[b.a.p fic] ONE SHOT (1/6)

Mar 26, 2013 15:31



Title: ONE SHOT (you only have one chance, you know)
Fandom: B.A.P, cameos de EXO (orz)
Pairing: Yongguk x Youngjae, side!Himchan x Joonmyun (because i can)
Genre: romance, car race!au
Rating: NC-17
Words: ~32.400 (en total) nunca más o<-<
Disclaimer: ninguno de los personajes me pertenece (ojalá).
(a/n): dedicado a darkkaya (muchas gracias por el precioso gráfico y por babear sobre coches conmigo) y aleenabite (gracias por toda la info), que han sido mucho más que mis consejeras mientras escribía esto.






one shot
(you only have one chance, you know)

안개속에 가려진 숨어있던 너의 모습들
태양보다 뜨겁게 니 자신을 태워
Run and go away 뒤돌아보지 마
Don't stop go away 너를 놓지는 마

Había algo en el olor de la gasolina, en las manchas de grasa que no acababan de desaparecer de las puntas de sus dedos y en los subidones de adrenalina causados por la velocidad, que embriagaba a Yongguk. Lo que empezó como una pasión oculta había acabado siendo el centro de su vida, hasta el punto en que le importaban menos las grandes sumas de dinero que recibía por cada trabajo que el peso de las herramientas en sus manos cuando abría el capó de un coche e investigaba cada uno de sus recovecos.

Nunca se le dio bien estudiar, pero le resultaba muy fácil comprender cualquier mecanismo y su funcionamiento. Con dieciséis años, él y su mejor amigo Himchan ya arreglaban cualquier vehículo que se les ponía delante, e incluso habían montado una moto que compartían a partir de piezas sueltas que habían ido comprando (y unas pocas que se habían llevado sin pagar) en los desguaces. Tenían unas manos privilegiadas, por lo que sus padres estuvieron de acuerdo cuando ambos decidieron mudarse de Incheon a Seúl para montar un taller mecánico, porque iban a trabajar en algo en lo que realmente eran buenos.

Tan buenos, que pronto se labraron una reputación, y esa reputación atrajo la atención de gente con mucho dinero.

Sus primeros encargos fueron arreglos de coches de lujo, los peces gordos confiaban en su buena mano para arreglar sus vehículos y para que sólo hubiera que pedir piezas de importación para repararlos como último recurso. Poco a poco, empezaban a ofrecer más dinero y a exigir más discreción con respecto a la procedencia de las piezas o las revisiones de los vehículos, y Yongguk ocultaba o camuflaba cada vez más cosas en sus facturas. Después llegaron los robos de piezas, los robos de coches, las carreras ilegales.

Por su trabajo, tanto Yongguk como Himchan conducían y controlaban muy bien los coches; sin embargo, sólo Yongguk se contagió del virus de la velocidad. Sabía hasta dónde podía forzar al coche a correr más rápido y con cuánta fuerza tenía que pisar el freno para bloquear las ruedas en un derrape, y cuándo y cómo girar el volante para que el coche no se descontrolara. Himchan, por su parte, prefería esperarlo junto a la meta cuando era el primero que llegaba, con un fajo de billetes en la mano y una sonrisa de oreja a oreja.

Las carreras eran una pasión secundaria, pero en ellas conocieron al resto del que ahora era su equipo. Daehyun, Jongup y Zelo solían ir como espectadores a las carreras, y este último incluso había participado un par de veces con un Toyota Celica Tiger blanco cuyo motor bramaba como si fuera precisamente un tigre furioso, a pesar de que ni siquiera tenía edad para tener carnet de conducir. Yongguk nunca le preguntó de dónde lo había sacado. Cada uno de ellos tenía un talento diferente, pero todos encontraron un papel que cumplir en el taller de Yongguk y Himchan, que ni siquiera se escandalizaron al conocer la edad de Zelo (aunque eso no lo libraba de algún que otro chiste sarcástico que implicaba pañales de vez en cuando). Su relación era bastante estrecha, y trabajaban bien juntos en el taller, reparando y repintando coches de procedencia dudosa para dejarlos como si fueran nuevos. Con el tiempo, cada vez se fueron implicando más y más en las carreras y en los ocasionales robos de coches, y el volumen de trabajo que no podía figurar en la contabilidad se hacía cada vez más grande. Llegaron las investigaciones, pero entre Himchan y Daehyun idearon la manera de mantener oculto el hecho de que la mitad de sus encargos consistía en modificar coches (que la mayoría de veces eran robados) para que fueran aptos para correr en carreras ilegales. Era un negocio que movía mucho dinero, pero que también implicaba un gran riesgo si los descubrían.

