So, hace unas semanas (creo) me miré Primeval, tempo 1 y 2, pero nada de la 3. Pero me emocioné de una manera con la serie que terminado el primer capítulo de la serie ya estaba escribeindo de lo que podría considerar mi SHIP de la serie (si no contamos stephen/guns). Y aunque no estoy muy segura y me da un poco de terror postear esto, pues... tampoco está para que se pudra en el cajón de los olvidados. So... aquí está :D! Also, solo había visto el 2x01 so, me tomé un par de libertades sobre el funcionamiento del universo XD
((Si alguien me spoilea la 3era le robaré el arma a Stephen y lso perseguiré con ella. graciasdenada.))
Fandom: Primeval
Título: una bien fría
Personajes: Connor/Stephen (aunque puede pasar por amista')
Advertencias: PG13.
Palabras: 933
Resumen: (ubicado en el 2x01, luego del shopping, antes del final). Un poco de bonding para tragar un largo día.
Notas: para
earwen_neruda, porque fue la primera (y única) persona que descubrí los shippea como yo apenas terminé con este asunto (bueno, con la segunda!). Y algo así como un regalo de
san_drabbletin atrasado porque en aquel entonces ni siquiera sabía lo que era Primeval (bue, tampoco así XD). Espero que te guste ~~ \o/
Se sube al coche mecánicamente. Es una de esas cosas que hace sin pensar, y sonríe cuando Stephen le mira con cara de pocos amigos. No es que sea la primera vez, varias veces le ha echado una mano y le ha llevado a casa. Esta no tendría que ser diferente. O al menos, no tendría por qué. Pero su sonrisa comienza a desvanecerse a cada segundo que la mirada de su compañero permanece sobre él.
- ¿Hay un bicho atrás mío, verdad? -pregunta con un hilo de voz. Le tiembla el cuerpo, y esta a punto de gritar cuando ve que Stephen sonríe ligeramente y niega. Es Connor quien ahora lo observa en silencio, incapaz de encontrar palabras para preguntar que sucede, o quizás, prevenido por primera vez de que no debe hacerlo.
- Te llevaré a casa. -dice finalmente Stephen, como si tuviera la opción de no hacerlo, y Connor no contiene la sonrisa de sus labios.
Mientras Stephen arranca el motor, observa hacia fuera. La noche es calma y austera, como si fuera incapaz de concebir la existencia de anomalías, como si no hubiera perseguido a un animal del pasado por demasiadas horas, como si no tuvieran el cansancio acumulado en el cuerpo. La noche respira paz, y Connor, esta vez, no se atreve a desterrarla.
**
Se apoya sobre la portezuela. Un “Gracias, amigo” y ya está por darse vuelta cuando las palabras borbotean de sus labios. (Ya una costumbre de la que no intenta despegarse). “¿Una cerveza?”
Está seguro que Stephen comenzará a reírse (sin hacerlo directamente, pero con esa sonrisa burlona que es aún peor) de él, le dirá “otra oportunidad, chico,” y se marchará. Sin embargo, Stephen no sonríe, ni lo ha hecho en todo el camino. Parece contemplar la idea, y Connor siente que la adrenalina puede salirse de su piel en cualquier momento. Se afirma al coche para no saltar de nerviosismo. (No está acostumbrado a que ninguno busque su compañía).
- Una bien fría.
(Connor siente que podría besarlo.)
**
El sillón es chico.
Nunca le había parecido chico, ni tampoco tenía razón para hacerlo. Era un apartamento pequeño, algo que había rentado para salir del paso.
Y nadie le visitaba de todas formas. Salvo para llamarlo para ir a la CIA.
No era como que necesitara un sillón grande.
Salvo que ahora él y Stephen estaban un poco comprimidos en el pequeño espacio, con una televisión demasiado pequeña incapaz de retener su atención, y dos cervezas frías en las manos.
Como no puede moverse, barbotea. (No que no lo haga de todas formas). No está muy seguro de lo que dice mientras la botella transpira en sus manos, y recuenta hechos varios del día.
Stephen no le escucha. De eso está seguro. Por un momento, se queda en silencio, observando el rostro impávido y serio del hombre, la lentitud con la que deja pasar la bebida por su garganta, como si fuera lo más fuerte que ha tomado y esta le quemara poco a poco, borrando el día, las horas.
Finalmente, se gira hacia él, con expresión ida, volviendo a casa.
- ¿Qué decías?
- Nada.
Se quedan en silencio. Connor se sorprende pensando que puede acostumbrase a ello, a las palabras en el aire no dichas. Sonríe ligeramente e intenta no tratar de acomodarse, porque cada vez que lo hace se pega un poco más contra su compañero, como si el sillón estuviera compuesto de arenas movedizas.
- ¿Crees que estará bien? -La pregunta le toma desprevenido, y toma un trago antes de preguntar de quien habla. Stephen no le mira, observa la pantalla de televisión, un partido en el que ninguno tiene mucho interés y que ha quedado allí luego que se ha aburrido de cambiar de canal. Su respuesta demora en llegar. - Nick.
- Oh, -es todo lo que Connor se atreve a decir. - Lo estará, es el profesor. -sonríe, y choca su hombro en el gesto más compinche que puede pensar. (O más bien, empuja, porque sus hombros ya se rozan en el pequeño espacio). - ¿Le crees?
- Lamentablemente.
Es un susurro que se ahoga entre la cerveza. De alguna manera Connor logra separarse suficiente para desenredar su brazo del poco espacio y apoyar su mano sobre el hombro de Stephen.
No dice nada.
No lo necesita.
(Quizás tampoco necesite un sillón nuevo).
**
Cuando los llaman, es de apuro. Para conocer a la nueva integrante le dice Abby, y suena ligeramente emocionada, ligeramente preocupada. Connor sonríe con un ligero ¿Celosa? que solo ocasiona que la muchacha cuelgue y él quede hablando a una línea vacía.
Stephen actúa inmediatamente, práctico, rápido, y antes de que quiera darse cuenta, le esta arrastrando puerta fuera hacia la camioneta.
- Entra. -Connor obedece, palabra más, palabra menos y Stephen ríe ligeramente (o eso que él hace, y que todos aceptan por más que suficiente).
El camino ocurre en silencio, de nuevo. Pero esta vez, es ligero, suave, y el aire se cuela por las ventanas limpiando sus rostros de rastros de palabras, y miedos, euforia y otras tantas cosas que Connor no se detiene siquiera a pensar.
Es solo cuando llegan que Stephen vuelve a hablar, antes siquiera que él pueda entonar palabra. Es un simple ‘gracias’, inofensivo, o así debería serlo, pero a Connor se le hincha el pecho y sonríe como si hubiera descubierto el mundo.
Se siente útil. Y aunque sabe que no volverán a mencionarlo (Stephen se aleja antes de que siquiera pueda comprenderlo), se siente satisfecho.
(Cuando salgan, no tendrá que pedirle que le alcance, y aunque Stephen no diga nada, sabrá que quiere hacerlo).