Te adentras tan sólo unos pasos en el oscuro callejón, atraído por mis sollozos. Puedo verte dudar por unos instantes, creyendo, tal vez, haberte imaginado el sonido pero, cuando tus ojos comienzan a acostumbrarse a la escasez de luz, descubres mi figura al final del callejón. Me ves sentada en el suelo, con mis manos alrededor de las rodillas y la
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