Titulo: Como amigos, nada más
Fandom: D. gray.man
Claim: Kanda/Lenalee
Desafío: Dotación anual de Crack!
Reto: Twain
Advertencias: No beteado y seguro con dedazos. Estoy corrigiéndolo, Lemon, Angst
Palabras: 3496
Disclaimer: D. gray-man no me pertenece, es de Katsura Hoshino. Hago esto por mera diversión.
Resumen: Como un simple viaje por una misión puede hacer tantas cosas
Notas Adicionales: Veamos... lo pongo desde ya porque temo que se me vaya la electricidad y no tengo bataría T.T Así que me voy a la segura. Es también... el primer lemon que escribo (?) y bien... es especial por eso (?)
Cómo amigos, nada más.
Ha sido una particular jornada de trabajo para los exorcistas: nada de nueva Inocencia y muchos Akumas con los que pelear. Genial: nada puede ser mejor.
Excepto quizás por esos dos terceros exorcistas que van con ellos. Lenalee Lee no se imagina nada más perturbador que aquellos dos. O tal vez sí: desde el día que partieron de viaje a Estambul para una misión Kanda no se ve precisamente entusiasta, menos de lo que habitualmente es.
-Supongo que ya hemos terminado-dice Allen con una sonrisa amplia en el rostro, demasiado grande para ser de verdad.
Él tiene razón. Están exhaustos y se han repartido el trabajo entre todos. Los únicos que no parecen ni remotamente cansados son esos Terceros. En un abrir y cerrar de ojos-o en un conjuro y absorción-acaban con todos los Akumas que tantos problemas les habían causado a ellos.
Cada vez que usan esa técnica, Lenalee Lee ve el dolor reflejarse en los ojos de Allen. Y de alguna forma, lo compadece: para él todo es una pesadilla y una aberración a todos sus ideales.
Si tan sólo las cosas no fueran como son…
-Entonces, señorita exorcista-escucha la voz de uno de los terceros, Tokusa, hablándole-: usted dormirá en la otra habitación.
Lenalee apenas se percata de que ya están en el hotel en que se hospedan. Sonríe ¿Qué otra cosa puede hacer? Los chicos duermen en una habitación y ella en otra, y de alguna forma está bien: tiene toda la cama para ella y su privacidad, pero los chicos… han tenido la mala suerte de no encontrar más que dos habitaciones libres esa noche, y obviamente ella no puede estar en el mismo cuarto porque eso equivaldría a que todos ellos sean asesinados por su hermano y honestamente ninguno tiene ánimos para lidiar con eso.
-Buenas noches, Lenalee-Allen la despide con una sonrisa amplia y falsa. Hay demasiado dolor en su interior, pero es la clase de persona que prefiere mostrarse alegre y seguir adelante que lamentarse en el camino. Los Terceros hacen una leve reverencia y Kanda ni siquiera la mira cuando anuncia que se va a dormir.
Si no estuviera acostumbrada probablemente se ofendería, pero lo estaba y sabe que es toda la cordialidad que puede esperar de su parte. A veces se pregunta por qué no lo odia, pero ni con todos sus contras podría hacerlo: Es uno de sus queridos amigos, una de las piezas fundamentales de su mundo.
Se va a la cama; está cansada, le duele la cabeza, pero no puede dormir. Se mueve de un lado a otro por la cama y no encuentra una posición cómoda para rendirse al sueño. Lleva su mano a su frente, palpita. La cabeza le da vueltas y sabe que no es sólo por el dolor físico, sino por los pensamientos que pasan por su mente: Los Noah, los Akumas, la Orden, el Conde… y esa horrible sensación que no se ha podido quitar desde que iniciaron el viaje hacia Estambul: la sensación de estar a pocos instantes de perder algo valioso y más que nada ese pensamiento le atemoriza.
«Estoy imaginando cosas» piensa, sentándose en la cama y cubriéndose con las sábanas, abrazada a sus rodillas « ¿Por qué no puedo quitarme esta sensación?» La cabeza le da vueltas y los ojos le arden. Lenalee posa sus manos en su rostro y trata de calmarse. Nada saca con quebrarse la cabeza con presentimientos absurdos. Se levanta de la cama, coge sus botas y se dirige al cuarto de baño a refrescarse.
La noche está particularmente silenciosa. Lenalee abre la llave del grifo del agua, contempla su rostro cansado y juvenil en el espejo. Llena sus manos con agua y se la echa a la cara. No puede pensar en nada más agradable que aquella fresca sensación en su rostro atormentado. Se contempla en el espejo otra vez y ve con satisfacción que sus facciones se relajan. Se siente mejor. Llena un vaso con agua y lo bebe lentamente. Ojala ciertas cosas en la vida fueran tan fáciles de solucionar como esa.
