Apr 16, 2008 18:37
Fics. No me entran todos los que quería en el mismo post y como tengo el capítulo final del TezuFuji a medias, subo los otros tres de la tabla que me quedaban por subir. Y mañana la termino ^_^
Advertencias previas... Los dos primeros son raros de cojones. Y con ver los personajes que los protagonizan el nivel de demencia que pueden albergar está bastante claro.
Y tengo alguien muy especial al que dedicarle estos tres vicios. Sobre todo el segundo. Hace poco murió mi mejor amigo. Y fue raro porque por circunstancias no nos veíamos físicamente pero él seguía siendo él y yo seguía siendo yo. Fue la primera persona que me dijo que un poco de frikismo y porno sirve para curar todos los males. Y como somos buenos Slytherins, odiamos el sentimentalismo y lo solucionamos todo así.
No sería la persona que soy si no lo hubiese conocido.
Fandom: Prince of Tennis/Eyeshield 21
Personaje: Hiruma/Fuji
Advertencias: yaoi, Crossover, NR-17
Tema: #2- Sumisión.
Disclaimer: Fuji pertenece a Takeshi Konomi y Hiruma y los demás a Murata e Inagaki. Ni son míos, ni saco beneficios haciendo esto.
Sumisión
-¡Fuji-kun!
Fuji saludó con un gesto a sus compañeros de clase mientras se sentaba entre ellos.
-Me alegra que hayas podido venir, Fuji.- su amigo Kakei le sonreía sentado en su asiento.- Mi hermano Shun ha dicho que este iba a ser un buen partido. Estarán al llegar él y sus amigos.
Fuji asintió y se relajó en su asiento. Pocas veces iba a ver jugar otros deportes que no fuesen de invierno o tenis, pero ahora que la mayor parte de los jugadores que merecían la pena estaban diseminados por la geografía mundial, y muchos otros, como él, habían dejado de dedicarle tanto tiempo al deporte, sus fines de semana se habían vuelto aburridos. Por eso, a pesar de saber que lo invitaba con segundas intenciones, había aceptado la sugerencia de su amigo para ir a ver un partido de fútbol americano. No le llamaba la atención y no lo haría en un futuro inmediato, pero lo cierto era que, como Yuuta le había vuelto a prohibir pasarse por su residencia, no tenía nada mejor que hacer.
-¡Nii-san!
Todos giraron la cabeza para ver al chico que era idéntico a su compañero de clase pero más alto y más corpulento. Si se ponía en pie delante de él se sentiría diminuto. Por suerte, tres de los acompañantes del menor de los Kakei eran físicamente normales. Uno de ellos hasta parecía dulce y mono. Una pena que a Fuji las personas dulces y monas lo aburriesen. Al final del grupo apareció alguien que hizo saltar el radar de Fuji. Era rubio, tenía una sonrisa malvada y llevaba el pelo de punta. Esa era una presa interesante. Además, le recordó a Inui con el cuaderno negro que tenía en las manos.
-No nos han presentado.- murmuró moviéndose sin que nadie se diese cuenta y quedándose a su lado. En el tono de su voz, Fuji era consciente de que hablaba de sexo.- Fuji Syuusuke.
-Hiruma Youichi.
Fuji aguantó la mirada del joven más alto que él y cuando la sonrisa dejó a la vista un par de colmillos anormalmente puntiagudos tragó saliva. No pudo evitar quedarse mirando esos colmillos más tiempo del que pretendía. No pudo evitar que, de repente, al ver el brillo en los ojos de Hiruma, un escalofrío le recorriese todo el cuerpo.
Conocía ese tipo de brillo en la mirada de alguien. Conocía ese tipo de sonrisa. Llevaba años utilizándolos. Pero, por algún motivo, este tipo parecía mucho más diestro en tales temas que él. Y era la primera vez que le ocurría algo así si uno no incluía su extraña relación con Yukimura y Niou.
Se quedó al lado del chico rubio viendo el primer cuarto del partido sin verlo en realidad. Estaba demasiado concentrado dirigiendo su atención hacia las manos pálidas que sujetaban el cuaderno negro; a esas uñas largas y atípicas en un deportista (porque suponía que ese tipo jugaba al fútbol americano en la universidad y por eso estaba ahí). Definitivamente, Fuji no podía evitar que todo su interior temblase. Por fuera seguía mostrando su sonrisa tranquila y calmada, por supuesto. Tampoco iba a caer tan fácil.
