Sigo estando enamorada del slash (y sigo siendo igual de mala)

Feb 15, 2008 03:45

Ya me obsesioné. No, yo que se los digo, de esta ya no me salvo así que no intenten decirme que esto me hace daño, porque si el Sirius/Remus fuera una droga, yo sería adicta y tocaría fondo. Aunque tal vez sí lo sea y yo quiera y necesite tocar fondo.

En fin, que cuando escribo sobre Sirius las cosas me salen mucho más fáciles. Es algo extraño, pero es lo que pasa cuando te pasas horas y horas frente a un computador leyendo m!c (nuevamente) porque eso sí que es un crack. Uno se termina viciando.

Lo siguiente es lo mismo que lo de la vez pasada, no creo que sea considerado slash, pero en mi mente si lo es y me siento orgullosa de eso. Hay insinuaciones, leves, pero las hay. El S/R me está matando.

Vamos, que si no se quieren obsesionar tanto como yo, mejor no lean esto porque es un reflejo de mi locura y mi amor por el slash.

Autor: aisatnaf
Fandom: Harry Potter
Personaje/Pareja/Trío: Sirius Black
Tema: #7 - Impulso; #9 - Calabaza


-Va a funcionar, Potter, te lo garantizo.

Sirius tiene una moto. Una Harley, para ser más exactos. Negra, con algunos detalles en plateados y a la cual insiste en tratarla como algo más que un objeto.

La consiguió en una venta ilegal de artefactos robados en una feria una de las veces en las que visitó Londres. Se la habían vendido a buen precio y él, impulsado por el deseo de tenerla, gastó gran parte del dinero en “su bebé” como se empeña en llamarla.

Siempre ha sido así. Impulsivo. Agresivo y con agallas a la hora de conseguir lo que quiere. Su primer beso lo dio por mero impulso y hasta ese día de lo único que se arrepiente es que haya sido con su prima.

-Canuto, no sabes nada de mecánica.

-Sé más de mecánica que lo que tú sabes de mujeres, Cornamenta.

James arruga el gesto. Sirius sonríe, muestra los dientes y si James no estuviera viéndolo, juraría que puede oírlo ladrar. Como en las noches de luna llena, cuando Remus le aúlla a la luna y Sirius lo acompaña. Es un ladrido ronco, que sale de la base del estómago, recorre su cuerpo y sale al exterior como una réplica. Algo que suena como maldita luna, le estás haciendo daño a mi mejor amigo, y James lo escucha alto y claro convertido en un ciervo, pero suena más a una amenaza.

-¿Cómo estás tan seguro de que esto va a funcionar, Sirius? Solo es un cacharro muggle, no creo que pueda volar.

-Tengo un don para hacer que las cosas vuelen, Potter, deberías saberlo.

-Lo único que sé, es que estás rematadamente loco.

-Loco y apuesto ¿Qué más puedo pedir?

-¿Un cerebro?

-Lo tomaré en cuenta, Potter, te lo puedo pedir para Navidad.

Y Sirius vuelve a reír con ese tono arrogante y divertido que le hace perder el control a cualquiera. Es algo natural, le sale del alma, como si hubiera nacido riendo de esa manera tan incitante, tan retadora y James está casi seguro, de que cualquier mujer lo dejaría todo por escuchar esa risa que lo descontrola todo y pone de cabeza al mundo entero.

-Solo te digo que cuando esa cosa explote, no recurras a mí llorando y pidiendo ayuda, Canuto. Te conozco muy bien y sé que…

-Protégete.

-¿Qué?

James lo mira interrogante y ve en Sirius un poco de temor mientras se va alejando de su cacharro muggle con sigilo.

-Que te protejas, James ¡Va explotar!

Tardas varios segundos en procesar lo que Sirius ha dicho. Va a explotar. La porquería de aparato va a explotar y lo único que su compañero hace es mirarlo con horror y tragar saliva.

Se protege con los dos brazos sobre la cabeza y espera a que todo pase. Pero después de unos minutos, lo único que escucha es la risa descontrolada de Sirius Black amortiguada por un ruido ensordecedor que hace que le duelan los oídos.

-Te dije que tenía un don, Cornamenta.


Hay algo en la forma de caminar de Sirius Black que intimida a la gente. Es un paso rápido. Decido y desafiante. Da pasos largos. Elegantes. Seguros, como si supieran exactamente a donde se dirigen antes de empezar a moverse.

Por eso, cuando entra en el Gran Salón con ese paso marcado y rudo, algunas personas lo admiran de lejos y no apartan la mirada de él hasta que se sienta de manera tosca frente a Remus Lupin y hace un sonido con la lengua, algo que suena como el tic-tac de las manecillas de un reloj. Se relame los labios, alarga los brazos y toma la primera cosa que se le antoja.

