Jensen y Jared en uniforme, volando alto y con sus riesgos

Aug 13, 2007 03:18

 

Academia de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos.

Colorado Springs, Colorado.

6:45 a.m.

Desde el asiento que ocupaba en el autobús, su verde mirada aun soñolienta se iluminó al distinguir la extraña construcción que se levanta a lo lejos, entre campos extensos de pasto y las montañas de fondo, con un cielo que mostraba un color azul intenso, moteado con algunas nubecillas, como puestas a propósito para complementar el paisaje.

Jared Padalecki sonrió levemente al ver La Capilla del edificio de cadetes de la Academia, iluminada apenas por el sol que iniciaba su ascenso en la bóveda celeste en las puntas de los tetraedros de aluminio y vitrales que la conformaban. Su hogar en los próximos cuatro años de entrenamiento.

“Ojalá pudieran verla”

Su primer pensamiento fue para sus padres y sus hermanos.

Sí, lo primero que haría sería llamarles por teléfono y decirles que había llegado bien, y que no podía estar mejor. Deseaba poder describir el lugar, hacerles saber que era mejor de lo que había imaginado. Pero pensó que las palabras no le serían suficientes.

Afortunadamente, siempre llevaba preparada la cámara digital que Chad, su mejor amigo, le había regalado en su cumpleaños pasado. La aprovecharía muy bien, empezando por ese primer día, mientras recorriera cada parte de las instalaciones de la Academia.

Sacó la cámara y tomó varias fotos del impresionante edificio, mientras éste se llenaba de la luz del amanecer. Hizo también algunas tomas de los enormes espacios abiertos, todos de un tono verde oscuro debido al pulcramente cuidado pasto, y a los demás edificios que flanqueaban el principal de la Academia.

Antes de llegar, tomó también algunas fotografías de grupos de cadetes que se entrenaban a esa hora.

Bien, en cuanto tuviera oportunidad, se las enviaría a Chad y a su familia.

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Explanada del edificio administrativo Doolittle Hall

6:50 a.m.

Frente al edificio administrativo principal, en el enorme estacionamiento, Jensen Ackles bajó del auto con algo de nostalgia clavada aun en el pecho.

Su padre lo alcanzó en la parte trasera del auto, y mientras sacaban el equipaje, trató de animarlo.

-Bien, ya llegaste -le dijo al entregarle la mochila de viaje. Pero no se quedó con la preocupación que le atenazaba el ánimo. Sin quitarle la vista de encima, le hizo una pregunta con cierto titubeo -. ¿Jensen, de verdad deseas hacer esto? Han pasado muchas cosas, y no sé…

Jensen se limitó a verlo en silencio mientras asentía levemente.

Deseaba decirle que, a pesar de haber dejado la Academia, y regresado a ella con muchos años de retraso, se esforzaría por ser un estudiante modelo y alcanzaría su meta de llegar a ser un piloto de excelencia dentro de su generación, cualquiera que ésta fuera. Pero no quería preocuparlo aun más.

Tenía casi 23 años, apenas la edad reglamentaria en la que lo admitirían nuevamente sin objeciones. Aun tenía pendiente la revalidación que lo hiciera pasar al grado que le correspondía, tomando en cuenta el impecable historial que había dejado atrás, cuando tuvo qué renunciar temporalmente a todo eso.

Se colgó la mochila al hombro, sacó otra más pequeña del portaequipaje, y le extendió la mano a su padre en señal de despedida.

-Gracias por haberme acompañado. Les llamaré el fin de semana.

Sin agregar más, se dio la vuelta y echó a andar hacia la enorme explanada que conducía al vestíbulo principal, seguido por la mirada de su padre.

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Fue uno de los primeros en bajar del autobús, con sus muchas pertenencias en la mochila de corte de lona que llevaba al hombro y la bolsa de papel estraza en la que llevaba su provisión de azúcar, la mayoría en caramelos de distintas formas y tiras de regaliz. Pero sólo dio unos cuantos pasos en la explanada, maravillándose aun más al contemplar de cerca cada uno de los edificios que ahora tenía ante sí.

Fue por el resto de su equipaje, y con cierta dificultad logró cargar todo él solo.

