¤ Comunidad:
piffle_fanfic [Ficathon].
¤ Título: Deseo de Libertad.
¤ Fandoms: Clover/xxxHOLiC.
¤ Claim: Suu + Yuuko.
¤ Prompt: "Suu desea libertad".
¤ Palabras: 1,271.
¤ Advertencia: Spoiler del final del manga de Clover.
¤ Resumen:
Suu solo desea su libertad.
Una pequeña niña de cabello blanco y corto se encontraba sentada en la rama de un árbol, sus ojos cerrados y entre sus manos sostenía un pequeño pájaro con alas de metal, de el se podía escuchar una suave pero triste melodía, que ella misma cantaba en voz baja.
-Quiero encontrar la felicidad. Quiero encontrar la felicidad. Quiero encontrar la felicidad a tu lado, quiero convertirme en tu felicidad. Por eso... llévame. Llévame lejos de aquí. Quiero estar en un lugar distinto, Tómame y llévame lejos de aquí.
Ya habían pasado unos cuantos meses desde que había sucedido la muerte de la única persona que llegó a considerar su amiga, de aquella mujer que le había demostrado que no estaba sola.
-Pero, estoy sola nuevamente. Completamente sola.
Algo en el interior de la pequeña dolía. No podía comprender completamente esa sensación, pero sabía que tenía relación con que Oruha se hubiera ido para siempre.
La melodía se impregnaba en su ser, sabiendo que aquella canción era especial. Ambas la habían creado y, al parecer de manera inconsciente, demostraba todo lo que sentía la pequeña, toda la soledad que le rodeaba.
-Pero ya nunca más...
Cerró sus ojos con fuerza, llevándose las manos al pecho, abrazando al ave entre las mismas. Sólo con un pensamiento, sólo con un deseo.
-Quiero ser libre.
Sus ojos se abrieron, observando hacia arriba, a la parte más alta de aquella jaula en donde vivía.
-Deseo ser libre -murmuró. Un pequeño suspiro escapó de sus labios, dejando en libertad a la pequeña ave, la cual voló a su alrededor y se posó en una rama enfrente de ella.
-Puedo cumplir eso que deseas -se escuchó una voz suave, tranquila, claramente de una mujer madura.
Suu miró al ave confundida, ¿esa voz había sido su imaginación?
-Puedo cumplirte tu deseo -volvió a decir aquella voz que, al parecer, provenía de la avecilla.
La pequeña se extrañó, pero no pudo evitar la curiosidad, no pudo evitar volver a interesarse por algo.
-¿Quién eres? -preguntó suavemente, sin saber porque aquella voz le recordaba a Oruha.
-Una amiga.
-¿Amiga?
-Si, y puedo cumplir eso que deseas, cumplirte el deseo que expresas en esa canción que tarareas.
La niña se llevó una mano a la garganta. ¿Aquello sería verdad o sólo un hermoso sueño?
-¿Podré ser libre? -una suave risa se dejó escuchar.
-Sí. Aunque tendrías que pagar un precio -el tono de la voz cambio, ahora podía notarse una leve tristeza, aunque fue sólo por un segundo-. ¿Estas dispuesta a pagar el precio por tu deseo?
Suu se quedó callada un momento, tal vez dudando, tal vez pensando demasiado.
-¿Podré ser libre? -preguntó nuevamente, alzando su vista hacia el cielo de la jaula.
-Sí.
-¿Ya no estaré sola?
La voz guardó silencio y Suu miró al ave con una sonrisa triste. Sabía que su deseo era demasiado para poder realizarse.
-Ya no lo estarás. Dejarás de estar sola, pero eso sólo aumentara el precio de tu deseo, incluso... incluso puede que entiendas el sentimiento del cual te hablaba tu amiga.
Una sensación extraña se apoderó del interior de la chica. Estaba ¿Emocionada? ¿Esperanzada? No lo sabía, pero era una sensación agradable.
-Pero ¿Cómo se que puedo confiar en ti?
-Mi trabajo es cumplir los deseos de los demás. Tu deseo es muy fuerte, tanto que pudo llegar a mis oídos de un lugar tan lejano, créeme, nunca fallo.
Y Suu le creyó, no supo por qué, pero sentía que esa mujer no estaba mintiéndole.
-¿Cómo lo harás?