La puerta hacia el pasillo está demasiado cerca como para ignorarla. Tal vez una pequeña caminata la distraiga. Demora un par de pasos hasta llegar a una pequeña terraza con una amplia vista hacia la noche. Y ahí está Kanda mirando hacia el cielo-o hacia la nada, quién sabe-, apoyado a la pared con el semblante serio.
- ¿Estás bien? -pregunta ella, viendo que él no lo hace. Kanda apenas gira el rostro para observarla por el rabillo del ojo, como si su simple voz le hubiera interrumpido de pensamientos sumamente profundos. Pero ella no se inmuta ante esa mirada asesina-. Deberías estar con los otros durmiendo….
Yuu chasquea la lengua ante le mención de los demás.
-Se supone que debería estar durmiendo-comenta, con la voz cargada de amargura-. Pero no puedo estar en una misma habitación con el Brote de Habas y los otros dos-Lenalee le observa, con cierta preocupación. Kanda relaja un poco el tono de su voz-. Entraré allí una vez esté seguro que las molestias estén durmiendo profundamente-Observa a la muchacha de cabellos oscuros parada a pocos centímetros de él, y finge desinterés-. ¿Y tú? ¿No deberías estar haciendo lo mismo?
Él tiene un buen punto y ella no puede sino ser sincera como él.
-No me sentía bien-contesta viendo hacia el suelo. El se gira de nuevo para contemplar la noche tan oscura como él-… pero ya me estoy sintiendo mejor-Lenalee no puede asegurar que él le presta cien por ciento la atención. Él está sumido en la oscuridad. Observa luna menguante mientras nubes oscuras pasan a través de ella. Kanda es muy parecido al astro, piensa: hay un montón de cosas que no conoce acerca de él y que duda algún día pueda saberlas, básicamente, porque no deja a nadie entrar a su corazón y para ello levanta un muro de acero entre él y los demás, ella incluida.
Claro, sería genial si alguna vez pudiera haber alguien con quien baje esas defensas, alguien a quien le permita entrar en los desconocidos laberintos de misterios que se tejen a su alrededor.
Y ella quiere desesperadamente ser ese alguien.
Lenalee contempla el amargo rostro de Yuu y no puede evitar preguntarse si una persona como él ha podido amar alguna vez o si tal vez ha aceptado el amor de alguien en el pasado. No lo sabe, él nunca se lo dirá tampoco.
Yuu Kanda observa a la Lenalee frente a sus ojos vestida únicamente con su ropa de dormir ¿En qué está pensando? Con el frío de la noche fácilmente puede pescar un resfriado, pero a ella poco parece importarle o peor aún, parece no darse cuenta. Ella le sonríe, inconsciente de lo que esa sonrisa provoca en él. Frunce el ceño para no simpatizar y ella sólo lo mira con sus ojos violetas sin ninguna clase de odio. Humh, ella es ciertamente ingenua y él duda que pueda adivinar los pensamientos nada inocente que cruzaban su mente al verla tan escasamente vestida.
Ella comienza a tener escalofríos, se frota los brazos y Kanda está seguro que apenas ahora se da cuenta de lo poco asertivo que fue no traer su chaqueta con ella. Estira la mano hacia ella intentando tocarla, pero pronto abandona la idea y baja el brazo. Observa el suelo. Supone que sus ojos no pueden verse tras su flequillo en esa posición. Se quita la chaqueta y sin hacer contacto visual con Lenalee la cubre con su prenda. Error: sus esencia fémina y su perfume llegan de inmediato hasta su nariz y algo en su interior que ha mantenido oculto comienza a despertar, harto de acumular polvo entre sus pantalones.
Lenalee Lee se ve sobresaltada al sentir la calidez de una prenda que la cubre de repente. Kanda se mantiene a su lado y sin hacer gesto alguno, se va alejando. Lenalee tiene una vista privilegiada de sus brazos descubiertos: fuertes y musculosos, nada desproporcionados. Los suficientemente fuertes para sostener a una chica en brazos y no dejarla caer. Un rubor cubre sus mejillas ante el mero pensamiento. Su mano aprieta aún más la chaqueta de su compañero sobre sus hombros y al instante comprende que no es una buena idea: la calidez de Yuu aún sigue ahí, demasiado perfecta, demasiado adictiva como para poder ignorarla.
