He estado un poco aburrida con todo esto de las clases, aún no me acostumbro a que sea un piso más y de distinto color (por muy extraño que eso suene) Estoy llena de pruebas y me tengo que aprender la tabla periódica para el lunes (porque mi profesora de química está loca y quiere que explote) además, creo que me va a dar amigdalitis.
En fin, que hace tiempo que le venía prometiendo a
klauss_s que le iba a escribir un fic. Al principio había pensado en un Remus/Sirius un tanto idiota y soso, pero solo he podido hacer ésto, ella sabe de lo que hablo.
Solo por si alguien no ha visto la quinta temporada de QaF mejor no entre porque hay spoilers ENORMES con todas las letras.
Lindsay dice que todo ha estado bien desde que se fueron, le ha contado, en las pocas veces que se han podido comunicar que el pequeño Gus ya no es tan pequeño y que se emociona cada vez que la marca en el umbral de la puerta de la cocina se ubica un poco más arriba, que J. R ya ha aprendido a caminar y que Mel ha tenido que quitar todos los jarrones de las mesas porque la alfombra de su casa no ha vuelto a ser la misma desde que la aún pequeña Jenny Rebecca tumbó por accidente uno de los floreros.
Las cosas en Pittsburgh no han estado del todo bien desde que Justin se fue, y de eso ya se iban a cumplir dos años (y siete meses, para qué mentir) Theodore al fin había conseguido lo que quería, un hombre con el cual despertar todas las mañanas, y Emmett había renunciado al trabajo en el noticiero al enterarse de que no podía expresar sus opiniones libremente y que le dijeran “mariquita cabrón” después de un especial dedicado a los homosexuales enamorados de algún heterosexual.
“Mariquita siempre, pero cabrón ni de broma” había dicho.
Brian dice que todo está bien, que las cosas van por buen camino y que su vida nunca ha estado mejor, pero no puede mentirse, Liberty Diner no es lo mismo sin sunshine y su sonrisa franca y amistosa que tanto le gusta (y extraña, aunque nunca lo acepte).
-Deberías llamarlo.
-¿A quién?
Intenta hacerse el desentendido cuando Michael (que tal parece que es el único que no ha cambiado en ese tiempo) le dice lo que tiene o no tiene que hacer con Justin (cuando ni él mismo sabe lo que tiene que hacer). Tal vez debería llamarlo y preguntarle con un tono no demasiado comprometedor cómo ha estado todo por allá (quizás un “hey, sunshine” sonaría bien) o tal vez, simplemente debería dejar que las cosas caigan por su propio peso y que Justin siga triunfando con sus “dibujitos” en New York.
-A Justin, Brian, y deja de hacerte el desentendido.
-No me estoy haciendo el desentendido.
El café no está demasiado caliente, un poco amargo, si, pero le gusta amargo. Últimamente todo ese tiempo ha estado más que un poco amargo sin su hijo, Lindsay y Mel (y Justin, aunque se niegue a reconocerlo) tal vez había dicho que solo iba a ser tiempo, pero el tiempo se había transformado en una eternidad y se sentía como en un programa de televisión en el que los sucesos pasan más lento de lo que deberían.
-Seguro el también te extraña.
-Yo no lo extraño.
-Por favor, Brian.
-No tanto como debería.
Y miente, porque lo extraña más de lo que debería. Extraña sentirlo cerca en las mañanas y su espalda que siempre estaba suave al igual que su cabello (que tal vez ahora está un poco más corto, o más largo, tampoco sabe).
Michael blanquea los ojos y, con un último sorbo de café, le roza la mano y lo mira con comprensión (como odia que lo miren con comprensión).
-Deberías llamarlo.
Debería pensarlo, tal vez.
Kinnetik ha estado dando bueno frutos. Brian se esfuerza por sacarlo adelante al no tener algo mejor que hacer (cosa que tampoco reconocerá nunca) Cynthia dice que eso es la falta de sexo, y tal vez sea verdad, pero el sexo no es lo mismo si no es con un rubio demasiado encantador y bueno para merecerlo.
-No tienes buena cara, Brian.
-Me encanta la manera en que destilas amor, Cynthia.
-Estoy hablando en serio, deberías buscarte a alguien y traerlo aquí, ya estoy extrañando la pornografía gay.
-¿Ha llamado alguien?
No le gusta la sonrisa que su asistente pone en ese momento. Puede verle las malas intenciones a Kilómetros de distancia.
-Alguien quiere hablar contigo en la línea uno.
No puede ser.
No han hablado en dos semanas, tal vez solamente es un cliente demasiado feo y demasiado importante. O puede ser él, al fin y al cabo. O una señora de esas que se dejan engañar por las cremas para las arrugas. O puede ser sunshine.
Debería comprobarlo.
Cynthia atraviesa el umbral y, antes de contestar, carraspea un poco para no sonar nervioso (cosa que no está en absoluto).
-¿Diga?
-¿Brian?
Siente que el mundo se le cae a los pies y que algo se eleva tres milímetros (centímetros o metros, no está muy seguro) del suelo. No siente los pies y algo cosquillea en su interior al volver a escucharlo. Su voz es un poco más madura y se escucha más grave que la última vez hace dos semanas.
Puede jurar que incluso lo ve sonreír.
-¿Brian? ¿Estás ahí?
Demonios, había olvidado que solo era un puto teléfono.
-Es bueno escucharte, sunshine.
Yo no pude haber dicho eso.
-No tengo mucho tiempo, tengo que terminar unas pinturas.
-Yo tampoco tengo mucho tiempo.
Pero para Justin tiene todo el tiempo del mundo.
-Solo llamaba para saber como estabas.
-¿Qué puedo decir? He aprendido a no quejarme.
El poco tiempo de Justin (y el de Brian) se transforman en veinte minutos de cosas sin importancia que suenan a gloria para los dos (o eso piensa él). En la conversación se entremezcla un esto no es lo mismo sin ti que no sabe de dónde demonios salió (seguramente de Justin, porque él no dice esas cosas) pero que en ese momento no importa demasiado.
Porque está él, está sunshine, un teléfono y miles de Kilómetros que los separan, pero Brian es inmensamente feliz.
Y solo por eso, vale la pena ser cursi de vez en cuando.
Dale, que no es lo mejor, pero me esforcé ¿Eso no cuenta? Y tal vez Brian está demasiado fuera de contexto, pero tengo sueño y tantas cosas que hacer.
Clau, si no te gusta pues te aguantas.
Besotes!