmigo para enfatizar tu hombría y nos hubiéramos ahorrado todo esto, al menos me hubieras ahorrado esto a mí.
- Danny, no es lo que piensas, te lo juro, yo… yo te quiero, pero… pero no puedo decirte eso. - sus ojos habían bajado hacia el piso en un gesto avergonzado al decir todo aquello y por un momento Danny sintió la esperanza renacer en su corazón roto, misma que murió cuando su jefe termino de hablar.
- ¿Por qué no? - mascullo sin fuerza, dejando de lado toda la ira que le invadió.
- Yo… no… no puedo… simplemente no puedo y no quiero lastimarte.
- Muy tarde, ¿no crees? - replico con una risa amarga.
- Lo sé. - mascullo débilmente reconociendo su error. - No quiero perderte, Danny. - susurro solo para los oídos del detective.
- Yo tampoco, pero no puedo estar con alguien que no siente lo mismo que yo Steve, tarde o temprano será peor y… y voy a terminar odiándote.
Aquellas palabras dolieron más que cualquier golpe que pudiera haber recibido, la sola idea de que Danny le odiara era insoportable, se sentía incapaz de poder vivir con ello, no cuando le adoraba como lo hacía, cuando cada palabra suya era como el aire que respiraba.
Steve no podría tolerar que Danno le odiara.
- Vete, Steve. - rogo en voz baja, señalando la puerta tras el SEAL.
- No. - soltó tajante sin quererlo realmente.
- ¡Steve! - siseo en advertencia.
- No, Danno, no me voy a mover de aquí, debe haber una solución algo que nos funcione…
- No me voy a convertir en tu puta, McGarrett. - acoto de inmediato. - No hay solución a esto, ahora por favor sal de mi oficina. - gruño sintiendo como la indignación y el dolor volvían a su cuerpo con más fuerza que antes.
- No me voy a mover de aquí, Danny, ya te lo dije no quiero perderte.
- Entonces el que se va soy yo. - soltó tomando sus cosas y encaminándose hacia la puerta, pero se vio interceptado por el cuerpo de su ex amante, porque para Danny todo eso había quedado atrás. - Apártate.
- No hasta que me escuches.
- ¡¿Qué más quieres que escuche?! - le grito dejando que la sangre tiñera la piel de su rostro mientras sus brazos se movían violentamente intentando a apartar a Steve. - ¡Todo está dicho! ¡Solo déjame en paz!
- Danno, te quiero y mucho… - soltó en voz baja, al mismo tiempo que sus brazos atrapaban al detective por los hombros, deteniéndolo para que no se alejara nuevamente.
- Pero no me amas, Steve. - repuso amargo y bajo, perdiendo toda su fuerza con el contacto de ese hombre.
El silencio reino entre ambos puesto que ya no quedaba más que decir, o bien, si lo había, pero Steve estaba demasiado aterrado como para hacerlo y enfrentar una vez más el dolor que le aquejo en el pasado.
Sin más fuerzas para discutir o retenerle Steve dejo que Danny saliera de su oficina y abandonara los cuarteles, dejándole en su oficina perdido en sus pensamientos, hundido en esa batalla interna que no le dejaría dormir en los días siguientes.
Al abandonar la casa de Steve la noche anterior, había sentido como todo su mundo se derrumbaba por segunda vez. Había confiado en él como nunca antes lo había hecho con nadie, ni siquiera con Rachel se permitió ser tan vulnerable y abierto, incluso con ella había dejado sus barreras levantadas impidiéndole acercarse lo suficiente como para herirlo, aunque al final de todas maneras hubiese salido lastimado y no porque le dejara, eso también lo lastimo, y mucho no va a negarlo, pero su dolor más grande fue provocado porque se llevaba consigo a la razón de su vida, su pequeña Grace. La única persona que conocía al verdadero Danny Williams, Grace era la única persona en el mundo que podía entrar en su corazón sin reserva alguna, encontrando en él a Danno, esa parte de su persona que era abierta y sensible y que al mismo tiempo era sumamente vulnerable.
