Mar 31, 2008 03:57
Me queda sólo el final para terminar con esto ^_^ No sé cuando lo escribiré, pero cuando lo haga y lo suba, la actualización estará dedicada a mi Elemento. El que siempre estaba para mí y terminó cumpliendo su promesa de morir antes de los 30. Mucho antes, desgraciadamente. Pero como sé que me daría un par de collejas si me escuchase hablar tan emocional, por eso le dedicaré lo siguiente y no esto. Fue la primera persona que me dijo que un poco de porno lo curaba todo.
Fandom: Prince of Tennis
Pareja: Tezu/Fuji
Universo: Quod scripsi, scripsi
Advertencias: NR-13, tirando a fluff,
Tema: #24- Control.
Disclaimer: Los personajes pertenecen a Takeshi Konomi. Ni son míos, ni saco beneficios haciendo esto.
Control
Lo primero que Tezuka notó la mañana siguiente fue el incesante martilleo de su cabeza. Lo segundo, como la luz se colaba a través de las ventanas causándole dolor. Lo tercero, que necesitaba, urgentemente, beber agua.
-Levántate despacio.- susurró una voz tratando de no molestarlo. Medio abrió un ojo y se encontró allí a Yukimura, sentado a su lado en la cama y tendiéndole un vaso lleno de agua. Cuando Tezuka lo tomó, el hombre de cabello azul fue hasta la ventana y bajó la persiana al tiempo que echaba las cortinas.
-Gracias.- musitó aliviado por la desaparición de la luz en el cuarto. Yukimura volvió a rodear su cama para sentarse a su lado. Lo primero que hizo fue rellenar una vez más el vaso.
-Atobe está controlando a la prensa y Keigo está en el jardín con Ryo, Taro y Ren. Echizen está jugando al tenis con los mayores.- su voz era suave y dulce, poco más que un murmullo tenue que Tezuka no podía menos que agradecer.- Supuse que agradecerías un poco de agua. Te dejo dormir un poco más.
Yukimura se levantó y caminó hacia la puerta.
-Gracias por todo.- le dijo Tezuka, deteniéndolo en el umbral.
-No hay por qué agradecerme nada.- los ojos azul violáceo se clavaron en los suyos. A pesar de verlo borroso a causa de la miopía, Tezuka no podía evitar sentir la intensidad de la mirada.- Todo estará mejor que nunca cuando soluciones las cosas. Duerme un poco más.
Cerró la puerta con cuidado y Tezuka dejó caer la espalda sobre la cama una vez más. Le dolía la cabeza y seguía notando la boca pastosa. Tenía demasiadas cosas en las que pensar. Lo que era peor, tenía que pensar en Fuji, y pensar en Fuji ya solía provocarle dolores de cabeza.
Se giró en la cama dándose cuenta de que Yukimura no le había dicho nada de Nika. Dormiría otro poco y después llamaría a su hijo para asegurarse de su estado. Estaba en buenas manos y seguramente Yuu-chan cuidaría bien de él.
***
-¡Tío Syuusuke!
Bostezando y estirando la espalda, Fuji abrió un ojo para ver quién era el que acababa de hablarle. De golpe, sintió un peso muerto sobre su estómago y se atragantó con su propia saliva.
-Yuu-chan...- se quejó en un gemido.
-Yuusuke, baja de ahí.- la voz de Kunikata provocó que Fuji girase el rostro hacia él. Estaba de pie frente al sofá en el que Fuji había dormido con los brazos cruzados y el ceño fruncido. Era idéntico a como lo miraba Tezuka a él cada vez que se le ocurría alguna idea divertida.
-Qué aburrido eres Nika...- su sobrino le echó la lengua al otro niño (que frunció más el ceño) y se bajó de encima de Fuji.- Tío Syuusuke, haznos el desayuno que tenemos hambre.
-Por favor.- añadió Nika.
-Voy, voy.
Fuji se arqueó sobre su cama improvisada en el sillón para estirarse antes de apartar las mantas y ponerse de pie. Desde luego, tenía un aspecto penoso. O al menos, eso se dijo mientras miraba hacia sus pantalones cortos y su camiseta de dormir. Se la había robado a Kakumi años atrás y seguía sintiéndose asquerosamente cómodo en ella. Además, le quedaba grande. Ponerse ropa que le quedase grande le recordaba a los buenos viejos tiempos.
