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Título: Orgullo, Prejuicio y Piñas.
Autor:
seelphyRegalo Para:
yvarlcrisPersonaje/pareja: McDanno; Steve McGarrett, Danny Williams, Grace Williams, Chin Ho Kelly, Kono Kalakaua, Amber Vitale, Kamekona, Flippa
Clasificación y/o Género: NR-17
Resumen: Danny Williams es el propietario de una pizzería en un pequeño pueblo de Oahu, se ha adaptado a la tranquila forma de vida de la isla pese a proceder del continente, pero todo su mundo dará un giro de 360º cuando un loco amante de la pizza con piña entre en su local.
Disclaimer: Los derechos son de la CBS y del maldito Lenkov hasta que Scott Caan se haga con ellos y tome el control de todo, mwhahahahaha :D
Notas (si las necesitas): Es un AU así que me voy a permitir unos cuantos cambios.
3.
- ¿Se puede saber dónde te habías metido, jovencita?- exclamó Danny Williams cuando su hija entró en el local.
- ¡Hola Danno!- Grace fingió no oír la reprimenda y corrió a abrazarle.
- ¿Y bien?- exigió saber su padre- dijiste que saldrías de casa de Akane para venir directa hacia aquí, estaba a punto de salir a buscarte.
- Lo siento, Danno. Me he distraído por el camino- sonrió ella. El rubio vio que tenía una mancha en su camiseta- ¿con qué te has manchado?
- No lo sé- ella se encogió de hombros- Danno, quiero hablar contigo.
- Uy, cuando suena así de seria es que trama algo- bromeó Amber que justo pasaba al lado llevando varios platos sucios hacia la cocina.
- Ven- la niña tiró del brazo de su padre hacia la pequeña oficina que había en el otro lado.
- ¿Qué pasa?
- Primero tienes que prometer que no te enfadarás- pidió Grace.
- Sabes que no puedo prometerte eso si te has portado mal- le recordó Danny.
- ¡No me he portado mal! Te lo prometo- protestó ella enfurruñada.
- Está bien, monito. No te enfades- cedió el hombre con su mejor sonrisa- ¿que quieres contarme?
- Esto es para ti- la niña le cedió un trozo de papel doblado. Danny pensó en un primer momento que se trataba de alguna nota de su profesora, pero su expresión cambió al leer lo que había allí escrito.
“Para no preparar Hawaianas regularmente, debo decir que es una de las mejores que he probado en la isla. Deberías replantearte esa política anti piña, ¿qué te parece si te invito a cenar y hablamos al respecto? Creo que me encantará debatir contigo sobre el tema. Steve.”
- ¿Has hablado con ese loco? Señorita... ¿cuántas veces te he dicho que no hables con desconocidos?
- No es un desconocido, es del cinco cero- se justificó Grace que ya tenía preparada su respuesta. Cogió la tarjeta del SEAL y se la dio a su padre- ahí está su número de teléfono.
- No pienso llamarle después de la que me ha montado- gruñó el adulto.
- Pero Danno, es muy divertido y tú le gustas- insistió ella- dale una oportunidad.
- ¿Que le gusto? ¿De dónde te has sacado eso?
- ¡Lo sé! Se ha alegrado mucho cuando le he dicho que te gustaban los chicos- rió Grace dando saltitos- por favor, Danno. Cena con él...
- Gracie...- Danny quería razonar con ella pero veía la ilusión reflejada en sus ojitos marrones que fue incapaz de negarle aquello- vale, le llamaré. Pero como se le ocurra pedir algo de eso raro que comen por aquí, me cabrearé.
- No lo hará- su hija le guiñó un ojo- ¡¿Cuándo le vas a llamar?!
- Esta noche, cuando hayas hecho los deberes...- dijo Danny.
- ¡Me pondré a hacerlos ya!- chilló Grace abrazándole. Danny Williams no salía de su asombro cuando su hija le mostró los deberes ya terminados y revisados antes de la hora de la cena. Él estaba en la cocina de la casita en la que vivían, cuando la niña apareció con el cuaderno y una gran sonrisa iluminando su rostro.
- ¿Seguro que no has hecho trampas?- bromeó Danny sentándose en la silla con ella para mirar la redacción que había escrito sobre su animal favorito. No había ninguna falta de ortografía y la felicitó con un beso- tu profesora se va a pensar que te he ayudado.