-Gracias… -agradece, temiendo que su voz no vuelva a salir más de su garganta.
Yuu no contesta. La observa. Ella es la clase de chica con la que muchos chicos de su edad acostumbran soñar. Todos, excepto él….Gruñe, alejando las primitivas sensaciones que piensan invadirlo. No, ella no es para él: ninguna chica es para él, a excepción de esa persona. Un vago recuerdo aparece ante sus ojos. Sin notarlo, sus manos se cierran en forma de puño. Contempla a Lenalee ¿se parece ella acaso a esa persona? ¿Habrá algo semejante en ellas? Recuerda vagamente la voz que constantemente le atormenta.
«Las promesas se hacen para cumplirlas » piensa
Sí, y Lenalee le está completamente vedada.
-Vamos, vuelve a tu habitación-Más que una orden, es una súplica implícita. Su mera presencia le tienta a olvidar todo y dar rienda suelta a sus emociones. Y eso es algo que no puede permitirse-. Y deja de preocuparte tanto por tus sueños. Eres una exorcista ¿no? -Ella lo observa con curiosidad-. No deberías inmutarte tanto por sueños como esos.
Sí, ella lo sabe… pero no puede permitir que su mundo se siga haciendo pedazos frente a sus ojos y no hacer nada para impedir que se derrumbe. Y recoger los pedazos rotos al final es algo que no quiere hacer a futuro. Su corazón no lo soporta. Ni ahora ni nunca.
Ella camina a su lado hasta que ambos quedan frente a las puertas de sus respectivas habitaciones. Él la mira y ella tiene la impresión de que su mirada se suaviza. Se supone que debe girar la perilla, entrar e irse a la cama, pero…
-Buenas noches, Lenalee
No puede.
-Kanda…
Él la oye y pronuncia una maldición. ¿Ahora qué?
-… tú-Lenalee agacha la mirada ¿eso es lo que siente realmente? Levanta la vista hacia los azules ojos de su compañero japonés. Y de pronto parece entenderlo todo.
- ¿Qué has dicho? -Tiene la impresión de haber escuchado algo, pero no, no es posible.
- La persona a la que quiero… eres tú, Yuu.
Es todo lo que en verdad desea.
Antes de que pueda razonar, se acerca a Kanda y lo abraza con fuerza, como si fuera a desvanecerse de un momento a otro. Él es prácticamente un demonio, un frío e insensible y quizás deba odiarlo… pero no puede. Él es el fragmento más importante de su mundo, tan grande como su hermano.
Las palabras golpean tan fuertemente a Kanda que apenas puede reaccionar. «No, no, no. No es verdad» se repite. Ella no puede quererlo a él, vamos ¿no estaba enamorada del Brote de Habas? Maldito el mentiroso que esparce esos rumores.
Y Maldito él, que es incapaz de rechazarla.
Prácticamente reclama sus labios de manera posesiva. ¡Que alguien lo detenga! No es capaz de pensar, no es capaz de encontrar algo de sentido común al asunto. Su lengua bordea sus labios en busca de la suya y una vez que encuentra a su compañera se niega a dejarla ir. Es posesivo, es dominante. Y ella no reclama.
Ella se aparta. Quizás la lógica le ha vuelto. Un respiro… es todo lo que necesita para recuperarse… un poco. Ella evoca en él más lujuria de la que él mismo cree. Pero cuando todo parece mejorar, ella lo abraza de una forma tan tierna que incluso le parece un sueño.
-Si un día te vas… no podré soportarlo.
Y lo más seguro es que se iría un día de estos, cuando….
-Quédate conmigo esta noche.
Si pudiera ser, su mandíbula se caería hasta el suelo.
-Lenalee…
-No tienes nada que decir. Soy una chica grande y sé lo que hago ¿sabes?-Entrelaza sus manos con las de él y evita mirarlo.
«Porque siento que si no lo hago ahora me arrepentiré durante toda la vida» Lenalee quiere desechar ese presentimiento, pero ¿puede? Todo de lo que dispone es de aquello que puede tomar ahora y agradecerlo.
Y ella definitivamente no quiere perderlo, no ahora. Y si puede tenerlo tan sólo un instante, ¿puede quizás conformarse con eso? Es mejor que nada.