Hasta hacia unos meses, solo Grace tenia permitido llamarle de esa manera, todos los demás, incluso Rachel lo tenían prohibido, era un privilegio único de su hija, al menos hasta que Steve apareció en su vida como un tornado, huracán o un arma de destrucción masiva que termino derrumbando todas y cada una de sus barreras con solo una sonrisa, un simple abrazo o una palmada en su espalda.
No importaba cuantas veces ese idiota, porque si, Steve era un idiota en toda regla, hubiese arriesgado su vida - la de ambos - en un sinfín de misiones suicidas y operativos estúpidos, el confiaba en él plenamente.
Puede que al inicio no lo hiciera, y solo le tomara como un estúpido engreído mas, pero con el tiempo ese mismo estúpido se fue haciendo un hueco en su vida y en su corazón; lentamente Steve McGarrett, Capitán de Fragata y ex SEAL - al menos por ahora - había logrado metérsele dentro con sus sonrisas y sus repentinos abrazos.
Sin darse cuenta, Steve se había convertido en la segunda persona que podía llamarle Danno sin recibir un gruñido o un puñetazo de respuesta.
Le había dejado entrar tan profundo, confiando plenamente en su persona que al sentir ese rechazo, al no escuchar esas palabras de sus labios, todo su mundo se cayó en pequeños pedazos. Se había sentido tan traicionado, que se odio a sí mismo por no haberse dado cuenta antes de que Steve no sentía lo mismo, que para el SEAL todo aquello solo era un acostón sin compromiso, una manera de pasar el rato, pero al mismo tiempo se negaba a creerlo.
Steve no era así, el era entregado al cien por ciento y no jugaba con las personas, le había quedado claro cuando le escucho decir que le quería, incluso antes eso le había quedado claro, al verle trabajar rescatando a las víctimas de secuestro o a los familiares de un hombre asesinado en medio de un operativo como si de un familiar propio se tratara.
Steve era bueno, solo, solo no le amaba.
A pesar de que no quería separarse de él, tenía que hacerlo, no importaba cuanto anhelara estar de nuevo entre sus brazos. Si él no sentía lo mismo no tenia caso. Porque era cierto que tarde o temprano el terminaría echándoselo en cara y todo su amor se convertiría en odio puro y él no quería odiarlo, lo amaba demasiado como para hacerlo, por eso la solución más factible era separarse de él lo más posible y cuanto antes mejor.
Con esa determinación en su cabeza, dirigió su Camaro hacia las oficinas de la única persona que podría ayudarle con su problema, aunque tuviera que mentir para conseguirlo.
La semana siguiente a la pelea con Danny en su oficina, no fue mucho mejor, si bien, ya no discutían tampoco se hablaban y eso le pegaba como una patada en el estomago porque no hablar con él, el no escuchar su voz le sentaba mal, muy mal.
No se había dado cuenta hasta esos momentos lo importante que era escuchar a Danny, no importaba si era para regañarle, gritarle o invitarle un cerveza, el necesitaba oírle, ver sus brazos moverse en amplios y precisos gestos enmarcando cada palabra suya, perderse en sus ojos y sonreír como idiota cada vez que el detective le dirigía una mirada furtiva o una sonrisa provocadora; el necesitaba de Danno, casi como necesitaba el respirar.
Pero el rubio no había cedido un pie en su determinación, evitándole a cada oportunidad, distanciándose cada vez más el uno del otro. Tanto, que habían dejado de compartir el mismo auto, Steve tuvo que conformarse con ir en su propio auto cuando Danny en su primera misión de la semana le había dejado botado a las puertas del cuartel sin siquiera darle una explicación, el detective solo subió a su auto y arranco sin dignarse en mirarle.
Relegado a viajar solo, Steve se vio obligado a pensar en todos sus problemas y en el porqué de no haber respondido a Danno, recordando a regañadientes lo sucedido la última vez que dijo “Te amo.”
Meses Antes…
La tarde era fresca, el cielo estaba pintado por las nubes rosáceas del atardecer y el aroma de la comida inundaba el lugar, la playa era el único testigo de los besos que se daban ambos tirados sobre la manta en la arena. Sus dedos paseando por entre los finos cabellos de Catherine, la teniente que le había robado algo más que la razón desde la primera vez que la vio.