-¿Y qué haces aquí?- le preguntó Hiruma con una mueca cargada de sorna.- Está claro que no juegas. Eres pequeño,- alargó un brazo y tocó los bíceps de Fuji.- los músculos no están mal para alguien corriente, no tienes fuerza y apostaría a que tampoco resistencia.
A ese juego Fuji sabía jugar. Fuji tenía mucha maña y práctica contestando este tipo de comentarios, devolviendo miradas con sorna con otras llenas de perversidad.
-Me siento bastante satisfecho con mi resistencia, You-chan.- en vez de recibir la reacción habitual, que sería ver tensarse los hombros de Hiruma, el rubio agrandó la sonrisa.- Cuando quieras podemos comparar si la tuya es mejor.
-Nos has salido todo un listillo ¿no pequeño?
-Prodigio si no te importa.- Fuji abrió los ojos y los clavó con intensidad en Hiruma, sintiéndose satisfecho con el brillo de sorpresa que dejó entrever durante un segundo el rubio. Agrandó la sonrisa y lo miró con arrogancia al tiempo que hacía un gesto con la mano.- Llevan demasiados años considerándome uno.
-¿Prodigio? Ja ja ja- la risa exagerada y escandalosa de Hiruma llamó la atención de aquellos que los rodeaban. Fuji sintió la mirada de Kakei quemándole en la espalda. Disfrutó al saber que estaba celoso. Siempre era un sentimiento ideal que sus acciones afectasen tanto a personas que a él no le importaban casi nada. Un brillo de comprensión fluyó entre él y su presa. Que no era su presa porque Fuji era muy consciente de que en realidad él sería la presa de Hiruma (algo que no le importaba en lo más mínimo). No solía jugar a ser sumiso para nadie, pero no tenía dudas de que en esa ocasión iban a obligarle.- ¿Prodigio?- sintió como se inclinaba sobre él y dejaba que su aliento acariciase el cuello y la oreja de Fuji.- Eso todavía tienes que demostrármelo, listillo.
Hiruma se levantó y salió de allí ignorando las miradas y las preguntas de la gente con la que había llegado. Fuji, sintiendo las palmas de las manos sudorosas, lo siguió momentos después. En el pasillo que conducía a la salida no lo vio hasta que un piso más abajo, al girar la esquina, apareció apoyado en la puerta del servicio de caballeros de esa zona. Sonreía y jugaba con el cuaderno negro. Ni siquiera Inui se pasaba tanto tiempo con el suyo como él.
-Supongo que esperarás una demostración...
La voz de Fuji era sexy. Él lo sabía. La había ensayado delante del espejo con Sae-chan. Y, por como había reaccionado su amigo de la infancia (que era inmune a la mayoría de trucos de Fuji) sabía que ese tono era efectivo. Lo sabía.
Fue Hiruma el que lo empujó contra el interior y cerró la puerta para no ser molestados. Fue la lengua prodigiosa de Hiruma la que hizo que las rodillas de Fuji temblasen tanto que casi no era capaz de mantenerse en pie. Cuando se apartó de encima de él y lo dejó respirar, Fuji se dio cuenta que durante el beso su camiseta había desaparecido y sus vaqueros tenían los dos primeros botones abiertos.
-Muy prodigioso no pareces, listillo.- se burló Hiruma volviendo a caer sobre él. Fuji, decidido a no permitir que siguiese siendo así, se agachó ágilmente, evitando ser apresado de nuevo y forcejeó con el rubio hasta que con un gemido le dejó apoderarse de su entrepierna.
No de humor para juegos absurdos, abrió rápidamente los pantalones y liberó la erección. Un escalofrío recorrió al rubio cuando el aire fresco hizo contacto con esa parte tan sensible de su cuerpo. Sonriendo satisfecho, Fuji, se colocó de rodillas en el suelo y empezó a lamer y a chupar. Esa vez, el escalofrío de Hiruma era de placer.
Sin embargo, su control no duró demasiado. Tragó saliva cuando lo apartó bruscamente y sus ojos azules se clavaron en la mirada feroz que estaba recibiendo. Se quejó en voz alta cuando lo inclinó hacia el suelo y lo sujetó tan firmemente que no podía hacer nada por liberarse. Por primera vez, Fuji tuvo miedo. Miedo de que fuese realmente violento con él. Miedo porque sabía que las personas con miradas cien veces más suaves que la de Hiruma eran peligrosas. Y él, era mucho peor que cualquiera de ellos.
