Título: words cannot describe
Pareja: joonmyun + jongdae
Resumen: Jongdae es experto en dar consejos a otros que nunca es capaz de aplicarse a sí mismo.
Rating: PG-13/NC-17 hacia el final
Número de palabras: 71.000
Avisos: menciones a ligera homofobia, problemas familiares
Notas de la autora: Este fic me ha quitado años de vida. Escrito para Seoul Nights en
Masquerade Forums. Aquí
una canción, por si alguien tiene curiosidad~ ¡¡¡Para leer más cómodamente (creo) o descargar en pdf/epub, id
aquí!!! ^^
Si algo le había enseñado la vida a Kim Jongdae era que hacerle favores a Baekhyun nunca traía nada bueno.
-Recuérdame por qué acepté todo esto del periódico -preguntó Jongdae, golpeteando con los dedos sobre el ratón y mirando la pantalla con la vista desenfocada, sólo veía letras borrosas.
-Porque eres un amigo maravilloso y los amigos maravillosos hacen cosas buenas por sus amigos -contestó Baekhyun sin dejar de teclear.
-¡¿Y en qué lugar te deja eso a ti, entonces?! -exclamó Jongdae, riendo.
-Venga, siempre te estás quejando pero sabes tan bien como yo que también te beneficia a ti. -Baekhyun se apartó por fin del escritorio y se inclinó en la silla para mirar a su amigo-. ¡Te da créditos y además es práctica para tu futura carrera!
-Baekhyun -replicó Jongdae. Cogió un bolígrafo que empezó a dejar caer sobre la mesa, para oír un ruido que no fuera el de la voz de Baekhyun poniéndolo de los nervios-. Me pusiste de encargado de la Sección de Consejos para Anónimos Desesperados.
-Bueno, ¿y quién te dice que no acabarás ganándote la vida con eso? El mundo del periodismo es muy complicado, la gente tiene muchos problemas... ¡Y hasta ahora has hecho un muy buen trabajo! ¿Crees que entrarían tantos mensajes si no? El tráfico de la página ha aumentado bastante desde que empezaste a contestar tú... Y eso significa más dinero para el presupuesto del periódico impreso. Así que menos quejarse y más trabajar.
Baekhyun volvió a centrar su atención en la pantalla del ordenador, dando el caso por cerrado. Las discusiones con Baekhyun siempre eran así, te permitía dar dos argumentos antes de soltar una parrafada que te dejaba con la boca abierta y sin palabras y tras eso, consideraba que ya te había dedicado suficiente atención. Jongdae le sacó la lengua, riendo por lo bajo y murmurando «no soy tu esclavo», pero esta vez miró con atención a la pantalla.
Lo que más rabia le daba era tener que aceptar que de verdad era bueno contestando las preguntas del resto de estudiantes y ayudándolos a superar problemas, aunque nunca pasaran de ser problemas leves, y lo cierto es que durante el tiempo desde que había empezado a hacer este trabajo en el periódico quincenal de la SNU, el número de mensajes había ido aumentando progresivamente. Para todas las dudas y reparos con los que enfrentaba sus propios dilemas, nunca le había costado nada ayudar a los demás a salir adelante con los suyos.
Con un resoplido, empezó a repasar los mensajes que habían llegado durante la semana. Muchos eran bastante parecidos, en realidad, y eso los hacía fáciles de contestar, así que no había quejas por ese lado. No era una tarea complicada, pero pasar por la misma pregunta de «Me gusta una chica de mi curso pero no sé cómo conseguir que me haga caso» cincuenta veces seguidas acabaría aburriendo a cualquiera. Siempre tecleaba la misma respuesta de la forma más amable y cómica posible, «¡sé valiente, el mundo es de los que se arriesgan, el no ya lo tienes!», y siempre sonreía pensando en lo tonto que era responder con un consejo que él mismo no era capaz de aplicarse, y lo que es peor, que la gente lo probara y funcionara, como mostraban los mensajes de agradecimiento que recibía a menudo. Las situaciones eran diferentes, al fin y al cabo. Ojalá sus circunstancias fueran tan fáciles.
Tras contestar unos veinte mensajes, empezó a leer uno que llamó su atención.
-Eh, Baekhyun, escucha esto.
Baekhyun se incorporó en la silla y le hizo un gesto con la cabeza a Jongdae para indicarle que le estaba escuchando, así que este empezó a leer:
-«No sé por qué estoy escribiendo esto aquí, pero tampoco sé a qué otra persona podría decírselo. Soy gay, pero no sé cómo contárselo al resto o cómo empezar a relacionarme con otros chicos de esa forma.»
Baekhyun soltó una carcajada.
-¡Ja! En fin, este es fácil, ¿no? Sólo necesita el empujoncito fuera del armario y ya está.
-Para ti todo es fácil... Ya veo por qué esta sección no tenía ningún éxito cuando te encargabas tú.
-La vida no es tan complicada -explicó Baekhyun, extendiendo una mano para mirarse las uñas-. No hay que darle tantas vueltas a las cosas, siempre te lo digo pero nunca me haces caso. Lánzate, si te caes y te haces daño, cúrate rápido y vuelve a levantarte.
-Aconsejar a personas adultas es un poco más complejo que eso, Baekhyun. Ese consejo sólo funciona cuando tienes seis años y estás aprendiendo a montar en bicicleta.
-¡Pero si es lo mismo! -se quejó Baekhyun, dando un golpe a la mesa con la mano abierta, y ante la mirada de Jongdae, continuó con más calma-: Vale, tienes razón, acepto que salir del armario no es tan fácil. Pero tampoco es tan complicado... -Jongdae arqueó aún más una ceja-. De acuerdo, de acuerdo, tú eres el que lo ha pasado, no yo.
-Exactamente -asintió Jongdae, y empezó a pensar cómo contestar al anónimo-. Mientras tanto, encárgate de tus artículos sobre la exposición de los de Arte, he visto bastantes erratas y eso que sólo he echado un vistazo por encima…
-¿Ves? ¡Otra razón más por la que eres imprescindible aquí! -exclamó Baekhyun, y parecía que nunca dejaba de reír-. Ese ojo tan criticón que tienes.