- Sabe que nunca te saltarías las normas, Danno- Grace le dio el teléfono- ahora tienes que llamar a Steve, lo has prometido.
- Está bien- cedió el adulto, sabía que la niña había heredado su cabezonería y no lo dejaría estar hasta que quedara a cenar con el tipo del cinco cero. Cogió la tarjeta con nerviosismo, era cierto que el tal McGarrett le había importunado muchísimo, pero quizá era la única forma que conocía el hombre de flirtear y aquéllo le provocó una sonrisa divertida.
- Aquí McGarrett- respondió. Danny suspiró armándose de valor para iniciar la conversación- ¿hola?
- Hola Steve, soy... Danny Williams- logró decir: ¿por qué estaba tan nervioso?
- ¿Danny Williams?- el comandante simuló no saber quién hablaba- vas a tener que darme alguna pista, ahora mismo no caigo en quién eres.
- El dueño de la pizzería donde has estado incordiando esta tarde- gruñó el rubio.
- Aaaaah, Danno- una carcajada burlona abandonó los labios del SEAL.
- Si vas a empezar así, mejor cuelgo- amenazó.
- Tú ganas, Danny... por ahora- rió Steve- tienes una hija adorable, ¿le ha costado mucho convencerte para que me llamaras?
- No, de hecho tenía curiosidad- admitió Danny- si querías invitarme a salir, ¿por qué no lo has hecho tú mismo?
- No estaba seguro de si te interesaba puesto que no respondías a mis señales- explicó el moreno.
- ¿Tus señales? ¿Qué señales?- quiso saber Danny.
- ¡He intentado establecer contacto visual contigo varias veces y me rehuías todo el tiempo! Y cuando te hablaba, parecía que quisieras matarme...
- ¿Tu forma de ligar con alguien consiste en faltarle al respeto y burlarte de él? ¿Has llegado de la época de los neanderthales o qué?- sus bufidos provocaron las risas del marine- hablo en serio, hay otra forma de hacer las cosas.
- Tal vez, pero no es la mía- replicó Steve- ¿sigues queriendo cenar conmigo?
- Puede que me arrepienta pero sí- aceptó el rubio.
- ¿Mañana?
- No tengo a nadie que pueda quedarse con Grace mañana, ¿puedes el viernes?- preguntó Danny. Su hija se quedaría en casa de una amiga para una fiesta de pijamas y así no tendría que pedirle a Amber el favor de hacer de canguro.
- No hay problema, te llamaré para decirte el sitio- exclamó Steve McGarrett alegremente.
- Como haya piña a menos de un metro de distancia de mi cena, te pegaré un puñetazo- advirtió Danny.
- Lo tendré en cuenta. Hasta el viernes, Danno- Steve colgó antes de que pudiera volver a gritarle que dejara de llamarle así, estaba visto que era algo que no iba a conseguir por las buenas.
- ¿Habéis quedado?- preguntó Grace cuando su padre estuvo de vuelta. Éste asintió en silencio haciendo que la niña sonriera y le diera otro abrazo.
- Anda, vamos a cenar- rió el adulto dejando por imposible el entender por qué su hija tenía tanto interés en que tuviera una cita con McGarrett. Lograr que la niña se metiera en la cama y se durmiera supuso un esfuerzo mayor que cualquier otra noche, y si esperaba que su cita con Steve fuera un secreto para el resto de su entorno, pronto vio como Grace no tenía inconveniente en ir proclamando a los cuatro vientos lo de aquella cena. Amber fue la primera que le dio la enhorabuena a su jefe, repitiendo que había captado al momento que el marine era gay y estaba interesado en él, además de ofrecerse para cuidar de la niña cuando hiciera falta. Danny no quería que su vida privada fuera motivo de conversación por parte de sus amigos, por lo que estuvo enfurruñado gran parte del día siguiente hasta que los demás decidieron darle un respiro. Pero llegó el viernes y Grace y Amber se empeñaron en elegir la ropa que llevaría puesta para su cita.
- ¿Y estos pantalones vaqueros?- murmuró Amber sacándolos del armario.
