Antes del siglo XIX, las iglesias y catedrales eran, ante todo, centros de reunión para los comerciantes. En ellas se establecían los acuerdos y pagos relacionados con el tráfico de mercancías.
Cumplían la misma labor que los notarios de nuestros días. Y, naturalmente, recibían la correspondiente retribución por sus servicios.
En ruso, "собор" (sobor), tiene el significado de "catedral".
De aquí la castellana SOBORNAR.
En castellano, "sobornar" tiene el sentido de "ofrecer dinero u objetos de valor a una persona para conseguir un favor o un beneficio."
En principio, el vocablo pudo referirse exclusivamente a los estipendios cobrados por las iglesias y catedrales, como pago a sus servicios. Sin embargo, con el correr del tiempo, se utilizó para designar a todos los pagos efectuados en las dependencias estatales para agilizar y hacer prosperar las gestiones.
La etimología oficial la hace derivar del latín "sub-ornare" o "regalar algo bajo mano".
Dentro de la misma raíz, encontramos otras palabras rusas con equivalencia en el castellano:
- собрать [sɐbratˈ], con sentido de "amontonar, recoger", que daría lugar a la castellana SOBRAR o "tener demasiado de algo".
- событие [sɐbɨtˈьjь], o "acontecimiento", relacionada con la castellana SÚBITO o "imprevisto, repentino".
- сова [sɐva] o "lechuza", probablemente así denominada por tratarse de un animal habitual morador de los grandes edificios, entre ellos las catedrales.
Quizás tenga algo que ver con la castellana SOBAR o "dormir".