Jongdae se limitó a sacarle la lengua otra vez, contagiado por la risa de Baekhyun, y volvió a concentrarse en la pantalla. Sabía por experiencia que salir del armario, aunque sólo fuera para tus amigos, no era nada fácil. Había tantas cosas que tener en cuenta antes de contestar… ¿Tendría algún amigo de mente muy abierta al que pudiera confesárselo primero? ¿Cómo serían sus padres, serían muy religiosos, o muy conservadores? ¿Exactamente cuánto miedo tenía a enfrentarse a los demás? ¿Había conseguido asumirlo por completo él mismo? ¿Se sentía capaz de explicar cómo se sentía, o igual que le pasaba a él, no sabía ni por dónde empezar? Empezó a teclear.
«Lo primero es tener confianza en ti mismo y asumir quién eres, cómo es tu entorno y cómo reaccionarían a una confesión así. Ante todo, ten en mente que ser homosexual sólo indica que te gustan los hombres, ni más, ni menos. No cambia ni define quién eres, es sólo un rasgo más. No vas a convertirte en una mala persona de repente, no vas a tener peor humor ni vas a empezar a empezar a travestirte por las noches por eso. Es posible que haya personas que se alejen de tu lado, pero ¿por qué ibas a querer conservar a esas personas junto a ti, si no son capaces de quererte o aceptarte por seguir siendo quien eres, con la única diferencia de que ahora saben que quieres besar a chicos? Tienes que vivir tu vida por ti, no por ellos.
Te aconsejo que no empieces por tus padres, si te da miedo o no estás seguro de que vayan a reaccionar bien. Empieza por un amigo cercano, alguien en quien creas que puedes confiar plenamente, ¡pero sobre todo confía en ti! Estas situaciones siempre son difíciles, pero hacerlo es como quitarse una montaña en encima, así que ¡ánimo!»
-Es buena idea lo de empezar por un amigo cercano, sí. -La voz de Baekhyun resonó a su espalda y Jongdae se llevó una mano al pecho.
-Joder, Baekhyun, con el ruido que haces siempre, hasta dormido… Te odio cuando decides ponerte ninja.
-Está muy bien ese consejo. Me suena de algo. ¿A ti no? -continuó Baekhyun con su sonrisa rectangular, como siempre miraba a Jongdae cuando quería decir «admite que tengo razón».
-Sí, me lo dijo alguien que es muy pesado y nunca se calla y siempre está diciendo cosas. Eso en concreto le salió con sentido, pero fue por casualidad, pura suerte.
Baekhyun rompió a reír a carcajadas y le pasó un brazo por el cuello, y Jongdae, como siempre, no pudo evitar reír con él. Era verdad que Baekhyun era un pesado y nunca se callaba, pero hacía reír a Jongdae hasta que se le saltaban las lágrimas con sus bromas en los mejores momentos y también en los peores para hacer que no parecieran tan malos; también había permanecido ahí, a su lado, cuando más lo necesitaba y lo había visto temblar como una hoja sin que se le escapara ni una sola risita. Jongdae le estaba y le estaría siempre agradecido por eso.
-Sí, seguro. Has puesto hasta lo de travestirse... A ver si algún día te aplicas el cuento -replicó Baekhyun, y tras soltar otra carcajada, dejó el tema, para sorpresa de Jongdae-. Es hora de echar el cierre, ¿has terminado con nuestro anónimo asustado?
Jongdae pulsó el botón de Enviar, cerró la página y dejó el ordenador en proceso de apagarse.
-Consejo enviado -dijo, y cogió su mochila del suelo, al lado de la mesa-. Podemos irnos.
Ya estaba tumbado en la cama de su habitación compartida en el dormitorio universitario, tras un duro día de clases además del trabajo en el periódico, y Jongdae seguía dándole vueltas al anónimo que había recibido. Baekhyun estaba cantando en la ducha, desafinando a propósito sólo para que a Jongdae le doliera la cabeza.
-¿Por qué crees que la gente enviará sus problemas en anónimo? -preguntó Jongdae cuando su compañero salió del cuarto de baño, frotándose el pelo con una toalla y con otra envolviéndole la cintura-. Quiero decir, ¿qué les hace pensar que ChenChen es el más indicado para resolver sus dudas? Ni siquiera saben quién es, o sea, quién soy yo, y yo no sé quiénes son ellos. No conozco sus circunstancias, ni cómo son, ¿por qué iban a confiar en mí?
-Pues precisamente por eso, claro -respondió Baekhyun, mirando a Jongdae como si de repente le hubiera salido otra cabeza y estuviera igual de vacía que su cabeza original-. ¿No es obvio? Imagina que tienes un problema que te da vergüenza contarle a tu familia, o a tu mejor amigo, o simplemente quieres desahogarte… ¿No es más fácil contárselo a alguien que no podrá echarte nada en cara ni juzgarte porque no sabe quién eres?
-Entonces no es que confíen en mí, ¿no? Simplemente acuden a mí porque saben que incluso si su problema es grave, no podré mirarlos y decir «Mira, ese es el tío del problemón».
-Exacto.
-Pero yo podría ir contando por ahí los problemas de los demás…
-Se supone que para eso tuvimos una conversación seria antes de que te incorporaras, y dejamos claro que por tu bien y por el de todos los que envían mensajes al periódico, no puedes dejar que nadie sepa que eres tú quien contesta.
-¡Pero tú lo sabes! -exclamó Jongdae, incorporándose con una sonrisa. Baekhyun siempre tenía respuestas para todo.
-Bueno, pero yo soy un Caso Extra Especial, y además soy el redactor jefe. Y encima soy tu mejor amigo.
-Sí, supongo que es una forma de verlo… -murmuró Jongdae, y volvió a recostarse-. De todas formas… que alguien confiese algo tan gordo como su homosexualidad en mi apartado me parece… no sé.