- No- Grace se negó- son los que se pone cuando vamos de excursión.
- Danny, tienes un problema con tu ropa- masculló la mujer negando con la cabeza- ¿piensas ir con una de tus camisas y tus pantalones de siempre?
- Y mi corbata...
- Por favor, Danny. Esto no es Nueva Jersey- replicó Amber poniendo los ojos en blanco- aquí la gente viste más informal... y por lo que pude ver del señor Steve McGarrett, líder del cinco cero, dudo mucho que vaya a llevarte a un restaurante elegante.
- ¿Y por qué piensas eso?- la pregunta del rubio quedó silenciada por las carcajadas de Grace y Amber que compartieron una sonrisa cómplice- ¿qué?
- Te llevará a un sitio donde se sienta seguro y cómodo, espera un lugar al aire libre... con cerveza, hamburguesas o algo así- explicó Amber- sabiendo cómo te pusiste con lo de la piña no va a querer arriesgarse...
- Sí- la niña le dio la razón- Steve buscará un lugar donde no os puedan echar si empiezas a gritarle...
- No pensaba... da igual- Danny suspiró- creo que tengo unos vaqueros por un cajón de aquí.
- ¡Estos irán perfectos!- aseguró Amber dándole el visto bueno- ¿dónde tienes la camiseta que te regalamos por tu cumpleaños?
- Aquí está- Grace dio con ella al momento y la puso junto al pantalón- no me gusta como queda.
- No, tampoco me convence- asintió Amber- ¿no tienes nada más?
- ¿Qué le pasa a mis camisas?- protestó Danny- si él va a llevarme a su terreno, yo quiero estar cómodo conmigo mismo...
- Está bien, te pones los vaqueros y tú eliges la camisa- cedieron las dos dejándole solo en el dormitorio para que se cambiara. Amber llevaría a Grace a casa de su amiga para que Danny pudiera salir pronto a Honolulu, ya que temía perderse de camino al sitio donde había quedado con Steve.
- ¡Danny!- protestó la chica al verle salir con la corbata puesta.
- No, déjale. Es su amuleto de la suerte- sonrió Grace abrazando a su padre- se la regalé yo.
- En ese caso, está bien- Amber sonrió mirando a su amigo.
- ¿Tengo vuestra aprobación entonces?
- Estás muy guapo, Danno- prometió su hija dándole un beso.
- Intenta tener paciencia y no saltar a la mínima- pidió Amber cuando le acompañaron hasta su coche.
- Eso no depende sólo de mí- bromeó Danny Williams- señoritas...
- ¡Pásalo muy bien!- pidió la niña diciéndole adiós con la mano.
- Y tú pórtate bien en casa de Anela- dijo Danny- y...
- Te llamaré si me siento nostálgica- prometió ella riendo.
- Te recojo mañana, cielo- prometió Danny antes de alejarse de la casa.
4.
Danny no podía evitar que el nerviosismo fuera cada vez mayor según se acercaba a la ciudad principal del estado de Hawaii. McGarrett le había citado en un parque cerca de la playa de Waikiki, de manera que no tenía ninguna pista del lugar al que irían a cenar, ya que en aquella zona había todo tipo de locales. Había llegado con media hora de antelación y se puso a dar un paseo por unos pequeños puestos donde vendían artesanía local, le compró una bonita pulsera a Grace y siguió haciendo tiempo hasta que llegara el momento de enfrentarse a Steve. No le costó localizarle: alto, moreno y con un físico muy envidiable que no pasaba desapercibido para nadie que pasara a su lado. Danny se pasó la mano por el pelo varias veces mientras caminaba hacia el marine.
- Hey...- saludó sin saber muy bien qué decir.
- ¡Danno!- Steve no disimuló una risita al verle con la corbata puesta- ¿crees que voy a llevarte a una citación judicial o algo así?
- Así es como visto normalmente, si no te gusta...- Danny no iba a concederle ni una sola broma o burla pero se encontró con la sorpresa de que el SEAL le impidió terminar la frase para depositar un beso en sus labios.
- Al contrario, me gusta- Steve sonrió clavando sus ojos claros en los suyos- eres diferente, y eso es algo que me encanta.
