Fandom: Harry Potter
Pareja: Arthur/Molly
Advertencias: Fluff, y futuramente spoilers del séptimo libro.
Título: La Madrigera. Parte 4/5.
Palabras: 2803.
Notas: Gracias a
parvati_blossom mi eterna beta <3! Si no has leído la partes anteriores puedes encontrarlas aquí
uno,
dos y
tres. Commentarios son ♥.
Parte 4
- No, Charlie. Nada de animales cerca del bebé. - Charlie levanta sus ojitos tiernos y me observa jugando con el pájaro que ha cazado, porque no puedo llamarle de otra forma, fuera de casa.
- Pero, mami… - niego con la cabeza y Charlie mira el pájaro con lástima. Un segundo después está fuera dejándolo libre.
Arthur me observa desde la cama. Lleva toda la mañana allí. Creo que es la primera vez en meses que se siente en casa. Tal vez porque es la primera vez que ha podido escapar al ministerio. Lo han cambiado de sección, creo que esta le satisface más. Pero por un lado creo que le molesta no poder enterarse de cómo va el mundo mágico con tanta claridad como antes.
Hace un par de días que no sé nada de Gideon o Fabian, pero trato de mantenerme optimista. Arthur tiene miedo, yo lo sé, se nota en la manera en que se tensa, en como se silencia. Hasta en sus ojos cuando se posan en mí. Oscuridad hay fuera, pero trato de pensar que esto terminará. El-que-no-debe-ser-nombrado deberá caer en algún momento. Deberá de hacerlo.
Mis ojos observan a Percy, dormido plácidamente en su cuna que mágicamente se mece. Arthur está detrás de mí en segundos y me abraza, ambos observando al pequeño en silencio. No estamos acostumbrados a la calma que éste proyecta. Billy y Charlie era mucho más activos… y ruidosos. Me recuerdo que debería bajar a vigilarlos, aún son muy pequeños, pero por alguna razón, Billy siempre anda cuidando de su hermano. Esos dos son muy apegados.
- Es un angelito. - sonrío divertida, y tomo sus manos entre las mías.
- Me recuerda a su padre.
- ¿Por lo guapo? - río con soltura, pero cuidando de no despertar al pequeño.
- Por lo silencioso. - Arthur besa mi cuello delicadamente, luego retira el cabello de mi rostro y besa mi oreja para luego bajar por la mandíbula hasta voltearme y tomar mis labios entre los suyos.
Mis brazos rodean su cuello y puedo sentir la desesperación de su agarre, apoyo mi rostro sobre su pecho con cansancio. Tres niños no son poca cosa y el último parto me ha dejado cansada. Sé que Arthur teme me encuentre enferma, pero yo sé que el fondo del asunto es que comienzo a preocuparme. Tres niños entre tanta negrura. Deberíamos…
- ¿Es que no quieres darles otro hermanito? - me sonríe con picardía, y levanto mi rostro para observar su dulce mirada.
- Estás loco. ¿Sabes?
- Eso no te impidió casarte conmigo, Mollywobbles.
¡Oh, no! El sonrojo es inevitable. Es como una palabra mágica, quizás es por los pensamientos que trae a mi mente. Nuevamente sus besos y esta vez floto. Es como si el mundo hubiera desaparecido. Es tan fácil hacerlo.
- ¡Mamá! ¡Papá! - Billy está a un lado de nosotros. Sus ojos están rojos y me suelto de Arthur asustada, mientras me arrodillo a su lado. Percy solloza en su cuna, pero percibo cómo Arthur ya ha ido hasta él.
- ¿Qué pasa, Bill amor? - sus ojos brillan casi al llanto. El corazón comienza a latirme. ¿Dónde estaba Charlie?
- Charlie… - su voz es un susurro, ahogado por el miedo. Arthur me mira desde dónde sostiene a Percy y trata de tranquilizarme con su sonrisa. - Le ha mordido.
- ¿Qué le ha mordido? - Mantengo la calma, mientras tomo a Billy en brazos y comienzo a bajar las escaleras en busca del pequeño Charlie.
- Un gnomo.
Cuando llegamos abajo mi corazón se ha tranquilizado, y noto que interiormente creía algo peor había pasado. Arthur, con un silencioso Percy en brazos, va hasta la cocina a buscar las pociones. Charlie está sentado en uno de los sofás, mirando su manita con casi rencor.
- ¡Me mordió, mami! ¡Me mordió! - No puedo evitar sonreír ante el tono indignado del pequeño. Apoyo a Billy en el suelo que parece estar más tranquilo. Se preocupa demasiado por Charlie.
