Título: Morning light
Autora:
umberelaOriginal:
aquíBeta:
joker_cokerFandom: VIXX (AU, !vampire)
Pairing: cazador de vampiros!n/vampiro!leo
Rating: NC-17 (pORNo)
Resumen: Las farolas se apagaron cuando el sol salió finalmente por el horizonte y volvió el cielo dorado. Hakyeon se detuvo para verlo ascender pensando en las noches anteriores, en Taekwoon.
Morning light
Hakyeon contemplaba el reloj de la pared con la mirada perdida. Marcaba las cinco y media, la segunda manecilla recorría constantemente su camino hacia la cima. Pronto saldría el sol iluminando el cielo, pero no era como si Hakyeon pudiera verlo si estaba encerrado en HQ como estaba. Probablemente, Taekwoon había renunciado a esperarlo aquella noche y había vuelto a casa. Hakyeon se descubrió a sí mismo mientras golpeaba agitadamente la mesa con los dedos y observaba las manecillas del reloj acercarse a las seis y, por ende, al amanecer.
Estaba tan distraído que solo era medio consciente del amortiguado zumbido que se acercaba hasta que una mano se ondeó frente a su rostro. Parpadeó echándose hacia atrás.
―Tierra llamando a Hakyeon ―habló Wonshik inclinándose para sonreír directamente ante su rostro―. ¿Qué tal va el papeleo, Hakyeon?
―Urgh ―gruñó y miró los archivos en su mesa. Wonshik se rió―. Quiero salir de aquí ―aunque apenas iba por la mitad. Tras la diezma del nido, les había acompañado la calma durante un corto período de tiempo, pero eso había desequilibrado las cosas y ahora había luchas entre vampiros, más solitarios comenzaban a llegar. Era un fastidio.
―Sí, para volver con tu novio ―Wonshik canturreó la última palabra y Hakyeon lo miró fijamente―. Eres como una adolescente, te distraes mirando al infinito todo el rato, suspiras melancólicamente. Es adorable ―pinchó la mejilla de Hakyeon.
―Cállate ―la expresión de Hakyeon era completamente amarga, pero todo lo que consiguió responder fue eso. Sus mejillas estaban rojas. Taekwoon era algo de lo que no quería contarle a Wonshik, pero no podía negar que últimamente estaba distraído. Lo intentaba, de verdad que sí, pero su mente seguía divagando. Era un problema.
También estaban los cuellos altos y las bufandas que había empezado a llevar, con tiritas debajo que cubrían las marcas de mordiscos. Wonshik creía que Hakyeon cubría chupetones, a veces Sanghyuk tiraba de las bufandas y Hakyeon gritaba y volvía a colocárselas. Ambos seguían burlándose de él y eso le hacía sentirse sucio. No se cubría por modestia, estaba mintiéndoles.
Habían estado tan ocupados las noches pasadas que constantemente salía después del amanecer, incapaz de ver a Taekwoon. Por eso había sido capaz, al fin, de llevar una camisa de cuello abierto por primera vez en semanas ya que todas las marcas habían sanado. Era liberador, un alivio.
Y aún así, ya estaba pensando en volver a Taekwoon, no podía dejarlo. Era como un jodido drogadicto que vuelve todo el rato a su camello a por chutes.
Hakyeon jugueteó con el bolígrafo, avergonzado por cosas que no podía contar y a Wonshik pareció darle pena.
―Yo hago el resto de tu papeleo.
―¿Qué? ―Hakyeon lo miró parpadeando.
―Yo hago lo que queda ―repitió―. De todas formas, no es como si fuera a volver pronto a casa ―tiró de Hakyeon para levantarlo―. Vamos, te libero de tu espantosa esclavitud.
Hakyeon torció la boca, tristeza y culpa agitándose en su estómago.
―Eres tan buen amigo, Wonshik ―respondió suavemente.
―Oh, no te pongas baboso. Dios, ¿qué te pasa últimamente? ―Wonshik lo miró de lado durante un momento antes de que algo pareciera tener sentido en su mirada y Hakyeon tragó culpable― ¿Estás enamoraaaaaaaaaado, Hakyeon? ―sonrió divertido y Hakyeon no tuvo que fingir sorpresa.
―¿Qué? No... ―tartamudeó. Estaba tan rojo. De todas las cosas que Wonshik podía asumir.
―Oh dios mío ―respondió Wonshik y comenzó a reírse con ganas.
Hakyeon resopló indignado.
―Me voy ―gruñó mientras cogía las llaves del escritorio.
―No hagas nada que yo no haría ―respondió Wonshik arqueando las cejas ofensivamente. Hakyeon puso mala cara.