-No deberías jugar con niños mayores, prodigio.
Al escuchar su apodo saliendo de sus labios tembló. Quiso responderle con un comentario ingenioso, quiso demostrar por qué sus conocidos lo temían pero sólo le salió una súplica entrecortada. No sabía que estaba pidiendo. No sabía si pedía que lo soltase. No sabía si pedía que le diese más de él. Quizá no pedía nada. Quizá lo necesitaba todo.
Momentos después, mientras Fuji seguía suplicando en absoluta y completa sumisión, Hiruma le había atado las manos y lo había obligado a ponerse a cuatro patas. Cuando sintió el latigazo de dolor que indicaba que estaba siendo penetrado, un dolor más fuerte lo distrajo. Lo había mordido justo en dónde cuello, nuca y hombro se juntan. La idea de esos colmillos puntiagudos penetrando su carne lo hizo cargar el grito que emitió de placer. Supo que sangraba, pero una vez más por primera vez, había cedido el control de su cuerpo total y absolutamente.
Cuando terminaron, Fuji se quedó tumbado en el suelo mirando al techo. Seguramente su ropa se estaría hecha un asco y necesitaba urgentemente una ducha. No podía ni moverse. Lo único que era capaz de pensar era que desde ese día, iba a probar más habitualmente lo de dejarle el control a alguien.
Hiruma había salido del baño sin mirarlo a tiempo para ver el final del partido. Fuji, suspirando, decidió ponerse en pie y limpiarse un poco. Tomaría un taxi hasta su casa y ya se disculparía con Kakei en algún otro momento. O le daría las gracias. Y Fuji, desde luego, tenía formas muy interesantes de agradecer las cosas.
Fandom: Prince of Tennis
Personaje: Yukimura/Fuji
Advertencias: yaoi, AU, NR-13
Tema: #19- Porno.
Disclaimer: Los personajes pertenecen a Takeshi Konomi. Ni son míos, ni saco beneficios haciendo esto.
Porno
Los cuentos de hadas siempre empiezan con “Érase una vez” y hay príncipes y princesas que desean ser rescatadas. Todos demuestran su virtud en valerosas hazañas que serán recordadas durante tiempos inmemoriales y pasarán de generación en generación.
Esto no tiene nada que ver con un cuento de hadas.
Nuestra pequeña historia comienza un día lluvioso de abril. No es que en realidad el día fuese importante, pero quizá si hiciese sol nuestros protagonistas estarían en algún otro lugar. Desde luego, salvando princesas no, pero quizá sí jugando al tenis. Así que uno podía terminar echándole la culpa de todo al tiempo. Es más fácil culpar a quién no va a defenderse.
Volviendo a nuestro cuento. Era una lluviosa tarde de abril cuando Yukimura y Fuji se encontraron por sorpresa. Ambos jóvenes, con 22 años recién cumplidos, iban de un lugar a otro en su vida sin encontrar nada que los llenase. Ser buenos en todo los llenaba de aburrimiento y no tenían demasiado contacto con gente como ellos, porque, en realidad, no existía gente como ellos. Al mismo tiempo, tampoco podían pasar demasiado tiempo juntos. Se cansaban rápido de las sonrisas inocentes, los rasgos angelicales y, lo peor, tener que competir en sadismo.
Por eso, se sorprendieron al encontrarse el uno frente al otro en una exposición de la facultad de Bellas Artes a la que los dos asistían.
-Fuji, qué sorpresa.- dijo Yukimura acercándose al otro joven y posando un ligero y delicado beso en su mejilla.
-Ciertamente, Yukimura-kun.- respondió el chico de cabellos castaños exagerando la delicadeza de los movimientos de sus manos.
Los otros presentes en la sala se quedaron mirándolos con los ojos abiertos como platos (y de los grandes). Hombres y mujeres, perros y gatos, animales domésticos y fieras, no podían contener la emoción que despertaba en su interior con la presencia de esas dos bellezas.
-¿Notas los pétalos y las luces a tu alrededor?- preguntó Yukimura sonriendo y fingiéndose ignorante a las miradas de todos los demás.
