Hablar NO es tan malo, en serio

Nov 04, 2008 22:08

¤ Comunidad: 10pairings.
¤ Título: Más que un perdón.
¤ Fandom: One Piece.
¤ Personaje: Monkey D. Luffy.
¤ Claim: Luffy/Zoro.
¤ Palabras: 4,000.
¤ Advertencia: Spoiler de la quinta película "La Maldición de la Espada Sagrada" (Curse of the Sacred Sword). Shonen Ai, OoC (algo) y Vouyerismo (?).
¤ Notas: Acá está la Primera Parte.
¤ Aclaraciones: "Dos Fleur Spy" sería algo como "Dos flores espías" (Las técnicas de Robin son una mezcla de español+frances+ingles). Esa técnica es invento mío.
¤ Resumen: Él buscaba el perdón, pero necesitaba más que eso. El otro solo necesitaba aclarar las cosas. Y todos los demás querían que la normalidad regresara al barco de una buena vez.

La puerta de la bodega se abrió y los presentes voltearon a ver al recién llegado.

―¿Cómo te fue? ―preguntó Nami. Sanji le ofreció un vaso con leche al menor del grupo.

―Bien, creo. Lo demás depende de él ―Suspiró, aceptando la leche y sentándose sobre uno de los barriles. Los otros tres pusieron gestos entre resignados y pensativos. Les abrumaba el no poder hacer más que eso.

―Bueno, al menos ya terminamos con uno ―Trató de animar el cocinero.

―¿Aún no tienen noticias de Robin?

Usopp negó con la cabeza y todos miraron hacía arriba, preguntándose que tanto más tardaría en terminar la platica que Robin y Luffy tenían en la cocina desde hace rato.

-

La mujer de piel morena estaba sirviéndose una nueva taza de café, mientras que el chico comía un postre de manera lenta, algo muy extraño en su persona (aunque si lo pensabas, eso era algo normal en los últimos días). Robin lo miró y se preocupo, considerando que debía de ser algún tipo de pecado ver esa mueca de tristeza en el joven rostro de su Capitán. Dejó su taza en la mesa y se sentó a su lado, abrazándolo por los hombros. Luffy agradeció el gesto con una pequeña sonrisa. Ya llevaban más de una hora conversando y hasta el momento Robin podía deducir un par de cosas:

+ Luffy era un chico con un gran corazón y demasiado noble para su propio bien.
+ Tanto él, como Zoro, eran personas que -al parecer- les costaba mucho expresar sus preocupaciones.
+ Luffy no odiaba a Zoro.
+ Es más, se culpaba de todo lo que estaba pasando.

La chica tomó su taza y le dio un trago, mirando de manera pensativa el techo sin quitar su mano del hombro de Luffy. Al parecer iba por buen camino, pues el moreno se había abierto fácilmente con ella y le había contado sus pesares, pero aún existían cosas que necesitaban aclararse antes de pasar a la ‘segunda fase’ del plan.

―Capitán-san, ¿no ha considerado lo que puede estar pensando Zoro?

Luffy le miró en el momento en que ella dejaba de abrazarlo. Luego bajó el rostro, observando lo que quedaba de la rebanada de pastel.

―Si,

―¿Y qué crees que ha estado pensando todo este tiempo? ―El suspiro que escapó de los labios de Luffy no pareció buena señal.

―Que me odia. O, al menos, me culpa de haberlo puesto en aquella situación incomoda.

―¿Por qué crees eso? ―preguntó, enarcando una ceja. Después de esa conversación se encargaría de darle una buena cachetada a aquel que se atreviera a decir que tenía un capitán infantil.

―Porque lo noté, Zoro sufrió mucho, y no lo digo sólo por lo sucedido al final con esa espada. Él tuvo que elegir entre su lealtad hacía mi y la lealtad hacía su viejo amigo.

Robin rompió el abrazo para ponerse de pie, el tono que utilizaba Luffy le dolía. Iba a decir algo cuando escuchó un suave golpe a sus pies. Le dio la espalda a Luffy y utilizó su poder para hacer que un ojo y un oído florecieran en la bodega, cosa que asustó a Usopp por la manera en que aparecieron. El ojo de Robin parpadeó, como esperando la razón por la que le interrumpieron.