Antes de que Yongguk y Himchan se instalaran en Seúl y empezaran a hacerse cargo de este tipo de tareas, ya había un taller en Seúl que las hacía, y que se había visto bastante perjudicado económicamente por la llegada de éstos. Los encargados de ese taller también participaban a menudo en carreras, y su líder, Seunghwan, era un tipo temerario que no dudaba ni un segundo en embestir contra los coches de los chicos del taller para intentar sacarlos de la carretera durante las carreras en las que ambos talleres participaban, y el objetivo de estos choques era casi siempre Yongguk, por ser el que más solía participar. La relación entre los dos talleres era increíblemente tensa, y no hacía más que empeorar conforme la clientela y las cuentas del taller de Yongguk iban aumentando y las del otro taller empeoraban. Así que estos últimos decidieron invertir el tiempo libre que les dejaban sus pocos encargos en tenderles trampas e ir a por ellos de todas las formas que se les ocurrían, desde frustrar cada intento de robo de coche que llevaban a cabo Yongguk y los suyos hasta interceptar pedidos sospechosos de piezas; siempre evitando a la policía, que tenía puesto un ojo en ambos grupos, esperando la más mínima prueba que les sirviera para cogerles. De este modo, Yongguk y los demás vivían esperando el momento en que doblaran una esquina y hubiera alguien ahí esperándolos, preparado para pegarles una paliza; y también estaban listos para el momento en que fueran ellos los que tuvieran que darles alguna lección.

☠☠☠

Era una de esas competiciones en las que corrían de noche, en carreteras que estaban ocupadas por otros vehículos, ajenos a la carrera. Yongguk había decidido no competir esa noche, Zelo había llegado hacía poco con su Celica, y con que él corriera bastaba para tener un buen pellizco del dinero que se apostaba asegurado. Daehyun estaba buscando unas cervezas para todos, y Jongup estaba hablando animadamente con Zelo, que tenía los brazos apoyados en la ventanilla de su coche y no parecía nervioso en absoluto.

Un Audi R8 llegó en ese momento a la carretera secundaria en la que estaban los participantes de la carrera, de un color rojo sangre que reflejaba los tenues puntos de luz que proporcionaban las farolas. Las ventanillas estaban tintadas de manera que no se podía ver quién conducía el vehículo, que acababa de detenerse junto al bordillo de la recta cuando Yongguk se dio cuenta de que no podía apartar los ojos de ese coche que nunca antes habían visto por ahí. Ya llevaban unos cuantos años metidos en las carreras, y aunque siempre había muchas caras jóvenes y nuevas que se acercaban a sus improvisadas pistas para mirar y apostar algo de dinero, era raro que alguien se aventurara a competir por primera vez contra gente ya tan experimentada. La puerta del R8 se abrió hacia arriba, dejando ver un atisbo de tapicería de cuero negro antes de que una persona saliera de su interior.

El nuevo vestía de negro de arriba abajo, con una chaqueta y unos guantes de cuero negro (algo excesivos para la temperatura que hacía en octubre), como si tuviera que ir a juego con la tapicería de su coche, unos vaqueros también oscuros y unas Doctor Martens. No tenía cara de piloto de carreras ilegales, pero eso no quería decir nada. Zelo tampoco la tenía y ganaba a la mayoría de participantes, que solían doblarle la edad. Tampoco parecía perdido, sino bastante seguro de sí mismo cuando empezó a caminar directamente hacia Yongguk y Himchan, arqueando ligeramente las cejas ante la mirada fija de Yongguk sobre él.

-¿Sabes dónde puedo hacer una apuesta? -preguntó, aún con una ceja levantada, mirando a los ojos de Yongguk.

-Eh... Sí -respondió Yongguk, distraído por su propia curiosidad, mirando el flamante R8 rojo por encima del hombro del desconocido.

Al ver que no continuaba, Himchan se metió para contestar él.