-No es algo que se vea todos los días, desde luego... -Baekhyun tiró la toalla con la que se estaba frotando el pelo encima de la cama y dejó caer al suelo la otra. Jongdae recordó cómo siempre lo había hecho así, como si no se sintiera cohibido en absoluto a pesar de saber que Jongdae se sentía atraído por hombres, cómo nunca había cambiado incluso después de que en esa misma habitación, tras unos meses de vivir juntos y poco después de la confesión, Baekhyun quisiera enseñarle por enésima vez las fotos del reportaje de ropa interior de una modelo que le encantaba y él le recordara que le atraían más los abdominales del modelo masculino que el cuerpo de la chica en cuestión. «Ay, es verdad... Bueno, pues nada, más señoritas para mí», había concluido Baekhyun, y acto seguido ofreció, meneando las cejas: «Si quieres recorto al modelo de las fotos y te lo doy, por si lo quieres para cuando... ya sabes». Había seguido bromeando como de costumbre. Ni un ápice de su relación había cambiado, excepto porque quizá ahora Jongdae tenía más en cuenta cuánto quería a Baekhyun que lo molesto que podía llegar a ser-. De todas formas lo ha enviado por el buzón privado, ¿no? -continuó Baekhyun-. Sólo lo vas a saber tú. Bueno, y yo. Pero es algo que me hace sentir un poco triste, ¿no te parece? No debe de tener a nadie de mucha confianza si ha decidido contarle algo así a ChenChen…
-No es sólo cuestión de confianza en otras personas, ¿sabes? -dijo Jongdae, agarrando el oso de peluche que tenía a un lado de la cama-. Sobre todo se trata de confiar en uno mismo, y de ser capaz de contarlo. A mí me costó mucho tiempo decírtelo a ti, y eres mi mejor amigo.
Jongdae había cavilado sobre lo que sentía durante muchos meses desde que se dio cuenta antes de aceptarlo, y durante otros muchos antes de ser capaz siquiera de pensar en decírselo a Baekhyun, hasta que al final fue el propio Baekhyun quien lo enfrentó y le dijo: «¿Qué te ocurre? ¿Por qué tienes esa cara de miedo? Puedes contarme lo que sea, lo sabes, ¿no?». Jongdae tragó saliva y apenas consiguió susurrarlo.
Baekhyun lo había mirado durante unos segundos que a Jongdae se le habían hecho eternos, mientras notaba el sudor frío en la espalda y el terror a volver a sentir el rechazo en la boca del estómago, pero Baekhyun se limitó a decir: «Bueno, por fin te decides a soltarlo» y acto seguido le pasó un brazo por los hombros y le dio un apretón con la mano, tranquilizador, cuando Jongdae empezó a temblar por toda la tensión contenida.
-Por alguna razón ya me lo imaginaba antes de que lo habláramos, ¿sabes? -exclamó Baekhyun, y se tiró de un salto a la cama, con el pelo aún mojado. No había manera de convencerlo de que se secara el pelo antes de dormir-. O sea, mi sexto sentido me decía que ocultabas algo -dijo mientras se daba toquecitos en la sien con el índice-, y era eso o que me dijeras que fuiste tú quien rompió mi Xbox... Pero es que aún no puedo creerme cómo te pusiste, ¿qué pensabas que iba a hacer? ¿Tirarte piedras? ¿Decirte que no quería verte nunca más? Es impensable. ¡Habría sido mucho más probable que te tirara piedras si me hubieras roto la Xbox!
-Siempre es impensable, hasta que pasa. No todos los gays que han salido del armario se han encontrado a todo el mundo recibiéndolos con los brazos abiertos… De hecho, lo que le ocurre a la mayoría es lo contrario. Lo diferente siempre crea rechazo... Sobre todo para los que han tenido muchos años para asentar en su mente lo que es normal.
-Jongdae. -Baekhyun se incorporó sobre un codo y lo miró fijamente a los ojos, serio, de esas pocas veces en que su gesto dejaba claro que se habían acabado las bromas-. Tus padres no van a repudiarte. Es una estupidez. Por Dios, tu madre es prácticamente un ángel, y siempre te he dicho que…
-Ya lo sé. -¿Pero... y si no?, pensó Jongdae, ¿y si te equivocas?-. Pero aun así, todavía no estoy preparado. Algún día, Baekhyun, te lo prometo. Pero no va a ser hoy. Ni esta semana.
Baekhyun le sostuvo la mirada unos instantes más antes de retirar las sábanas de su cama y meterse bajo las mismas. Se giró de modo que quedara de espaldas a Jongdae.
-En fin, la verdad es que esta semana ya tienes bastante con revisar los artículos del periódico e intentar llevar al día las entregas de clase. No puedes dejar caer esa media, no querrás darles dos disgustos a tus padres -refunfuñó Baekhyun desde debajo de su edredón-. Pero sabes que no lo digo porque me haga gracia la situación, Jongdae. Sabes que odio ver que lo pasas mal.
-No lo paso mal, no exageres -dijo Jongdae, tirándole el oso de peluche.
Baekhyun se levantó de la cama para devolverle el lanzamiento de peluche.
-¡Como vuelvas a sacar una C en Escritura Creativa sí que lo vas a pasar mal! Vete a dormir e intenta descansar esa cabeza tan grande que tienes para escribir algo que merezca una A+, anda -exclamó, y luego se metió en la cama, fingiendo que reflexionaba unos segundos-. Bueno, una B, lo justo para mantener la media, no podemos pedirte tanto.
-¡En realidad sí que disfrutas viéndome pasarlo mal, por eso nunca cierras la boca! -dijo Jongdae entre carcajadas, y estuvo a punto de lanzarle el oso de peluche otra vez, pero se contuvo y decidió taparse con las sábanas, abrazar al peluche y apagar la luz-. Calla y duerme.
-Buenas noches, Jongdae. Te quiero.
-Yo te odio.
-Seguro…
-Te odio mucho.
No le llegó respuesta, y pasados unos diez minutos empezó a oír los sonidos característicos que le indicaban que Baekhyun ya estaba profundamente dormido. A él le costó un poco más dormirse, y dio un par de vueltas en la cama pensando en cómo mejorar sus redacciones de forma urgente, en lo mucho que Baekhyun lo había ayudado hacía unos años aunque nunca fuera a admitirlo en voz alta y lo mucho que lo seguía ayudando ahora, sacándole risas aunque estuviera hasta arriba de trabajo y preocupaciones, y por último, en ese anónimo que estaba en una situación similar a la que él había pasado, y al que Jongdae estaba dispuesto a brindar tanto apoyo como pudiera, aunque no tuviera ni idea de quién se trataba.
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Cuando empezó su segundo año de carrera de Periodismo y Comunicación en la Universidad Nacional de Seúl, con una media de 3,3 sobre 4 en primero a base de esfuerzos sobrehumanos y muchas bebidas energéticas, Jongdae obtuvo una mejora en su beca de la KOSAF que pasó a cubrirle el 80% de las tasas universitarias y le proporcionó también un pequeño estipendio para los gastos del dormitorio y la vida en general.
