Aug 27, 2014 01:59
A veces ocurren cosas inusualmente maravillosas. Unas veces cosas que habíamos dejado por imposibles y que de repente ocurren con una facilidad pasmosa, y otras completamente inesperadas. Y yo por supuesto me alegro pero... también me preocupo. Por alguna extraña razón, no puedo evitar pensar que no lo merezco. Que no he hecho nada lo bastante bueno como para justificar ese golpe de suerte. Que soy un impostor.
Por eso, cuando las cosas se tuercen (y esos repentinos golpes de suerte, antes o después, siempre se terminan torciendo) en lugar de enfadarme lo que siento es un tremendo alivio. Ya está, por fin el universo ha vuelto a su sitio. He vuelto a fracasar y todo vuelve a estar en orden. Circulen, aquí no hay nada que ver.
No estoy muy seguro de si esta adicción mía al fracaso me convierte en alguien miserable, o si por el contrario me hace mucho más feliz de lo que estaría si fuese una de esas personas obsesionadas por triunfar en la vida. En cualquier caso, siempre me quedará el recuerdo de esas pequeñas cosas maravillosas que me ocurrieron sin haber hecho nada para merecerlas.
personal