Autor:
usi-ghostFandom: Yaji Ash-Shuthath
Claim: Willow Odergand
Tabla:
TiempoPrompt: Viento.
Notas: Poco entendible, creo e_eu. Yaji es poco entendible, I know, la la la.
No es la primera vez que está ahí. Pastizales verdes que se mueven en manos de un viento muy fuerte, de brisa que se entretiene enredando sus cabellos. No es la primera vez que está ahí, ni será la última. Sabe lo que espera. Su cuerpo que no es realmente suyo permanece de píe en la pradera, con sus ojos de sangre seca observando fijamente un horizonte indescriptible. Willow sabe lo que viene, quien viene y lo que pasará. También sabe que no está soñando, aunque puede que una parte de ella misma sí lo esté.
- Willow...
El aire se revuelve, respondiendo a la voz y se agitan remolinos que no la tocan, que elevan un fuego nacido de ella misma que se propaga entre la hierba repentinamente seca, amarillenta. Ella permanece quieta, sin temer. Sabe también que no puede sucederle nada, sabe más que nadie que ni siquiera el daño fuera de su plano puede dañarla.
Entrecierra los ojos y casi no puede ver cuando el viento la azota en su rostro, cuando acaricia con fuerza en su cuerpo, la asfixia un poco, la atrapa como brazos invisibles que la rodean, que la encierran en una cajita transparente. Le cuesta respirar. Willow sólo teme que la sensación la haga despertar, sin haberlo visto.
- Deja de jugar. - El murmullo le sabe ronco, pero sabe que es suficiente. Se hace silencio, el viento se detiene y Willow es capaz de escuchar los latidos de su propio corazón y el tacto nuevo en su piel, rozando sus mejillas, la forma inconfundible de una mano bajando por su cuello. Se tensa, por un momento, su mirada viaja al infinito.- Nastrandir...
- Willow.- A veces la voz de él suena así, como un arrullo muy suave, que la relaja. Y ella se dejaría llevar, si la presión en su cuello no se volviera a momentos dolorosa.
- Creí que me habías abandonado.- Confiesa.
Nastrandir se ríe y su risa hace eco en el lugar. Provoca que el fuego dentro de la chica crezca un poco, que apriete los puños. Ella puede saber la respuesta de él sin que la diga. Nunca he estado contigo, ¿cómo abandonarte?
- Allan murió... - Menciona. El ente, la figura, lo que Nastrandir es -que se parece al viento, y al agua y un poco al fuego-, se vuelve suave y a Willow vuelve a parecerle como viento ligero, mientras deja que sus manos viajen a través de su cuerpo.- ¿Qué voy a hacer ahora que Allan murió? Esto... no había pasado antes.
- ¿Cómo sabes que no pasó antes?
- No lo recuerdo.- Se muerde los labios. Sabe que Nastrandir manipula sus recuerdos a su antojo, que le oculta cosas, que juega con ella. Willow sabe que no es sino un juguete en manos de un muy mal niño. - No pude salvarle.
- Quizá no era a él a quien debías salvar.
- ¡Pero tú lo dijiste! - Ella no puede verle a la cara, nunca lo ha hecho, aunque más de una vez se dejó abrazar y tomar en brazos, cuando era muy pequeña y creía en él, cuando le temía. Grita.- ¡Lo dijiste!
- Dije que salvaras al heredero.
- ¡Allan era el heredero! - Reclama, pero se calla pronto, los labios de Nastrandir rozando su cuello, en el punto exacto donde alguna vez tuvo algo y acaricia con sus manos la espalda ahora desnuda de la chica, delineando imaginarias cicatrices de antaño.
- Quizá no.
No le habla claro. Willow se siente caer. De rodillas en un suelo que no va a sostenerla mucho más. Y se asfixia nuevamente, mientras aprieta la tierra que logra arrancar con sus puños, mientras lo siente a él, todo él, como si fuese ella.
- Eres tan divertida.- Lo escuchar reírse en sus oídos como el silbido entre juncos y como viento entre los árboles, susurros bajos, rasposos y extraños.- No vayas a morirte tú también, ¿de acuerdo? No vayas a morirte aún, no me he aburrido, cariño.
Está oscuro.
Cuando Willow abre los ojos está oscuro y tarda en acostumbrarse a la penumbra, reconociendo las figuras que forman las irregularidades de techo de su habitación. Respira, se repite muchas veces, respira. Y lo hace. Muy lento, escuchando su respiración agitada que se va calmando, al igual que va menguando la tempestad que azota fuera.
Cariño.
Se le revuelven las entrañas y las siente arder. Nadie la llama así, nadie tiene el derecho, ni siquiera él. Se apretuja contra las almohadas, se hunde en su suavidad. Recuerda. Sabe que ahora es diferente. Que se ha equivocado y que aún hay alguien a quien debe salvar. Piensa en Richelle, en el brillo opaco de sus ojos verdes y el suave sabor dulce de sus labios. Quizá sea a ella, piensa, quizá a ella deba cuidar, amar, proteger.
La brisa cruza las ventanas y acaricia su piel, muy suavemente.
A ella debe ser, a Richelle.
Tras las cuerdas, dentro de ella misma, Nastrandir se aguanta la risa. Un error más.
Y es tan divertido cuando Willow se equivoca.