Fue sencillo comenzar a imaginar una vida con ella, tener hijos, casarse y envejecer tomados de la mano, ella era todo lo que él buscaba en una mujer, era fuerte, decidida, exitosa y con un hambre de triunfo sin igual.
Fue esa misma ansia de crecer y ser mejor la que los llevo al fracaso.
Mientras Steve la besaba y acariciaba las palabras escaparon de sus labios de una manera tan natural que ni siquiera se asusto o sintió vergüenza por ello. El “Te Amo” salió sin presiones ni nada, solo emergió como el soplo del viento hacia el mundo.
McGarrett nunca tomo en cuenta que ella no sentía lo mismo, mas bien, nunca lo noto.
La discusión venidera no se hizo esperar, ella alegando que solo eran una especie de desahogo para ambos, un pequeño placer que se daban, pero sin mantener ningún tipo de expectativa en el futuro como pareja; le encantaba estar con él y el sexo era genial, pero no se veía en algo más serio que eso, Cath quería triunfar, crecer y escalar rangos, cosa que si se casaba jamás podría hacer.
Alex alego que para el eso no era un juego, no era una distracción pasajera, el realmente se había enamorado de ella y quería pasar su vida a su lado, obviamente ella pensaba muy distinto.
Un portazo, gritos y un llanto en medio de la oscuridad fue todo lo que paso después, dejando a un Steve que se juro jamás volver a amar a alguien así sin tomar precauciones de por medio, no estaba dispuesto a sufrir una vez más, ni por una mujer o un hombre.
Por eso no había dicho “Te Amo” aquel día con Danno, temiendo que si lo hacía todo se desmoronaría, temiendo de que si lo hacia Danno se desvanecería en el aire al igual que Catherine y eso si no podría soportarlo.
Steve tenía claro que Danny estaba en Hawái solo por Grace, por su hija pequeña, ya que el iría a cualquier lugar donde ella estuviera, además de que el rubio no se cansaba de decir que quería volver a Nueva Jersey, que lo deseaba con todas sus fuerzas, no paraba de hablar de cómo esa “Isla llena de piñas” hacía estragos con su salud mental. El SEAL sabía que tarde o temprano Danny se iría, siguiendo a su hija, por ello había intentado no enamorarse de él, pero había fallado, solo que eso no le impedía no demostrarlo de esa manera, manteniendo sus verdaderos sentimientos ocultos, pues si lo hacía de esa manera no le herirían tanto. Steve pensaba que si no los expresaba en voz alta no serian reales y por lo tanto no podrían destruirlo cuando lo inevitable sucediera.
Eran las doce del día cuando Steve supo que algo andaba mal, pero de veras mal.
Tenía dos días que la secretaria de la gobernadora venia a ver a Danny y eso en si ya era malo, lo que lo hacía peor es que tanto la mujer esa, como Danny y la propia gobernadora no le decían nada en absoluto, ellas escudándose en que era un asunto confidencial que solo le competía al detective Williams y el rubio por su parte ni siquiera le dedicaba el saludo cuando se lo preguntaba, manejando una ley del hielo que bien podía congelar al maldito infierno.
Cansado de toda esa situación y decidido a salir de esa incertidumbre que le estaba comiendo la cabeza, recurrió a la única persona que quizás pudiera decirle algo, sobretodo porque era a la única a la que Danny no le gruñía cuando se acercaba. Así que esa misma tarde fue a la casa de Rachel para hablar con Grace, una vez que se aseguro que el detective no se asomaría por ahí ni por error.
Al llegar a la lujosa casa fue recibido por el encanto natural de Rachel, quien le dijo que no había problema, que la pequeña estaba en el jardín trasero.
Esa pequeña incursión no tuvo el resultado esperado, ya que Grace en cuanto le vio se levanto del césped, fue hacia él y le abofeteo en cuanto se hinco, recibiendo solo un reclamo por parte de la pequeña Williams.
- El confió en ti, ¿Cómo te atreviste a lastimarlo así? No mereces que él te quiera como lo hace. - le recrimino la pequeña Grace ante la sorprendida mirada de Rachel y la de el mismo.