Sus compañeros de viaje lo vieron raro, pero él no se inmutó. Se limitó a buscar la entrada al edificio administrativo, sin prestar atención al enorme enjambre de jóvenes que se había formado a su alrededor, todos provenientes de diferentes lugares del país, dispuestos a matricularse y buscar su lugar en las filas del ejército norteamericano, empujándolo y llevándolo casi por inercia al interior del edificio.

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Doolittle Hall, área de recepción.

7:01 a.m.

-Hey, Ackles.

Jensen se volvió hacia el cadete de clase segunda* que lo había llamado con tanta familiaridad, y cabeceó ligeramente a manera de saludo.

-Hey, Kane.

-Al fin te animaste a regresar, ¿eh? - Chris Kane le palmeó un hombro y lo invitó a seguirlo al edificio administrativo. Le llevaba dos años de ventaja dentro de la Academia, a pesar de que él había ingresado un año antes, pero no había sido por gusto de Ackles que sucediera de esa forma.

-Sabes que no me fui porque yo lo deseara -respondió Jensen ligeramente desanimado por el comentario sarcástico del otro-. Sabes que siempre quise esto, desde que salimos de la preparatoria. Si mi madre no se hubiese enfermado…

-Sólo bromeaba, Jen -  Chris le sonrió comprensivo, guiándolo a donde debía llegar para registrarse e iniciar los trámites y estudios a los que sería sometido los siguientes siete días-. Todo saldrá bien, ya lo verás. Serás un gran piloto.

Llegaron a una de las largas filas que estaban ante los mostradores de registro, tomando Jensen su lugar para retomar su vida militar. De forma disimulada, suspiró profundamente mientras sus ojos se mantenían perdidos en la multitud de jóvenes que abarrotaban el lugar.

De pronto hubo un leve alboroto en una parte de otra de las atestadas filas, unos metros cerca de donde estaban ellos, y tanto él como su amigo voltearon hacia ahí.

Un muchacho bastante más alto que cualquiera de ellos, con ropa claramente representativa de un texano nato (botas, pantalón de mezclilla y camisa de cuadros y manga larga) estaba arrodillado en el piso, tratando de recuperar los caramelos en forma de enormes canicas que se le habían caído, después de haberse roto la bolsa de papel en la que las llevaba. Tenía más cosas esparcidas por el piso, pero casi como si se fuera a cambiar de casa permanentemente, tenía todo un equipaje digno de un camión de mudanzas.

Jensen lo observó con cierta curiosidad y una ligera sensación de molestia al ver que nadie hizo el intento por acercarse a ayudarle, y muchos se reían por lo ocurrido. Estuvo a punto de ir él, cuando la voz de Chris lo detuvo.

-¿Has visto? -Preguntó Kane con cierta burla en su tono de voz, mientras su mirada se mantenía sobre ese distraído y enorme muchacho que estaba frente a ellos-.Ya escogí a mi “doolie”**. Ahora tendré a quien torturar.

Jensen sólo se limitó a verlo en silencio por un momento. No le había gustado en lo absoluto la manera como lo había dicho. Así que se decidió.

-Cuídame esto- le dijo a su amigo mientras dejaba sus cosas en el piso-. Ahora regreso.

Kane se extrañó, viendo al otro dirigirse a donde estaba el joven arrodillado.

-¿Qué haces, Ackles?

Jensen se volvió hacia él, con una sonrisa que era un poco más un gesto de reproche que otra cosa.

-Voy a darle una mano. Mis padres me enseñaron que ayudar a la gente demuestra tus modales. ¿Vienes?

-¡Ay, Jensen! Tan políticamente correcto y todo buenas costumbres-. Kane se rió, negando un poco con la cabeza mientras lo observaba irse-. Espero que esto no te cause problemas.

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Jared Padalecki volteó a ver al joven que le extendía los caramelos recuperados frente a su cara, y por un momento se quedó en blanco. Pero trató de sobreponerse rápido al escuchar que le hablaba.

-Esto es tuyo -le dijo sólo con amabilidad, sin mostrarse demasiado amigable con él.

Jared le sonrió con algo de nerviosismo mientras extendía su mano para alcanzar los dulces. Y el pelo en su cara  le cubrió los ojos, dándole una imagen un tanto más desvalida de lo que parecía al principio. Jensen se preguntó cómo podía ver entre esa maraña de cabello.