Sus padres no se morían de hambre, pero no eran ni mucho menos ricos, y esta beca, cuando un solo semestre en la SNU ya costaba seis millones de won, era un alivio enorme del peso económico que suponían los estudios de su hijo. Sin embargo, esa beca sólo se mantendría si Jongdae seguía teniendo una media de más de 3, y había algo que amenazaba esa nota.
Jongdae estaba saliendo de una de sus clases de Teoría de la Comunicación y estaba a punto de marcharse con Kyungsoo para recoger a Baekhyun y salir a cenar cuando vio a su profesor de Escritura Creativa, el profesor Lee, en el pasillo. Se inclinó para saludarlo y seguir con su camino, pero cuando el hombre reparó en quién era, le hizo un gesto para que se acercara.
-¡Jongdae-ssi! -dijo el profesor, y Jongdae volvió a hacer una reverencia cuando llegó hasta él-. Precisamente pensaba enviarte un correo electrónico para pedirte que vinieras a mi despacho cuando tuvieras un hueco entre clases. -El profesor se cambió una carpeta de mano para mirar su reloj-. ¿Tendrías un momento ahora? Hay algo de lo que quiero hablar contigo.
Jongdae asintió con la cabeza.
-Claro, profesor -dijo. Acordó con Kyungsoo que se encontrarían en su habitación y siguió al profesor hasta su despacho, dos pisos más arriba.
Una vez dentro, se sentó en la silla azul que había ante el escritorio con los nervios de punta. Baekhyun tenía razón en que Escritura Creativa era esa asignatura que ponía en riesgo su media, y a pesar de que Jongdae se esforzaba por llevar todas las entregas al día, siempre se las devolvían con la misma C o B- en rojo brillante. Nunca había llegado a suspender, pero para Jongdae había dejado de tratarse de aprobar o suspender desde que iba a secundaria, se trataba de sacar la mejor nota posible. Además, el profesor era una persona muy agradable, pero también era muy crítico y no eran pocas las veces que Jongdae había tenido que morderse el labio para mantener la compostura cuando el profesor le exponía sus opiniones sobre lo que había escrito.
-¿De qué quería hablarme, profesor? -preguntó Jongdae tras observar durante cinco minutos cómo el profesor hojeaba los folios que tenía en un archivador.
-Verás, Jongdae, quería que discutiéramos juntos las entregas que has hecho hasta ahora para la asignatura -respondió el hombre sin mirarlo, y sacó unas cuantas hojas grapadas-. Estás en el periódico de la universidad, ¿correcto?
-Sí, empecé en el segundo semestre del año pasado. Cuando los de último año terminaron las prácticas y se graduaron, mi compañero Byun Baekhyun necesitaba a alguien que le echara una mano, así que entré yo -explicó Jongdae.
-Mmm... -El profesor meditó durante un instante-. Recuerdo haber leído algún que otro artículo tuyo, reseñas sobre eventos de la universidad, de ese tipo. ¿Te encargas de alguna otra cosa?
-Sí, reviso todos los artículos antes de la publicación en papel. -Jongdae omitió la parte del buzón de consultas anónimas. Por suerte o por desgracia, los profesores rara vez entraban a la página web del periódico y tampoco solían colaborar para la misma, así que el profesor desconocía la existencia de ese apartado-. Para que no haya erratas ni faltas.
-El caso es que al leer tus artículos, pensé que estaban francamente bien escritos, Jongdae-ssi. Sin embargo... -Levantó el fajo de hojas grapadas que llevaba en la mano-. Me temo que no veo el mismo nivel aquí. ¿Qué ocurre?
Jongdae se quedó callado. Sabía que el profesor no intentaba desanimarlo, todo lo contrario; era un hombre que se esforzaba por que sus alumnos aprendieran y lo dieran todo de sí mismos, aunque a veces no supiera moderar sus críticas o no fuera consciente de lo mucho que podían llegar a afectarles.
-No lo sé, profesor. De verdad que a mí también me gustaría saberlo.
-No me malinterpretes, Jongdae. Ya te lo he dicho, no creo que seas un mal escritor. De hecho, si sólo se tratara de escribir artículos puramente informativos, no tendrías ningún problema. Sin embargo, se trata de escritura creativa, expresiva, y aunque tus redacciones no merecen un suspenso... tampoco puedo ponerles más de un seis. Estos textos están bien estructurados, son coherentes, pero... no encuentro en ellos nada del gancho y el sentimiento que debería haber. Se trata de expresar con las palabras, de hacerme sentir lo que tú sientes -dijo. Jongdae intentó sostenerle la mirada e intentó ver la comprensión en los ojos oscuros del profesor, pero la inquietud y el desánimo estaban minando poco a poco toda su positividad. Ojalá el profesor pudiera meterse en su cabeza e intentara comprender siquiera qué era lo que sentía Jongdae, si ni él mismo tenía claro cómo explicarlo-. Si tus circunstancias fueran otras -continuó el profesor-, no dejaría que te preocuparas por esto, pero si no me equivoco, tienes mucho interés en mantener tu media por encima de un 3 sobre 4, ¿no es así?
-Sí, señor -contestó Jongdae. Suponía que en las fichas del alumnado se podía ver quién era becario y qué tipo de beca recibía-. Necesito mantener esa nota para conservar la beca que me permite estudiar en esta universidad.
-Eso tenía entendido... Jongdae-ssi, eres un buen estudiante y te mereces esa beca, no lo dudo ni por un momento -le dijo el profesor con voz tranquilizadora, y Jongdae asintió en silencio, agradecido-. Así que tenemos que encontrar una solución para esto, ¿no crees? No puedo dejar que sea mi asignatura la que haga descender esa media -concluyó, dando una palmada-. Bien, ¿qué opinas de recibir tutorías, apoyo con las redacciones? Podríamos llamarlo clases extra.
-No querría que usted tuviera que... invertir su tiempo de esa manera en ayudarme, profesor -se apresuró a decir Jongdae, por no decir malgastar.
Estudiaba en una universidad de prestigio con los mejores profesores, y había entrado en ella sabiendo que tendría unos estándares con los que cumplir. Si no era capaz de dar el nivel, era un problema suyo y sólo suyo. Sin embargo, hacía todo cuanto podía...
