Los domingos son para levantarse tarde, muy tarde, porque te pasas la mañana perreando mientras te llega el murmullo de la tele encendida del salón entremezclándose con el tráfico de la calle. Y piensas en mil y una historias que al final no escribirás, y las ideas se pierden con la luz azulada que se cuela por las cortinas.
Los domingos son para
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