Jared se incorporó después de guardar las golosinas en el bolsillo de su chamarra, y tanto Ackles como Kane lo vieron levantándose en toda su extensión. Kane se acercaba a ellos con las cosas de Jensen en la mano, y no pudo evitar hacerle un comentario chusco.

-¿Pero con qué demonios te alimentó tu madre para que te estiraras de esa forma, texano? ¡Debes medir como un kilómetro!

-¿Cómo sabes que soy de Texas?

-¡Porque es muy obvio! ¿Qué pasa contigo? ¿Acaso no te has visto la facha?

Jensen casi podía adivinar que su amigo iba muy dispuesto a hacer de las suyas con ese novato. Así que decidió retirarse de ahí, llevándose a Kane con él.

-Chris, debo presentarme con el Coronel Morgan en cuanto me registre -Tal vez la estrategia no fuese buena, pero si lograba apartarlo, sería lo más sano para los tres-. ¿Sabes si está en su oficina?

Kane dejó de prestarle atención a Padalecki.

-Puedo investigar eso. Si quieres te espero a que termines tu registro y vamos a buscarlo.

Jensen asintió, y por pura cortesía se despidió del otro.

-Cuídate. Y mucha suerte. La necesitarás con todo lo que traes encima.

Jared apenas se dio cuenta que tenía la boca abierta. Y que no le había dado las gracias. Así que, levantando un poco la voz, lo obligó a detenerse un momento.

-¡Oye! - Jensen volteó a verlo sobre su hombro. Sin embargo, sus ojos parecían brillar con intensidad. Jared tuvo qué hacer un esfuerzo para encontrar su voz-. Gracias.

Sin embargo, sintió que el estómago se le hacía un enorme nudo al ver la leve sonrisa que Jensen le dedicó antes de regresar a la fila que había dejado por ir a auxiliarlo. Y sonrió en un gesto infantil, sintiéndose importante.

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Área administrativa del edificio Harmon Hall.

8:35 am.

El recibidor de la oficina del coronel Jeffrey-Dean Morgan seguía igual que como lo había conocido, años atrás.

Enormes y cómodos sillones con recubrimiento de cuero oscuro, pisos relucientes y las paredes recubiertas con placas de cedro, envolviendo el ambiente con un aroma penetrante. Varios cuadros con fotografías de las distintas generaciones de cadetes que habían pasado por ahí, antes de ser enviados a las diferentes bases aéreas militares a lo largo y ancho del país, estratégicamente colocados, complementaban la decoración.

En un lugar demasiado visible, un nicho de cristal y acero resguardaba una bandera pulcramente acomodada.

Un lugar sobrio, elegante. Muy de acuerdo a la personalidad misma del coronel.

Una atractiva joven, vestida con el uniforme ejecutivo de la administración y mostrando sus distintivos del rango al que pertenecía se le acercó, llamándolo. Jensen se levantó inmediatamente al tenerla frente a sí, realizando el saludo reglamentario, como parte del orden de las jerarquías que se observaban en el lugar.

La muchacha esbozó una levísima sonrisa al verlo hacer eso, y le regresó el saludo.

-Señor Ackles, aun no está dentro del sistema -le recordó en cuanto ambos bajaron el brazo.

Jensen le sonrió, y asintió con un gesto, dispuesto a no dejarse ver como un tonto.

-Jamás salí del sistema, teniente. Aunque no traiga el uniforme puesto, sé mis obligaciones.

Ella le hizo un coqueto guiño, y le entregó una carpeta con sus papeles.

-El coronel Morgan lo espera.

Con cierto nerviosismo, Jensen entró al enorme despacho del coronel.

Se acercó al escritorio, y esperó a que el hombre de uniforme y múltiples medallas que colgaban del lado izquierdo de su pecho terminara la llamada telefónica y pudiera atenderlo. No pudo dejar de ver las estrellas que  adornaban la solapa del uniforme, esas que deseaba ganarse él algún día, y de ser posible, por su desempeño en combate.

El coronel lo vio por un momento, y sonriendo le devolvió el saludo que Jensen le hiciera. Le señaló también una de las sillas del juego que amueblaba el lugar junto con el suntuoso escritorio y los libreros llenos de enormes volúmenes de tapa oscura.