- Hum... vale...- el rubio tardó unos segundos en reaccionar tras aquel beso robado, pero no se sintió molesto por ello sino que sonrió y asintió con la cabeza- bien, ¿entonces a dónde piensas llevarme?
- Al lugar donde hacen el mejor chuletón de la isla- exclamó Steve invitándole a caminar calle arriba hasta un pequeño restaurante, era un sitio tan normal que Danny ni habría reparado en él de no ser porque su cita le señaló la puerta para que entraran- que no te engañe lo que ves, te aseguro que va a merecer la pena...
- Supongo que puedo fiarme de ti- rió Danny. Pidieron un par de cervezas antes de que el mismo dueño del sitio acudiera a saludar a Steve y les prometiera que tendrían su pedido lo antes posible- veo que lo de dejarme elegir mi propia cena, no entra en tus planes.
- Nada de piña, te lo prometo- Steve le dedicó una sonrisa que hizo que las pulsaciones de Danny se aceleraran- confía en mí, por favor. Si lo pruebas y no te gusta, dejaré que la próxima vez elijas tú todo el menú.
- ¿La próxima vez? Pareces muy seguro de que habrá una segunda cita- bromeó.
- Es evidente que me gustas y creo que yo también te gusto aunque intentes disimularlo con altas dosis de sarcasmo y muchos gritos- musitó Steve dando otro trago de su botella.
- Incordiar no es la mejor forma de ligar- replicó Danny.
- Sólo te estaba tanteando y, entre nosotros, fue muy divertido verte perder los papeles- confesó Steve McGarrett- te vuelves completamente irresistible, y cuando apareciste con la caja de la pizza para que me marchara de tu local... fue cuando supe que tenía que salir contigo. Me plantaste cara, Danno, no te dejaste intimidar por mi puesto y eso es algo que admiro muchísimo...
- Deja de llamarme Danno- refunfuñó el hombre haciendo que McGarrett soltara una nueva carcajada.
- ¿Lo ves? Te pones muy sexy cuando finges estar enfadado- aseguró el moreno.
- Oh... pero no lo finjo, lo digo en serio... te daré un puñetazo.
- Eso te hará aún más atractivo a mis ojos- Steve no se cortaba a la hora de decirle todo aquello, cosa que extrañaba a Danny, menos habituado a ser tan directo. Era cierto que Steve le atraía mucho, pero sus ganas de golpearle no habían disminuido demasiado.
- Sé que a veces puedo ser un poco...
- ¿Irritante? ¿Molesto? ¿Fastidioso?- comenzó a enumerar Danny.
- Iba a decir brusco, pero vale- concedió el SEAL con un gesto de su mano- he pasado muchos años de mi vida en el ejército y mi forma de actuar es distinta a la de la mayoría de la gente. No me gusta perder el tiempo, y cuando hay algo que quiero, peleo para conseguirlo...
- ¿Entonces me ves como una especie de desafío?- Danny bajó la mirada algo decepcionado.
- ¡No!- Steve no sintió reparo alguno en coger su mano- todo lo contrario. Desde que te conocí supe que había algo especial en ti y quiero conocerte, dame al menos una oportunidad... por favor.
- ¡Anda! Si resulta que sabes pedir las cosas con educación- se burló el rubio provocando una sonrisa divertida en el otro hombre- yo creía que eras más del tipo que mangonea a todo el mundo para salirse con la suya.
- La mayoría de las veces sí- garantizó Steve- pero dudo mucho que tú te dejes mangonear.
- Puedes estar seguro que no- replicó Danny sin apartar la mirada de la suya. Una vez dejado atrás todo su cabreo por el asunto de la pizza con piña, veía que McGarrett era mucho más de lo que aparentaba, empezaba a sentirse cómodo en su compañía y no iba a negar que le parecía muy atractivo. La conversación quedó aparcada unos momentos cuando les sirvieron la cena, Danny sentía que Steve le observaba esperando su veredicto cuando probara el filete. Masticó con calma un trocito que había cortado con el cuchillo, disfrutando de su sabor y asintió con una sonrisa- está de muerte.
