Pulakaumaka capítulo 1

Oct 28, 2011 01:05


Título: PULAKAUMAKA (Obsesión)

Pareja:  Pues Danny y Steve como dúo dinámico protagonista, por supuesto, pero también está el resto del equipo y alguna que otra creación propia.

Género: Pues la verdad es que aún no sé si será slash, o pre-slash, o bromántica o sólo amistad... como estos dos van siempre a su aire, a saber.
Clasificación: pendiente de categoría prácticamente porque aún no está acabada del todo y  tampoco tengo muy claro de si alcanza la categoría de "angst" o no, eso lo veré según los reviews que vayáis dejando.

Advertencias/Spoilers: Pues aparecen personajes de la segunda temporada, pero creo que no hay spoiler de ningún capítulo.
Disclaimer:  Por supuesto debo mencionar que la serie no me pertenece, ni los personajes, si no los tendría encerrados en una habitación hasta que se dejasen de tonterías...
Tampoco saco beneficio alguno, salvo el placer de escribir sobre unos personajes tan maravillosos

Resumen: Pocas veces tenemos la oportunidad de comprobar el efecto que tienen nuestras acciones en las vidas de la gente que nos rodea.



A Ron siempre se le había considerado una persona extraña. Apenas hablaba con nadie y cualquier movimiento suyo era nervioso. Tal vez, si alguien se hubiese preguntado por su vida alguna vez, hubiese comprendido un poco su comportamiento. Una madre alcohólica que encontraba cualquier excusa para repetirle que no le quería, que jamás lo había querido y que sólo daba problemas. Un padre que casi nunca estaba y que, cuando lo hacía, le daba unas tremendas palizas… unos abuelos que se desentendieron completamente de él… el niño jamás había conocido a nadie que realmente se preocupase por él, y esto había hecho que se aislase frecuentemente en su pequeño mundo, donde sus amigos imaginarios sí le querían.

Como estas cosas siempre van así, el hecho de que sus muros fuesen impenetrables hacía que nadie quisiese acercarse al “chico raro de ahí”, aumentando su sensación de soledad. En sus años escolares y universitarios, los demás sólo se habían fijado en Ron para convertirle en la perfecta  víctima de sus burlas y abusos.

Se refugiaba en los estudios, y era un muchacho inteligente, pero, el sentirse despreciado por los demás podía más que su vocación, y esto, sumado a la absoluta carencia de medios económicos para costearse los estudios, habían hecho que abandonase la carrera antes de terminarla.

Pudo haber sido un gran físico, pero en lugar de eso, se encontraba sirviendo cafés en la esquina de la calle Alakea con el boulevard de Ala Mohana, donde, nuevamente, nadie le prestaba atención.

Hasta aquel día, en que todo cambió.

*******************

Decir que aquella era la primera vez que se fijaba en él sería mentir, lo cierto es que nadie podía evitar fijarse en alguien que lleva una corbata en Hawaii. Además, ese hombre siempre tenía una sonrisa amable cuando se dirigía a él, y solía decir alguna frase divertida, como, “¿Verdad que es un bonito día? Nadie debería estropearlo intentando arrojar a un sospechoso desde una azotea”, antes de salir con su café, sus malasadas y silbando una canción. Ron siempre hacía lo imposible para ser él quien lo atendiese, porque esa sonrisa le hacía sentir especial, por una vez en la vida alguien le veía y no era para reírse de él o insultarle.

Aquel día estaba siendo más parsimonioso que de costumbre, había visto al rubio entrar y calculó mentalmente el tiempo que le llevaría a sus compañeros atender a la gente que faltaba para poder llegar a él. Por eso estaba tomándoselo con mucha calma, haciendo sus precisos cálculos matemáticos. Aquello se le daba bien. Uno de los clientes había empezado a quejarse en voz alta.

-¡Maldito idiota! ¿Quieres mover tu estúpido culo y aligerar?

Le siguió una larga retahíla de insultos a los que Ron no hizo caso, a fin de cuentas, a eso era a lo que estaba acostumbrado.

A lo que no estaba acostumbrado era a lo que ocurrió después. El rubio había fruncido el ceño, mucho, y se dirigió al hombre de los insultos.

-¿Algún problema?

-No es asunto suyo.

-Bueno, realmente sí lo es- dijo moviendo su chaqueta para que se viera la placa que llevaba colgada del cinturón-. “Proteger y servir”, ya sabe. Así que, si tiene algún problema, no tiene usted más que comunicármelo.-se ofreció con una sonrisa fingida.

-Es ese idiota, no sé qué hace trabajando aquí.

-¿Se está metiendo con usted?

-No, es sólo que va muy despacio.

-Bueno… en eso no puedo ayudarle… no hay nada que garantice que le vayan a atender rápido.

El cliente que estaba delante del hombre, se fue.

-Buff, por fin, no tendré que esperar a que me atienda el imbécil…-masculló dando un paso adelante.

-Sin embargo… -continuó el policía-, usted ha provocado una alteración del orden, gritando como un energúmeno…

-¿Cómo dice? ¿Alteración del orden? ¿De qué orden?

-Del mío, no me gusta empezar la mañana con alguien gritando, de hecho, soy yo el que grita por las mañanas… no aquí, claro, sólo al animal de bellota con el que trabajo… pero oírle a usted ha alterado mi equilibrio interno, supongo que podría tomármelo como una especie de agresión a la paz mental de un agente del orden… sí, y creo que, por eso, usted debería ir al final de la cola, ahora mismo.