-Oh, no te preocupes, mi horario tampoco me lo permitiría. No sería yo quien se encargara de esas clases. El Consejo de Estudiantes proporciona ayuda con estas cosas, y de hecho... -dijo, y se giró para teclear algo en su ordenador-, de hecho ya tenía a alguien en mente.
-¿Ah, sí? -preguntó Jongdae, sorprendido-. No querría ser una molestia... -dijo, por ser educado, pero la perspectiva de que hubiera alguien de más o menos su edad y sin tanta autoridad y crítica como su profesor que lo ayudara a mejorar hacía que empezara a sentirse mucho más animado-. Pero si esa persona está de acuerdo, aceptaré la ayuda encantado, profesor. Haré todo lo que esté en mi mano para mejorar en esta asignatura.
-Ese es el espíritu, estaba seguro de lo que podía esperar de ti -dijo el profesor, sonriente, y se levantó para ir hasta la impresora-. Bien, esta persona ya cursó Escritura Creativa el año pasado, y ahora mismo está cursando también Creativa II. Sabes que yo no soy dado a los favoritismos, pero lo cierto es que es uno de mis mejores alumnos, y si lo digo así es porque se ha ganado a pulso ese puesto. Disfruta mucho escribiendo, pero sobre todo se le da bastante bien, así que creo que podrás sacar mucho provecho de estudiar con él.
-Si me da un teléfono de contacto, hablaré con él e intentaré empezar las clases cuanto antes... -dijo Jongdae, entusiasmado. Ojalá fuera verdad que mejoraría con estas clases, ojalá su madre pudiera seguir presumiendo con sus amigas de sus notas impecables como lo hacía, ojalá Jongdae pudiera evitar decepcionarla, al menos con esto...
-Ya he hablado con él, por si acaso, y aunque está en último año y además, muy ocupado con las actividades del Consejo, está dispuesto a sacar tiempo para ti -explicó el profesor-. Dame un segundo, te estoy imprimiendo sus datos de la ficha de estudiante.
Jongdae esperó con las piernas descontroladas mientras ideaba formas de cuadrar las nuevas clases con sus obligaciones en el periódico. El profesor sacó el papel de la impresora y se lo tendió, doblado.
-Mucha suerte, Jongdae -dijo con una sonrisa-. Tu próxima entrega será en dos semanas, no me permitas ponerte menos de una B.
-Se lo aseguro, profesor -dijo Jongdae, se colgó la mochila e hizo una reverencia antes de marcharse.
Cuando, ya en el pasillo, abrió el papel con los datos que le había dado el profesor, se le cayó el alma a los pies.
Lo primero que hizo al entrar en su habitación fue tirar su mochila junto a la mesa y dejarse caer en la silla, con el papel doblado aún en la mano. Baekhyun y Kyungsoo estaban sentados en la mesa del primero, riéndose de algo en internet, y levantaron la cabeza para mirarlo, sorprendidos.
-Bueno, ¿quién se ha muerto? -preguntó Baekhyun, y se levantó para dirigirse hacia Jongdae, que había cruzado los brazos sobre la mesa para hundir la cabeza sobre ellos.
-¿Tan mal te ha ido con el profesor? -dijo Kyungsoo, sin moverse de su sitio en la cama de Baekhyun. Baekhyun se giró para mirarlo de inmediato.
-¿Qué profesor?
-Lee, el de Escritura Creativa.
-¿Y por qué ha estado con...? Oh, no, no me digas que le ha suspendido por fin...
-Sé lo mismo que tú -cortó Kyungsoo, apretando los labios-. Espera a que salga de ese... estado de shock, y a lo mejor nos cuenta algo.
Jongdae habló sin levantar la cabeza, y su voz sonó amortiguada.
-El profesor considera que mi nivel en Escritura Creativa es insuficiente para mantener mi media. Me ha propuesto recibir clases extra, y mi tutor... -levantó el papel doblado, y Baekhyun no tardó ni un segundo en cogerlo.
Las carcajadas se hicieron esperar aún menos. Baekhyun empezó a reírse tanto que Jongdae pensaba que iba a asfixiarse y la verdad, una parte de él deseaba un poco que así fuera. Después de treinta segundos de risa, a Kyungsoo le entró curiosidad por fin y se levantó para arrebatarle el papel a Baekhyun. Leyó el papel, miró a Baekhyun como si fuera un lunático y luego miró a Jongdae, interrogante.
-¿Tu tutor es Joonmyun-hyung? -preguntó, con el gesto serio. Baekhyun se rio más fuerte y Kyungsoo lo miró con disgusto-. ¿Qué le hace tanta gracia?
A Baekhyun se le cortó una carcajada a medias y se acercó a Kyungsoo, demasiado cerca para su gusto.
-¿Cómo que qué me hace tanta gracia? ¡Es el amor platónico de Jongdae! ¿Dónde has estado todo este último año?
-Exacto, dónde has estado este último año cuando Baekhyun me hundía las costillas a codazos cada vez que nos lo cruzábamos por el campus. -Jongdae se incorporó por fin. Esto era lo que había estado temiendo-. ¡No es mi amor, ni platónico ni nada! ¡Dios, si decir que alguien en particular es guapo es estar enamorado, ¿entonces tú qué? ¿Estás enamorado de media universidad?
-Bueno, no es del todo mentira -dijo Baekhyun, guiñándole un ojo y pasando a ignorarlo por completo, porque Jongdae no era un participante válido en una conversación en la que se estaba discutiendo su supuesto enamoramiento-. ¡Y Kyungsoo! ¿Cómo es que tú no te habías dado cuenta? ¡Jongdae estuvo semanas hablando de él!
-¡Pero si eras tú el que sacaba el tema cada dos por tres! -se quejó Jongdae con voz chillona.
Kyungsoo los miró con el ceño algo fruncido y volvió a la mesa.
-La verdad es que suelo ignoraros cuando os ponéis así. De hecho no entiendo nada de lo que estáis diciendo ahora mismo.
-Bueno, ¿y por qué conoces tú a Joonmyun-hyung? -contraatacó Baekhyun.
-¿Porque yo también estoy en el Consejo? -contestó Kyungsoo, elevando la voz.
-¿Ah, sí? ¿Eso desde cuándo? ¿Por qué no nos habías contado nada?
-Desde principios de año, y te lo conté en cuanto aceptaron mi solicitud, inútil. Nunca volveré a arrepentirme de no haceros caso cuando habláis, en serio. En fin, ¿y dónde está el problema con que Joonmyun sea su tutor?