―Zoro va a la cocina, Robin ―dijo Nami. El ojo miró a su alrededor y luego parpadeó. Al segundo siguiente ambas partes del cuerpo desaparecieron.

La usuaria de la Hana Hana no mi había hecho que floreciera otro ojo en el mástil, de tal forma que pudiera ver la entrada de la cocina y fue cuando notó que las palabras de la navegante eran ciertas. Así que ya había llegado la hora de que jugara su última carta.

―Capitán-san ―Le llamó, haciendo que Luffy volteara a verla. Robin se volteó, sonriéndole de manera tierna. Habló hasta que estuvo segura que Zoro estaba en la puerta, sonrió internamente al ver como se detenía en el momento en que escuchó su voz―. ¿Y tú no te sentiste mal? Tu vida era la que corría peligro.

Al escuchar eso, el espadachín cerró con fuerza sus puños, temiendo escuchar la respuesta de Luffy. Pero no se retiró.

El nieto de Garp miró largamente lo que quedaba de su pastel, para después comerlo de un bocado y ponerse de pie. Miró a Robin con expresión tranquila.

―Un poco, la verdad. Pero el que lo pasó peor fue él, no yo.

Esas palabras fueron suficientes para que Zoro abriera la puerta. Al hacerlo, Luffy le miró sorprendido y Robin le sonrió, cosa que le dio mala espina. Para él, esa mujer tramaba algo.

―Con su permiso, creo que Navegante-san me está llamando. ―Mentira, en ningún momento se escuchó la voz de Nami, pero se marchó antes de que alguno de los dos pudiera decir algo.

-

En el momento en que la puerta de la bodega se abrió, Robin se vio rodeada por Nami, Chopper y Usopp, quienes le preguntaban una y otra vez, y al mismo tiempo, que es lo que estaba pasando en la cocina. Ella alzó la vista y miró a Sanji, quien sólo se encogió de hombros, como si aquello no le importara (lo cual era una gran mentira, podía notarse en sus ojos).

Alzó las manos, haciendo un gesto para que guardaran silencio y pudieran calmarse. Los otros tres, algo dudosos, lo hicieron.

―Por el momento, ellos dos están solos haya arriba ―dijo, señalando hacía el techo. La mirada de todos se volvió hacía ese lugar. Aunque Nami miró a Robin, con una sonrisa.

―¿Puedes informarnos?

Robin parpadeó y sonrió de igual modo, entendiendo a lo que se refería. Se enderezó y cruzo los brazos, cerrando los ojos.

―Dos Fleur Spy.

-

Sin que ninguno de los dos presentes en esa cocina se diera cuenta, un ojo de color claro y una oreja morena aparecieron en el techo, dispuestos a no perderse ningún detalle de lo que ahí sucediera y sobre todo a que ninguno de los dos chicos los notaran.

Monkey D. Luffy, al verse sólo con su primer oficial, se puso un poco nervioso y se sentó nuevamente en la mesa, mirando a cualquier lugar menos a donde estaba Zoro. El espadachín, sintiéndose algo abrumado de repente, caminó hacía la cava y tomó una botella de sake, abriéndola y dándole un gran trago. Maldijo a Robin mentalmente, culpándola de aquel mutismo por su abrupta manera de desaparecer.

Pasaron los segundos y ninguna se atrevía a hablar. Se veían de vez en cuando, volteándose de manera abrupta cuando sus miradas llegaban a chocar. Zoro se sentía un completo estúpido, pero agradecía que no hubiera nadie más para verlo.

―Lo siento.

La disculpa se dejó escuchar en un susurro demasiado quedo como para que pudiera asegurarse que en verdad fue pronunciada por los labios del otro y no era un producto de su imaginación. El espadachín miró a su capitán, confundido. El joven alzó el rostro (el cual había bajado después de decir aquellas palabras) y lo miró directo a los ojos.

―Lo siento ―repitió y aún así Zoro no lograba comprender la razón de dichas palabras.

―No ―dijo, después de haber guardado silencio, siendo ahora Luffy el que estaba confundido―. Tú no deberías de disculparte, el culpable de todo lo sucedido he sido yo, no tu.

