Ahora que no hay órdenes que ladrar, Snafu habla sin pronunciar las palabras, y Eugene nunca atina a saber si lo que entiende lo adivina o se lo inventa.
-No todo es un acertijo -Snafu exhala una calada de tabaco y malhumor.
Eugene sonríe muy poco mientras mete tabaco dentro de su pipa.
-No me preocupa lo que no entiendo, sino lo que no me dices -replica tranquilamente, la voz clara y fuerte.
Snafu refunfuña sin sílabas y Eugene sonríe un poco más.
El mercado tiene los colores del verano, como si la estación se reflejase sobre ese punto del planeta: amarillo en los toldos, naranja en las frutas, el azul del cielo en las faldas de las mujeres. Morgan toca los flecos del mantel que cubre su mesa, haciéndolos agitarse sobre sus dedos, más suaves que la brisa, y levanta una ceja en dirección a las cartas que le dicen que hoy será un día importante.
-¡Morgan! -el grito de su padre le hace pegar un brinco sobre su silla, que chirría sobre el asfalto caliente-. ¿Qué haces? No te quedes ahí sentada, trabaja un poco.
Morgan esconde una mueca pero su padre le golpea la cabeza con su bastón (¡ahora!), antes de seguir tirando de Vivian, que ha sido declarada la cabra más testaruda a este lado del Atlántico. Morgan se frota la parte de atrás de la cabeza mientras suspira, sus pulseras tintineando en el borde de la muñeca. Se levanta de mala gana
( ... )
El chico parpadea, sus pestañas aleteando como una polilla nerviosa, y se humedece el labio de arriba con la punta de la lengua. Morgan le aprieta la muñeca hasta que puede sentir el ritmo de su pulso, que suena tan pausado y distante como el vaivén de las olas.
-¿La mano? Eh… Yo no sé… -la mira, incómodo, y Morgan se toma su indecisión como un sí. Después de todo, si no se aprovechase de la educación de la gente no habría negocio alguno.
-¡Claro que sabe! Veamos. Parece que va a tener un verano interesante, míster. Que va a encontrar una chica guapa y enamorarse de ella en esta misma playa -Morgan habla sin pensar, sin mirar las líneas de su mano, distraída por los tatuajes que el chico tiene en la muñeca. Son dragones. Son muchos dragones. Levanta la vista, guiñándole un ojo con la práctica que dan los años-. Puede que encuentre el amor de su vida, míster
( ... )
Em ata el colgante alrededor del cuello del chico, que se gira para decirle algo que le hace soltar una carcajada que resuena por toda la playa, por encima de la cabeza de los niños y del filo blanco de las olas. Morgan les mira mientras bajan las escaleras a trompicones; mientras se empujan a través de la arena quitándose la ropa; mientras saltan, medio vestidos todavía, dentro del mar. Em sacude la cabeza como un perro, salpicando al chico rubio, y se gana un empujón que le hace caer dentro del agua otra vez, y si afina el oído, Morgan cree que puede reconocer las vocales largas de su acento. Les mira durante un rato, sin pestañear, y piensa que desde esta distancia parecen normales: altos y algo desgarbados, intentando hablar el idioma local sin conseguirlo, riéndose porque piensan que el otro lo hace peor, quemándose al sol en una playa lejos de casa. Piensa que parecen normales, pero Em mira en su dirección- sólo una milésima de segundo, un destello de azul a través de una playa llena de gente- y Morgan sabe que las apariencias
( ... )
Band of Brothers. Joseph Liebgott(/David Webster, implícito but! ok!) PG.
Tiene surcos de hollín en las palmas de las manos de intentar limpiar una chimenea de una casa que no es suya, porque el taxi deja de ser suficiente cuando la casera amenaza con sacar tu culo del apartamento a patadas porque lo siento Joe, ya sé que tienes el agua al cuello pero no puedo hacer nada por ti.
Intenta limpiárselo contra el costado de los pantalones mientras saca del bolsillo un mapa arrugado por las esquinas con marcas a lápiz, caminos secretos, formas de llegar al mismo sitio en el mayor espacio de tiempo.
Joe necesita tiempo.
(las chapas de identificación melladas se deslizan frías contra su pecho cuando resopla porque Joe, eres una nenaza)
Gaaah, ¡me caso con este drabble! Me caso y tengo hijos que hablan alemán y tienen formas de llegar al mismo sitio en el mayor espacio de tiempo MI CORAZÓN T___T Preciosoprecioso <3
Joder, me has hecho llorar en serio. Joder, joder. Me mata tu Sirius, y me mata tu James y me matan las cosas tentativas entre Sirius y Remus. Esto es precioso pero coño, me mata.