-Tienes que buscar a Suho, él es el que organiza todo esto y maneja el dinero de las apuestas. Cuando creas que has visto un vampiro bajito, lo habrás encontrado.

La ceja del chico se arqueó un poco más al escuchar la broma de Himchan, pero no desvió sus ojos de los de Yongguk, y sonrió.

-Gracias.

-De nada... Mmm... ¿Vas a correr? -Yongguk no pudo evitar preguntarlo.

El chico se dio la vuelta, sonriendo.

-Supongo. Depende de a quién vea persiguiéndome -dijo, y se dio la vuelta, perdiéndose entre la muchedumbre.

Yongguk y Himchan tenían los ojos igualmente abiertos por la sorpresa ante esa respuesta tan directa, y siguieron al desconocido con la mirada hasta que lo perdieron de vista. Un instante después, Himchan le agitó una mano por delante de los ojos a Yongguk.

-Despierta, que no era un fantasma -dijo con voz socarrona-. ¡Voy a buscar a Suho, a ver si me entero de algo!

Al cabo de un rato, Himchan se acercó a donde estaba Yongguk con los demás, agarró la lata de cerveza que Daehyun había cogido para él y comenzó a hablar, excitado.

-Tío, Suho me ha dicho que el novato ha apostado muchísima pasta por él mismo. Pero mucha, como 1 millón. Si Zelo corre como siempre, nos vamos a forrar.

Yongguk se acercó la lata de cerveza a los labios y dio un largo trago, notando el sabor amargo en la lengua, y buscó al desconocido con la mirada. Veía su coche, pero no veía su chaqueta de cuero negro por ningún lado, y supuso que estaría hablando con alguna otra persona, si es que conocía a alguien de allí.

-Sí, seguro que nos irá bien -dijo Yongguk, porque Himchan estaba esperando que le contestara. Pero estaba preocupado, porque aunque el chico nunca había aparecido por ahí, no daba la sensación de ser un novato inseguro en absoluto.

Los coches se alinearon al principio de la recta cuando llegó la hora de comenzar la carrera. Los participantes tenían toda la carretera en línea recta para acelerar, y dependían de la suerte y de su habilidad para incorporarse a la vía principal en el momento adecuado. Había otros conductores en la autovía, aunque a estas horas eran sobre todo camiones y algún que otro coche, y para ellos era como una especie de carrera de obstáculos peculiar. No solía haber accidentes porque los participantes, a pesar de su temeridad, controlaban bastante; y respecto a los demás conductores que hubiera por la autovía, los pilotos pasaban a tal velocidad junto a ellos que apenas tenían tiempo de reaccionar. Aun así, habían tenido un par de sustos.

Zelo estaba en medio de la fila, eran siete coches los que participaban y el R8 rojo del "novato" estaba en el extremo izquierdo. Yongguk estaba con Himchan al frente del grupo de espectadores, que hervían de excitación a pesar de que en realidad no iban a ver la carrera entera, sólo el principio y el final de la misma. Pero ver llegar el primero al coche por el que habías apostado ya era emoción suficiente. A veces, bastaba con el simple hecho de verlo llegar, aunque fuera el último.

Yongguk se volvió hacia Himchan, pensativo.

-¿Suho te ha dicho el nombre de ese novato?

Himchan le devolvió la mirada, ligeramente sorprendido por la pregunta.

-Pues no, creo que se ha registrado como R8, el nombre de su coche. ¿Por qué? ¿Es que tienes miedo de que gane?

-No, no, para nada -mintió Yongguk. Se quedó callado unos segundos antes de volver a hablar-. Toma, sujétame esto.

Alargó el brazo, poniéndole la lata de cerveza a Himchan en las manos, y salió corriendo hacia la fila de coches, dejando a su amigo perplejo. Yongguk llegó hasta el Toyota Celica y lo rodeó, entrando por la puerta del copiloto. Entró al coche, y Zelo lo miró atónito.

-¿Hyung? ¿Qué haces aquí? ¡La carrera está a punto de empezar! -exclamó.

-Voy a correr contigo -dijo Yongguk, pero su voz quedó ahogada por los sonidos que marcaban la cuenta atrás.

-¿Qué? -preguntó Zelo. 2 segundos.