Se sintió pequeñísimo en ese lugar. Como si tuviera apenas cinco años, y que sus piernas colgaban al sentarse en ella. Pero no tenía cinco años, y sus pies nunca dejaron de tocar el piso.

Sin embargo, la cordialidad con que el coronel Morgan lo trataba le devolvía un poco de calma.

-Señor Ackles, me alegra verlo nuevamente -fue su saludo al dejar el aparato telefónico en su lugar, mientras se sentaba en el sillón ejecutivo con una leve sonrisa en su rostro-. Ya se ha registrado, me imagino.

-Si, señor. Fue lo primero que hice. Además, pedí la forma de revalidación. Aunque no estoy muy seguro de que pueda presentarme a los exámenes de traspaso.

El coronel le recibió la carpeta que llevaba, revisando la información que había en ella. Su rostro tomó un matiz ligeramente grave conforme leía. Hasta que levantó la vista hacia el joven sentado frente a él. Tenía malas noticias.

-Creo que no va a poder aplicarse la revalidación.

-¿Señor? -Jensen tuvo la imprevista sensación de que le hubiera dado un golpe en el estómago sin tocarlo siquiera. Frío, certero, despiadado.

-Tomaste el permiso tres semanas antes de la aplicación de los exámenes finales, y no hay bases para promedios. Es imposible hacer una excepción en esta situación. Por otra parte, el cambio de administración ha ocasionado muchos ajustes en el sistema de traspasos. Desde el año pasado que los demócratas tomaron algunos cargos influyentes para las decisiones de la educación militar, las revalidaciones son casi imposibles.

Su frente se pobló de ligeras arrugas en el entrecejo, involuntarios destellos de decepción y enojo. Sintió eso, y cómo se le secaba la boca. Apenas pudo replicar.

-¿E-eso significa…?

-Tendrás que empezar desde el principio -Al ver su desánimo, el coronel decidió hacerle saber lo que pensaba-. Eres un elemento muy valioso, señor Ackles. No permitas que este contratiempo te derrumbe. Seguirás siendo un cadete de clase segunda, aunque estés en el primer grado de instrucción.

-Pero, Señor… es demasiado tiempo. Subiré a un avión cuando tenga 27…

-Eso es lo que menos debería importarte -lo reprendió el oficial con cierta severidad en su voz. Jensen guardó silencio-. Los mejores pilotos no son los que apenas salen de la Academia y ya parten en misiones suicidas, tenlo siempre en mente. Por otra parte, puedes estar seguro que no te faltará apoyo para lo que puedas necesitar mientras estés en esta base. Dejaste un historial impresionante, y ninguno de los oficiales que conformamos los cargos de enseñanza dudamos de tus capacidades.

Jensen asintió con la vista ligeramente baja, tratando de no ser tan transparente. Sin embargo, era imposible. El coronel Morgan lo observó por fracciones de segundo, reconociendo que libraba una severa batalla con el desánimo. Se levantó entonces, y el muchacho hizo lo mismo.

-Bien, espero que esta breve charla te haga reconsiderar tus expectativas- Lo hizo seguirlo hasta la puerta del despacho, y lo despidió-. Por lo pronto, eres bienvenido. Estaré la mayor parte del tiempo aquí durante este año escolar, así que, cualquier cosa que necesites, sabes que puedes confiar en mí.

-Si, Señor. Gracias, Señor

Jensen se despidió con el saludo militar, y se retiró sin volver la vista atrás.

No quería que su rostro delatara su decepción. Sin embargo, a pesar de su andar seguro y erguido, no podía evitar esa angustiosa sensación de tener el corazón hecho trizas.

Al salir del edificio administrativo, se encontró a Chris en el corredor, pero no se detuvo a hablar con él. No podía.

-Jensen…

-Ahora no, Kane -le dijo mientras lo pasaba de largo. Su voz salió algo forzada, y Kane lo notó, pero no le dio oportunidad para preguntarle-. Tengo prisa. Te veo después.

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Dormitorio de cadetes Vandenberg Hall

Ese mismo día.

Después del reglamentario corte de cabello para los recién llegados, y deambular un rato por el edificio para los cadetes, Jared encontró el dormitorio que le habían asignado.