-Somos criaturas brillantes.- Fuji tenía los ojos muy cerrados y una sonrisa pacífica y hermosa en su expresión.
-¿Has venido a ver la exposición?
-Por supuesto. Tengo unas cuantas fotos. Tus cuadros son preciosos.
-Gracias, gracias. No he presentado nada demasiado elaborado. Alguien como yo tiene que guardar su verdadera fuerza para cuando sea necesaria.
-¿Café?- preguntó Fuji abriendo ligeramente los ojos para advertir de lleno el brillo sádico en Yukimura.
Así, nuestros protagonistas se fueron juntos del edificio; pétalos y lucecitas brillantes acompañándolos y llamando la atención de aquellos con los que se cruzaban. Una vez en el establecimiento, se sentaron en una mesa apartada de miradas ajenas y suspiraron aliviados cuando dejaron de relucir.
-¿Qué tal Sanada? He oído que es el capitán del equipo de Kendo en los Juegos Olímpicos.
-Entrenando.- y Yukimura dejó salir una mueca de fastidio.- Se ha vuelto tan aburrido... Y Renji está inmerso en no sé qué de un proyecto ultra secreto del gobierno y tampoco se pasa nada por casa ¿Qué tal los tuyos?
-Los míos también entrenando. Dentro de un par de días se marchan ya a París para el Roland Garros y familiarizarse con el clima y estas cosas.- era evidente en la cara de Fuji que se sentía molesto.
-Tenemos que hacer algo, Fuji.- la sonrisa de Yukimura creció y el joven de cabello color miel se sobrepuso a su fastidio.
-Cierto, no pueden tener ellos en qué entretenerse y nosotros no.
Ese día se creó un mito. Hablaron y hablaron toda la tarde sobre a qué podían dedicarse. Seguía lloviendo y como no podían hacer nada, decidieron irse a cenar los dos juntos por ahí. Caminaron felices bajo la lluvia, mojándose (y mojando a los que se acercaban a ellos) y desprendiendo el mismo aura brillante y feliz de antes.
Cuando entraron en un club nocturno (en el que no los habrían dejado entrar de no ser por las sonrisas) fueron directos a la barra. La idea del pasatiempo seguía ahí pero ya habían descartado el sexo entre ellos. Tampoco querían que sus relaciones se rompiesen y no era divertido flirtear si no estaban los otros para ponerse celosos. Lo que sí los divertía era acosar a los pobres ocupantes del local y llevar a cabo su propio juego de conquistas.
A la altura de la cuarta copa, iba ganando Yukimura por 5 a 4.
Pero esta historia no se trata de lo que les decían a esos pobres infelices para convencerlos de que eran dioses del sexo. Este cuento nos habla de cómo Yukimura y Fuji encontraron su vocación. Y por eso, hemos de volver a sus planes de futuro...
-Entonces... ¿qué podemos hacer?- preguntó un Fuji más que borracho, sorprendiéndose porque se le trabase la lengua. Su pensamiento coherente fue que sí que había tenido que beber para hablar así. Para su consuelo, Yukimura estaba igual de mal.
El ex capitán de Rikkai paseó la mirada desenfocada y turbia por el local y se detuvo en la pantalla que había al fondo.
-¡Ya lo tengo! ¡Nos vamos a dedicar al porno!
-Sei-chan, no me parece una mala idea.- se explicó Fuji haciendo un gesto con la mano.- Pero ya decidimos que nada de acostarnos con otros para que Gen-chan y Mitsu-chan no se pongan tontos. Creo que a Ren-chan y a Ryo-chan tampoco les gustaría demasiado.
-Cierto...- Yukimura frunció los labios y miró hacia el resto del local una vez más.- ¡Ya lo tengo! Vamos a crear un negocio de películas porno. Y cosplay. Incluso una casa de citas.
Y así, mientras Fuji asentía satisfecho y sellaban el trato con un beso (que derivó en Fuji y Yukimura restregándose el uno contra el otro; lo que a su vez terminó con Seiichi follando a Syuusuke dentro del servicio de señoras) el negocio quedó sellado.
Seis meses después, convertidos en admirados artistas durante el día y temibles “Madames” por la noche; su negocio llegó a oídos del Príncipe Atobe, que, en vez de salvarlos del círculo vicioso de mentiras y perversión en el que se habían metido; les financió una ampliación.