- A ver… déjame ver. - Me acerco y tomo las pociones que Arthur me alcanza con una sonrisa, mientras comienzo a curar la herida. No ha sido nada grave, y bastará un poco de cuidado para que todo esté bien.
- ¡’nomo malo! - vociferan ambos niños cuando he terminado de curar las heridas. Un segundo después, corren escaleras arriba riendo sobre vaya a saber uno qué.
Arthur coloca a Percy en mis brazos y va hasta la cocina a prepararnos unas tazas de té. El pequeño sigue plácido y sereno. Creo que podría decirse, dará menos problemas que sus hermanos.
*^*
- Fred y George. - Mis labios dibujaron una triste pero sincera sonrisa al pronunciar los nombres. Alice me mira por sobre donde sostenía a Fred. O quizás George. Arthur aún no les había puesto las cintas prometidas para diferenciarlos.
- Son bellos nombres. - murmura volviendo a observarlo. Sé que desea con toda el alma tener un pequeño, lo han intentado. Mucho. Espero los médicos se hayan equivocado. Alice lo merece tanto.
- Así es. - mi rostro se entristece sabiendo la razón de dichos nombres, pero me alegro cuando la madrina de los pequeños pone a Fred en mis brazos para tomar a George entre los suyos.
Frank nos ha dado espacio y juega con Charlie y Billy en una esquina de la habitación. Percy con sus pequeñas manitas está sentado seriamente a un lado de mi cama. A veces el pequeño me asusta, pero sus ojos vivarachos me alegran el día también.
- ¿Cómo te encuentras? - Me pregunta Alice finalmente, apoyándose contra el borde de la cama. Llevo un día dentro de San Mungo, pero aún no me dejan retirarme. Han sido unas largas 24 horas. Y otras tantas las que he dormido.
- Tranquila. - sonrío divertida. ¡Cinco niños! Arthur estaba loco. Definitivamente. Mi sonrisa se ensanchó. Aunque quizás yo también. - Disfrutando los últimos momentos de calma.
- ¿Por qué dirías eso? - Alice sabe porqué lo digo, pero igual suena curiosa.
- Percy es un amor, ¿no crees? - Mi respuesta la toma de sorpresa, mientras el niño de dos años se enrosca en mi brazo libre. - Fred y George…
- Oh, no creerás lo que dicen sobre los gemelos, ¿o sí? - Creo que mi mirada lo dice todo, puesto que Alice comienza a reír con soltura inmediatamente.
Frank y los niños nos miran con curiosidad. De repente todos se han subido a la cama, y Frank ya abraza a Alice con delicadeza. Sabe su esposa sufre al ver la gran familia que he formado, pero que también está más que feliz por ello.
- ¡Mamá! ¿Puedo tenerlo? - Billy me sonríe desde el borde de la cama y le hago señas para que se acerque. Ya es lo suficiente mayor como para poder sostener al bebé, y tiene un instinto protector por sus hermanos. Siempre lo ha tenido.
Cuando lo tengo sentado a un lado, paso con cuidado a Fred a sus brazos, enseñándole cómo tomarle, aunque estoy segura ya lo ha aprendido bien. Sus ojos brillan en una sonrisa única.
- ¡Tío Frank, tengo a George! - Con Alice reímos. Será difícil identificar a los niños. Percy aprovecha el momento de soledad de mis brazos y se cuelga a mi lado, apoyando su pequeño rostro sobre mi regazo. Acaricio su cabello delicadamente, sin dejar de prestar atención al bebé en manos de Bill.
- ¡Yo quiero! - Charlie exclama indignado, pero Frank ya lo ha levantado en brazos distrayéndolo.
- Supongo Arthur debe de estar por llegar. - menciona Alice al aire, siento entristecerme levemente. El último tiempo ha sido tan difícil, Arthur ha desaparecido tanto. Por un momento creí se había unido a la Orden. Pero gracias a dios no lo ha hecho.
- El Ministerio es un caos, ya lo sabes. - Alice asiente. A veces creo me oculta algo. Pero supongo eso nos pasa a todos, con tanto miedo en el mundo mágico.
- Así es. - Coloca a George en la cuna que han dejado al lado de mi cama, y se sienta a mi lado envolviéndome en un gran abrazo. - Son hermosos.
Respondo en silencio. Alice lo ha dicho todo.
*^*
- ¡Basta! - Dos ratas corren a mí alrededor. Sus cabellos rojos pasan tan rápido que me sorprende poder identificarlos. - Par de demonios, deténganse.