-¡¡Vamos!! -gritó Yongguk, cuando sonó el disparo de salida.

Zelo ya estaba preparado, metió la primera marcha y pisó el acelerador. Cambiaba las marchas de forma tan veloz que el movimiento de su mano del volante a la palanca de cambios apenas era perceptible, y en poco tiempo alcanzó los 180 km/h. Yongguk respiró hondo, no eran sus manos las que controlaban el volante, pero la excitación que le provocaba la velocidad le latía bajo la piel. Abrió los ojos para mirar por la ventanilla y ver cómo iban los demás. Por el retrovisor veía varios coches, cuatro, cinco. Seis. Ahí estaba el R8 rojo, pegado a sus talones. Pronto se puso a su lado, y con un rugido del motor, empezó a adelantarlos. Yongguk miró con una mezcla de impotencia y exaltación cómo el bólido rojo pasaba junto a ellos con facilidad, como si las ruedas no estuvieran sujetas a las leyes de la física ni de la mecánica ni de la vida real y estuvieran flotando sobre el asfalto. Pronto llegaron al carril de incorporación a la vía principal, Zelo vio un camión que se aproximaba peligrosamente y se preparó para dar un frenazo. El R8 rojo siguió deslizándose hacia la autovía bajo la mirada atenta de Yongguk.

-¡No frenes, acelera! -exclamó Yongguk.

-Pero...

-¡¡ACELERA!!

Zelo obedeció, pisó el acelerador a fondo y salió a la autovía justo por detrás del R8, y a apenas unos segundos de colisionar con el camión. Oyó los chirridos de las ruedas contra el asfalto que provocaron el resto de coches al frenar antes de llegar a la autovía, y los rugidos atronadores de los motores al acelerar otra vez, junto al claxon del camión, cuyo conductor debía de estar aterrorizado.

Salvo en el caso poco probable de que tuvieran un accidente, la victoria se la disputaban el R8 del novato y el Celica de Zelo. El resto de coches habían perdido demasiado tiempo con el frenazo antes de incorporarse, y Zelo también lo habría hecho de no ser por la maniobra desesperada de Yongguk por seguir al temerario desconocido. La carrera habría estado ganada desde el principio. La autovía estaba vacía ante ellos, y Zelo levantó un poco el pie del acelerador cuando se puso al nivel del R8. Yongguk golpeteaba con el pie contra la alfombrilla, como si él mismo tuviera unos pedales invisibles que pudiera pisar para adelantar al otro coche y perderlo de vista. Aunque a la vez era algo hipnótico ver cómo el coche volaba sobre la carretera junto a él, y no pudo evitar preguntarse qué sentiría si estuviera montado en el R8, volando con él en vez de correr en este familiar Celica. La verdad es que no estaba tan seguro de querer perderlo de vista.

La ventanilla del conductor del R8 descendió lentamente, y el novato (no-novato) dejó caer el brazo por fuera de la portezuela. Movía la muñeca con movimientos fluidos, como si su mano tuviera vida propia y volara también, como el coche en el que iba montado. En ese momento, Zelo pisó el acelerador, sacando a Yongguk de su trance y haciendo que sus ojos se despegaran de la mano bailarina del desconocido. Consiguió ahogar un quejido justo a tiempo, antes de que se le escapara de la garganta.

El R8 no se iba a quedar atrás, y pronto se oyó un rugido ahogado salir del motor y pasó como un rayo rojo junto a ellos. La ventanilla seguía bajada, la misma mano seguía bailando contra el viento y tamborileando sobre el metal rojo sangre de la puerta, como si el conductor no estuviera preocupado en absoluto. Yongguk no podía dejar de mirar. Llegaron a un cambio de sentido, y pasaron tan cerca el uno del otro que Yongguk creyó que si extendía la mano podría tocar esos nudillos que cortaban el aire con sus movimientos relajados, notaba un cosquilleo en las puntas de los dedos que le incitaba a hacerlo.

Entonces se oyó un chirrido, la parte trasera del Celica chocó contra el otro coche y el conductor miró hacia atrás, haciendo un gesto de fastidio, y volvió a poner la mano en el volante. Yongguk cerró la suya en un puño.

