Autor:
yukiiiii Fandom: El libro del cementerio
Personajes/Parejas: Liza, Nadie, Silas, y varios otros moradores del cementerio.
Nivel: 2
Reto: 3
Advertencias: CRACK. Nadie enamorado de La Vida, a falta de un mejor término. Quizás algo de OOC.
Las brujas, como cualquier persona, tienden a olvidar sus artes si no las practican con regularidad. Sus habilidades se oxidan muy fácilmente en caso contrario, pero Liza no le prestó atención a ese detalle. Ella estaba más allá de las reglas comunes, ella había maldito efectivamente a toda una masa de campesinos estando medio muerta. Si quería conseguir algo, le bastaría con esforzarse al máximo y dar todo de sí.
Puso, entonces, manos a la obra. Sobre el caldero burbujeante se elevó un vaho amarillento, que luego pasó a tomar un color más bien verde, mientras echaba dentro los ingredientes necesarios para la poción (algunos, recogidos en el mismo cementerio, y los que no, robados de tiendas cercanas en la parte antigua de la ciudad). Uno por uno, en la cantidad adecuada, rodaron de sus manos transparentes hasta hundirse en el potaje con un ligero "plop", y las últimas sustancias volvieron a cambiar su color por uno entre naranja y amarillo, mucho más apetecible que los anteriores.
Liza removió el caldero hasta que la poción estuvo en pleno estado líquido. Sonrió satisfecha, porque no había perdido el famoso toque.
Deslizar la pócima en el jugo de Nadie fue la parte verdaderamente difícil. Liza tuvo que deslizarse en la cripta durante el día, a pesar de lo mucho que le molestaba la luz solar, y vaciar con cuidado una caja de zumo para llenarla con su filtro, todo sin que ningún alma (especialmente el tutor de Nadie) se percatara del movimiento.
Pero lo logró.
***
Esa noche, agazapada detrás de una tumba particularmente grande, Liza vio a Nadie con la caja correcta en la mano y sentado en el ancho banco de piedra. Un buen golpe de suerte, se dijo al volverse visible.
-Vamos, bebe-murmuró, como si así pudiese apremiarlo a la distancia.
Ni bien vio que Nad tomaba un sorbo de jugo, se impulsó usando la lápida como trampolín, y saltó describiendo un espectacular arco en el aire, hasta aterrizar de pie frente a él. Se cruzó de brazos con una amplia sonrisa de triunfo en la cara, esperando a que el muchacho vivo abriera los ojos, y cuando estuvieron abiertos se preparó para saborear el fruto de sus esfuerzos.
Nadie parpadeó, obnubilado.
-Liza-murmuró-, ¿sabías lo bonita que te ves bajo la luz de la luna?
Misión cumplida.
-Esa luna tan redonda, tan blanca...me pregunto si Nehemiah Trot le compuso un poema alguna vez.
...un segundo. ¿Por qué estaba tan entusiasmado con un astro, al punto de estirar la mano y atravesarla a ella como si quisiera tocarlo?
-No puedo alcanzarla-protestó Nadie contrariado, torciendo la boca en una mueca por un momento antes de que su mirada se iluminase otra vez-. ¡Pero ese césped brilla un montón! ¿Cuánto tardaré en cortarlo todo?
Liza lo siguió con el rabillo del ojo mientras se arrodillaba en el suelo, feliz como una abeja rodeada de flores gigantescas.
-Quizás debí practicar con ratas antes-dijo la bruja por lo bajo.
***
Josiah Worthington no estaba muy acostumbrado a que los demás le tuvieran en tan alta estima como merecía, pero durante las noches siguientes a aquella en que tomó la poción, Nadie dedicó buena parte de sus horas libres a engordarle el ego, comentando lo maravilloso que debía haber sido para poseer el título de baronet y una tumba tan cuidada. El anciano casi se arrepintió de haber intentando alejar a aquel niño humano del cementerio.
Mama Slaughter no solía recibir visitas a menudo, pero Nad se encargó de llevarle racimos y ramilletes de flores silvestres ("mire ese color, señora, ¿es azul muy pálido o simplemente blanco? ¡Hermosas!") hasta que la mujer sonrió, palmeándole el hombro con dedos huesudos y helados como un carámbano.
Liza también recibió las sonrisas que echaba de menos, y unos cuantos intentos de abrazo que ella misma frustraba por pudor. No negaba que eso le gustase, pero su idea original no era convertir al muchacho vivo en un amante de, valga la redundancia, la vida en general. Y de la muerte, ya que estaban. Ella era una bruja ajusticiada en una época remota; no estaba para cosas de esa profundidad, precisamente.
-Necesito tu ayuda-aceptó, finalmente, reacia a bajar la mirada o mostrar cualquier tipo de sumisión.
Silas decidió que ya era momento de intervenir.
***
La señorita Lupescu lo miró fijamente. Nad le devolvió la mirada, atónito, y luego la bajó hacia la pegajosa sopa de color rojo.
-Señorita, usted es una persona muy sensata y muy amable. Estoy seguro de que no...quiere que de verdad me coma eso, ¿cierto?
La mujer, por toda respuesta, señaló insistentemente el recipiente de plástico. Nadie volvió la vista suplicante hacia su tutor.
-Silas, por favor, sé que tú nunca dejarías que me pasara nada. Por favor...
-Come-fue la réplica cortante de Silas. Nad no lo notó, pero parecía algo más rígido de lo normal con la mano en el bolsillo y el mentón alzado.
El chico tomó aire, y su último (mudo) pedido de auxilio fue en dirección a Liza, que negó con la cabeza en un gesto firme. Nadie hundió su cuchara en la sopa, y comió. Le notó un sabor extraño antes de desmayarse.
***
-Y por cosas como éstas, Elizabeth, es que deberías evitar la magia en casos que no sean de extrema urgencia-comentó Silas, con su suavidad característica, observando a Nadie dormitar plácidamente junto a su ataúd-. En cuanto despierte, lo justo sería que tú misma le explicaras lo que ha pasado.
-Olvídalo-Liza sacudió la cabeza, abrazándose las rodillas con aire de derrota-. Ya es suficiente con haber fallado. No saldré de mi tumba hasta que le agarre Alzheimer o se golpée la cabeza con un adoquín del empedrado.
Silas sonrió, de esa forma espontánea que dejaba ver sus colmillos puntiagudos, los cuales pocas veces dejaba asomar.
-¿Y si él quiere verte? ¿Le negarás una disculpa y el derecho a conversar contigo?
Liza vaciló.
-Sí. ¡Me lavo las manos!-exclamó antes de desaparecer.
Silas se había equivocado muchas veces a lo largo de su existencia, pero casi siempre cuando se trataba de los vivos. Los muertos eran mucho más predecibles porque no cambiaban demasiado. Y el tono en la voz del fantasma de la bruja era decididamente inseguro.