Para:
joanne_disteDe parte de: Amicus Anonimus
Título:Formas de matar
Fandom: Samurai Champloo
Rating: M
Personaje/pareja(s): Jin/Mugen, Fuu
Disclaimer: Estos personajes no me pertenecen, ya quisiera yo
Resumen: Mugen no está dormido y Jin se pregunta que tramará esta vez. Fuu duerme tranquilamente
Advertencias: sexo más o menos explicito, slash.
Notas: Primera vez en el fandom, tengo miedo. Términos japoneses y eso, no se si estarán bien usados. Espero no haberla cagado tanto con los personajes. ¡Disfruta!
Formas De Matar
Jin abrió los ojos.
La posada estaba a oscuras y lo único que se oía era el esporádico silbido del viento levantando polvo allá afuera. Era un silencio de lo más inusual; sospechoso. Jin se dio la vuelta sobre el futón y frunció el entrecejo concentrado, escudriñando en la oscuridad. Algo raro pasaba. Algo estaba mal.
Había sido un día despejado y caluroso; la noche sólo era una extensión de él. No sabría decir que fue lo que lo despertó. Simplemente fue un instinto, una llamada de alerta. Dormido y luego despierto. Algo faltaba. Todo parecía en perfecto orden, pero claro, eso no podía ser cierto; sus instintos nunca lo engañaban. Se incorporó sobre un codo, estiró un brazo para alcanzar sus gafas junto al futón y se las puso. Nada. Completa calma. Detrás de la puerta corrediza se podía alcanzar a escuchar la respiración acompasada de Fuu durmiendo, pero… nada más.
De haberse tratado de alguien diferente, Jin hubiera pegado un brinco al darse cuenta de lo que pasaba, pero se mantuvo por completo imperturbable. Faltaba la respiración de Mugen al dormir, que más que una respiración era casi como un rugido. Jin ya estaba acostumbrado a ella; más a fuerza que de ganas. Todas esas noches durmiendo juntos casi él uno contra él otro, lo habían vuelto inmune. Fuu, por otro lado, siempre se quejaba y alegaba que no la dejaba dormir. Que la ponía nerviosa. Sin embargo en días como ese en los que habían podido cenar bien y caliente, de tan satisfecha que se estaba, caía rendida sobre el futón cansada y tranquila, y no volvía a despertar sino hasta el día siguiente cuando el sol ya estaba bien alto.
Jin calibró opciones. Mugen pudo haber salido pero Jin entonces lo habría escuchado; la puerta hacía mucho ruido al deslizarse. Definitivamente tenía que estar ahí, oculto en las sombras. De eso estaba seguro. Se hizo el despistado, dejó sin examinar la esquina detrás de él a su izquierda y volvió a recostarse sobre el futón.
Cerró los ojos.
Mugen sonrió.
El ruido de los labios de Mugen al curvearse se escuchó como un estruendo y el silencio se quebró. Jin supo que era el momento. Se levantó de un salto, giró sobre sus talones y en las sombras encontró a Mugen sonriendo en ese único lugar en el que no había mirado. Los ojos burlones, la espalda tensada y los dientes brillantes de saliva asomándose detrás de los labios. Algo seguía sin estar bien. Sí, Mugen estaba despierto, ¿y qué? Eso no tenía nada de extraordinario. Tal vez, para variar, Mugen sólo trataba de provocarlo fanfarroneando. No importaba, lo que fuera iba a solucionarse pronto. Jin buscó la katana con la mano.
La sonrisa de Mugen se convirtió pronto en carcajada. La risa le salió del estómago, le contrajo el abdomen, subió por su garganta y estalló en su boca. La expresión imperturbable en el rostro de Jin desapareció como por arte de magia. Abrió los ojos como platos y entreabrió los labios, sorprendido. Después los cerró, apretando y respiró preocupado, pero se recuperó rápido. Clavó los ojos en Mugen y esa mirada suya, no fue otra cosa, más que acusadora.
-¿Se te perdió algo?
La voz de Mugen sonaba siempre de manera inesperada. Era profunda y cavernosa, casi primitiva. Mugen sonrío socarrón y cortó el aire con la katana de Jin mientras que con la otra mano sostenía la suya.