Siguieron recorriendo la carretera en sentido contrario a toda velocidad, de vuelta al lugar de salida, casi al mismo nivel. En cuanto uno conseguía superar al otro y sacarle unos centímetros de ventaja, éste daba un acelerón y se ponía a la cabeza. Cuando cruzaron la meta, hubo muchas discusiones para decidir el ganador. Suho había estado preparado en la línea de meta con una cámara, y las fotografías y los vídeos demostraron claramente que, aunque había sido por unos centímetros, el ganador era el R8.

Zelo dio un golpe de frustración contra el volante de su coche. Yongguk estaba atónito, todos los participantes y asistentes lo estaban. Ese chico había llegado, salido de la nada, y les había ganado todo su dinero. El novato se acercó hasta Suho, cogió la bolsa con el dinero y se volvió a subir a su coche. Antes de arrancar, miró a Yongguk a través de la ventanilla bajada, y lo saludó con la mano de tal forma que parecía otro baile de sus dedos, con una breve sonrisa pintada en la cara.
Después, lo perdió de vista al final de la carretera, a 170 km/h.

☠☠☠

Lo último que esperaba ver Yongguk cuando abrió la persiana de su garaje un lunes a las 9 de la mañana era un Audi R8 rojo aparcado en el callejón, frente a él, y a su dueño apoyado contra el capó. El novato de la carrera del fin de semana anterior estaba delante de sus ojos. Yongguk se quedó quieto, con los brazos en alto, apoyados en la persiana a medio levantar.

-Hola. ¿Está abierto? -preguntó el chico, quitándose los guantes negros y guardándoselos en el bolsillo trasero de sus vaqueros.

-Eh, sí, bueno, estoy abriendo ahora -respondió Yongguk, aún sorprendido de verlo ahí-. ¿Querías algo?

-Vengo a que me repares el arañazo que me hicisteis en el coche. He oído que sois el mejor taller de la ciudad -dijo el desconocido, sin perder la sonrisa.

Yongguk se dio cuenta de que seguía refiriéndose a él como “el novato” o “el desconocido”, pero no quería dar el paso de preguntarle su nombre, así que esperó que, en algún momento, el otro se presentara.

-Claro, éntralo. Lo tendré listo en nada -dijo Yongguk, terminando de abrir la persiana metálica y haciéndole un gesto para que entrara.

Cuando ya estuvieron dentro, el chico se quitó la chaqueta, dejando ver una camiseta blanca de manga larga y una cruz dorada de un tamaño considerable que llevaba colgando de una gruesa cadena que había alrededor de su cuello. Se sentó en uno de los sillones que Yongguk tenía en una esquina del taller, y se puso a hojear un par de revistas de coches que había sobre la mesita que tenía enfrente. El silencio era un poco incómodo, así que Yongguk se acercó al equipo de música y lo conectó, y se sintió algo más relajado cuando la melodía de su emisora de radio favorita inundó el taller. Se puso a revisar el coche, a valorar los daños del arañazo que tenía en el lateral izquierdo y a pensar si era mejor que lo arreglara él o que esperara a que llegaran Zelo, Jongup o Daehyun, que eran mejores pintando. Estaba tan concentrado que no se dio cuenta de que el chico se había levantado de su asiento y había ido hacia el equipo de música. Cuando volvió a notar ese silencio incómodo que le pesaba sobre los hombros, se dio la vuelta y lo vio allí, de pie, mirándolo.

-¿Hace mucho que compites en esas carreras? -preguntó el novato, mirando hacia el arañazo que llevaba su coche y luego hacia Yongguk.

-Unos cuantos años, sí -respondió éste-. ¿Y tú? Nunca te habíamos visto por aquí.

-Voy de aquí para allá -contestó con una sonrisa, pasando el peso de su cuerpo de una pierna a la otra.

-¿Ah, sí? Se te da bien, de todas formas. En esa última carrera ganaste bastante dinero.

El chico se encogió de hombros, perezosamente.

-No me importa mucho el dinero. Me gusta correr -dijo-. Pero agradezco haberlo ganado, lo voy a necesitar para pagarte el arreglo de ese rascón.

Yongguk no supo qué responder, así que pensó y por qué no.

-¿A nombre de quién tengo que poner la factura? -preguntó con una sonrisa.

El chico ahogó una risita, como si hubiera estado esperando esa pregunta.

-Soy Yoo Youngjae. Encantado, Yongguk.

