Fandom: Fullmetal Alchemist.
Pareja: Edward/Winry.
Tabla:
Rolling.
Prompt: #5 Hours are like diamonds, don’t let them waste.
Palabras: 324.
Advertencias: post-manga y pequeños spoilers del final.
Notas: si tratase de hacerlo más topicazo, no podría. P-pero es que me gustan este tipo de tonterías llenas de domestic love ;___;.
-¿Están dormidos ya?
Edward, con evidentes ojeras y el cabello alborotado, asintió desde el marco de la puerta. En la oscuridad de la habitación, un niño de apenas dos años y una niña aún más pequeña dormían plácidamente. Los pequeños habían decidido enfermar cada uno en semanas diferentes, para al final coincidir los dos en la misma semana y con resfriado, fiebres y mocos por todos lados.
-Menos mal… -suspiró Winry, aliviada, mientras se pasaba el dorso de la mano por la frente.
Dos horas. Dos eternas horas era el tiempo que habían necesitado esa vez para hacer que los niños se durmiesen, y tanto Edward como Winry empezaban a sentir el peso de la paternidad en todo su apogeo. Los días pasaban a una velocidad pasmosa y lo único que consumía su tiempo eran los biberones, pañales, los baños, las comidas, los llantos, las noches en vela y un sinfín de quehaceres. Aquellos pequeños diablos necesitaban atención constante y eficaz, y Ed y Winry sólo se cruzaban en la casa cuando sus tareas coincidían en una misma habitación. La última vez que habían hablado de algo no relacionado con los niños fue a las seis de la mañana, recién despierto y después de un roce de labios, y tan sólo había sido un buenos días ahogado por los bostezos.
-Tenemos que aprovechar ahora, o no encontraremos otro momento.
Winry accedió con rapidez y se encaminó hacia el dormitorio principal, seguida de Edward. Por suerte, mañana vendría el tío Alphonse y ellos no tendrían que madrugar como de costumbre. Y como el tiempo es oro, la joven pareja no dudó en qué emplearlo.
Minutos después, Edward y Winry yacían tirados en la cama, completamente dormidos y arropados por una holgada manta. La paternidad tenía consecuencias irremediables y la supervivencia era la primera prueba que debían superar. Y tras noches cuidando de dos hijos enfermos, se imponían horas de sueño - lo otro tendría que esperar.