-Devuélvemela-murmuró Jin con tono de advertencia. Había recuperado la calma, pero ya estaba en modo de pelea y aunque no tenía más armas encima, realmente lucía peligroso.
-No pensé que sería así de fácil-confesó Mugen jugando con la espada de Jin en el aire- Te estabas tan quieto… algo muy bueno debías de estar soñando-aseguró malicioso-¿Soñabas que me derrotabas?
La luz que se colaba por las rendijas de las paredes iluminaba tan sólo el rostro de Mugen y la punta de las espadas.
-No necesito soñarlo, voy a derrotarte.
Jin corrió hasta Mugen, pero éste ya estaba preparado y se hizo a un lado con rapidez. Al saberse esquivado, Jin se echó hacia atrás y alcanzó a coger a Mugen con fuerza de un brazo. Mugen se tambaleó sobre las getas y estuvo a punto de caer al suelo con estrépito, pero logró recuperar el equilibrio a tiempo. Jin trató de arrebatarle la katana con la mano con la que no detenía a Mugen, pero fue inútil, se zafó de un manotazo. Mugen blandió la katana en el aire y Jin no tuvo más remedio que echarse hacia atrás si no quería terminar decapitado.
-Ven, estoy listo, gafitas-lo retó Mugen cruzando ambas katanas con un estruendo metálico frente a su rostro.
-Devuélvemela-pidió Jin avanzando un paso hacia él- Que sea una batalla justa
Jin lo escuchó reírse, burlarse de él. No importaba, era lo que él buscaba. Ya sabía que no se lo tomaría en serio, estaba al tanto de con quien trataba. Aprovechó el momento para mirar a Mugen con detenimiento, con todo el detalle que las sombras le permitían, para estudiar sus movimientos y tratar de adivinar las ideas que le cruzaban la cabeza. Jin debía planear una estrategia.
-¿Cuándo entenderás que yo nunca sigo las reglas? Mucho menos las tuyas.
Jin dio un salto. Se frenó justo frente a él, dobló las rodillas, estiró los brazos y se asió con fuerza a la camisa roja de Mugen. Tan entretenido estaba en burlarse, que Mugen esta vez no tuvo tiempo suficiente para reaccionar y cayó al suelo de un golpe junto con Jin. En la confusión de las katanas, el filo de una alcanzó a rozar la mejilla de Jin sacándole sangre y Mugen se golpeó la cabeza contra la pared soltando una palabrota que reverberó por toda la habitación. Quedó él encima de Jin, aun con las dos katanas en las manos. Jin aprovechó que seguía aun sorprendido y lo empujó con la fuerza suficiente como para hacerlo rodar sobre el suelo y quedar encima de él, pero entonces Mugen ya sonreía de nuevo. A Jin le daban ganas de destrozarle la sonrisa a… golpes.
Mugen le metió una patada con la pierna izquierda y se lo sacó de encima de un solo golpe. De de nuevo ya los dos estaban de pie.
-¿Cómo era esa tontería que decías? ¡Ah sí! La katana es el alma de un samurái, ¿no?-Mugen alzó una ceja-¿Qué pasa ahora? ¿Tu alma me pertenece?
-Ya te gustaría.
Mugen arrojó las katanas al aire, arrogante, esperando atraparlas ambas al caer, pero Jin leyó sus pensamientos antes incluso de que pudiera actuar. Corrió, mas bien se deslizó sobre el suelo de madera y cuando rebasó a Mugen, éste se vio descubierto sosteniendo solamente una katana. La que no era suya.
-Cabrón-masculló Mugen girándose sosteniendo ya la katana entre ambas manos frente al rostro. Esa se la pagaría.
-Ahora sí, peleemos-la voz de Jin sonó a sentencia y aunque a Mugen no le gustaba obedecer a nadie, y mucho menos a él, terminó haciéndole caso y sus espadas entrechocaron inevitablemente en el aire. Después no volvieron a cruzarse, sólo cortaban el viento y no se podían alcanzar ni Mugen a Jin ni Jin a Mugen.
Del otro lado de la puerta corrediza, Fuu, aun dormida, se revolvía inquieta. El escándalo que estaban armando era épico y ni aun así lograban atinarse ni un solo golpe. Pelear en las sombras era difícil, pero ellos ya se conocían bien. Mugen se trepó sobre el futón, puso la katana sobre el suelo para impulsarse y dio un brinco hacia atrás para librarse de lo que podía haber sido un golpe mortal en el estómago. Aterrizó sobre las getas a velocidad, demasiado lejos ya de Jin.