Intentó poner una mirada como las que solía poner su compañero, pero estaba seguro que no había conseguido nada más que parecer una vieja maestra de escuela de señoritas. Sin embargo, el hombre le miraba, atónito.

-No es necesario- gritó Ron, que ya había despachado a su cliente-, pase por aquí, agente.

El policía le obsequió con una de sus brillantes sonrisas.

-Si quieres, puedo hacerle pasar unas horas en el calabozo- dijo con un guiño acompañado de una leve inclinación de la cabeza para ver bien el nombre del empleado-, Ron.

Ron sonrió con timidez y tartamudeó unas palabras de agradecimiento mientras le servía el café para llevar.

******************

-¡Todavía  no puedo creerme que lo hayas hecho!-los clientes giraron las cabezas al ver entrar a dos hombres, uno de los cuales agitaba los brazos enfatizando sus palabras.- No. No sonrías así. No te estoy piropeando. En absoluto. Estás loco ¡No te puedes descolgar de un rascacielos y entrar en una oficina por la ventana como si se tratase de una maldita película de Tom Cruise! En las películas no sale el que luego tiene que cubrir los informes, ni la bronca del gobernador, ni la amenaza de que, la próxima vez, el dinero de la reparación va a salir de nuestros sueldos… La gente no paga impuestos para que vayas por ahí rompiendo cosas. Cuantos más informes cubro, más convencido estoy de que sale más barato dejar a los criminales pulular libremente por ahí.

-Sabes que no nos habrían atendido. Tú mismo sugeriste…

-Ah, no, nada de eso- Danny tomó asiento y saludó a Ron con la cabeza. Era la primera vez que se sentaba a tomar el café allí, y era la primera vez que no iba solo.-Escúchame bien, Mcgarrett, yo sólo dije que odiaba los edificios administrativos, que nos iban a tener de ventanilla en ventanilla como dos idiotas toda la mañana y que la secretaria del jefe, que por cierto era nuestro sospechoso, nos iba a decir que el señor presidente no nos podía atender.

-Dijiste que íbamos a tener que entrar por la fuerza

-Por la fuerza, Steven, por la fuerza, no por la ventana.

-Bueno, era culpable y conseguimos pillarle antes de que escapase…

-Antes de que escapase- repitió Danny-¿Cómo iba a escapar, si un SEAL le aterrizó encima?

-No podíamos arriesgarnos.

-Estás loco.

Steve aprovechó que su compañero había reducido el tamaño de sus frases para cambiar de tema.

-¿Has encontrado la foto?

-No, es extraño, la llevaba conmigo y, de pronto, no estaba. Últimamente estoy perdiendo un montón de cosas… Es culpa tuya.

-¿Cómo va a ser culpa mía que te haya desaparecido una foto tuya con Grace? ¿O los gemelos de tu traje? ¿O el bolígrafo que te regaló tu antiguo compañero de Jersey? ¿O la postal?

-Podría creer que has cogido mi postal de New Jersey para quemarla sin miedo a estar equivocado. Pero cuando digo que es tu culpa me refiero a que, con todos los años de vida que me arrebatas cada vez que haces una de tus locuras, estoy experimentando un caso claro de pérdida de memoria.

Ron carraspeó y puso una humeante taza de café y una malasada delante del detective de Jersey. Miró a Steve.

-Disculpe…-dijo con timidez pero clavando una fría mirada en el SEAL- No sabía qué iba a tomar usted.

-Ah, Ron, muchas gracias- Danny sonrió al ver su bollito- este es Steve. Steve, éste es Ron, el responsable de las malasadas que siempre me ponen de buen humor.

Steve hizo un gesto a modo de saludo y pidió un té.

-Volviendo al tema, porque tus maniobras de distracción del ejército…

-…Marina…- la respuesta era casi automática.

-…Lo que sea… no funcionan para desviar mi atención.

Steve sonrió recordando algo que había hecho esa mañana.

-Aquella no fue una maniobra…- Danny hundió felizmente un trozo de dulce en su café mientras interpretaba la sonrisa de su amigo a la perfección-, aún no comprendo cómo demonios hiciste para que me despistase de tal forma. Te pierdo de vista un segundo y apareces atravesando la ventana de la oficina de un importante hombre de negocios.

-Era culpable.

-En ese momento era el sospechoso, nada más. ¿Sabes que la unidad de Emergencias nos tiene miedo? ¿Sabes que en el hospital hay apuestas sobre cuántos puntos te van a poner ese día? ¿Sabes lo mucho que me asustaste cuando apareciste cubierto de sangre?

-Sólo me hice algunos arañazos con los cristales.

-En ese momento sólo vi a mi compañero pareciéndose a algún personaje de Saw.

-Lo siento, no era mi intención.

-Urbach-Wiethe- dijo Danny de pronto. Steve levantó una ceja a modo de pregunta- Es una enfermedad, afecta a la amígdala y suprime la sensación del miedo. Lo leí en una revista mientras esperaba en la consulta del dentista de Grace. Me acordé de ti. Es posible que sufras esa enfermedad, ¿no tienes miedo a nada, verdad?

El SEAL se encogió de hombros mientras Ron le servía el té.

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