Después de eso la niña se metió en su casa y Rachel se desvivió en disculpas por el reprobable comportamiento de su hija, a lo que Steve le respondió que se lo merecía, que ella solo estaba protegiendo a alguien a quien quería. McGarrett se sabía más que perdido en ese momento, Grace era una niña dulce y centrada, podría decirse que incluso más que sus propios padres y el que lo abofeteara enfrente de su madre solo era un claro indicativo de lo mal que debía estar pasándolo Danny, su Danno, aunque ya no mereciera llamarle de esa manera.
Sintiéndose peor de lo que ya se sentía y sin resolver ninguna de sus dudas, Steve se marcho de la zona residencial con el ánimo por los suelos y sabiéndose un imbécil por no poder decirle a Danny lo que este quería oír cuando lo amaba con locura. Llego a odiar a Cath por haberle hecho eso, por haberle vuelto una persona idéntica a ella que solo había lastimado un buen corazón.
Regresar al cuartel del Five-O era lo que menos quería hacer, pero el día aun no terminaba y se vio forzado a volver y enfrentarse una vez más a la indiferencia del detective y las miradas suspicaces de Chin y Kono. Que ni por asomo habían dejado pasar esa situación, acercándose a él para preguntarle qué era lo que tenía tan mal a Danny, obvio jamás les decía la verdad, en realidad nunca les respondía nada en concreto, siempre lograba salirse por la tangente con una tonta excusa, alguna llamada de la policía o la misma gobernadora le sacaba del aprieto de responder aquellas dudas de sus dos compañeros.
Sabía que lo hacían con la intención de ayudar, eso no lo dudaba, pero él no se sentía capaz de revelar el verdadero motivo del porque ese lugar se fuese convirtiendo de apoco en un pequeño infierno para ellos. Solo les decía que Danny pasaba por un momento difícil y que con el tiempo todo volvería a ser como antes.
Ellos no se lo creían y por supuesto, el tampoco.
Después de la bofetada de Grace, las preguntas de Kono y dos casos de secuestro y robo, el fin de semana llego, llevándole a descubrir que sus días de descanso, los cuales eran pocos ya que el crimen no toma descanso, como según decía Danno, eran vacios y aburridos sin el detective vagando por su casa, criticándole o besándole o con él visitando el diminuto apartamento, aprovechando cada oportunidad para robarle un beso o dejarse follar por el rubio.
Sin duda los días sin Danny eran horribles, pero los días de oficina sin el rubio serian mucho, mucho peor. Los cuales descubrió ese mismo lunes al volver a los cuarteles y darse cuenta de que Danny no había llegado aun, cuando el detective siempre era el primero en llegar; Steve mantuvo la esperanza durante las primeras cuatro horas, pero cuando ya no pudo más le llamo, siendo recibido cordialmente por la voz mecánica del buzón, al parecer ya ni siquiera era digno de escuchar la voz de ese hombre ni por medio de una grabación. El SEAL bufo su frustración llamando la atención de Kono quien se acerco a él con la preocupación en su rostro.
- Jefe, ¿Pasa algo? - pregunto la policía novata desde el marco de la puerta de la oficina de McGarrett.
- ¡¿Dónde demonios esta Danno?! - soltó presa de la repentina furia y decepción que todo eso le estaba causando, tanto tiempo sin oírle, y ahora sin verle estaba acabando con él y su paciencia.
Kono se sobresalto por el tono alto y enojado de su jefe, pero se recompuso casi de inmediato, recibiendo momentos después una mirada de disculpa por parte de Steve que ella acepto con un encogimiento de hombros.
- ¿No has revisado tu correo, verdad? - le pregunto segundos más tarde, señalándole un sobre manila sobre la esquina izquierda de su escritorio.
- No, ¿Por qué? - respondió más calmado, pero no sintiéndose con ánimos de leer nada en lo absoluto, por eso le insto a Kono que le informara si sabía algo.
- Danny renuncio al Five-O Steve.
Continura...
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Actu pues el Miercoles Nos vemos