-Esto no está funcionando-jadeó Mugen. Una gota de sudor le recorría el cuello.
-Tal vez sean las katanas-fue la teoría de Jin, que fue seguida de un resoplido. Podían estar luchando toda la vida y nunca se vencerían, pero ahora tenían algo con lo que justificarse.
-¿Cambiamos?
-Tú primero.
-Pfff-bufó Mugen. Luego arrojó la katana en el aire en dirección a Jin y en menos de un segundo Jin hacia lo mismo. Cada quien tenía su katana ahora. No debían tener pretextos.
Se lanzaron el uno sobre el otro.
-¿Sabes cuál es tu problema? Que eres muy rígido. Tú y tus estúpidas normas y todo ese rollo del honor que no sirve una mierda-expuso Mugen con desprecio.
-¿Y crees que me importa lo que pienses?-murmuró Jin levantando los brazos por encima de la cabeza para cubrirse del golpe que Mugen estaba a punto de atestarle.
-Necesitas desmelenarte.
Jin retrocedió hasta una de las paredes. Mugen sostuvo la katana con una sola mano y fingió que atacaba a Jin por las costillas, éste se defendió y Mugen aprovechó el momento para deslizar la otra mano hasta su cabello y soltárselo de un tirón.
Jin ni se inmutó. Se escuchó un silbido y el cabello le cayó largo, pesado y negrísimo detrás de la espalda. Mugen se preguntó si eso tal vez pondría la batalla a su favor, el cabello debería estorbarle, pero fue todo lo contrario, con el cabello cubriéndole, Mugen no podía leer sus expresiones y se quedaba un paso atrás.
Fuu se estaba despertando con el ruido de las espadas y las palabrotas de Mugen. Gimió molesta cerrando los ojos con fuerza, esforzándose por no despertarse del todo.
Fue Jin el que paró. Se quedó quieto sin prestar atención a Mugen y a este no le quedó más opción que imitarlo.
-Fuu se está despertando-anunció con voz queda.
-Y vendrá darnos el coñazo para que no peleemos-se quejó Mugen girándose hacia la puerta corrediza. Se rascó la cabeza. Podían ver su sombra revolverse.
-Hmpf.
-Si te mato tendré que aguantarla.
-Inténtalo.
En realidad fue Jin el que lo intentó. Con la punta de la katana apuntó a Mugen a la barbilla, pero Mugen hizo lo mismo. Los dos estaban con el filo de la katana a punto de rajarles el cuello.
-Suéltala-ordenó Mugen haciendo más presión, amenazante.
Jin lo miró como si estuviera de broma y presionó más también.
-Suéltala y suelto la mía-aseguró Mugen como masticando las palabras, divertido. Jin lo estudió detrás de las gafas y de esos mechones sueltos de cabello tan negro que le cubrían el rostro.-Confía en mí-era una burla, sonó a burla y Jin lo tomó como eso, pero soltó la katana.
Sorprendentemente al estruendo metálico de la katana de Jin al caer, le siguió el de la de Mugen. Las espadas estaban sobre el suelo y Fuu se había sobresaltado en su futón.
Mugen lo jaló del kimono azul y lo atrajo hacia él, hasta que Jin pudo percibir el olor del sake aun presente en sus labios. Mugen parecía inquieto y aun en las sombras, sus ojos seguían pareciendo dos pozos negros sin fondo. Jin se estaba tranquilo, en perfecta calma. Ni él tenía su katana ni Mugen tampoco. De acuerdo, sería una batalla sin almas.
Sin embargo, un segundo después, ya no estaba tan calmado. La lengua de Mugen salía de su boca y se acercaba peligrosamente al rostro de Jin. De pronto entendió lo que hacía, lamía la sangre de la herida que se había hecho al caer con Mugen la primera vez. Tensó los músculos por inercia. La lengua de Mugen era caliente y su saliva parecía hervir en la herida abierta.
-¿Por qué haces esto?-murmuró Jin. Le costó mucho sonar indiferente.
