Fandom: Saint Seiya
Pareja/Personajes: DM de Cáncer x Aioria de Leo - Shura de Capricornio x Aioros de Sagitario - Afrodita de Piscis x Milo de Escorpio
Advertencias: ...
SEGUNDO ACTO: El perdedor.
Había varias cosas en su vida de las que solía dudar, la mayoría de ellas eran cosas meramente existenciales (Del tipo, por qué estamos aquí, para dónde vamos y de dónde venimos), pero unas cuantas eran cosillas un poco menos inteligentes, por no decir que de plano eran unas reverendas estupideces, rayaban en lo ridículo y eran bastante fomentadas por la bebida o la reprochable conducta de su compañero de armas y mejor amigo.
DeathMask. De verdad (El cómo este par terminó compartiendo un vínculo afectivo tan importante como es la amistad, es un cuento que ciertamente reservaremos para otro relato).
Sin embargo, en esa ocasión en particular y por cómo estaban las cosas, Shura estaba completa e irrefutablemente seguro de lo siguiente: Estaría dispuesto a pasar el resto de su existencia encerrado en su templo si con ello conseguía no volver a ver a Aioros nunca de los nunca JAMASES. Así, con mayúsculas.
Es que… ¿En serio? Estaba terriblemente arrepentido y avergonzado de lo sucedido en el pasado para con el mártir del santuario, poniéndolo en palabras claras, pero no sabía ni cómo comenzar a reparar todo el daño causado. ¡Ni siquiera sabía cómo rayos pedir las correspondientes disculpas! (Nótese que ese era el primer paso a dar, en cuestión, si deseaba poner en orden las cosas con el otro caballero de oro). Ni que tuviese el don de la palabra, después de todo, porque estaba seguro que de siquiera intentarlo, iba a arruinar irremediablemente la de por si arruinada situación entre ellos dos.
Entonces, para mejor evitarse que la cosa se pusiera considerablemente peor, lo mejor era rehuirle al problema en si para no causarle más penas al pobre sagitario que, en su bondad y benevolencia infinita, le había saludado con una cálida sonrisa el día que lo volvió a ver, por primera vez, después de casi catorce años de ausencia.
En esa misma ocasión había tenido todas las ganas de decirle que no sabía lo que hacia, así mismo, sin más palabras ni menos, porque esa era la verdad y porque el resto, como que sólo era un niño cuando aquello sucedió, no eran ninguna excusa para haber cometido un acto tan espantoso para con el hombre que había idolatrado por tanto tiempo.
Ah, pero para la cabra todos esos pensamientos y palabras ordenadas, eran un verdadero caos en su cabeza y se negaba a partir al encuentro del arquero a menos que supiese exactamente qué es lo que le iba a decir, hubiese anotado todo, ensayado varias veces el discurso enfrente del espejo y supiese que no iba a salir huyendo.
Aunque mejor, para asegurarse, también lo haría delante de una audiencia, de preferencia con un público neutral, que dictaminara una sentencia para expiar sus culpas por los siglos de los siglos y la eternidad.
Claro que hasta que eso no ocurriese, no iba a salir pero ni por casualidad, ni asomaría la cabeza siquiera, ni aunque la próxima guerra santa se desatara o se abriera un agujero al mundo de los muertos justamente debajo de sus pies.
Estaba decidido y cuando un capricornio decide que cumplirá con un objetivo (Sin importar lo irremediablemente inútil que este fuese, como en el caso de Shura) es porque lo cumplirá sin importar las consecuencias, llueva o truene, caigan gansos o granice, con tsunamis o tornados.
Entonces se sentó en la oscuridad de su templo, abrazando sus rodillas y meciéndose de atrás hacia adelante durante horas.
Oh, cómo se reirían sus compañeros de encontrárselo en esa patética posición, pero no dejaría que eso le interrumpiera y siguió concentrado en la difícil tarea de no pensar en cosas malas, ni en cierto castaño de ojos increíblemente azules.
Logró estar así durante cinco días seguidos, haciendo breves pausas en su miseria para ir al baño o para atiborrarse de cerveza (Era lo único bebible que había en su casa a esas alturas, de hecho), alternadamente, claro, pero a veces y por culpa de los agradables efectos del alcohol, resultaba haciéndolo al mismo tiempo y hasta que eliminaba todo las toxinas de sus sistema. Entonces, inmediatamente, volvía a llenarse del líquido ese que es conocido por lograr que uno se olvide de las penas y que es capaz de asesinar cruelmente, y sin reparos, varias neuronas en el proceso. Lo cuál explicaría cómo resistió un comportamiento de ese tipo durante tanto tiempo.
Recién al sexto día terminó completamente ebrio, tirado en el suelo, clamándole piedad a todos los dioses que conocía (A esos que querían matar a Atena también, pero eso es un detalle que se le pasó), llorando y llamando a Aioros en la soledad y silencio de su templo.
Recobró la conciencia de su panorama actual la novena noche, con una resaca de esas que se recuerdan y con ganas de no pararse nunca más, peeero las necesidades del organismo siempre son más importantes y el guardián de la décima casa sintió el imperioso deseo de sacar todo lo que tenía de dentro del cuerpo, por lo que tuvo que pararse, o hacer las veces de que lo hacía, y arrastrarse hasta el tocador de varones del templo de capricornio.
Al salir al pasillo se encontró con una persona.
DeathMask. De verdad.
-Tienes cara de haber sido atropellado por varios camiones y después violado por quiénes los conducían-comentó el cáncer, con una reluciente sonrisa en el rostro.