-Pues en que a Jongdae le va a dar mucha vergüenza -respondió Baekhyun a la vez que Jongdae decía «En que Baekhyun no me va a dejar en paz».
Kyungsoo suspiró y cogió su mochila del respaldo de la silla.
-No tienes que sentir vergüenza, créeme. Es más... puede que estando con él acabes sintiendo vergüenza, pero ajena -comentó Kyungsoo-. Joonmyun es muy majo y muy amable, y seguramente aprenderás mucho con él, pero es un poco rarito.
-¡No es raro! -exclamó Jongdae, y Baekhyun lo miró sonriendo como un gato que sabe que acaba de cazar al ratón-. No sé... O a mí no me pareció tan raro... Deja de mirarme así o te grapo la cara, Baekhyun.
-Bueno, seguro que se llevará bien con Jongdae -respondió Baekhyun, cogiendo la grapadora para salvar su rostro, que reflejaba lo encantado con la situación que estaba-. ¿Y ahora qué? Tendrás que mandarle un correo, ¿no? Venga, que te ayudo a escribirlo.
-No te acerques. Tengo una grapadora de repuesto -amenazó Jongdae intentando parecer peligroso, pero ya se le estaba escapando la risa.
-Y yo tengo una reunión del Consejo en veinte minutos -dijo Kyungsoo, comprobando la hora en su móvil-, y no quiero ser testigo de esto. ¿Quieres que le dé recuerdos tuyos a Joonmyun cuando lo vea?
Baekhyun gritó «¡¡Sí!!» y Jongdae gritó «¡No me traiciones, Kyungsoo, tú no!», y Kyungsoo cerró la puerta riéndose por lo bajo. Cuando Jongdae consiguió arrancarle el papel de los dedos a su compañero y Baekhyun consiguió requisar la grapadora de repuesto, cada uno se sentó en su mesa.
-¿Puedes dejarme estudiar de una vez? -preguntó Jongdae, jadeando por el forcejeo.
-Primero cuéntame más sobre lo de Joonmyun. ¿Cómo te sientes?
-Me siento normal, Baekhyun, ¿qué esperas que te diga? -dijo Jongdae, exasperado-. Te dije que era guapo, no que fuera un dios y que me hubiera convertido a su religión. No me voy a desmayar en cuanto lo vea. Aunque sé que eso te encantaría.
Era cierto, que no se iba a desmayar y que eso a Baekhyun le encantaría, pero lo que no era cierto es que se sintiera normal con respecto a Joonmyun. Sin embargo, no sabía poner en palabras el porqué, ya que apenas había cruzado dos palabras con él.
-Bueno, pero me sorprende que me dijeras algo así. No sé, desde aquel chico de la fiesta de primer año nunca me cuentas nada de los chicos que te gustan -se quejó Baekhyun, poniendo morritos-. Soy tu mejor amigo, tengo derecho a saber.
-Aunque me gustara, Baekhyun, no tiene ningún sentido que le dé tanta importancia -dijo Jongdae, encendiendo el ordenador-. Fuiste tú quien se obsesionó con investigarlo el año pasado, deberías saber mejor que nadie que tiene novia.
-Te dije que siempre estaba con una chica, pero ya sabes que nunca los vi besarse ni nada por el estilo, así que...
-Baekhyun, el periódico se publica esta semana, ahora tengo cosas más importantes que hacer que discutir si Kim Joonmyun se besa con su novia en público o no -interrumpió Jongdae-. Tengo artículos que revisar y problemas del resto del mundo que resolver.
-Algún día tendrás que ocuparte de tus propios problemas también, Jongdae -dijo Baekhyun con un resoplido, se puso los auriculares para escribir una reseña sobre el nuevo álbum de su grupo idol favorito, que ya llevaba con retraso, y Jongdae no supo si le había dado tiempo a oírlo decir «¡Mi mayor problema eres tú!».
Él mismo se puso los cascos y empezó a revisar los artículos que había escrito en esas dos semanas y los mensajes anónimos que habían seleccionado para publicar en el periódico, y cuando terminó, echó un vistazo a los mensajes nuevos. Hubo uno que le hizo quitarse los cascos enseguida.
-Eh, Baekhyun, ven a leer esto -dijo con urgencia.
-Vaya, ahora sí que necesitas hablar conmigo, ahora ya no soy tu mayor problema.
-Calla y escúchame, que te interesa. El anónimo que quería salir del armario ha vuelto.
-¿Ah, sí? -Baekhyun fue hasta Jongdae de inmediato-. ¿Qué dice?
-«Te estoy muy agradecido por tu consejo. Sé que suena estúpido, que es algo que debería haber salido de mí desde un principio o que debería haber consultado con gente de mi confianza, pero por la razón que fuera, tus palabras me dieron el último empujón para dar el paso. Se lo confesé a uno de mis mejores amigos y se lo tomó tan bien que aún estoy sorprendido».
-Mira, tu anónimo tiene un mejor amigo tan bueno como el que tienes tú. Que soy yo.
-Espera, que aún no ha terminado. «La verdad es que en cuanto envié el anónimo me arrepentí, pero cuando recibí tu respuesta... me alegré de haberlo hecho. Es sorprendente lo que cuesta darte cuenta de que lo único que te hace falta es confiar en ti mismo y dejar de tener miedo, hasta el punto de necesitar que alguien completamente ajeno te lo diga sin adornos. Creo que a partir de ahora será cada vez más fácil. Muchísimas gracias, de verdad». -concluyó Jongdae.
-Vaya -dijo Baekhyun, tras unos momentos de silencio-. Es la primera vez que te dan las gracias con tanto sentimiento. A ver si este lo que quiere es tema contigo.
-No seas idiota, Baekhyun, tú eres la única persona de la universidad que sabe quién es ChenChen, ¿por qué iba a querer tema conmigo?
-Bueno, no lo sé, ya te dije cuando recibiste el primero que no acabo de entender del todo qué impulsa a esta persona a consultarte algo así en anónimo.
Jongdae tampoco lo entendía, pero sentía una especie de orgullo que le henchía el pecho cada vez que releía las palabras que había en la pantalla. Haberle hecho más fácil a otra persona el primer paso de algo por lo que él había pasado y comprendía lo hacía sentir muy feliz, y por un momento se olvidó de que tenía que mantener su media, de su beca, de Escritura Creativa y de que aún tenía que contactar con Kim Joonmyun para pedirle ayuda.