- ¡Te lo dije!- exclamó Steve con una sonrisa de triunfo que se le contagió también a él. Degustaron la carne acompañada de un poco de vino mientras hablaban de sus respectivas vidas. Si Danny había creído en un principio que el marine no sería un buen oyente, pronto comprobó que se equivocaba del todo, puesto que Steve escuchó su historia sin interrumpirle. Le contó cómo había conocido a Rachel y se habían casado para que la mujer, de procedencia británica, pudiera seguir residiendo en el país una vez finalizó sus estudios. Lo unidos que estaban y cómo decidieron tener a Grace, a Danny siempre le habían gustado los niños y cuando Rachel, deseosa de ser madre, le propuso aquella idea que parecía una locura, le pareció perfecto. Cuando la niña tenía cuatro años, Rachel había conocido a Stan y se había enamorado perdidamente, el hombre supo amoldarse a la extraña familia que conformaban Rachel y Danny junto a la pequeña Grace. De manera que Danny y Rachel se divorciaron para que ella pudiera casarse con Stan. El matrimonio compró una casa en la misma calle donde vivía Danny para que pudiera estar cerca de su hija y todo marchó bien hasta aquel horrible accidente.
- Me encantaba mi trabajo como detective privado pero no ofrecía un sueldo estable, y a veces tenía que ausentarme hasta tarde... Grace me necesitaba con ella y por eso decidí que lo mejor era dejarlo. Trasladarnos a otro sitio y empezar de nuevo- estaba explicando Danny Williams.
- Y montar una pizzería en Hawaii donde no se sirven hawaianas- bromeó Steve.
- No es un gran trabajo, pero me permite pagar las facturas y pasar tiempo con mi hija- sonrió el rubio- y sí, mi local es un refugio para la gente civilizada que no mezcla fruta con su comida.
- Tendrás que revisar esa política si vamos a seguir viéndonos- le amenazó McGarrett guiñándole un ojo.
- Puedes hacer lo que te plazca en toda la isla con esa placa que llevas- respondió Danny entrecerrando los ojos- pero en mi pizzería mando yo.
- Ya veremos- los dos se sonrieron ante aquella nueva “batalla” conocedores de que ninguno daría el brazo a torcer y sería una pulla constante entre ambos. Steve pagó la cena con la excusa de que Danny le había invitado a la pizza varios días atrás- no te acostumbres, soy muy despistado y a veces me olvido de coger la cartera...
- Ya, lo que yo decía... te calé enseguida con lo de que te gustan las cosas gratis- se burló Danny.
- ¿Te apetece tomar una copa?- propuso Steve cuando salían del restaurante.
- Claro- aceptó el rubio. Estaban muy próximos el uno del otro y se fueron acercando más hasta que se besaron despacio y con dedicación.
- ¿En mi casa?- añadió el moreno, vio la duda en los ojos de Danny y sonrió- sin presión. Me gustas, Danno... podemos ir despacio si quieres.
- Vamos a tu casa- susurró Danny dándole otro beso- he dejado el coche en el aparcamiento que hay al otro lado de la playa, tendrás que guiarme... ¿dónde has aparcado tú?
- Me ha traído un amigo, pensaba coger un taxi para volver- explicó el comandante riendo. Caminaron sin prisa hasta el parking, los dos estaban deseando llegar a la casa de Steve pero trataban de mantener la compostura- ¿éste es tu coche?
- Sí, ¿qué le pasa?- preguntó Danny mirando su Camaro plateado.
- Nada, me gusta- aseguró el SEAL asintiendo con la cabeza- dame las llaves, conduzco yo.
- Pero...
- Tardaremos menos que si tengo que ir dándote instrucciones. Además, odio ir de copiloto- expuso Steve con las llaves ya en su poder y poniéndose ante el volante.
- Por no hablar de que eres un maniático del control- rió Danny cuando se abrochó el cinturón.
- Tampoco es para tanto- exclamó Steve arrancando el motor- vaya, seguro que coge velocidad enseguida...
- Te pediría que no condujeras como un loco- pidió Danny viendo como su cita pisaba el pedal del acelerador con entusiasmo- no quiero vomitar la cena.
- No seas exagerado, Danno- Steve ladeó un momento la cabeza para dedicarle su mejor sonrisa- además, recuerda que ahora mismo, yo soy la ley.
- Pues la ciudad está bien jodida- la broma de Danny hizo que se echaran a reír mientras recorrían las calles de Honolulu cada vez más deprisa.