(no subject)

Nov 03, 2006 01:12

Se miraron silenciosamente a los ojos, sin saber muy bien qué decir. Ambos recordaban demasiado bien cada momento que habían vivido juntos, pero tenían aún más presente cada instante que habían sobrevivido sin el otro. Alargaron las manos a un tiempo, como movidos por un resorte, y acariciaron el rostro que los miraba. El rostro del amante, del complementario, del rival.

Al instante, estaban enzarzados en la vieja lucha de manos que desabrochan y lenguas que abrasan como aceite hirviendo. En el viejo juego de estiramientos y contorsiones que ambos conocían tan de memoria. Ejecutaron cada uno sus pasos, como una coreografía ensayada, en los momentos adecuados. Bailaron y gimieron al compás de una música que les era propia, de la sangre golpeando en las venas, de los nervios tiritando de excitación.

Al fin el agotamiento hizo mella en aquella masa de miembros que sólo un rato antes eran dos personas que se miraban. Jadeando aún, ella se levantó y comenzó a vestirse meticulosamente. Él la observaba, tumbado aún sobre la alfombra, mientras se incorporaba lentamente. Ambos volvieron a mirarse con intensas miradas vacías. En cuanto sus respiraciones se apaciguaron, la estancia quedó en el más absoluto silencio. Ella se dirigió a la puerta y, sin echar una mirada atrás, la cerró tras de sí.

Él se tragó el adiós que nunca llegaría a decirle, pero que tampoco significaba nada, y empezó también a vestirse. Ya había acabado todo. Además, hacía frío.

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