Inevitablemente, el día en el que sus parejas se enterasen del asunto tenía que llegar. Cuando aparecieron en la puerta de su Club Original, ese que ahora era lo mejor de lo mejor en el mundo del porno de lujo; Fuji y Yukimura tuvieron que hacerles una demostración ellos mismos de por qué el negocio merecía la pena.
Desde entonces, Sádicos SA contó con un nuevo encargado administrativo (Renji), dos guardaespaldas con función de matones e ideales para las amenazas suaves (Sanada y Tezuka) y un nuevo supervisor de técnica (Echizen) para las estrellas del negocio.
Fuji y Yukimura vivieron felices para siempre con sus múltiples caras, su pasatiempo y sus amantes.
Y con eso, termina este cuento sobre las vidas de los más ilustres empresarios del mundo del porno y la prostitución.
Fandom: Prince of Tennis
Personaje: Fuji (+ Pillar Pair + Shiraishi)
Advertencias: NR-13
Tema: #30- Obsesión.
Disclaimer: Los personajes pertenecen a Takeshi Konomi. Ni son míos, ni saco beneficios haciendo esto.
Obsesión
Era un día de verano espléndido. Fuji acababa de salir de la ducha y, con sólo una toalla en la cintura, cruzó medio piso hasta la ventana del salón. En la repisa tenía su colección de cactus y era bueno que les diese el sol por la mañana. Abrió la persiana y disfrutó de la vista que su casa le ofrecía. Había sido una gran idea trasladarse al piso superior de una casa con jardín. En el de abajo vivía la señora Aizawa. Bueno, el señor Aizawa, mejor dicho. Era el vecino ideal para Fuji. Además se encargaba de regar sus cactus cuando él estaba en alguna parte del mundo haciendo un reportaje fotográfico.
Sonrió mientras iba hacia su cuarto y sacaba del armario los pantalones y la camiseta que se había comprado ayer. Tenía que hacer una aparición por todo lo alto. Además, tenía cierto interés especial en que cierta persona notase el cambio en él.
Porque había cambiado. Había cambiado mucho. Tanto que a lo largo de ese año le había dicho adiós a una vieja amiga. La herida. Esa que había crecido con él. Pero le había tocado madurar. Y eso había sido su desaparición. Ahora se permitía, incluso, no cambiar de canal cada vez que en las noticias hablaban de tenis y mencionaban a Tezuka o a Echizen. Se vistió mientras tarareaba una canción y en la entrada recogió las dos bolsas que tenía que llevar consigo. Bajó las escaleras tarareando cuando el gato de Aizawa subió hasta él y se pegó a sus piernas, restregándose contra él.
-¿Una cita Syuusuke-kun?- preguntó su vecino mirándolo desde abajo. Su maquillaje era perfecto. Su peluca exquisita y la ropa distinguida para una señora con cierta edad. Recordó la verdad que le había dicho una tarde de invierno en la que tomaban el té juntos y sonrió más feliz todavía. No podía más que darle la razón. Se nacía okama y se moría okama.- Te veo brillante esta mañana.
-Una vieja reunión de amigos del colegio.- respondió agachándose para acariciarle el lomo al señor Minino.
-Quién hubiera conocido a un joven como tú en mis tiempos...- suspiró el hombre guiñándole un ojo con picardía.- Y seguramente tus amigos son igual de maravillosos que tú. ¿Van a ir Kippei-kun y Eiji-kun?
-Sí. Y sus novios.- esbozó una sonrisa. Le divertía que a Aizawa-san le chiflasen los jóvenes como Oishi, Tachibana y Chitose. Serios y regios. Solía decir que para uke ya estaba él. Seguramente se enamoraría de Sanada y Tezuka a primera vista. Si los viese, que no lo consideraba nada probable.
-Diviértete que estás en la flor de la juventud.- le dijo mientras él entraba en el garaje para sacar su coche.- Ya te cierro yo la puerta querido.
Nada más salir a la carretera, lo primero que hizo fue poner su emisora de radio favorita. Tenía ganas de cantar. Además, iba a jugar al tenis.
No fue el primero en entrar en las pistas que Atobe había vuelto a reservar ese año. Sabía que habría más partidos que el anterior.
-¡Fuji!