Fred y George frenan de golpe y me observan riéndose. Una cacerola sale volando y observo a Charlie sentado sobre la mesa que sonríe con inocencia. Billy no era así cuando pequeño. O tal vez, sí. Ya no lo recuerdo. El susodicho entra por la puerta acarreando de la mano a un serio Percy.
- ¿Estás bien, mamá? - me pregunta seriamente. Fred y George aprovechan y salen corriendo fuera de la cocina con sus pequeñas piernas. ¡Oh, infierno! Siquiera hablan, pero destruirían el mundo si los dejaran.
- Sí, Bill. Me encuentro bien. - respondo ante la calidez de su pregunta mientras vuelvo a preparar la cena, atrayendo la cacerola con magia hacia mí. - Compórtate, Charlie.
- Sí, mamá. - se baja de la mesa y sale de la habitación.
- Billy, cariño. Ve a vigilar a tus hermanos, ¿sí? - Está tan grande que me sorprende. Pensar que pronto comenzará Hogwarts. - Asegúrate que dejen dormir a Ronald.
- Claro, mamá.
Percy se sienta sobre la mesa en silencio. Sus lentes, un poco grandes, caen sobre su nariz con gracia. Me mira en silencio mientras continúo cocinando. Alice ha prometido pasar esta tarde a ayudarme con los pequeños. Traerá al pequeño Neville con ella. Me siento tan feliz por ella. Ha sido toda una novelería. Finalmente han podido tener al pequeño que tanto deseaban. Es puro rollo, pero una ternura. Quizás fuera mejor que se quedara a descansar. Sobre todo con lo oscuro que se ha puesto todo. No recuerdo la última vez que Arthur me dejó salir sola de casa.
Como si mi pensamiento lo hubiese llamado me volteo cuando siento que entra por la chimenea. Luce cansado y apagado. Sus ojos se encuentran opacos y me mira con preocupación. Se acerca a mí y me abraza. Intento preguntarle, cuestionarle, entender, pero sus labios besan los míos. Ácidos, austeros, necesitados. Algo malo está sucediendo y el pánico recorre mi cuerpo. No me he sentido así desde… desde… pensar en mis hermanos es una estaca en mi corazón. ¿No habrá? ¿Quién? Mi mente es un manojo de nervios.
- ¿Qué pasa, Arthur? - logro balbucear cuando se separa de mi. Ha agarrado a Percy entre sus brazos y lo ha puesto entre nosotros antes de siquiera poder decir nada. Un beso en su frente y otro en la mía. - Me estás asustando.
- Me encontré con Frank esta tarde. - Mi corazón se acelera. ¿Había pasado algo a Alice? ¿Al pequeño? No pude siquiera pensar en cuestionarlo cuando Arthur ya me está hablando. - Se encuentran bien, pero Albus les ha recomendado cuidado máximo. Se ha vuelto peligroso para ellos…
Se detuvo y sé qué pasa por su mente. Lo mismo que pasa por la mía. Gideon y Fabian, basta con empujar muy lejos para romperlo todo. Alice y Frank lo habían hecho, así como también los Potters, quien Arthur había mencionado alguna vez. Me parece la más razonable idea. Sí, protegerse. Sin embargo, en mi pecho se cierne la duda y el miedo. Ansiaba tanto poder disfrutar un rato de mi amiga, y en las condiciones actuales, vaya a saberse cuándo volveré a verla. Arthur parece comprender mis pensamientos, puesto que besa mi frente con delicadeza, y toma mi mano, sacándome de la habitación en silencio.
- ¿Cuánto…? ¿Cómo…?
Arthur camina en silencio. No hay rastros de los pequeños en el estar, así que nos dirigimos arriba. En nuestra habitación se encuentran todos. Charlie juega con Errol en una esquina, y Bill regaña continuamente a Fred y George que dan saltos en la cama. El mayor me mira con culpa, pero no puedo más que devolverle una sonrisa. A veces me sorprende la fuerza y el entusiasmo de los más pequeños. En la cuna Ron los observa maravillados, sus ojos azules brillan como nunca los he visto brillar.
- ¿Está todo bien, mamá? - Billy está preocupado, mas no me sorprende. Debe llevar con nosotros el peso del miedo y la preocupación.
Me suelto de Arthur y me acerco al pequeño. Sus ojos me miran con dulzura, y planto un sonoro beso en su mejilla. Me mira sonrosado y reconozco será de las últimas veces que me deje hacerlo sin quejarse, aunque también sé eso no me lo impedirá.