Se atoró estrepitosamente en la puerta del mismo con todas las maletas que llevaba a cuestas, y batalló casi un largo minuto para ingeniárselas y pasar sin dejar una sola en el piso, siendo observado por sus compañeros de dormitorio.

Caminó al interior del lugar, descubriendo que casi todas las camas estaban ocupadas ya. La única que quedaba libre era la cama superior de la litera que estaba más alejada de la puerta del dormitorio, cerca de dos ventanales que mostraban el gigantesco terreno que se usaba como campo de football, y al final de éste, una de las orillas del lago.

“Rayos” pensó mientras veía el lugar con reticencia. Jamás le había gustado dormir en la cama superior. Antes prefería el suelo.

Sonrió ligeramente al darse cuenta de la enorme paradoja que era eso. No le gustaban las alturas en la tierra, pero deseaba ser piloto.

Sin embargo, al ver que el cadete instalado en la cama baja era nada menos que el mismo que le había ayudado con sus golosinas esa mañana, cambió de opinión.

“Es sólo una cama” pensó otra vez, haciéndose a la idea de que debía dormir ahí. “Todo es cuestión de acostumbrarse. Además, vas a ser piloto de un Thunderbird, o un F22, o uno de los Phantom, o…”

En pocas zancadas alcanzó el lugar, dejando sus cosas en la litera. Se inclinó un poco, y le sonrió al otro cadete mientras éste lo veía con gesto ligeramente agrio, por encima de los papeles que sostenía en la mano.

Recostado en la cama, con la cabeza ligeramente más alta que el resto de sí mismo, por efecto de la almohada, Jensen se sintió ligeramente más irritado de lo que ya estaba al ver interrumpida su lectura por los zarandeos que le ocasionaba el recién llegado. Pensó que si no tuviera tantas cosas, seguro podría ser menos molesto.

Con el ceño ligeramente fruncido, bajó un poco los papeles que sostenía en alto, y se sorprendió al ver la enorme sonrisa que el otro le dedicaba, observándolo atentamente.

-¡Hola de nuevo! -le dijo Jared con efusividad, sentándose sin permiso en la cama, y sin prestarle atención a la mirada asesina del otro.

-Estoy ocupado, ‘amigo’.  No tengo tiempo para socializar contigo.

Al parecer, Jared no lo escuchó, así que continuó hablando.

-No pude presentarme hace rato, por el contratiempo y las prisas y eso. Pero ahora que vamos a ser compañeros de litera, creo que deberíamos tener un poco más de comunicación.

-No me interesa -advirtió Jensen en un tono ligeramente bajo, amenazador-, así que levántate de mi cama y vete a tus asuntos, “doolie”

Pero no desistió.

-Soy Jared Padalecki, vengo de San Antonio, Texas…

Jensen dejó los papeles a su lado con un movimiento brusco, enfrentando directamente al recién llegado, harto por la insistencia.

-¡¿Eres tonto, estúpido o qué?! ¡No quiero saberlo! ¡No me interesa! ¡Ahora, déjame en paz!

Jared se quedó con la mano extendida, sorprendido. Su sonrisa desapareció  de forma instantánea, y la decepción brilló en su mirada, cambiando totalmente su aspecto.

De pronto, a Jensen se le figuró demasiado desvalido al verlo así, y se sintió ruin.

“Demonios…” pensó al darse cuenta de su falta de control.

No debía haberlo hecho, ni siquiera para evitar minutos de conversación que podría considerar insulsa y sin sentido. El muchacho no tenía la culpa de lo que había ocurrido con él, así que no debía pagar sus platos rotos. Era la primera vez que dejaba salir su enojo contra alguien de esa forma, y en verdad que lo había hecho como para ganarse una nominación.

-Vaya -replicó Jared quedamente, levantándose de la cama y retirándose un paso-. Por un momento creí que eras un gran tipo, pero veo que las apariencias engañan. No te molesto más.

Diciendo esto, se enfrascó en mantenerse ocupado. Jaló una de sus maletas y se dio a la tarea de desempacar, mientras Jensen asimilaba lo que acababa de hacer.

Éste suspiró, apesadumbrado y molesto consigo mismo por haberse comportado como un verdadero patán. Se levantó de la cama y con otra actitud, pensó en cómo deshacer el daño. Jared no volteó a verlo, aun dolido.