Examina Kanda de pies a cabeza. Y luego detiene su mirada en ese lugar. ¿Es normal que sobresalga de esa forma? Suspira. Se ha enfrentado a cosas aún más monstruosas que esa. Y eso ni siquiera le parece ni una pizca de horrendo de lo que son alguno de los Akumas con los que pelean. Ve la duda en sus ojos. Toma aire y comienza a besar su cuello y a juguetear con sus dientes y labios sobre su piel, descendiendo por su pecho, desabotonando botón por botón con una lentitud insufrible para él; lamiendo, besando y levemente mordisqueando su blanca piel. En el nombre de la Inocencia….
Es demasiado, Incluso para él.
Justo cuando piensa que ella no puede tentarle más. Ella le sonríe, se agacha y comienza a bajar a cremallera, pero se detiene. ¡Por qué diablos se detiene!
Este es el punto decisivo. Si con eso no ha podido convencerlo, no se hará más de rogar. Lenalee se levanta, sonríe. Ahora él debe elegir. Yuu tiene la impresión de que su mundo jamás se ha movido de la forma en que ahora se movía a causa de ella.
-Kanda…
-Vamos a tu habitación. Ahora- Y sin esperar, la toma con fiereza por el brazo, demasiado excitado para pensar con claridad. Cierra la puerta. Solos. Ellos dos. Ahora no hay límites. Demanda sus labios y los aprisiona, la hace retroceder hasta chocar con la pared. Su cuerpo la bloquea y ella lo siente más que nunca. Sus labios, posesivos y exigentes, no se conforman sólo con su boca. Y así como ella ha podido jugar con él ahora es su turno para hacerla rogar por piedad. Porque él no la tendría para ella.
Desabrocha casi con desesperación los botones del pijama, Y deja libre sus senos, tal cómo los había fantaseado. Sonríe. Sus anulares comienzan a jugar con sus pezones y ella comienza a gemir. Doloroso y placentero. Y vergonzoso. Una combinación extraña, pero le gusta. Lenalee siente algo húmedo tomar uno de sus pechos: Kanda probaba en su boca su seno derecho mientras acaricia el otro con el pulgar. La mira de reojo. ¿Quién está jugando ahora?
-Yuu…
No contesta. Está demasiado ocupado bajando sus propios pantalones. Y luego su ropa interior los acompañó. Lenalee tiene que reprimir un gemido. No. Él está listo para ella ¿pero ella lo está para él? Por primera vez en la noche su idea le parece descabellada. Se retractaría, pero sabe que él no la dejaría ir tan fácilmente después de todo lo que le provocó.
Pero en el fondo realmente, realmente desea unirse a él.
Kanda observa la duda en sus ojos. ¿Su tortura ha terminado? Debería estar aliviado, pero no lo está. Él la desea desde el preciso instante en que ella lo sedujo. La mira a sus ojos violáceos.
Maldición. La está dañando. Ella es demasiado inocente para atreverse a continuar. Y él se siente un aprovechado.
-Lenalee… -Su voz la saca de sus temores. Ella ve sus ojos azules, su cabellera larga, y contempla su rostro. Este es el Yuu al que quiere, al que desea unirse más que a nada en el mundo. Él es el Yuu al que no quiere dejar. Su Yuu.
El Yuu Kanda al que tanto ama.
-Kanda…-Justo cuando se acostumbra a que lo llame por su nombre-que en sus labios no suena nada mal-ella vuelve a llamarlo por el apellido-. Está bien. Continúa.
El universo nuevamente regresa a su ritmo arremetido. Con cuidado, desprende a Lenalee del pijama y las pantaletas. Ahora está lista para él. Guío los dedos de su mano hasta su centro femenino. Está húmeda. Le sonríe de forma traviesa. Lenalee recién comprende lo que va hacer cuando la conduce hasta la cama, sentándose con las rodillas cruzadas en la posición del loto, y la sienta a ella con las piernas levemente separadas sobre él.
-Yuu, ¿Qué…? -antes de terminar, los dedos de él comienzan a hacer magia entre sus piernas. La sensación es incómoda al principio, pero luego comienza a sentir las punzadas de placer. Él está besando y lamiendo su cuello, susurrándole cosas que no entiende al oído. La temperatura comienza a subir y algo dentro de ella comienza a bullir. Siente el miembro de Yuu tras su espalda. Y al otro instante, siente que va a explotar. Él besa su oreja y le susurra algo que sí puede entender.
-Disfrútalo… -Justo cuando sus palabras abandonan su garganta, ella siente la liberación Y no puede evitar gemir ante al placer que le arrasa. Yuu tapa su boca antes de que pueda seguir gritando, que es lo que en verdad quiere hacer.
