Feb 03, 2012 22:09
Las luces apenas iluminaban los pasillos, faltaba poco para que los guardias pasaran a renovar el aceite de los faroles que amenazaban con apagarse, cuando ella cruzó aquel amplio pasillo, creando una leve brisa, más de uno lo hizo, las pequeñas llamas amarillas desaparecieron dejando un humeante hilo con olor a grasa quemada en su lugar. Hacía que aquel sitio luciera increíblemente terrorífico y frío, seguramente muchos hubiesen dudado en cruzar por ello en ese momento (en caso de que alguien estuviera aún despierto).
De su piel blanca podían notarse aún con la tenue luz las marcas y magulladuras de su última batalla, algunas se abrían hasta llegar al músculo, y fluía de allí un amplio camino carmesí. Sus pasos eran insonoros, debido a la ausencia de zapatos, y aun siendo un cuerpo de apariencia frágil podía moverse velozmente a pesar de estar severamente herida y completamente desnuda. La ausencia de pudor fue lo que le permitió llegar hasta allí, en ese estado. Se detuvo. Volvió a pensarlo. Allí no había más nadie en quien ella confiara y andar tan indescentemente a la luz del día no era algo que iba a permitirse.
Giró el picaporte y entró.