-Oye… lo siento -intentó disculparse Ackles, buscando la mirada de Padalecki-. De verdad, no acostumbro insultar a la gente, pero estoy teniendo un día pésimo, y lo último que hubiera pensado era tener una conversación con un texano parlanchín y estrafalario.

-No puedo creerlo- Padalecki se volvió hacia él con expresión entre incrédula y molesta-. Dices que lo sientes, y vuelves a insultarme.

-¿Qué?

-¿Estrafalario? ¿De dónde sacaste eso de que soy estrafalario? ¿Y qué te hace pensar que soy parlanchín?

Jensen titubeó un poco, pero sonrió levemente al pensar la gama de respuestas que podría darle en ese momento. Sin embargo, se decidió por ser sencillo.

-Oh… bueno, es que nadie se viste al estilo que llevas desde hace buen rato. Y lo de parlanchín, creo que es una corazonada- Padalecki sonrió sin querer al escuchar su respuesta. No era ingeniosa, pero era buena. Más aun cuando se presentó-. Soy Jensen Ackles. Ah, y también vengo de Texas.

Eso derrumbó la molestia de Jared por completo. Su sonrisa volvió a brillar, y se volvió todo plática desde ese momento.

-¿En serio, de Texas? ¡Mira, qué pequeño es el mundo! -Sin dejar lo que hacía, siguió hablando como si se fuese a morir al día siguiente, y el tiempo no le alcanzara-. ¿De qué parte de Texas? ¿Tu familia tiene rancho, o viven en la ciudad?

-Eh… bueno, yo…

-Mira, ellos -sin esperárselo siquiera, Jensen lo vio sacar un enorme álbum de fotos de una de sus tantas mochilas de viaje, y abriéndolo en una de las primeras hojas, le señalaba las fotografías-  son mi familia. Mis padres y mis hermanos. Y estas monadas que ves aquí son mis bebés, mis cachorros. Tuve qué dejarlos en casa, porque no creo que aquí me hubiesen permitido tenerlos, especialmente porque no me dejarían dormir con ellos aquí, en los dormitorios…

Jensen levantó una ceja, más por haberse dado cuenta que su corazonada resultaba cierta. Pero lo curioso fue que, después de haber visto la contagiosa sonrisa kilométrica del novato al hablarle de sus recuerdos, de su familia y de sus afectos, su día parecía estar tomando otro rumbo. De pronto le pareció que su decepción menguaba, y ya no le importaba tanto si debía pasar más tiempo para poder cumplir su objetivo de poder volar uno de los enormes y veloces aviones del ejército.

Jared siguió hablando, y cuando menos lo pensaron, ambos estaban sentados en la cama de Ackles, comiendo de los dulces que Padalecki aun llevaba en las bolsas de su chamarra.

-…supe que quise ser piloto cuando mis papás me llevaron a uno de los espectáculos aéreos. Además de que me dijeron que un piloto puede llegar a viajar por todo el mundo, y no sabes cómo me encantaría conocer otros países…

Y pensó que tal vez eso era lo que le hacía falta a él. Tener una persona con quien poder hablar de los problemas que lo angustiaban.

No podía hacerlo con Chris, aunque fuera uno de sus amigos más cercanos de sus tiempos púberes, por miles de razones. Sin embargo, este casi total desconocido le infundía una enorme confianza.

Tan enorme como el mismo novato.

-------------Notas

* Dentro de los nombramientos no oficiales de la Academia, existen cuatro según el grado de educación en el que los cadetes se encuentren. Los “Doolies” son los novatos o recién ingresados, que deberían ser llamados “Fourties”, y los cadetes de clase tercera, segunda y primera, según avanzan en los grados escolares. Estos nombramientos se hacer cuando los cadetes han alcanzado un rango de responsabilidad. Existe el rango de los ”Firties” o cadetes de clase primera y oficiales de responsabilidad académica. Es uno de los nombramientos más buscados por la población estudiantil para demostrar su calidad como miembro de la Academia

**doolie: palabra derivada del griego doulos que significa sirviente, esclavo. En la Academia Militar se utiliza este término como novatada  para nombrar a los cadetes recién ingresados.

A la segunda parte del fic

padackles y los rps desvariados, the thunderbirds fly saga, baby big bang, para el crack, fics relatos y lo que salga intermedio, Slasheando con singular alegría

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