Descalzo, despeinado y con los dos niños siguiéndole, se dirigió a la cocina, poniendo la cafetera a hacer café al instante. Necesitaba uno para despejarse.
-Sentaos a la mesa.- ordenó a los niños para que no le molestasen mientras se movía ágilmente por la cocina.- Yuusuke, siéntate.- al ver que su sobrino no le hacía demasiado caso, abrió los ojos y lo miró con severidad. Sin decir palabra, el niño ocupó el lugar frente al que Nika había elegido.
En diez minutos, estaba sirviéndose su café mientras supervisaba que los niños no se manchasen demasiado los pijamas. Casi sin darse cuenta, perdido en el líquido de color oscuro, su mente recordó el sueño que había tenido. La mitad de las cosas escapaban a su memoria, pero sabía que Tezuka y su esposa habían aparecido. Y Atobe. Lo frustraba no poder rememorar los sueños. Lo irónico era que si hubiese sido un sueño erótico, seguramente no tendría ningún problema en clarificar todos los detalles.
-¿Qué vamos a hacer hoy?- preguntó su sobrino devolviéndolo al mundo real.
-Ya que Nika es nuestro invitado, él puede elegir.
-Pero...- el niño se sonrojó y se subió las gafas con la muñeca, mirando a la mesa.- No quiero ser una molestia.
Impulsivamente, Fuji alargó el brazo para acariciarle con él la cabeza y despeinarlo.
-No lo eres. Elige, e iremos a dónde quieras.
-Cuando estoy triste papá siempre me lleva a jugar al tenis...- musitó sin alzar la vista.- A veces vamos a pescar.
-Típico de Tezuka.- musitó Fuji sin poder evitar la sonrisa melancólica. Los dos niños lo miraron con el ceño fruncido, como si sospechasen algo. Fuji se mordió el labio. Si esos dos habían heredado algo más que rasgos físicos, iba a tener que andarse con mucho cuidado a su alrededor y no bajar la guardia. Y la última frase sí era marca registrada de Tezuka.
-Podemos ir a jugar al tenis, si queréis.
-¿Tú sabes jugar, Tío Syuusuke?- preguntó su sobrino frunciendo el ceño.
-Hace años que no juego, pero no se me daba del todo mal.- respondió sonriendo con indulgencia. Yuuta había sido el encargado de enseñarle a Yuu-chan a jugar. Siempre se enfadaba con él por no darle clases al pequeño cada vez que estaba en Japón con el niño.
-¿Podemos ir a jugar a casa de tío Atobe y tío Echizen?- preguntó Kunikata mirándolo con los ojos relucientes de esperanza.- Tengo que asegurarme de que Kei-chan está bien. Es mi deber como hermano mayor.
Fuji podría tener cincuenta mil razones para decirle que sí. Sabía lo que era ser el hermano mayor y le parecía natural que alguien con la personalidad de Tezuka fuese un hermano mayor protector. Él mismo lo era (por mucho que Yuuta se empeñase en decir que estaba obsesionado con él). Que Yuu-chan hubiese empezado a hablar de la casa gigante de Atobe a la que había ido un par de días a jugar al tenis influía mucho, sin lugar a dudas. Pero la ilusión de la mirada de Nika era un argumento que hacía capitular cualquiera de las razones en contra para ir a casa de Atobe.
-Está bien. Voy a llamarlos para preguntarle a Atobe. Lavaros los dientes mientras tanto.
No sabía el número de Atobe, pero seguramente su hermana lo conocía. Dos minutos después, estaba esperando a que descolgasen el teléfono en la casa de Echizen y Atobe.
-¿Diga?
-¿Yukimura?- preguntó reconociendo la voz al otro lado de la línea.
-¿Fuji?
-Sí. Llamaba para hablar con Atobe o con Echizen.
-¿Sobre qué?
-Kunikata y Yuusuke quieren ir a jugar al tenis y a ver a Keigo, y me preguntaba si puedo llevarlos.
-Por supuesto. A los niños les encantará. Nos vemos ahora.
-Hasta ahora entonces.