-Encantado, yo soy… Espera, ¿cómo sabes mi nombre?

-Llamé a Suho para preguntarle por un taller al que traer mi coche, y me habló de ti.

Ni siquiera se molestó en preguntarle cómo había conseguido el número de Suho. Ya no era “el novato”. Youngjae.

-Parecías muy sorprendido de verme correr en la carrera. No sabía que se pudieran llevar copilotos, ¿sabes? -comentó Youngjae, mirando hacia otro lado.

Yongguk notó como su pulso se aceleraba ligeramente. En ese momento entró Himchan con Daehyun, y Yongguk dio gracias al cielo por no tener que contestar a eso. Ambos se quedaron mirando a Youngjae, y luego dirigieron sus miradas interrogantes a Yongguk, esperando una explicación a por qué estaba el piloto que les había ganado bastante dinero en su taller.

-Ah… tíos, este es Youngjae, ha venido para que le arreglemos un arañazo del coche -se apresuró a decir Yongguk.

Himchan arqueó las cejas, y Daehyun pasó junto a ellos, con una bolsa de papel de Krispy Kreme en la mano, hasta que llegó junto al coche y se puso a mirar de cerca el arañazo. Sacó un donut glaseado de té verde con pistachos (una mezcla que sólo le gustaba a él y que hacía que Himchan lo mirara con el ceño fruncido) y empezó a mordisquearlo mientras lo examinaba.

-No es nada grave, con un poco de disolvente para quitar la pintura del otro coche y algo de pasta de pulir estará arreglado enseguida. Pero tendré que salir a buscar pintura de su código -comentó Daehyun, sin dejar de masticar.

-No hay problema, tengo tiempo, y dinero para pagarlo -dijo Youngjae.

Se oyó un bufido de risa desde la oficina, seguido de la voz de Himchan.

-¡Lo sabemos!

Youngjae soltó una risita tímida, pasándose la mano por el pelo; y Yongguk pensó que el Youngjae que tenía ahora delante no se parecía en nada a la persona que volaba junto a él sobre el asfalto.

Después de dos horas, Yongguk extendió una factura de 150.000 wons, Youngjae le dio un sobre con el dinero y se despidió con un nos vemos y una sonrisa. Cuando Yongguk abrió el sobre en la oficina, dentro había 20 billetes de 50.000 wons. Todo el dinero que Youngjae había ganado en la carrera.

☠☠☠
Se vieron más veces, en las siguientes carreras. Youngjae seguía siendo endiabladamente rápido, se colaba por cualquier recoveco si había más vehículos en su camino y sus neumáticos se deslizaban sobre el asfalto como si no hubiera fricción alguna que lo detuviera. Otras veces, cuando no participaba, se sentaba con Yongguk, Himchan y los demás, y hablaban de la carrera, de este participante debería haber arrancado antes o de este otro se podría haber hecho a la derecha en la salida. Compartían sus latas de cerveza, y comentaban de todo un poco mientras esperaban a que los competidores llegaran a la meta. Youngjae sabía mucho de muchas cosas, así que hablar con él siempre era interesante. Con el paso de los meses, todos los chicos del taller empezaron a aceptarlo como uno más, después de cada carrera en la que su coche recibía un golpe de algún rival furioso o algún arañazo contra el quitamiedos, acudía en busca de ayuda de Yongguk y los demás. Pronto empezó a curiosear mientras ellos trabajaban, y acabó siendo capaz de hacer las reparaciones simples él solo. Aún así, no dejó de ir, aparecía cada vez más a menudo con una bolsa de donuts de Krispy Kreme para Daehyun, con quien se llevaba muy bien al ser de la misma edad, y daba vueltas por el taller preguntando todo lo que se le ocurría.

Yongguk se sorprendía a veces siguiéndolo con la mirada, viéndolo reír por algo que había contado Zelo, y notaba un calor extraño en el estómago. Entonces, fruncía el ceño porque estaba actuando como una colegiala y Youngjae era un hombre y eso no era normal; y pensó que esa noche, cuando subiera a casa, tendría que ponerse un maratón de películas bélicas para volver a endurecerse. Estaba asintiendo decididamente con la cabeza justo cuando Youngjae se le puso delante para pedirle que le enseñara a reconocer las partes del motor, lo cogió del brazo y lo arrastró con él. Estaban hombro con hombro, mirando el capó abierto del coche de Youngjae, que éste había metido en el garaje, y Yongguk pensó que tendría que hacer un maratón de toda la saga de Rambo para olvidarse de la sensación del aliento de Youngjae en su cuello cada vez que susurraba un “¿y esto qué es?”.