-Un día de estos, te vas a ahogar si sigues tomando el zumo de calabaza de esa manera, Sirius.

Hay algo en la manera en que Remus Lupin le riñe que le causa gracia. No lo riñe, en realidad, es algo que suena más bien como un consejo que, para ser sinceros, nunca toma en cuenta. Pero puede asegurar que sigue haciendo todas esas cosas que Remus califica como “innecesarias” solo para que le siga riñendo.

-Ayer me dijiste lo mismo, Lupin, y aún sigo cautivando con mi presencia.

Sabe que Remus pone los ojos en blanco tras el diario que lee todas las mañanas, puntual, como si tuviera un reloj en el cerebro que le indica la hora exacta en que la lechuza se lo deja sobre la mesa. Es algo que a Sirius siempre le ha sorprendido. Esa manera en que su amigo hace las cosas con tanta calma que no puede concebir que una persona pueda vivir de esa manera.

-Aunque también creo que si la calabaza no te mata, tu ego sí lo hará.

Ahora si se ríe. Más bien ladra de manera descontrolada. El Gran Salón se queda pequeño para tal espectáculo y Remus baja el diario y lo mira con ojos cansados marcados por el tiempo y el dolor. No sabe qué le ha causado tanta gracia, pero no puede evitar sonreír. La risa de Sirius Black es graciosa, peligrosa y tiene un toque pícaro, como su voz.

-Cuando te propones hacerme reír, lunático, lo logras.

Sirius aún se está secando las lágrimas, cuando James Potter atraviesa el umbral de la puerta, se sienta a su lado y se empieza a dar cabezazos con la mesa. Remus quiere decir algo para frenarlo, pero Sirius le hace un gesto con la mano sin mirarlo y le dice con solemnidad:

-Déjalo, que me hace gracia cuando se auto flagela.

Remus cierra la boca y opta por no decirle que lo que está haciendo James no es, precisamente, lo que se denomina auto flagelación. Prefiere no hacerlo, porque Sirius Black no entiende de razones y cuando algo le causa gracia, es mejor no interrumpirlo.

-Estaba con Quejicus ¿Pueden creerlo? ¡Quiejicus! Santo Merlín, creo que me voy a lanzar de la Torre de Astronomía.

-Muévete, yo te acompaño.

-Sirius.

Remus usa su tono de advertencia. Aquel que es lo único capaz de acallar las protestas de un Black. Pero no en ese momento. Sirius no puede evitarlo. Quiere ver la cara que Remus Lupin pone cuando escuche su respuesta. Aunque está casi seguro que va a rodar los ojos, se va a dar por vencido y retomará su tarea de leer “El Profeta” con una taza de café en una mano.

-Esas son la clase de cosas que uno no puede dejar de ver, lunático. Es como cuando entras en un sex-shop. La mayoría de las cosas que hay te causan arcadas, pero son tan impresionantes que no puedes dejar de mirarlas ¿Entiendes? Es como yo, nadie se cansa de mirarme.

Y, como era de suponer, Remus Lupin rueda los ojos, se da por vencido y retoma la tarea de leer el profeta con una taza de café en una mano.

Hay algo en la forma de sonreír de Sirius Black, que resulta inquietante. Es como si el mundo se detuviera por un momento para admirarlo y retrocediera en el tiempo las veces que sean necesarias para verlo sonreír nuevamente. Es “perturbador” y “agotador”, en palabras de Remus. Es “asqueroso” en palabras de James. Es “lo que Sirius siempre hace” lo que sale de la boca de Peter.

-Quédense aquí, yo me voy a suicidar.

Sirius no ríe ni sigue a James porque Remus lo mira sobre el diario de manera amenazante y cuidadosamente estudiada. No le gusta admitirlo, pero Remus puede llegar a ser intimidante si se lo propone.

-¿Qué? ¿Me vas a decir que no te atrae la idea de ver como James Potter se tira de la Torre de Astronomía?

-No, Sirius, porque James es mi amigo y no me gustaría ver como muere.

-Si lo dices de esa manera, suena mucho peor de lo que me imagino.

-Es porque es malo, Canuto, y las cosas malas inevitablemente se escuchan mal.

-Odio cuando haces eso, Lupin.

-¿Qué cosa?

-Tener razón.

Sirius vuelve a tomar un sorbo de su zumo de calabaza y Remus lo mira con una ceja levantada. Vuelve a rendirse y esconde el rostro tras “El Profeta”.

Yo también odio cuando haces eso, Sirius.

No voy a decir que quedó horrendo, porque quiero que ustedes me digan como quedó, porque siempre que me dan su opinión, yo me convenzo de que es así y que su palabra es la última.

Muchos saludos!

fics, sirius, slash, autor: aisatnaf

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