Nada más colgar, Fuji suspiró. En cuanto los niños lo dejasen solo estaba seguro de que tendría que volver a lidiar con los miedos y angustias que había alejado de su mente para atenderlos a ellos. La herida de la otra noche seguía abierta y ya no sabía que hacer para dejar marchar a Tezuka de su vida. O para que doliese menos. A cierta parte de él, su parte sádica si había que ponerle nombre, le daba rabia sentirse tan triste como se sentía por Tezuka. Acababa de perder al amor de su vida en un accidente. La prensa iba a dedicarse a hundirlo y a levantar rumores que le harían daño a él y a los niños. No se merecía algo así y por mucho que Fuji quisiese creer que lo hacía, le resultaba imposible.
***
La próxima vez que Tezuka despertó se sentía mucho mejor. Estaba descansando y aunque la lengua le seguía pesando y la boca estaba todavía necesitada de agua fresca, su cabeza estaba mucho mejor. Lo suficiente para pensar casi con claridad.
Era cierto que tenía que hablar con Fuji. Eso, si Fuji estaba dispuesto a dirigirle la palabra después del encuentro en el baño. Carecía de sentido que ahora se sintiese culpable por lo que había significado para él y para Keiko. En cierto modo, cuando había escrito el discurso del funeral se había dado cuenta de que su peor afrenta a ella había sido no permitirle ser algo más que la madre de sus hijos. Ni siquiera una buena amiga; mucho menos una persona por la que sintiese amor. Le tenía cariño. Nunca había sido inhumano aunque lo pareciese. Pero no la había amado en ningún momento.
Eso ahora no importaba. Cuando todos se habían marchado, él le había dado sus disculpas a ella en el cementerio. Seguramente Keiko le diría que ya era hora de que reconociese la verdad ante sí mismo. Y no le resultaba descabellado imaginársela diciéndole que hacía años que tendría que haber buscado un amante.
El problema ahora era Fuji. Si conocía algo al hombre se sentiría muy herido en el orgullo por lo del otro día. Hasta lo había llamado Kunimitsu. Oh dios como había extrañado que lo llamase así.
Cerró los ojos recordando aquella noche, sintiendo como los olores y los sonidos volvían a su cabeza, como el yo del recuerdo perdía el control cuanta más piel tenía a su alcance. Piel que se había encargado de marcar como suya. Notó como empezaba a excitarse y titubeó antes de introducir una de sus manos dentro del pantalón. Syuusuke era demasiado intoxicante para que se negase un alivio que su cuerpo le pedía a gritos. Demasiado importante.
No necesitó mucho para correrse. Lo siguiente que hizo fue alcanzar un par de pañuelos de papel de la mesilla y limpiarse bien. Se quedó tumbado en la cama, relajado y sumido en esa calma post-orgásmica cuando las voces provenientes del jardín empezaron a llegar a sus oídos.
Alguien estaba jugando al tenis con los niños. Y uno de los niños era Nika. Sus golpes siempre sonaban de una forma muy particular. Abrió los ojos de golpe al reconocer el ritmo del otro jugador. Hacía años que no escuchaba a alguien seguir ese ritmo en los golpes. Se levantó y fue directo a la ventana a dejar que la luz entrase y él pudiese averiguar si estaba alucinando o si tenía razón.
Lo primero que vio fue el sol reflejándose en la camiseta blanca de Syuusuke.
Nika y Yuusuke jugaban contra él. Los demás, al lado de la pista, los observaban. Incluso desde su posición, Tezuka pudo leer el brillo de desafío en los ojos de Ryoma, que no dejaban de examinar los golpes de Fuji.
Suspiró. Necesitaría una buena ducha antes de bajar. No quería perder el control y este siempre brillaba por su ausencia cada vez que el hombre de cabello castaño y ojos azules estaba a su alrededor.
Media hora después, limpio y vestido con unos vaqueros deportivos y una camiseta cómoda, estaba entrando en el jardín. Kunikata fue el primero en verlo y aprovechó que Fuji estaba con Ryo y Keigo para ir corriendo hacia él y abrazarlo.
-Hola pequeño.- suspiró estrechando a su hijo con fuerza y posando un beso sobre su pelo, que olía al champú de Syuusuke. Era un buen olor que asociar a su niño.- ¿Estás bien?- preguntó mirándolo a los ojos con intensidad.
-Sí, ¿y tú papá? ¿Estás bien?- Nika lo miró con severidad, frunciendo ligeramente el ceño. Antes de que respondiese, el rostro del niño se iluminó.- Si no te encuentras bien podemos pedirle a Tío Syuusuke que te abrace hasta que ya no te duela.
