Ha habido cientos de cosas que contar, después de la renuncia la vida parece una marea sosegada y deprovista de azotadoras corrientes marinas. Se ha carnavaleado hasta el fin de los tiempos medievales y se ha gozado adorando al Príncipe de las Tinieblas.
Del 6 al 12 de enero estuve en el Carnaval del Diablo, en Riosucio, Caldas (Colombia). Festividad que no posee relación alguna con el satanismo. Ya que no se adora al Diablo religioso, sino a aquel antiguo símbolo del medioevo que representa diversión, sarcasmo y goze.
Aquí se explica con mayor detalle la fiesta realizada cada dos años en número impar.
Debo decir que es una experiencia única en la vida, para conocer la cultura del pueblo colombiano. La primera y última vez que se hace una fiesta del pueblo para el pueblo dónde los intereses políticos quedan relegados. Dónde el disfraz, la fiesta, la risa colectiva juegan el rol protagónico... dónde el tiempo se transforma en volutas de humo y mágicas luces que transcurren con dificultad. Allí es 24/7 no se puede vivir el carnaval de otra manera... pero eso sí:
Es, sin lugar a dudas, cuando haces el primer pacto con el Demonio.
El 12 de enero unos minutos aún la víspera del día décimo tercero lo miras a los ojos; entre la humareda y las llamas que lo consumen... su tristeza te estrecha el corazón y la ferocidad con la que se despide de su pueblo te conmueven. Las últimas palabras de su testamento resuenan en la prefecta acústica de tu mente... cierras los ojos temiendo el final.
Entonces te decides, los abres y susurras a tus adentros con determinación hasta que tu grito se escucha como coro de los demás que prometen:
Replica del diablo del 2011.
"Los restos del Príncipe se funden entre las tinieblas de la noche...
Ha nacido la muerte del Carnaval."
¡DIABLO, NOS VEREMOS EN EL 2013!