¤ Comunidad:
fandom_insano,
torre_eidos y
piffle_fanfic [Ficathon].
¤ Título: Lógica aplastante.
¤ Fandom: Card Captor Sakura.
¤ Claim: Keroberos + Spinel Sun.
¤ Tabla:
Helados.
¤ Nivel:
01. El salón del Banquete.
¤ Helado | Prompt | Reto: 02. Chocolate Blanco | "Dieta saturada de azúcar" |
04.
¤ Palabras: 964.
¤ Advertencia: Post-manga, cambiado sólo un poco una cosa: Eriol se queda más tiempo en Tomoeda.
¤ Notas: Amo a este par (L). Algo medio típica (la trama).
¤ Resumen:
Una dieta saturada de azúcar nunca es buena.
Spinel Sun aún dudaba sobre la verdadera razón por la que no solía negarse en visitar a Keroberos. Puede que fuera porque ambos eran guardianes, seres únicos y fantásticos creados a partir de la magia de personas que, aunque fueran de diferentes épocas y tuvieran distintas apariencias y edades, compartían la misma alma, haciéndolos a ambos algo así como hermanos. O, al menos, esa era la excusa más lógica que se le ocurría en esos momentos. Como fuera, el pequeño gato negro creyó que lo mejor era ir comenzando a pensar una buena excusa para rechazar la siguiente invitación (porque sabía que la habría) y así evitarse problemas como el que vivía en ese instante.
Esa tarde Eriol le había comentado que irían a la casa de Kinomoto, pues ella y su amiga Daidouji los habían invitado (a ambos, también a Nakuru, pero la guardiana no se encontraba en esos momentos, posiblemente estaría donde estuviera el joven Touya -y Yukito por ende-) a tomar el té. En realidad a Eriol lo invitaron por el té y a él como acompañante para un aburrido león. No se negó. Spinel nunca podría negarle algo a Eriol.
Se presentaron a la hora indicada, como buenos ingleses, y el pequeño guardián de pelaje negro fue conducido a la habitación de Sakura, donde se encontraba Kerberos.
―Aquí les dejo unos postres, espero los disfruten ―comentó la hija menor de Fujitaka, señalándoles una charola, la cual contenía una gran variedad de pastelillos― Kero, no te acabes todos, deja que Spinel coma alguno ―Y con ese pequeño regaño se retiro.
Ni tardío ni perezoso, en el momento en que la puerta se cerró, Kero se abalanzó sobre un pastel de chocolate blanco al que ya le había echado el ojo. En cambio, Spinel se sirvió un poco de té y se aseguró de acomodarse lo más alejado que le era posible de los postres. Definitivamente tendría que comentarle a Eriol que le dijera a Sakura su problema con los dulces.
―¿No vas a comer? ―preguntó Kero. Spinel lo miró, el leoncito tenía toda la cara cubierta de chocolate, lo cual le provocó un pequeño escalofrío.
―No, gracias.
―¡Anda! Sino comes Sakurita se enojara conmigo ―insistió el guardián dorado. Tomó un pastelillo y se acercó volando a él, extendiéndole el dulce―. Come o me lo como.
Spinel miró el postre y comenzó a sudar al inspirar el exquisito aroma. Fresas, pensó con deleite, pero se esforzó en rechazarlo.
―Tú sabes como me pongo con los dulces.
―¿Y eso qué? ―Spinel lo miró fijamente, un tanto molesto. Kero se acordaba muy bien de lo sucedido, pero él no podía aceptar que alguien se negara a comer cosas dulces, no importando que tan loco se pusiera por ello.
―¡Sólo una mordida!
―Que no.
Ambos felinos se miraron a los ojos, lanzándose chispas en el proceso. Kero parecía no querer rendirse y Spinel intentaría, costara lo que costara, el evitar probar alguno de aquellos postres. Así que una pequeña pelea de voluntades comenzaba a llevarse a cabo entre ambos guardianes. Kero acercó el pastel a la boca de Spinel, pero este lo esquivó con un brinco, haciendo que el enojo y terquedad del felino dorado aumentaran.
―¡Te lo vas a comer! ―gritó Kero con determinación y la persecución dio comienzo.
Spinel se echó a volar, siendo perseguido de cerca por Keroberos. Al inicio volaban en círculos por toda la habitación, tirando todo lo que se interpusiera en su camino (los peluches de Sakura, una lámpara, una silla, etc). Spinel se dio cuenta que no podía escapar del otro felino en una habitación tan chica, por lo que abrió la puerta y voló por el pasillo, pero Kero era terco y no se daría por vencido, así que lo siguió. La persecución siguió en el primer piso, sufriendo la sala, el comedor y la cocina los estragos del mismo. Ninguno pareció darse cuenta de que sus amos no estaban dentro de la casa, lo cual fue una ventaja en sí, pues Tomoyo había decidido disfrutar del té en el jardín.
Al final Spinel quedó acorralado entre Kero y el refrigerador, sin posibilidades de escapar.
―¡Cómelo!
―¡He dicho que no!
Pero Keroberos no aceptaría un no por respuesta. Abrazó a Spinel, sujetándolo firmemente con ayuda de su cola, le abrió la boca y le zampó el pastelillo entero, sujetando después la boca del gato negro con ambas patas, para que no pudiera abrirla. Spinel intentó soltarse, pero antes de que se diera cuenta ya se había tragado el dulce. Dejó de retorcerse y se quedó flotando, como ido. Kero no lo notó, pues estaba vanagloriándose por su victoria.
―¡Lo comiste! ¡Lo comiste! ―Celebraba el guardián dorado, revoloteando por toda la cocina. Cuando no escuchó la voz de su amigo, volteó a verlo―. ¿Qué? ¿Enojado? ―preguntó, al verlo.
Spinel no lo miró, sino que revoloteó por el lugar, aumentando la velocidad a cada segundo. Cuando alzó el rostro, Keroberos tuvo un deja vú.
―¡¡¡DULCES!!! ―gritó Spinel y se echó a volar hacía la habitación de Sakura, al parecer con la intensión de terminar con los postres que se habían quedado allá arriba.
Una gotita resbaló por la nuca de Kero.
―De acuerdo, lo acepto. No cualquiera soporta una dieta saturada de azúcar ―masculló para sí. Luego recordó que posiblemente el otro guardián andaba zampándose sus postres―. ¡¡MIS PASTELES!!
Cabe constatar que dichos postres no duraron mucho y después los guardianes (si, ambos) atacaron la cocina, dejándola hecha un desastre. Luego de eso Eriol se dio tiempo de explicarles a Sakura y a Tomoyo el pequeño inconveniente que tenía Spinel Sun con los dulces, por lo que ambas chicas decidieron no volver a hacer postres cuando invitaran al chico y a su guardián, para molestia de Keroberos, claro esta.