Y dieron las 12 del día. Dietrich aún pegado a las sábanas, bocaabajo y con la almohada sobre su cabeza. Parecía que estaba pasando por una crisis interminable... ¡pero de esas buenas para morirse de la desesperación! Estaba deprimido y no quería levantarse de la cama. La habitación lucía desértica. Era domingo; claro, la mayoría de los búlgaros y
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No, ¡claro que no se veía bien!, tenía ojeras (¡pero unas bolsotas debajo de los ojos!), ¡inclusive la barba! le había crecido y no se la había afeitado. Los ojos hinchados (¡sí, el desgraciado estaba sufriendo mucho!), no se había bañado el día anterior. No.. no, no, totalmente irreconocible. ¿Y qué creen que hizo con el 'hey' de Dragomir? Lo dejó volando en el aire, bajando la mirada medio consternado. Era doloroso ver que había perdido un ojo... y, no nada más eso, ¡verlo todos los días! Inconscientemente se llevó una mano a la cara para restregársela, se inclinó hacia el buró y estiró un brazo para tantear con la palma la superficie en busca de sus anteojos; al encontrarlos se los colocó. Pero no se puso de pie ni nada, siguió sentado sobre la cama, con las palmas ahora sobre la orilla de la cama, y mirando aún el suelo.
¿Quién? ¿quieeeeen podría darle ese consejo? ¡Estaba desesperado!
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Volvio a girarse sobre su costado derecho para mirar a Dietrich. Se sentia ridiculo moviendose de lado a lado como un pez. La vision limitada era una porqueria. Las sabanas lo cubrian del torso para abajo, dejando ver su pijama de dos piezas azul oscuro. Bueno, no las dos piezas. Se entiende.
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Inhalo sonoramente, como si le costara hablarle o no supiera bien que decirle "Creo que estoy muy sedado" le admitio. Nadie lee las etiquetitas en los envases de pociones que da la enfermera, siempre podia pretender que no sabia que no se podian mezclar.
...Justo Dragomir, saber que las pociones no se mezclan.
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