☠☠☠

Estaban en la pista habitual, era de noche y habían encendido una pequeña hoguera en torno a la cual estaban sentados para luchar contra el frío helado de Seúl en febrero. Todos llevaban gruesos abrigos, guantes y gorros, pero Yongguk sólo entró en calor cuando Youngjae se sentó junto a él, encogido sobre sí mismo y quejándose del frío, con la pierna derecha pegada a su muslo izquierdo, mientras intentaba calentarse las manos a través de los guantes dejando salir su aliento. Yongguk sintió cómo la sensación de velocidad lo invadía a pesar de no estar conduciendo cuando Youngjae se acercó aún más a él, buscando calor.

Himchan estaba de pie frente a él, y cuando Yongguk levantó la mirada, la pequeña sonrisa que había aparecido en su rostro cuando Youngjae había apoyado la cabeza contra su hombro desapareció al encontrarse con la mueca de Gato de Cheshire que le estaba dirigiendo Himchan. Cuando supo que tenía la atención de Yongguk, Himchan arqueó las cejas un par de veces, provocándolo, y dirigió rápidamente la mirada hacia Youngjae. Yongguk negó con la cabeza con vehemencia, y Himchan se echó a reír. Parecía que iba a decir algo más, pero llegó Suho y le puso la mano en el hombro, con expresión curiosa.

-Qué miedo me da esa risa -comentó Suho, con el ceño fruncido pero sonriente-. ¿Qué pasa?

Himchan volvió a mirar de reojo a Yongguk y Youngjae, y Suho los miró también, pero si la escena le produjo emoción alguna, la disimuló muy bien. Bendita discreción, con el tiempo que pasan juntos ya se le podría haber pegado algo a Himchan, pensó Yongguk, exasperado.

-¡Himchan! Ven, anda, ha venido un amigo y te lo quiero presentar -dijo Suho, estirándole del brazo y mirando a Yongguk con una sonrisa.

Himchan no se negó, pero no despegó los ojos (ni la sonrisa malévola que prometía un cuando volvamos a casa hablaremos) de Yongguk, mientras Suho seguía tirándole del brazo para alejarlo de allí. Ese chico tenía ganado el cielo. Yongguk le dirigió una sonrisa agradecida, y notó que Youngjae apoyaba un poco más de su peso sobre él. Se estaba quedando medio dormido, y Yongguk se enderezó un poco y lo agitó suavemente por el hombro, porque si no se despertaba y se movía un poco se iba a acabar congelando. Youngjae levantó la cabeza de su hombro y lo miró con los ojos entrecerrados, velados por el sueño, y se los frotó para intentar despejarse.

-Lo siento, ¿te he molestado? -le preguntó en un susurro Youngjae, aún frotándose un ojo, y Yongguk volvió a notar como si le apretaran el estómago.

-No, no pasa nada -dijo Yongguk-. Pero tenía que despertarte o te ibas a quedar helado.

Youngjae se puso de pie y dio unos saltitos para despejarse, frotándose el estómago. Se volvió hacia Yongguk y extendió una mano enguantada hacia él.

-Ven, vamos a ver si Suho ha traído algo de comer, ¡me muero de hambre!

Yongguk le agarró la mano y se ayudó de ella para ponerse en pie, y cuando vio que Youngjae tardaba un poco en soltársela después de echar a andar hacia donde estaban los coches aparcados y que no le importaba en absoluto, se preguntó cuándo había dejado de pensar que Youngjae era un hombre y aquello no era normal para concentrarse en la manera en que Youngjae tiraba de su mano, en la manera en que Youngjae le sonreía al preguntarle para qué servía una herramienta. Decidió que si le daba demasiadas vueltas sólo ganaría un dolor de cabeza, y se dejó arrastrar hasta la multitud.

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part 2 >>

pairing: joonmyun/himchan, fanfic, pairing: yongguk/youngjae, b.a.p, car race!au, one shot

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