Jan 01, 2014 22:23
Se me ocurren pocas formas peores de comenzar el año que con la noticia de que el canto de una de mis agapornis se ha silenciado para siempre. Niña, así la llamábamos, era una pajarilla azul preciosa, con las patitas deformadas pero totalmente capaz de valerse por sí misma con su pico. Siempre había sido muy asustadiza, posiblemente porque antes de que la trajéramos a casa el resto de agapornis de la tienda se aprovechaban de su discapacidad. Recelaba de nosotros, pero agradecía nuestros cuidados cuando superaba el miedo inicial. Sospecho que ese mismo miedo es el que se la ha llevado. Anoche, mis vecinos, como todos los años, tuvieron la grandísima idea de lanzar petardos para celebrar la llegada del nuevo año, provocando un ruido ensordecedor y tremendos chispazos, una combinación más que suficiente para vencer al corazón de un animal miedoso y pequeño. Nunca he entendido la ignorancia de las personas en este asunto. Nunca he entendido el afán de divertirse a costa de molestar al prójimo, así como de ponerse en peligro ellos mismos y poner en peligro a su entorno. Pero, yendo más allá, no entiendo cómo no son capaces de reflexionar que, si a nosotros nos pueden resultar molestos aun conociendo la procedencia de los petardazos, cómo de insoportables deben resultarles a los animales, que además de desconocer de dónde proviene el ruido, suelen tener en general un oído más sensible.
No puedo sentir más impotencia, ni más repulsión.
Adiós, pequeña. Espero que fueras feliz el corto tiempo que la vida te permitió formar parte de mi familia. Contigo se va un poquito de mí.
Y ahora la vida sigue. Y a mí cada año se me pasa más rápido y cada nochevieja se me antoja más corta. El 2013 ha sido un año raro, muy raro, de grandísimos cambios, de situaciones difíciles y de momentos inolvidables. Cuando comenzó me transmitía un muy buen presentimiento y a día de hoy puedo decir bien alto que mis expectativas se han cumplido con creces, pues lo positivo supera de lejos lo negativo.
Siempre lo recordaré como el año en que terminé la licenciatura, lo que implica que a pesar de la desmotivación, los continuos suspensos de ciertas asignaturas, las mil y una trabas que me ponía la universidad del mal, y la poca confianza y la nula ayuda de ciertos profesores, yo no me rendí, le eché un par de ovarios y salí por la puerta grande y con la frente muy alta.
Es también el año en que tuve la grandísima suerte de asistir (como dama de honor, además) a un momento irrepetible como es la boda de una de mis mejores amigas, Laura. Meses después, sigo sin encontrar palabras para describir ese día tan especial, tan mágico.
Y del mismo modo en que puedo decir que este ha sido posiblemente el año que más nos ha unido a Laura y a mí en nuestros 16 años de amistad, también es el que más nos ha apartado, geográficamente hablando. Pero a pesar de lo duro que resulta, que es muchísimo, al mismo tiempo me alegra enormemente ver cómo mantenemos nuestra amistad intacta y valoro mucho más el contacto con ella.
Otros momentazos que me ha regalado el 2013 son mi cumpleaños, aqua park, isla mágica x2, cumpleaños de Luisa en Osuna, días de bolera y cine, Roma con mis traductorcillas, las escasas pero maravillosas sesiones de playa, Alicante con la family en múltiples ocasiones, sesiones de ludopatía extrema, despedida de soltera de Laura, cenas hermaniles con Sara y David, concierto de Guadaña y otros, fiesta de ‘hasta luego’ de Jaime en su campo, senderismo en Zahara de la Sierra, concierto de Conciencia de Grillo, Feria del Dragón, zoo de Fuengirola, Selwo, Granada y su consiguiente reencuentro con Josu y Cristina… y muchos más que estaré olvidando momentáneamente, pero que ocupan un hueco importante en mi año.
Y no me puedo olvidar de mencionar el mayor regalo que me ha traído este año: ANTONIO, esa personita a la que en nuestro primer encuentro presté una muy escasa atención y al que causé una impresión igualmente mediocre, pero con el que conecté de una manera única ‘a segunda vista’ y que tres meses y poco después se ha vuelto imprescindible para mí. Os aseguro que no se puede ser más bonito que él.
Sois muchos los que merecéis una mención, pero creo que este año resumiré diciendo que me siento tremendamente afortunada por haber conservado a todas las personas maravillosas que conozco y por haber añadido unas cuantas a la lista, y espero seguir dedicándoos líneas en años venideros.
Y del 2014 qué decir… Que a pesar de haber entrado con mal pie, confío en que sea un buen año.
¡Feliz 2014 a todos!
2013