Pulakaumaka capítulo 3

Nov 02, 2011 22:22

Resumen: Pocas veces tenemos la oportunidad de comprobar el efecto que tienen nuestras acciones en las vidas de la gente que nos rodea.

No tengo fuerza de voluntad... o no puedo ser mala y por eso siento que es mi deber publicar un capítulo más...
Gracias por vuestros comentarios, ¡no tenéis ni idea de cuánto significan para mí!

Disculpad alguna palabra malsonante. pero son policías, al fin y al cabo.

Cuando escribí esto, me caía mal Lori, pero no tanto como ahora, así que soy algo condescendiente con ella.

Creo que esto es cada vez más slash...


                        PULAKAUMAKA (Obsesión)

No necesitaba abrir los ojos para saber que ya no estaba en el almacén. Para empezar, el suelo allí era mucho más duro y frío. Además, no se oía el ruido de Mcgarrett luchando con los atracadores. Estaba en una cama, pero aquella no era una cama de hospital. Los hospitales olían a antisépticos, medicamentos, y cosas así…

No es que le gustasen los hospitales, de hecho los odiaba con toda su alma, pero ahora mismo debería estar en uno. Si mal no recordaba, uno de los atracadores había disparado contra el recién llegado y él había recibido el impacto de la bala al intentar salvar al hombre. Recordaba también haber desarmado al atracador disparándole en el brazo y tratar desesperadamente de frenar la hemorragia.

Además, y por si los recuerdos no fuesen suficientes, le dolía terriblemente el costado izquierdo.

Si estaba en una cama que no era la del hospital, sólo podía estar en la de su amigo… pero, a pesar de que Mcgarrett era un loco, no se le ocurriría dejar a un herido sin asistencia sanitaria.

“Muy bien, detective Williams”, se dijo, “es hora de que abras los ojos y descubras dónde demonios estás”.

**************************

-Se lo vas a decir tú- dijo Kono. Y su mirada indicaba que no había discusión posible.

-¿Por qué?- quiso saber Lori.

-Porque eres la nueva. Las tareas delicadas siempre las hacen los nuevos- contestó la morena parafraseando a Danny a su manera.

-Pero es que…- la protesta de la mujer quedó ahogada por el sonido de un molesto Steve siendo arrastrado por un paciente Chin.

-No puede decir lo que no sabe, Steve, cálmate.

-¿Que me calme? ¿Que me calme? ¿Cómo quieres que me calme si el único testigo que tenemos es un estúpido atracador de pacotilla con una herida de bala que asegura que no vio nada?

-A lo mejor es que no vio nada- le contestó Chin sin perder la calma-. Tú estabas allí y pudiste comprobar de primera mano lo oscuro que estaba. Ni siquiera pudo recuperar su arma después de que Danny lo desarmase y bien viste que la tenía bastante cerca… No tenías que retorcerle el brazo herido.

Las chicas de la unidad hicieron una mueca de dolor.

-Por lo que intuyo, no habéis sacado nada en claro del atracador.- comentó Lori.

-Su nombre es Jason Makani- informó Chin-. Dice que vio aparecer a un hombre en la puerta del almacén y disparó. Danny intentó apartar al hombre de la trayectoria de la bala y los dos desaparecieron en la oscuridad. Después nuestro haole  reapareció y le disparó en el brazo. Como no era capaz de ver en dónde había caído su arma, se acurrucó en un rincón hasta que Steve lo encontró. No dejaba de lloriquear diciendo que aquello había sido una mala idea. Que él ya había dicho que iba a salir mal…

-Los atracadores no parecen tener nada que ver- dijo Kono-. Ni siquiera tenían antecedentes, sólo eran una pandilla de adolescentes que pensaron que sería divertido atracar la pastelería y sacar un poco de dinero.

-¿Habéis conseguido señal GPS del móvil de Danny?- preguntó Chin

Su prima sacudió la cabeza.

-Desconectado.

-¿Y la sangre? ¿Se ha identificado ya?- quiso saber Steve. Kono y Lori se miraron, incómodas- ¿Chicas?- No hizo falta que respondiesen, por la expresión de las mujeres, el SEAL supo a quién pertenecía-. Danny…

Sintió cómo su estómago se encogía y comenzó a faltarle el aire. En algún lugar estaba su amigo, herido. Y ellos, la unidad de élite del gobernador, no tenían ni la más remota idea de dónde estaba.

-¿Crees que el recién llegado se lo ha llevado?- preguntó Chin.

-No puede haber sido de otro modo.

-Tal vez lo haya llevado a un hospital- dijo Lori a la desesperada.

-Ya he comprobado todos los hospitales de la isla. No hay nadie que encaje con la descripción- informó la morena.

El Capitán de fragata caminó hacia su despacho y cerró la puerta con fuerza. Lori hizo ademán de ir tras él, pero Chin la detuvo.

-Déjalo solo.

****************

-Muy bien, muchacho, muy bien- se dijo Danny apretando los dientes al darse cuenta de que, al intentar incorporarse, había hecho un movimiento brusco que había provocado un terrible dolor en la zona herida. Notaba cómo las vendas se iban empapando en sangre de nuevo. Aquello no pintaba bien, no sabía cuánto tiempo llevaba allí, pero sí sabía que necesitaba ir al hospital urgentemente.

Estaba en una habitación que le resultaba completamente ajena. Quien le había llevado hasta allí, se había tomado la molestia de vendarle la herida, así que no debía ser un enemigo.

Apretando la herida con fuerza, se puso en pie. Cerró los ojos cuando la habitación comenzó a girar a su alrededor y respiró todo lo profundamente que pudo sin hacerse más daño. Caminó hacia la silla en la que estaba su ropa, sí, porque, además de herido y perdido, estaba en su maldita ropa interior.

Definitivamente, tampoco era un amigo quienquiera que le hubiese metido en esa casa. Se había llevado su arma y la batería de su móvil. Danny suspiró. Si él fuese Mcgarrett, seguro que ya estaría saltando por la ventana  y probablemente se hubiese autosacado la bala- algo le decía que aún estaba allí- como si se tratase de una jodida película de Sylvester Stallone. Pero él era sólo Daniel Williams y en esos momentos se sentía demasiado débil y mareado como para dar un paso más. Se tambaleó al intentar girarse cuando oyó abrirse la puerta y unos pasos que se acercaban a él. Unos brazos detuvieron su caída y el detective sólo pudo mirar con sorpresa a quien le sostenía antes de perder el conocimiento de nuevo.

-No debiste haberte levantado. Fíjate, ya estás sangrando otra vez…- dijo una voz con suavidad.

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