El enigma del cuervo

Jul 11, 2012 18:36

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Cuando uno escucha que se hará una adaptación a pantalla de la vida de Poe, presume sin necesidad de más datos que se bailará sobre la tumba del mismo. Aún así y bajo la premisa de que la crítica se equivoca (adquirida tras la puntuación de ochos como soles a enormes bazofias fílmicas del hoy), acude a verla, confirmando toda sospecha.

Que Dios ayude a mi pobre alma, la última frase pronunciada por el genio (y politoxicómano), se viene al espectador a la mente nada más empezar el sinnúmero de enmarañados calcos de Sherlock, Sleepy Hollow y Jack el destripador.

La excéntrica personalidad de Poe, caricaturizada hasta lo profano. Su eternista concepción del amor se proyecta sobrecargada como un repollo con lazos. El guión es tedioso e incoherente, y las muertes una sucesión de videoclips de alto presupuesto sin ápice de esencia. La imagen de Poe mera excusa y gancho para referenciar hasta la náusea la sección más famosa de su obra, a la que se empapa en sangre como se disfraza la carne con especias.

La vieja cinta el péndulo de la muerte aportaba al menos una impecable interpretación de Vincent Price, estética sublime y espectral y una historia con alma propia. Cincuenta años después y con un presupuesto millonario, McTeigue nos entrega este híbrido de efectos vanos y clichés de teleserie. Cusack convence lo justo, encorsetado en el tedioso guión.



El caballero de raído gaván, de cara larga como su abrigo, oscuro como su espíritu; negro como el as de picas, se arrodilla ante esta carísima herejía que escupe plagio oportunista a su genial legado.
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