Tengo corazón y ahoram mismito desearía no tenerlo. La frescura de la conversación de James y Sirius golpeada por la realidad de Grimaulde Place en el 5º libro =( Ay, ay.
Kingkiller Chronicles (Wise Man's Fear, aunque bastante spoiler-free); Wilem/Simmon; PG
La cabeza de Sim se desliza, como por casualidad, hasta el hombro de Wil. Él no tiene corazón para darle un codazo, despertarle y decirle que mueva el culo hasta el catre, que por algo lo han arrastrado por todas esas escaleras. En cambio, sopla suavemente para alejar un mechón rebelde de su boca y sonríe, mirándole por el rabillo del ojo.
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Ahora que no hay órdenes que ladrar, Snafu habla sin pronunciar las palabras, y Eugene nunca atina a saber si lo que entiende lo adivina o se lo inventa.
-No todo es un acertijo -Snafu exhala una calada de tabaco y malhumor.
Eugene sonríe muy poco mientras mete tabaco dentro de su pipa.
-No me preocupa lo que no entiendo, sino lo que no me dices -replica tranquilamente, la voz clara y fuerte.
Snafu refunfuña sin sílabas y Eugene sonríe un poco más.
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Esto es perfecto. <33333
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El mercado tiene los colores del verano, como si la estación se reflejase sobre ese punto del planeta: amarillo en los toldos, naranja en las frutas, el azul del cielo en las faldas de las mujeres. Morgan toca los flecos del mantel que cubre su mesa, haciéndolos agitarse sobre sus dedos, más suaves que la brisa, y levanta una ceja en dirección a las cartas que le dicen que hoy será un día importante.
-¡Morgan! -el grito de su padre le hace pegar un brinco sobre su silla, que chirría sobre el asfalto caliente-. ¿Qué haces? No te quedes ahí sentada, trabaja un poco.
Morgan esconde una mueca pero su padre le golpea la cabeza con su bastón (¡ahora!), antes de seguir tirando de Vivian, que ha sido declarada la cabra más testaruda a este lado del Atlántico. Morgan se frota la parte de atrás de la cabeza mientras suspira, sus pulseras tintineando en el borde de la muñeca. Se levanta de mala gana ( ... )
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El chico parpadea, sus pestañas aleteando como una polilla nerviosa, y se humedece el labio de arriba con la punta de la lengua. Morgan le aprieta la muñeca hasta que puede sentir el ritmo de su pulso, que suena tan pausado y distante como el vaivén de las olas.
-¿La mano? Eh… Yo no sé… -la mira, incómodo, y Morgan se toma su indecisión como un sí. Después de todo, si no se aprovechase de la educación de la gente no habría negocio alguno.
-¡Claro que sabe! Veamos. Parece que va a tener un verano interesante, míster. Que va a encontrar una chica guapa y enamorarse de ella en esta misma playa -Morgan habla sin pensar, sin mirar las líneas de su mano, distraída por los tatuajes que el chico tiene en la muñeca. Son dragones. Son muchos dragones. Levanta la vista, guiñándole un ojo con la práctica que dan los años-. Puede que encuentre el amor de su vida, míster ( ... )
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Tiene surcos de hollín en las palmas de las manos de intentar limpiar una chimenea de una casa que no es suya, porque el taxi deja de ser suficiente cuando la casera amenaza con sacar tu culo del apartamento a patadas porque lo siento Joe, ya sé que tienes el agua al cuello pero no puedo hacer nada por ti.
Intenta limpiárselo contra el costado de los pantalones mientras saca del bolsillo un mapa arrugado por las esquinas con marcas a lápiz, caminos secretos, formas de llegar al mismo sitio en el mayor espacio de tiempo.
Joe necesita tiempo.
(las chapas de identificación melladas se deslizan frías contra su pecho cuando resopla porque Joe, eres una nenaza)
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Estoy segura que hay alguien por ahí con fascinación de los tiburones que le dará el tiempo que necesite. Joe<333. amazing.
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Pero es precioso.
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La cabeza de Sim se desliza, como por casualidad, hasta el hombro de Wil. Él no tiene corazón para darle un codazo, despertarle y decirle que mueva el culo hasta el catre, que por algo lo han arrastrado por todas esas escaleras. En cambio, sopla suavemente para alejar un mechón rebelde de su boca y sonríe, mirándole por el rabillo del ojo.
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Ouch.
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