Luffy niega con la cabeza, poniéndose de pie y caminando hacía él. Zoro sólo bebe otro trago de su sake, con la vista fija en el suelo.

―Estas en un error. Es mi culpa. No te apoyé... no te ayudé cuando más necesitabas una mano amiga. Lo sien...

―No vuelvas a decir esas dos palabras ―Le amenazó el espadachín, callándolo de paso al posar su mano sobre la boca del moreno, tomándolo un poco por sorpresa―. El único que le falló a alguien fui yo. No debí dejar que Saga te hiciera daño, de ningún modo. Él es mi amigo, lo acepto, e hicimos una promesa hace años, no lo niego. Pero eso no era excusa suficiente para haberme quedado sin hacer nada. Te traicioné, Luffy, casi rompo nuestra promesa por no saber como actuar. Perdóname tú a mí.

El moreno lo veía sorprendido, porque nunca había visto aquella expresión de pesar en el rostro de Zoro. Sonrió un poco, haciendo que su primer compañero se tranquilizara e incluso sonriera un poco. Pero segundos después se preocupó al ver como la cara de Luffy se tornaba roja y luego un tanto morada. Luego se dio cuenta que su mano no sólo le tapaba la boca, sino también la nariz y lo soltó, antes de que se fuera a ahogar.

―¡Perdón! ―gritó, apenado. Luffy respiraba profundamente, tratando de recuperar el aire perdido. Cuando lo hizo, miró a Zoro y rió un poco, para después abrazarlo.

―Robin tenía razón ―dijo, haciendo que apareciera una mueca de fastidio en el rostro del más alto al escuchar ese nombre, pero no dijo nada, queriendo conocer el final de esa frase―. Ambos somos unos tontos, tercos que nos obstinamos en nuestras creencias sin averiguar que piensa el otro.

Zoro lo miró por largo rato -correspondiendo el abrazo, claro-. Parpadeó un poco y después le tocó la frente.

―¿Qué? ―preguntó un confundido Luffy.

―Reviso si no andas enfermo, has dicho muchas palabras que creí no entendías.

Luffy hizo un puchero, molesto, intentando separarse, pero Zoro sonrió y estrechó más el abrazo. Le besó suavemente en los labios, para después mirarlo a los ojos.

―Te prometo que lo que sucedió en aquella isla no volverá a pasar. Mi lealtad está sólo contigo y lucharé para convertirte en el Rey de los Piratas.

El capitán del Going Merry sonrió, colgándose en Zoro de manera infantil.

―Lo sé.

Cuando un nuevo beso se hizo presente, las dos manos con ojos que estaban escondidas en la habitación desaparecieron convirtiéndose en pétalos, mientras que su dueña tenía una pequeña sonrisa en sus labios y les contaba el último reporte -con detalles incluido- a los otros cuatro miembros de la tripulación.

-

―Entonces, ¿ya todo regresará a la normalidad? ―preguntó Chopper, mirando esperanzado a Robin y sin entender por qué los demás tenían esas expresiones tan raras en sus rostros.

―Así es ―Le sonrió la arqueóloga, haciendo saltar de felicidad a Chopper. Robin rió un poco, al ver la cara de los demás.

―Robin, eres mala, no tenías que darnos tantos detalles ―murmuraba Usopp, con las manos sobre su cabeza―. Por tu culpa tendré pesadillas.

―¡Oh! Eso ha sido algo muy romántico, para ser un par de idiotas ―susurraba Nami, llevándose una mano a la boca para tratar de ocultar su risa de diversión.

―Yo sólo espero que no vayan a ser nada extraño en mi preciada cocina ―Se quejó Sanji, cruzándose de brazos.

―¡¡Cállate Sanji!! ¡¡¡No me metas más imágenes mentales!!! ―gritó alterado Usopp, dramatizando y haciendo que Chopper se preocupara por su salud, pues no entendía en si a que se refería.

Al menos, las cosas en la tripulación -y el barco en si- volvían a ser las mismas de siempre. O casi, porque Sanji no perdería la oportunidad de burlarse del marimo con todo el material que había conseguido gracias a su querida Robin-chwan.

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