Intentó no sonrojarse cuando la suave risa de Yukimura llegó hasta sus oídos.
-Mada mada da ne, Buchou.- comentó con sorna Echizen.
Los dos acababan de escuchar lo que su primogénito había sugerido y se habían dado cuenta de que estaba luchando contra el sonrojo.
-Creo que tu padre es algo mayor para eso.- musitó Fuji sin rastro de diversión en la voz.- Ve a jugar con Yuu-chan. Ryo ha dicho que él y Keigo van a daros una paliza a dobles.- el niño se marchó corriendo con una expresión en la cara idéntica a la que su padre ponía cada vez que tenía una raqueta en las manos y un buen rival al otro lado de la pista.- ¿Puedo hablar contigo un segundo?
-Por supuesto.
Condujo a Fuji hacia una de las pequeñas salitas de la casa. El otro hombre no dejaba ver sentimiento alguno y lo estaba preocupando. Quería mantener controlada la parte de sí mismo que gritaba en su interior la necesidad de volver a leerlo como antes.
-¿Quieres que me vaya?- preguntó Syuusuke yendo directo al grano. Estaba frente a él y sus ojos azules apresaban los de Tezuka firmemente.
-No.
-Sé que ha sido desconsiderado por mi parte molestarte estando de luto por tu esposa y te prometo que no volveré a inmiscuirme en tu entorno...
-Fuji, para.- ordenó incapaz de creer que fuese él quién estuviese disculpándose por una tontería semejante.- Será mejor que te sientes.- Tezuka inspiró un par de veces esperando a que acatase su mandato.- Yo... lo siento. Lo del otro día fue...
-Tezuka, no tienes nada por lo que pedirme disculpas.
-Sí, si tengo. No intentes ahorrarme el golpe, por favor. La última vez que intentaste ahorrarme dolor terminaste desapareciendo durante diez años.- y aunque quería evitarlo, algo de dolor salió en el tono de su voz.
-Me lo estaba evitando a mí.- replicó Fuji con una mueca sardónica.- Es bonito eso de que quieras creer que lo hice por ti, pero fue algo totalmente egoísta. Sabía que no soportaría verte enamorado de otra persona.
¿Enamorado de otra persona? Tezuka no había terminado de creer que Echizen tuviese razón, pero parecía que era cierto eso de que Fuji había creído que estaba enamorado de Keiko.
-No estaba enamorado de otra persona.- comentó en un hilo de voz.- Me acababan de decir que mi madre se moriría en unos cuantos años. Y ella siempre quiso tener más hijos y varios nietos. En su momento, no se me ocurrió que podía tenerte a ti y a los niños. Y no me arrepiento de haber elegido a Keiko. Gracias a ella tengo a Kunikata y a Keigo. Pero nunca he estado enamorado de ella.- Se atrevió a levantar la vista y se encontró a Syuusuke observándolo con una expresión indescifrable.- Probablemente, si te hubieses quedado, no habría soportado ni dos meses viéndote con otros.
-Somos imbéciles.- Fuji suspiró y cerró los ojos.- Muy imbéciles. Kakumi no es mi pareja.
-¿No?
-No. Es mi mejor amigo. Cuando huí a Londres terminé compartiendo piso con él y nos empezamos a llevar bien inmediatamente.
-Entonces no os habéis acostado.
-¿He dicho yo eso?
Tezuka sintió un bote en el corazón al ver la sonrisa tentadora y desafiante en los labios de Fuji. Las había echado de menos. Las había echado mucho de menos. La necesidad imperiosa de besarlo le hizo apretar los puños en un intento por mantener el control.
-Quizá sí que necesitas ese abrazo.- musitó el otro hombre, observándolo con los ojos entrecerrados.- Nika es el niño más inteligente que he conocido nunca.- Fuji se puso en pie y con timidez alargó los brazos para estrechar a Tezuka en un abrazo vacilante. Los de Tezuka, mucho más firmes, no tardaron dos segundos en apretar al otro contra él.- ¿Y ahora qué?
-Ahora iremos poco a poco.- incapaz de controlar más sus impulsos, posó un beso casto sobre la frente de Syuusuke.- Vas a estar muy solicitado y hay muchas cosas que tenemos que contarnos acerca de estos años.
Muchas gracias por leer ^_^
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