-En fin, ¿piensas enviarle ya un mail a Joonmyun, o es que tengo que hacerlo todo yo? -preguntó Baekhyun, porque era experto en lanzar bofetadas de realidad cuando Jongdae estaba extasiado con otras cosas.
-Sí, sí, Dios, no te preocupes, está claro que contigo al lado no podría olvidarlo ni por un segundo -se quejó Jongdae- Deja que conteste este mensaje primero.
-Bueno, pero no te escaquees. Te vigilo.
Jongdae resopló y abrió el cuadro de texto para contestar en privado.
«¡Lo más complicado siempre es dar el primer paso y dejar el miedo atrás! Y con toda seguridad, a partir de ahora será más fácil. Si hay algún chico que te guste y crees que hay posibilidades, por mínimas que sean, saca valor y dile lo que sientes. Me alegro de haberte sido de ayuda, siempre que necesites consejo, aquí estará ChenChen ^^»
Tras asegurarse de que la respuesta no se mostraba en el tablón público, Jongdae suspiró y abrió su correo electrónico para escribir un mensaje a Joonmyun.
«Joonmyun-ssi: Soy Kim Jongdae, el alumno de Escritura Creativa del profesor Lee que necesita ayuda. Creo que el profesor ya te ha comentado mi problema a la hora de escribir mis redacciones. ¿Cuándo crees que podríamos vernos?»
-Qué correcto -dijo Baekhyun en su oído, y a Jongdae casi se le sale el corazón por la nariz-. Le podrías poner un corazón, una sonrisa o algo, que parece que el mensaje lo haya escrito mi padre.
-Déjame en paz, Baekhyun -dijo Jongdae, riendo y haciendo clic en Enviar antes de que Baekhyun intentara hacerse con el control del teclado-. Vete a seguir bailoteando en tu silla.
-Ya he terminado la reseña -dijo Baekhyun, enseñando dos dedos con gesto de victoria-. En tiempo récord, I'm the best.
-Así vamos, luego tendré que corregir tus ochocientas erratas -dijo Jongdae, y apagó el ordenador-. Yo también he terminado con esto. Espera que recoja y podemos irnos a por la cena.
La respuesta de Joonmyun no llegó hasta una hora más tarde, cuando Jongdae estaba sorbiendo ramyun instantáneo sentado en el escritorio mientras oía a Baekhyun gritarle «¡Ayudadme en bot! ¡¡AYUDADME EN BOT!!» a la pantalla de su ordenador, fuera lo que fuera lo que significaba eso.
«¡El profesor ya me lo había comentado, esperaba tu mensaje! ^^ Si te parece bien, podríamos vernos para comer mañana y hablamos sobre lo que necesitas. ¿Podrías traer tus últimos escritos para que vea en qué te hace falta más refuerzo?»
Jongdae pensó en cómo sería hablar de verdad con Kim Joonmyun, puesto que lo único que había hecho la primera vez fue disculparse y darle las gracias dos veces y asentir con la cabeza. Lo imaginó sonriéndole cuando le corrigiera alguna redacción y le dio un vuelco el estómago, pero no como cuando sabía que el profesor Lee iba a criticar un escrito suyo. Un vuelco en el estómago que se sumaba a los problemas que era mejor ver de lejos, en otras personas.
«Ok», contestó Jongdae, y después de un minuto de pasarse la lengua por los labios mientras pensaba, añadió un «^^».
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Fue en su segundo año en la SNU que Jongdae vio por primera vez a Kim Joonmyun. Apenas había empezado la primera semana de clases y Jongdae ya iba falto de horas de sueño y con una enorme necesidad de cafeína. Se dirigió al mostrador de la cafetería de la universidad y pidió lo mismo que siempre, un café americano. La cafetería estaba llena, el chico que había tras él daba golpecitos en el suelo con el pie como si tuviera mucha prisa.
Mientras le servían el café, Jongdae se llevó la mano al bolsillo trasero del pantalón para coger la cartera y descubrió, para su horror, que no la llevaba. En ese mismo instante la imagen de Baekhyun diciéndole «Eh, Jongdae, te cojo una moneda de 500 para bajar a la expendedora» el día anterior se dibujó en su mente, clara como el agua. Recordaba perfectamente haberle dicho a Baekhyun que sin problema, pero que dejara la cartera donde la había encontrado. Al parecer Baekhyun no lo había recordado tan perfectamente.
El encargado ya le había dejado el vaso de cartón delante, y Jongdae empezó a agobiarse pensando en cómo pedirle al chico que le fiara los 2000 won que valía el americano para el día siguiente, o para esa misma tarde, podía volver corriendo al dormitorio si se daba mucha prisa en terminar de comer... Antes de que pudiera hacerlo, el mismo estudiante que tenía detrás dejó un billete sobre el mostrador.
-Ponme a mí otro americano y cóbrate los dos -dijo, y cuando Jongdae se giró, le dirigió una sonrisa.
Era igual de alto que Jongdae, quizá un centímetro menos, tenía el pelo castaño rojizo peinado con una raya casi en medio que daba ganas de reírse de él, pero había algo en su rostro y su sonrisa, algo que no sabría describir con palabras y que lo dejó sin aliento, así que a Jongdae se le olvidó cómo reírse (probablemente no se acordaba ni de que se llamaba Jongdae en ese momento). El chico recogió el cambio que le tendía el encargado de la cafetería y viendo que este no se movía, le dio el café a Jongdae. Este lo cogió, y por fin recuperó el habla.
-Ah... ¡Muchísimas gracias! No tenías que molestarte, te lo devolveré hoy mismo si me dices dónde...
-Tranquilo, no hace falta que me lo devuelvas -se apresuró a decir el chico, agitando una mano-. Por 2000 won no me voy a arruinar, no te preocupes. Además, tienes cara de que lo necesitas. -(Tal vez Jongdae se habría sentido ofendido por esto, si se lo hubiera dicho Baekhyun en lugar de este chico)-. Esta será mi buena acción de hoy.
-Muchas gracias -repitió Jongdae, haciendo una reverencia breve. No quería perder segundos en no mirarle la cara a... «Kim Joonmyun», decía en la etiqueta de la carpeta que llevaba en la mano.
