Título: Cuero
Fandom: Fassavoy RPS
Personajes: Michael Fassbender, James McAvoy
Raiting: PG
Palabras: 854
Disclaimer: Se pertenecen a si mismos, está claro xD.
Advertencias: Mención a la película que protagoniza James, MacBeth, ¿posible spoiler?
Resumen: ¿Cómo lo resumo? McAvoy, Fassy, comentario sobre unos pantalones...
Nota: prompt nacido de una sesión twittera con
aleenabite , así que dedicado para ella enteramente. Me alegro que te haya gustado <3
James no se da cuenta de lo que está haciendo hasta que se ve delante del espejo del cuarto de baño, pelo revuelto en todas direcciones y en ninguna al mismo tiempo, camiseta arrugada y empapada de sudor tras una noche de sueños agitados, y esos pantalones que no han visto la luz del día en mucho tiempo.
Sí, los pantalones.
Ríe ante la imagen que le devuelve el espejo, sin saber en realidad qué pensar. Su mente solo se centra en esa conversación con Michael del día anterior, sentados en aquel bar con una copa de Talisker 18 en la mano, la música de jazz sonando de fondo en el local.
- Hay algo que me encanta de tu actuación en MacBeth -dice Michael así de repente, tomando un sorbo de su copa.
- Oh, vamos, acabo delirando como una maldita cabra y me matan a cuchillo limpio -él también toma un poco de whisky, el líquido amargo bajándole por la garganta -, creo que he tenido mejores momentos.
Michael ríe, de esa manera única que hace que se le vean todos los dientes perfectamente.
- Diría que uno deja de centrarse en el resto de la cinta cuando ve al protagonista en pantalones de cuero -comenta, terminando su copa de un solo trago, una sonrisa pintada en sus labios oculta tras el fino cristal.
- No digas idioteces, anda.
James no sabe si tomárselo a broma y reír, pero lo hace de todas formas, dejando sonar la risa tonta que siempre le aparece tras un par de copas de más. Esa que siempre le acaba avergonzando por ese tono agudo que siempre le acompaña, parecida a la de un crío pequeño. Se agrega una nota mental, no beber tanto delante de él, no puede hacerse responsable de los sonidos idiotas que produce su boca en momentos, ya sean serios o no, como ése.
Nota como el color se le ha subido en cierta medida a la cara y bien sabe que él se habrá dado cuenta. Maldito Fassbender y sus comentarios, siempre diciéndole cosas del estilo para picarle. Después no sabe cuando tomarle en serio y cuando no, siempre tan bromista el hombre.
Tras unos cuantos minutos con cambios de tema, palabras sin sentido entre los dos, y con las copas ahora vacías al igual que la botella que les lleva acompañando toda la conversación, ambos dan por concluido su fiesta particular. Se rodean el uno al otro con un brazo acompañado de un vámonos de aquí y salen del bar a la noche fría de Cardiff, las luces de la bahía y el edificio Pierhead dándoles la bienvenida, el salitre del mar pegándose al instante a la piel y a la ropa; la canción de un borracho con voz ronca calle abajo y el ruido de un camión de basura operando los únicos sonidos que rompen la tranquilidad de la noche galesa.
Mirando primero al cielo nublado teñido por las luces de la ciudad costera, James tuerce la mirada para mirar a Michael, que le sonríe cuando sus miradas se encuentran.
Caminan a paso ligero, disfrutando de la noche intercambiando fragmentos de conversación perdida y algún chiste malo entre medias, anécdotas que ahora resultan ridículas tras tanto tiempo y pensamientos nada coherentes sobre todo y nada. Pasan por delante de locales de ambiente que parecen escupir música de su interior, de terrazas con personas disfrutando de la última cerveza del día antes de irse a casa a dormir.
Llega el momento de separarse, James ve la entrada del hotel en la acera de enfrente, la fuente del arlequín floreado en primera plana. Mira a Michael y él también le mira, sus ojos azules brillando por las luces de un coche que sube por la calle adoquinada. Tiene de repente la tentación fugaz de decirle Sube conmigo, pero sabe que no puede ser.
Así que se despiden, una palmada en la espalda, un pellizco en el brazo, ambos cogen caminos diferentes. Mañana por la mañana será otro día.
Y ya es esa mañana, que empieza con él delante del espejo tras una noche de sueños llenos de lujuria y, extrañamente, pantalones de cuero ajustados.
Ha sido levantarse, abrir su maleta y debajo de calzoncillos y calcetines encontrarse la prenda susodicha. Tiene gracia, tiene esos pantalones desde hace años y en realidad apenas se los ha puesto en una ocasión o dos en todo ese tiempo. Pero fue hacer la maleta antes de coger al avión, y meter los pantalones que habían estado guardados en un rincón recóndito del armario, como si de repente le hubiera venido la inspiración de usarlos. Y después le viene Michael con el comentario, ni que le leyera la mente.
Se ve un poco extraño metido en ellos, la tela algo rígida por el desuso. Se gira para mirarse desde otro ángulo, el pantalón ahora se le queda un poco más apretado que hace unos años. Con una sonrisa pícara, piensa que no le da una apariencia nada desdeñable.
Ese día, le iba a dar una sorpresa a su amigo. Se moría por ver la cara que ponía.