Shura puso una cara peor que la que tenía y sus cejas se juntaron hasta formar un ceño fruncido hasta el infinito.
-¿Qué quieres?
-¿Esa es tu manera de recibir a las visitas?
-¿Qué quieres?
Esa era la respuesta, sin duda, pero también era una pregunta, por lo que Death sonrió de oreja a oreja apagando el cigarro que traía encendido desde su templo.
-Tan sólo venía para ver cómo estabas, pero como eres una cabra malagradecida, como siempre, mejor me voy por dónde vine antes de que me contagie de tu actitud de porquería.
Shura no agregó nada al comentario de su compañero, despachándolo con su silencio y dándole a entender que en realidad poco le importaba lo que hiciera o dejara de hacer. Death, sin embargo, se esperaba una escena como esa, tanto así que se dijo a si mismo que era el momento indicado para dar inicio al perfecto plan del pescado. Sin perder más tiempo, el italiano se dio media vuelta para iniciar su procesión hasta la salida, pero en cuanto estaba a punto de traspasar el oscuro pasillo que lo conduciría para allá, se detuvo de pronto, como si de repente hubiese recordado un detalle.
-Oh, lo olvidaba-comenzó el malintencionado cangrejo, mirando apenas a su amigo por el rabillo del ojo-¿A qué no sabes a quién me encontré de camino para acá?
Shura no contestó, pero no porque no le interesara, sino porque conocía lo suficiente a Death como para sospechar para dónde iba encaminada la cosa y de verdad, de verdad, de verdad no tenía ganas de charlar acerca del arquero de nuevo, menos con el dolor insoportable que le taladraba la cabeza sin compasión.
-Aioros, vivito y coleando. Aunque con ese culo que de pronto le salió cualquiera colearía así.
-DeathMask-soltó el español, en un suspiro que pedía paciencia por todas partes-En serio, no tengo tiempo para ti, ni para tus estupideces…
-Ah, sí, sí, tienes cosas súper importantes qué hacer allá adentro, como volver con ese montón de hombres y sus camiones.
-Jódete.
El crustáceo volvió a sonreír, pero esta vez de una manera un tanto macabra. El problema es que como el capricorniano continuaba dialogando con la espalda del primero, no pudo ver en ningún momento la sonrisa sádica que se formó en el rostro de facciones complicadas.
Shura, de haberle visto, hubiese sospechado que una cosa muy, pero muy mala estaba a punto de ocurrir para con su persona, una cosa que, sin duda, desencadenaría una serie de acontecimientos con consecuencias irremediables para cada uno de los involucrados. Sin embargo, no le vio y el plan del par de signos acuáticos más carismáticos del santuario (Acuario no contaba, porque era un signo de aire, pero no era precisamente carismático tampoco) continuó andando como un reloj suizo con los engranajes aceitados.
-Ya, pero en serio, no era eso lo que iba a contarte-continuó el cáncer, volviéndose apenas para encarar al español malhumorado-Es que le pregunté al arquerito para dónde iba, pensando que se había desviado del camino para venir hasta acá, pero me dijo... Espera, no me lo vas a creer, pero… ¿A qué no te imaginas para dónde iba?
-Con Aioria-soltó Shura, seco.
-Claro que no, hombre, sino no hubiese ninguna novedad en contártelo.
Entonces, recién en ese momento, los sentidos de la cabra parecieron ponerse en alerta, porque… Espera, si Aioros no iba con Aioria, no me digas que iría para…
-Gé-mi-nis.
A decir verdad, tenía jaqueca desde antes, pero esas palabras provocaron que le dieran ganas de agarrar el taladro, ese que no dejaba en paz su cabeza, para metérselo por la oreja a ver si de paso se perforaba el cerebro, porque… O había escuchado mal o había escuchado mal, no había más opciones que esa, porque no podía ser, no había de otra… ¡¿POR QUÉ MIERDA AIOROS ESTABA VISITANDO A SAGA SIENDO QUE ERA EL CULPABLE DE TODO PARA EMPEZAR?!
Es que, una cosa era que Shura no quisiese ver al centauro pero ni por casualidad, pero la verdad sea dicha de paso, tampoco tenía ninguna intención de que lo viese Saga, maldición.
Entonces le vino un coraje como pocos, de hecho hasta apretó los dientes, los puños, todo lo apretable que tenía en su anatomía y el cuerpo se le puso tenso. Death, al notar esto, sonrió aún más ampliamente
-En fin, supongo que irían a tomar el té o una estupidez así, pero no te sigo entreteniendo para que vayas a ocuparte de tus cosas importantes. ¿Eh?
Le dedicó la mejor sonrisa de su repertorio y comenzó a retirarse con calma, como si no hubiese plantado la incertidumbre en el inocente, pero no tanto, hombre que tenía delante, porque… Sin dudarlo y conociendo como conocía a Shura, estaba seguro que ese comentario había logrado el efecto deseado, por lo mismo no le sorprendió en lo más mínimo escuchar casi de inmediato al español llamarlo con voz débil.
-¿Te…? ¿Te dijo algo más, de mí?
Oh sí, la primera parte del plan estaba completa.
Shura ni sospechaba que Aioros estaba, en realidad, en sagitario, preocupado de sus propios dilemas existencias y lejos, muy muy lejos del tercer templo y del propio Saga.
Ya sólo bastaría con sembrar la semilla de la maldad en la cabra y buahahaha.
...Continuará…