-¿No preguntas antes el precio?
-No importa cual sea -dijo con voz determinada.
La mujer guardó silencio unos segundos, donde claramente pudo escucharse un leve suspiro.
-Tu poder.
La pequeña parpadeó confundida.
-¿Mi poder?
-A si es. Un trébol de cuatro hojas es un ser muy poderoso, tu existencia en si es sorprendente. Te concederé tu deseo si me das tu poder.
-¿Y cómo te lo daré? -preguntó mientras veía las paredes de hilos de metal que le rodeaban.
-En tu mundo tendrás que morir, así tu existencia viajara a otro mundo donde podrás ser libre y una persona común, tu poder vendrá a mi cuando eso suceda. ¿Aún así quieres que te conceda tu deseo?
Suu sonrió ante aquellas palabras.
-Sí.
-Entonces es un trato.
Y el ave guardó silencio, tomando vuelo y desapareciendo en las copas de los árboles.
A los pocos días la pequeña Suu pudo hablar con los Magos, después de mucho dialogar estos le otorgaron permiso de ir al Parque de las Hadas a cambio de que muriera en ese lugar.
La pequeña sonrió ante esas palabras, sabiendo que su amiga había cumplido.
Esperó día y noche junto a la puerta, ansiosa de conocer a quien le llevaría a aquel lugar que tanto ansiaba.
Un día, la puerta se abrió y un apuesto hombre entró al lugar y Suu sintió conocerlo de antes.
-¿Usted es la persona que me llevará?
El hombre solamente asintió, extendiendo su mano para que la chica la tomara entre las suyas, sorprendió al ver la identidad del objeto que tenía que transportar.
-Sí. Mi nombre es Kazuhiko Faye Ryu, ¿Y el tuyo?
-Soy Suu.
Y sonrió con ternura.
Lejos, muy lejos de aquel lugar, en otro mundo muy distinto, una mujer de larga cabellera negra y melancólica sonrisa tenía entre sus manos una pequeña ave, con extrañas alas de metal. Se encontraba sentada en la entrada de una bella mansión antigua. A su lado, un pequeño ser semejante a un conejo negro le miraba extrañado.
-¿Por qué lo hiciste?
La mujer dejó el ave en un cojín que tenía a un lado, para mirar a su amiguito.
-¿El cumplirle su deseo? -el pequeño frunció el ceño, al parecer por primera vez no estaba muy contento con la forma enigmática de ser de la mujer.
-Sabes a lo que me refiero.
Ella solamente se encogió de hombros, alzando la vista al cielo.
-Eso era parte de su deseo.
-¿No quería ser libre y ya no estar sola? -preguntó extrañado, logrando que ella regresara su mirada y la posara sobre él.
-Sí, pero inconscientemente también quería conocer ese sentimiento... técnicamente se mataron tres pájaros de un sólo tiro y el precio equivale las tres cosas.
Mokona movió las orejas curioso, para después sonreír grandemente.
-¡¡Yuuko es genial!!
-¡A que sí! ¡¡Por eso hay que celebrarlo con un buen banquete!! -el pequeño ser negro brincó animadamente.
-¡¡Claro!! ¡¡Le diré a Watanuki que nos prepare mucha comida y saque el Sake!!
-¡¡Qué sea del mejor!!
Rió jocosamente la mujer, observando como Mokona se iba brincando y gritando, siendo acompañado en algún punto por las pequeñas Maru y Moro. Cuando quedó completamente sola, su vista regresó a la pequeña ave que dormía plácidamente a su lado y su expresión se tornó seria.
-El destino de los mundos últimamente esta recayendo en jóvenes muy valientes -su mano se posó en el ave, el cual parecía en aquel momento no tener vida alguna, acariciándolo con suavidad.
Sabía que aquello había sido un deseo muy grande y por lo tanto el precio lo era... pero no era coincidencia que hubiera escuchado el deseo de esa pequeña, no importando lo lejos que esta se encontraba... todo tenía un porque y una razón, sabía que ocupaba el poder de esa niña, o más bien, que su pequeño ayudante lo ocupaba. Su vista se posó en el corredor que daba a la cocina, donde se podía escuchar como Watanuki criticaba su suerte, la mujer sonrió de medio lado. El momento estaba llegando y al parecer, las cosas se estaban dando bien para ellos.