―He hecho muchas cosas que tú no harías ―murmuró, casi para sí mismo y se le encogió el estómago, como si temiera que Wonshik adivinara la verdad, como si pudiera verla en la rigidez de los hombros y mirada huidiza.
Cuando volvió a mirar a Wonshik, este lo contemplaba con algo similar al terror en el rostro.
―¿Deportes acuáticos? ―preguntó Wonshik en un suspiro ahogado y Hakyeon lloró de la risa.
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El sol aún no se había alzado cuando Hakyeon salió, pero el cielo se iluminaba rápidamente y las estrellas desaparecían mientras andaba. Los encantamientos estaban en silencio. Por supuesto que ningún vampiro estaría fuera, ni siquiera aunque el sol no hubiera salido del todo. Sería arriesgarse demasiado.
Ya había gente en las calles que se apresuraban a hacer su trabajo diario. Las farolas se apagaron cuando al fin apareció el sol por el horizonte y volvió el cielo dorado. Hakyeon se detuvo para verlo salir mientras pensaba en las noches pasadas, en Taekwoon.
Quería verlo. Había pasado un tiempo. Y, además, Taekwoon necesitaba alimentarse. No quería examinarlo demasiado de cerca, que estuviera pensando en el bienestar de Taekwoon. Se dijo a sí mismo que era porque no quería que se alimentara de nadie más, por todas las razones obvias que evitaba pensar, pero también porque, estúpidamente, de alguna forma, se sentía posesivo. Estúpido.
Cuando el cielo comenzó a teñirse de azul, Hakyeon se giró y caminó hacia el centro de la ciudad en vez de ir a su apartamento.
Pasó al lado de su panadería favorita e inhaló el aroma del pan haciéndose. El lugar aún no había abierto, tristemente, así que no se detuvo hasta estar a mediados de la manzana, frente a un callejón. Entró en él y aún sin el sol fuera tenía sombras, algo por lo que Hakyeon estaba agradecido.
Había una rejilla al final, tal vez de dos por dos, un lado unido al suelo mediante bisagras. No tenía cerrojo ni ataduras, pero Hakyeon podía sentir el hechizo en él. Miró de nuevo hacia la entrada del callejón para asegurarse de que estaba solo antes de arrodillarse y agarrar el borde de la rejilla. Respondió al tacto con una chispa, no fue una sensación completamente agradable, pero lo reconocía y fue capaz de levantarla. Siniestramente, las bisagras no hicieron ningún ruido.
Había una escalera hacia abajo y Hakyeon puso mala cara mientras entraba y se encaminaba hacia abajo, depositó cuidadosamente la rejilla mientras bajaba. Una vez estuvo al final, buscó en el bolsillo la pequeña linterna que había empezado a llevar. Nunca antes había necesitado una, los tatuajes se habían asegurado de eso, pero estaba demasiado oscuro hacia donde se dirigía como para que le iluminaran las cosas lo justo para ver.
Estaba en un túnel de cemento largo. Estaba bastante limpio, el único olor el de la tierra húmeda que probablemente por estar bajo tierra. Había muchos otros túneles, pero Hakyeon sabía a dónde iba y caminaba con seguridad. Se giró hacia otro túnel apuntando con la linterna a los pies. Aún había un poco de luz a su espalda y los encantamientos ahí eran grandes, casi tangibles en el aire. Resbalaron por Hakyeon, nada hostiles, reconociéndolo. Sintió un hormigueo en los suyos.
Al rodear otra esquina, toda la luz diurna desapareció y la linterna se volvió su única guía. Se detuvo cuando llegó a una puerta metálica en la pared a su izquierda y apoyó la mano ligeramente en el pomo. Este se calentó con el tacto y cuando lo giró, se dejó.
La puerta se abrió para dar lugar a un estrecho pasillo, pero en vez de ser de cemento áspero y húmedo, las paredes con estuco estaban pintadas de color crema. Hakyeon entró y dejó que la puerta se cerrara tras él; se sentó en la repisa de la entrada, se quitó los zapatos y metió los calcetines en ellos.
Todos los encantamientos estaban ya calientes, el amuleto tañía contento y Hakyeon sonrió al levantarse, ahora descalzo, y dirigirse al salón.
La casa de Taekwoon no era lo que Hakyeon esperaba. Era similar a una habitación de estudio, sencilla pero bastante espaciosa. Había una cama enorme contra una pared, un salón en una esquina y una cocina minúscula en la siguiente. Había un pequeño baño tras una puerta en la pared a la derecha. Ningún ataúd, ni satén rojo ni terciopelo negro. Las paredes eran crema, el techo de cemento y el suelo con una alfombra fina. Los muebles parecían sacados de Ikea y las mantas eran algo que Hakyeon habría jurado haber visto en Target años atrás.