- Todo está perfectamente, llévate a Charlie y Percy, Billy amor, es hora de que vayan a dormir.
- Pero la cena… - Sonrío. A veces me olvido que el pequeño es suficiente grande como para entender algunas cosas.
- Les llevaré un plato de sopa a cada uno. - Charlie levanta la mirada de la lechuza y bufa algo que es irreconocible a mis oídos, pero que comprendo perfectamente. De todas formas, no podrán escapar a dicho menú. - De postre hay unos chocolates que trajo papá el día de ayer.
Percy se suelta de su padre y toma inmediatamente la mano de Billy, sabiendo irá con este hasta su habitación. Charlie refunfuña un poco pero lo acompaña. No puedo evitar sonreír cuando veo a los tres alejarse tranquilamente. Fred está colgado sobre mis hombros en dos segundos, y George ha hecho lo mismo con su padre. Los reconozco por la ropa que llevan, puesto que es muy difícil diferenciarlos, dicen que con el tiempo cambian, dudo alguna vez eso suceda. Increíblemente los dos diablillos se notan cansados y automáticamente se envuelven entre nuestros brazos. Apoyo mi rostro sobre Arthur, sin dejar de notar las lucecitas de Ron observándonos maravillado. Bello el mundo que observa, maldito el que lo espera fuera.
*^*
Arthur me mira con una sonrisa desde el otro lado de la habitación. Ginny descansa en mi cuerpo. Es tan pequeñita, tan delicada. Creo Arthur tiene miedo de hacerle daño por primer vez. Está tan maravillado como el resto en la familia. Ha llevado al resto de los niños con uno de sus hermanos. Ron duerme en su cuna a un lado. No me atreví a que se lo llevara. Es la primera vez que los pequeños pasarán fuera de casa. Aún me da miedo, hay muchos locos sueltos aún, pero Arthur me asegura estarán a salvo. Observo a la pequeña en mis brazos. Vivirá en un mundo libre de demonios. ¡Oh, mi pequeña! Gideon y Fabian estarían tan felices de tener una pequeña sobrina. Una lágrima cae sobre mi rostro, y siento cómo Arthur la limpia con cuidado.
- Todo estará bien ahora. - me sonríe, dulce, calmo, y besa mis labios. - He hablado por chimenea con Frank. Están de vuelta en casa, y volverán al trabajo inmediatamente. Alice está de ansiosa que ha prometido pasarse aquí el sábado, porque Frank objeta dejarla salir sola, cosa con la que estoy completamente de acuerdo.
- ¡Ay, Arthur! - se sienta a mi lado mientras enlazo con cuidados mis brazos en su cintura. Es una noticia tan maravillosa. Desde que el Señor Oscuro ha sido derrotado no dejo de pensar en el pobre Harry. Alice me había mencionado alguna vez a los Potters, y la sola idea… el pobre Harry. - ¡Están bien!
- Así es, querida, perfectamente. - Arthur posa sus labios sobre mi frente y sonríe. Su mano acaricia a Ginny con dulzura. Está tan feliz de tener una pequeña, es la envidia de toda la familia. No puedo mentir a nadie, yo también lo estoy.
Acomodo a la bebé entre mi cuerpo y sonrío. La oscuridad se ha acabado, o está en proceso de hacerlo. Arthur no dice mucho, pero por sus ojos sé el ministerio es un completo caos, aún hay locos sueltos y le preocupamos. Pero hemos sobrevivido hasta ahora y lo seguiremos haciendo.
- Alice está bien. - murmuro suavecito, Arthur me sonríe, besa mis labios, y baja a la cocina.
Sin saber muy bien por qué, y viendo los ojos cerrados en plácido sueño de la pequeña Ginny, la acomodo en su cuna y sigo a mi esposo escaleras abajo. No hablamos. El silencio es un buen compañero y se mantiene mientras nos sentamos en el sillón del estar, taza de té en las manos y una radio distante prendida.
- Billy comenzará Hogwarts en unos meses. - mis palabras suenan toscas en el silencio y me sonrojo cual adolescente. Arthur enrosca sus brazos por mi cintura como respuesta y besa mi cuello. - Ya es todo un muchacho.
- Te pondrás melancólica. - Su risa es suave y fresca, pero vuelve a besar mi piel con suavidad. Sé que parecemos dos tontos adolescentes, pero hace mucho no existe tanta tranquilidad en la casa.
- No lo haré. -musito tercamente, pero sonrío. Billy comenzará Hogwarts, pero ahora sabré que irá sin correr peligro.