-No queremos que los demás sen enteren, ¿No, Lenalee? -ella disfruta cada una de sus palabras así como cada palpitación que poco a poco abandona su cuerpo. Ella no imagina nada más placentero que eso, hasta que siente el miembro de Kanda nuevamente entre ellos.
-Mírame, Lenalee- con sus manos voltea su rostro para que lo miré- Quiero ver tu cara en el momento en que llegues a la cima del placer-La ayuda a dase vuelta hacia él-. Y cuando digas mi nombre entre jadeos.
Ella ríe nerviosamente. Claro que lo haría.
Con cuidado, se introduce en ella. Lenalee siente el dolor desgarrarle, pero ha sufrido peores. No detendría a Yuu por una pequeñez como esa. No. Lo disfrutaría al máximo. Ella tiene que reprimir sus jadeos apoyándose en su hombro cuando él comienza a embestirla cada vez más fuerte. Dios. Es tan placentero, y por primera vez se siente más cerca de Yuu que nunca, Huele el aroma de su cabello que desde siempre le ha enloquecido. ¡Oh! ¡Si él supiera desde hace cuánto lo desea! La oscuridad de sus sueños nunca ha sido suficiente para alimentar sus fantasías.
Kanda aumenta el ritmo de sus estocadas. A ella cada vez le cuesta más mantener la calma. Cuando siente las piernas de Lenalee rodear su cintura, alcanza el paraíso al profundizar la unión.
- ¡Yuu! -Falta poco. La electricidad comienza a hacer su aparición en su columna. Rodea el cuerpo de Lenalee con su brazo izquierdo y el pulgar de su mano derecha se dirige nuevamente a su femineidad. Frunce él ceño, Cierra los ojos y da una última y profunda embestida antes de derramarse en su interior. Lenalee se aferra aún más a sus caderas antes de gemir el nombre de su compañero poco después de que su propio orgasmo la embriagara.
-Eso estuvo bastante bien-Lenalee rodea el cuello de Kanda con sus brazos, sin querer separarse aún. Pero la mirada ensombrecida de Yuu opaca su felicidad- ¿Yuu?
Él no puede reaccionar ¿qué ha hecho? O mejor dicho ¿en qué está pensando? Está mal, Horrorosamente mal. El no puede permitirse estar allí más tiempo. Ocultando el rostro tras el flequillo, se separa de Lenalee sin decir palabra alguna. Ella apenas se lo cree ¿tenían sexo y al instante siguiente la ignoraba como si nada? Sujeta su mano. Lo ve con severidad. Kanda apenas puede atreverse a devolverle la mirada. Lo que Lenalee ve en sus ojos la hace pedazos por dentro.
Pero hay sólo una cosa que quería preguntarle.
- ¿Te arrepiente de lo que hicimos, Kanda?
¡Demonios, no! Ha sido fantástico en incluso puede asegurar no haber experimentado nada así antes, pero el mero pensamiento de creer que se ha aprovechado de ella, que no es capaz de tener un poco más de autocontrol le atormenta. Peor aún: le mata la idea de haberle fallado a esa persona…
-Te quiero Yuu. Pero si vas a ponerte así…
-También te quiero Lenalee Lee-Las palabras salen de su boca sin que necesitara pensarlas demasiado.
-Idiota-Ella toma su rostro entre sus manos y le besa-. Idiota-repite.
Lenalee echa hacia atrás las sábanas y lo invita a meterse en la cama con ella. Y él está demasiado exhausto como para rechazar tan tentador ofrecimiento pese a saber que a la mañana siguiente se arrepentiría por cualquier cosa que pase esa noche entre ambos.
Un día él iba a dejarla… Y por más que ahora lo niegue le dolerá. Todo lo que puede hacer ahora es tomar aquello que puede y agradecerlo.
Pero por ahora… aquello es suficiente.
«Él va a irse»
Y ella al menos sabe que hizo lo que pudo para disfrutar del tiempo que disponían.
XOX
-Tuve un sueño extraño-comenta Allen en la mesa al desayuno. Mira a Lenalee-. Y tú estabas ahí-Luego, con un tono más irritado, observa a Kanda sentado frente a Lenalee-. Y él también.
- ¿Qué fue lo que soñó el maestro exorcista?-interroga Tokusa. Allen se sonroja al instante.
-Ummm..., pues verás-Y el tono rojizo va en aumento, si es que eso es posible al ver a sus compañeros exorcistas observarles con una extraña curiosidad casi morbosa-. ¿Sabes? Creo que lo olvidé.
Y con eso, dio por terminado el asunto.
FIN