Sentado enredado en dichas mantas estaba Taekwoon, mirándolo adormilado. Su cabello estaba revuelto y no llevaba camisa. Hakyeon sabía que tampoco llevaba pantalones o ropa interior, ya que así solía dormir Taekwoon. No quería pensar en el nivel de familiaridad entre ellos, en el hecho de que Taekwoon le había dejado entrar en su escondite diurno, en que Hakyeon estaba empezando a verlo como su segunda casa. Denotaba confianza entre ellos, y Hakyeon podía lidiar consigo mismo siendo estúpido y rompiendo las normas por Taekwoon, pero el hecho de que él rompía reglas vampíricas por Hakyeon era algo, por algún motivo, inquietante.
Apuntaba a los pies de Taekwoon con la linterna, cubiertos por las sábanas, para poder verle la gloriosa y cascarrabias expresión sin dejar ciego al pobre. Durante las horas diurnas era absolutamente adorable, movimientos lentos y letárgicos, completamente descoordinado. Hakyeon creía que tenía que ver con la magia que rodeaba el ser vampiro. Tenían la necesidad de dormir cuando el sol estaba fuera.
―Buenos días ―dijo animadamente.
Taekwoon parpadeó, los ojos apenas se volvían a abrir; a Hakyeon le dio pena y apagó la linterna. Sin ella, la habitación estaba completamente a oscuras y parpadeó para deshacerse de los puntos blancos mientras los tatuajes de búhos comenzaban a funcionar. Solo funcionaban hasta cierto punto, pero lo suficiente como para poder moverse.
Hakyeon dejó la linterna en la mesilla de noche.
―Perdona que haya estado tan ocupado últimamente ―comenzó, quitándose la camisa por la cabeza. El aire era fresco, haciéndole sentir un escalofrío y que los pelos se le pusieran de punta.
Por el rabillo del ojo vio a Taekwoon negar lentamente con la cabeza.
―Pensé que podría hacerte una visita, porque estoy seguro de que me has echado mucho de menos ―continuó. Se desabrochó los pantalones y se los quitó sin molestarse en bajarse la cremallera.
―Lo he hecho ―susurró Taekwoon, la voz ronca, y Hakyeon se crispó, parpadeando en la oscuridad. Adormiladamente, Taekwoon apartó las sábanas para que Hakyeon pudiera meterse con él, cosa que hizo con gratitud. Taekwoon parecía haber aumentado deliberadamente la temperatura del cuerpo por su bien.
Inmediatamente, empujó a Hakyeon contra su espalda y se echó medio encima de él, el rostro presionado contra el hueco del cuello. Exhaló contra la piel, quedándose sin fuerzas, y Hakyeon lo rodeó con los brazos, disfrutando de su calidez.
―¿Necesitas alimentarte? ―preguntó suavemente, conocedor ya de la respuesta.
―Mm ―exhaló Taekwoon, acariciándole aún más la piel del cuello con la nariz y presionando los labios contra el pulso. Aún estaba quieto, adormilado.
Hakyeon tragó mientras le acariciaba el cabello.
―Bueno, puedes, pero tal vez deberías morder… No sé… En algún otro lugar que no sea mi cuello, porque esos otros mordiscos al fin se han curado y tener que cubrirlos era un asco...―Taekwoon emitió un suave sonido y se cambió como si su cuerpo fuera mucho más pesado de lo que en realidad era― ¿Tal vez podríamos usar un cuchillo? O que sea en mi brazo, o en cualquier lado… Sería mucho más inocuo que marcas de colmillos...
Taekwoon había desaparecido bajo las mantas, sin decir nada. Aún estaba pesadamente contra su cuerpo, y le dejaba cansados besos por el pecho. El pelo de Taekwoon contra el pecho le hacía cosquillas mientras descendía y Hakyeon se retorció hasta dejar las piernas abiertas mientras Taekwoon se colocaba entre ellas.
―He dicho que te alimentes, nada de sexo ―murmuró mientras Taekwoon le tiraba con impaciencia de los calzoncillos, el movimiento errático muy inusual de su gracia habitual. La ofensiva prenda de ropa voló de entre las sábanas hasta las inmediaciones cercanas al rostro de Hakyeon, y este farfulló y los tiró al suelo.
Cualquier respuesta mordaz que pudiera haber dicho le murió en la lengua cuando Taekwoon lamió la parte inferior de su pene. No estaba duro, aún no, pero lo estaba consiguiendo vergonzosamente rápido, la sangre descendió y comenzó a sentir un gentil dolor.