El grito de Chitose llamó su atención nada más entrar. Ese año la mayor parte de jugadores del antiguo Shitenhouji estaban allí. Y, junto a Chitose y Kintarou, Tezuka y Echizen. Su corazón latió más intensamente durante un instante. Había escuchado los rumores que la prensa no dejaba de filtrar sobre una inminente boda. Oishi no sabía nada, así que estaba seguro de que no tenían planes de casarse. No todavía, al menos.
-¿Todavía llorando por tu juguete perdido?- le susurró una voz a su espalda. Fuji reprimió un escalofrío.
-Shiraishi.- y se giró hacia él con una sonrisa en el rostro y los ojos azules abiertos sonriendo con verdadera simpatía.- Me alegra verte de nuevo.
-Lo mismo digo. Veo que traes tus raquetas. ¿Tienes el brazo lo suficientemente bien para jugar?- preguntó alzando una ceja con curiosidad.
-Estoy perfectamente para jugar. A varios tipos de juegos.- su sonrisa de medio lado era más que suficiente para entender cuales eran esos tipos de juegos a los que se refería. Shiraishi sonrió también.
-Este año el torneo es de dobles. Somos demasiados para jugar individuales.- explicó el rubio empezando a caminar hacia el grupo en el que Kintarou no dejaba de saltar para hacerles señas.- Las parejas van a ser elegidas por sorteo.
-Lo sé. Va a ser divertido.
-¿Y qué tal vas con tus obsesiones?
-Curadas. Soy mayor para lamentarme por un juguete perdido.
Los dos entendieron a la perfección el verdadero significado de la frase. No había que ser un lince para ver lo que se escondía tras eso. Aún así, por el brillo dudoso de los ojos de Shiraishi Fuji supo que iba a ponerlo a prueba.
-¿Incluso si tienes que jugar con Tezuka o con Echizen?
-No quiero jugar con ellos.- respondió en serio y sin sonrisa.- Ni contra ellos. No está tan curada.
-Siempre has tenido suerte, no creo que esta vez vaya a fallarte.
-Recuerdo una bola de partido que se fue fuera por muy poco.- respondió sonriendo.- Y esa mañana la suerte estaba a tu favor.
-No te preocupes que si la suerte vuelve a estar a mi favor, no te tocará con ellos.
Kintarou empezó a saltar alrededor de Shiraishi como si aún fuese un niño. No se detuvo hasta que su capitán levantó la manga izquierda de la chaqueta y mostró el brazo que seguía llevando vendado. Fuji sintió los planes maquiavélicos formarse en su cabeza para averiguar que había tras la venda. No le importaba tener que enseñar algo de sí mismo a cambio.
Miró de frente a los ojos de su obsesión. Notó a Tezuka tenso, como si se esperase algún tipo de comentario ofensivo, y casi meneó la cabeza en señal de disgusto consigo mismo. Lo que hizo fue saludarlo, a él y a Echizen, con una sonrisa y una felicitación por sus logros en el último torneo que habían participado. Dentro de un rato quizá se sentiría lo suficientemente seguro, y curado, para bromear con ellos acerca de las bodas secretas en la mitad del mundo y por rituales a cada cual más extraño que supuestamente habían celebrado.
-¿Qué tal te sientes mirando a tu obsesión a la cara Fuji?- le preguntó Shiraishi aprovechando que la atención se había centrado en Atobe y los chicos de Hyotei.
-Syuusuke. Llámame Syuusuke.- respondió distraído. Shiraishi alzó las cejas. Fuji se giró hacia él con su sonrisa peligrosa brillando en la expresión.- Y hay una pared no muy lejos de aquí en la que no estaría nada mal que me follases.
Fuji sonreía feliz. Por fin había superado ese límite que creía insalvable. Hasta se sentía capaz de sonreír sinceramente al ver el amor que relucía en las miradas de Tezuka y Echizen cuando miraban al otro y pensaban que nadie los veía. Estaba bien que se amasen. Fuji encontraría a alguien. Cuando llegase el momento.
Muchas gracias por leer ^_^
EDIT:
Acabo de ver el capítulo 2 de la tercera temporada de Kyou Kara Maou y... ¿Cuando coño sale el 3? NECESITO ver el siguiente capítulo. Acaba de pasar eso que en los fics de mi cabeza siempre pasaba. Por otra parte, por fin Wolfram ha madurada y Yuuri se preocupa por él ^_^
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