Título: Podemos repetirlo cuando quieras.
Fandom: Resident Evil.
Pareja: Chris/Jill, Barry.
Palabras: 662.
Advertencias: pre-series.
Notas: escrito para
amandabeicker en
umbrella-es.
-Ya te dije que calentases más.
-Había calentado diez minutos -espetó Jill mientras se arrastraba hacia el interior de la oficina de los STARS, agarrándose del cuello de Chris.
Cuando les tocaba trabajar los sábados y no había ninguna operación en marcha para los próximos días, la oficina se llenaba de ese aire de ociosidad y aburrimiento propios de un tedioso fin de semana a la mañana en el trabajo. Barry, que pulía su arma reglamentaria y ponía a punto buena parte del arsenal del equipo Alfa, levantó la vista distraído cuando sus compañeros Jill y Chris entraron.
-¿Qué ha pasado aquí? -preguntó en voz alta Barry, sin poder evitar el tono socarrón.
-La señorita Valentine ha hecho una carrera de treinta minutos alrededor de la comisaría con poco calentamiento y ahora tiene un calambre en la pierna derecha -le respondió Chris, con la misma inflexión burlona en su voz. Jill les lanzó a ambos sendas miradas de odio.
Chris llevó a Jill hasta la silla de su escritorio, con cuidado de no hacerla apoyarse en el suelo demasiado. La joven dejó escapar más de un quejido y cerró los párpados con fuerza cada vez que el pinchazo le recorría toda la pierna.
-Maldita sea… no recordaba que fueran tan dolorosos -farfulló entre dientes. Tenía el pelo revuelto, las mejillas encendidas y la camiseta blanca con el logo de los STARS sudada. Con dedos torpes comenzó a masajearse la zona dolorida.
-Recuérdame que le diga al capitán Wesker que necesitamos un médico ya -dijo Chris, que rebuscaba entre el triste botiquín que tenían guardado entre pilas de cajas al final de la oficina. De allí sacó un pequeño tubo de crema muy pastosa, y regresó hasta su silla junto a Jill.
Barry decidió seguir limpiando sus armas, lanzando miradas de reojo a la pareja con una media sonrisa oculta bajo la barba.
-Anda, déjame -le dijo Chris a Jill, apartándole las manos y colocando la pierna de la muchacha sobre su regazo. Ésta hizo una mueca de dolor y se reclinó en su asiento, con los brazos cruzados-. Con suerte esto sirve para aliviar el dolor.
Chris se untó las manos con un poco de la crema blanquecina y acto seguido la expandió por la pierna de Jill, moviendo las manos alrededor del músculo, que ahora estaba tenso y duro como una piedra. Cada vez que sus dedos hacían algo de presión, Jill tenía que contener un gruñido de dolor; pero Barry reconocía que se lo estaba pasando en grande viendo cómo la mujer contorsionaba su cara.
Cuando Chris terminó de repartir la crema, se volvió hacia Jill.
-¿Te duele menos? -preguntó, aún masajeando con suavidad sobre el músculo.
-Sí, gracias Chris -respondió, con una sonrisa agradecida. Entonces dejó escapar una pequeña carcajada-. Seguro que esto lo haces para aprovecharte de todas las mujeres que entran en los STARS, ¿verdad? -rió.
-Bueno, eres la única que ha habido por ahora; así que tienes el honor de ser la primera en recibir un masaje de Chris Redfield -contestó con una sonrisa francamente aduladora en opinión de Jill-. Podemos repetirlo cuando quieras, por cierto -añadió con tono un tanto pícaro y un guiño.
-¡Buen intento, Redfield! -le espetó Jill entre risas, propinándole un suave golpe en el hombro.
En ese momento, Barry carraspeó y se levantó de su asiento en dirección a la puerta de la oficina.
-Madre mía, cómo está el panorama por aquí -bramó entre carcajadas antes de abandonar la habitación.
Jill y Chris contemplaron cómo Barry salía de la habitación, con expresión anonadada en sus rostros ante el repentino comentario de su compañero.
El calambre de Jill desapareció y ni ella ni Chris volvieron a hacer mención de masajes ni nada por el estilo delante de Barry o el resto de sus compañeros, que días después les lanzaban miradas más que sospechosas.
Un mes más tarde, y para disgusto de ambos, eran la comidilla de todo el departamento.
-fin-