Una chica morena de pelo corto le hizo un gesto desde lejos a Joonmyun, y éste volvió a sonreírle a Jongdae como despedida.
-Bueno, me están esperando, ¡que te aproveche el café! -dijo, despidiéndose con la mano-. ¡Y descansa más!
Jongdae se quedó ahí plantado, con el vaso quemándole los dedos porque no le había puesto ningún protector, y las orejas ardiendo por otros motivos.
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Con quince años, Jongdae estaba aprendiendo a relacionarse con más personas además de Baekhyun, después de que este tuviera que mudarse a Bucheon y cambiara de instituto. Se hizo muy buen amigo de un chico de su curso, tanto que estaba en casa y sólo pensaba en él, que estaba en clase y era como si la boca le doliera por tener que esperar al recreo o a los descansos entre clase y clase para hablar con él. El chico en cuestión quería ser peluquero, y Jongdae se ofrecía como conejillo de Indias siempre que quería experimentar con las tijeras, razón por la que no podía dejar que Baekhyun viera sus fotos del instituto cuando volvía a casa de su abuela, en Siheung, sin que pasara horas riéndose de él.
Tuvo que llegar al tercer y último año de instituto para darse cuenta de que lo que sentía por ese chico no era lo que uno sentía por un simple amigo. Después de muchas noches en vela, de batallar con sus sentimientos para aclararse, de observarlo con optimismo y de tragarse la inseguridad, Jongdae se armó de valor y en la terraza del instituto, le confesó lo que sentía.
No vio ninguna sonrisa, ni el más mínimo gesto que pudiera indicarle que el chico lo correspondía. Sólo una expresión helada de la más pura confusión y, para horror de Jongdae, algo de aversión.
«Eh... Esto es muy incómodo -dijo el chico, y volvió a titubear, sin saber qué decir. Su cara dejaba claro que de lo único que tenía ganas era de salir corriendo de allí. Jongdae quería pedirle que le perdonara, decirle que podían seguir siendo amigos-. No te preocupes, no se lo diré a nadie». Y cumplió su promesa, no se lo contó a nadie, igual que Jongdae no volvió a confesarle su secreto a ningún otro. A partir de ese momento, tampoco volvieron a hablar.
Ya no tenía quince años. Jongdae era un chico alegre y positivo, siempre con una sonrisa preparada para cualquiera que la necesitara y también para sí mismo. Había empezado a aceptar casi todas sus facetas sin reservas, poco a poco, y sobre todo mantenía tanto como podía su optimismo cercado dentro del terreno de sus posibilidades, porque ya sabía qué podía esperar de según qué situaciones y qué no. Detestaba dar pasos en falso, prefería conocer la situación y actuar cuando ya había conseguido librarse de posibles malas consecuencias.
Pese a lo que había pasado, sabía que la amistad entre un chico hetero y un chico gay no era imposible, porque su mejor amigo seguía siendo Baekhyun y podía sentir muchas cosas por Baekhyun pero ninguna de ellas era atracción. Sin embargo, una fuerte atracción era lo primero que había sentido al ver a Kim Joonmyun, y estaba seguro de que era una chispa que era mejor no avivar.
Los amores no correspondidos acaban inevitablemente en corazones rotos, y Jongdae sabía por experiencia que un corazón roto duele demasiado como para meterse en esa situación por propia voluntad, cuando puedes elegir ser feliz. Le iría mejor sin intentar pensar en Kim Joonmyun como nada más que ese chico guapo que una vez le pagó un café.
Aun así, y como ocurre con ese tipo de flechazos, en los días siguientes Jongdae no pudo evitar buscarlo con la mirada discretamente cuando entraba en la cafetería, a pesar de que rara vez lo encontraba allí. Sin embargo, no fue lo suficientemente discreto para Baekhyun, que había desarrollado un instinto a base de que Jongdae no le contara nada y de que Baekhyun se quisiera enterar de todo, con lo que su amigo enseguida se dio cuenta de lo que ocurría y fue el que se encargó de la «misión perseguir a Joonmyun». También fue él el que le habló a Jongdae de esa chica con la que lo había visto tanto, Park Sunyoung. Se trataba de una chica que acababa de empezar en la universidad y que a Baekhyun le sonaba de cuando se había apuntado a yoga a principios de curso (aunque sólo había ido a dos clases antes de desapuntarse diciendo que el ser humano no estaba hecho para pasar tanto tiempo cabeza abajo y retorcido).
-Si quieres vuelvo a ir a yoga para ver si me entero de algo -le había ofrecido Baekhyun por enésima vez-. Por ti lo haré, a ver si así te echas novio de una vez. Además, iban muchas chicas con mallas a yoga. Ahora que lo pienso... a lo mejor no me tendría que haber desapuntado tan pronto...
-No, Baekhyun, no necesito que vuelvas a yoga por eso, ni necesito que me estés buscando novio constantemente, ya soy mayorcito para buscármelo yo -dijo Jongdae, hastiado, intentando concentrarse en una gráfica de sus apuntes de Evolución de la Información en Medios Visuales-. Si quieres volver para ver culos, tienes mi bendición, pero por lo demás, déjalo ya.
-Pero es que es obvio que tal y como vas no lo encontrarás nunca, no sé por qué te rindes tan fácilmente... -se quejó Baekhyun, tumbándose encima de su libro de Derecho de la Información en la cama-. Deberías tener un lema para ligar, algo como «Bisexual hasta que se demuestre lo contrario», por ejemplo.
Jongdae soltó una carcajada.
-Me temo que la vida real no funciona así... -suspiró-. Además, en este caso, las pruebas no apuntan precisamente hacia mí.
-Cómo van a apuntar hacia ti, si te falta esconderte debajo de una piedra cada vez que lo ves, aunque sea a doscientos metros... Deberías intentar ser su amigo, al menos. Parece majo, ¿no?
-Ahora mismo tengo otras cosas en la cabeza, Baekhyunnie. Y me parece perfecto que tú puedas aprobar sin estudiar pero otros no somos tan afortunados, así que calla, o vete a jugar con Chanyeol, o algo.
Baekhyun se sentó delante de su ordenador y esperó a que cargara el League of Legends mirando a Jongdae como si le causara un aburrimiento insoportable, y cuando estaba a punto de entrar a la partida, se giró para decirle, con gesto solemne:
-Vas a morir virgen.
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