-No necesito darte explicaciones-casi gimió Mugen en su boca. Jin ahora no sólo podía oler el sake, podía saborearlo y también su propia sangre, mezclada con la saliva de Mugen.
-Para-jadeó Jin con las mejillas coloreadas de rojo.
-¿Y por qué no te quitas?-se burló Mugen lamiendo ahora la línea de su barbilla. Jin se echó hacia atrás como jalado por una cuerda, pero Mugen esta vez lo atrapó jalándolo del largo cabello. Ya sabía que de algo le iba a servir.
Esta vez no se estuvo con miramientos, fue a atacar directo su boca. El beso era brusco, sus dientes chocaban, había demasiada saliva y Jin al principio se resistía, pero poco a poco Mugen iba sintiendo como esa batalla se estaba tornando sin duda en su favor.
-¿Era esto con lo que soñabas?-fanfarroneó Mugen cuando sintió los dedos de Jin enredados alrededor de su cabello crespo.
Jin pareció sonreír contra sus labios ya casi hinchados.
-¿Era esto lo que buscabas?-aventuró Jin presionando con la rodilla la entrepierna de Mugen por encima del hakama. Mugen gimió y jadeó, y en respuesta jaló del cabello de Jin hacia atrás, para recorrerle el cuello con la lengua.
-¿Haces esto seguido, gafitas?-le provocó Mugen en su oído. Jin sintió como su aliento caliente se le condensaba sobre la piel. Se estremeció.
-¿Tan bien lo hago?-respondió Jin sin parar de masajear a Mugen con la rodilla. Cada vez se la sentía más dura, mas caliente.
Mugen trató de pensar en cosas para no correrse, pero no se le ocurría ninguna. Pensó en el cielo tan despejado de hoy, en la cara inflada de Fuu al comer y en las nubes tan blancas, blancas, blancas… No.
Ya que él llevaba la dirección del beso, empujó a Jin contra la pared. Jin gimió y esa muestra de no indiferencia que logró arrancarle, lo hizo sentir más confiado. Le abrió el kimono, mas bien casi se lo arrancó, y trazando círculos de saliva fue bajando por su pecho hasta llegar a donde empezaba el hakama y quedó de rodillas, pero después volvió a subir, malicioso, dejando a Jin a medias. Jin pareció quejarse, pero se quedó en silencio. Metió la mano en su pantalón y Mugen lo mordió en el cuello soltando una palabrota.
-¿Sabías que hay otras formas de matarte?-le preguntó Jin moviendo la mano de arriba abajo dentro de los pantalones de Mugen. Sin poder controlarlo, él también ya se frotaba contra él.
-No me puedo imaginar cuales-jadeó Mugen con los ojos cerrados. Ahora él llevaba también el ritmo allá abajo. Era como si follara la mano de Jin.-Pero yo también te puedo matar así-aseguró Mugen, y más que a amenaza, sonó a una promesa que Jin no podía esperar a que cumpliera.
Fuu se puso de pie. El último grito de Mugen había sido la gota que había colmado el vaso. Seguro estaban peleando otra vez, para variar. Si no estaba ella para controlarles, no se estaba en paz. Avanzó hacia la puerta corrediza con los puños apretados, dispuesta a darles la regañiza de su vida. El silencio espeso que se había creado no la alertó. Sólo se escuchaban crujidos y respiraciones que parecían acompasadas pero que en realidad eran agonizantes. Sin más, Fuu descorrió la puerta.
-¡Joder!-gritó Mugen. Estaba completamente desnudo y la visión de su espalda y su culo arañado, le impidió por un momento a Fuu ver que Mugen apoyaba la frente en la espalda de alguien más. Al principio no supo reconocer el cabello tan largo, pero en cuánto reparó en las dos katanas tiradas sobre el suelo, lo comprendió todo. Escuchó los gemidos, el sonido de sus cuerpos al chocar y el crujido de la pared. Cerró la puerta con un grito, pero ni Mugen ni Jin la escucharon, estaban librando su propia batalla.
Había intentado interrumpirlos en el momento menos oportuno. Fuu volvió al futón con las mejillas coloradas. Cerró los ojos e intentó volver a dormir, pero no podía evitar seguir escuchándolos e ir imaginándolos al mismo tiempo. No le desagradaba demasiado.