Antes de empezar, quisiera explicar cómo nació este proyecto: a raíz de un comentario de uno de los foreros de Inedispirou, se me ocurrió la idea de proponer la creación de un fic colectivo, es decir, un fic de Spirou y Fantasio en el que varios autores colaboraran en su realización (a razón de un capítulo por autor), partiendo de una idea/capítulo base. Empezamos el proyecto con bastante ilusión y muchos voluntarios aunque, como suele ocurrir en la mayoría de estos casos, por razones ajenas a nuestra voluntad al final acabamos haciendo el fic entre tres ^^U Con el fic en su fase final y aprovechando el aniversario de Spirou-Fandom. Kristaline decidió, como ya sabéis, empezar su publicación en el nuevo site hace tres días. Sin embargo, visto que el límite de palabras por post allí se queda un poco corto ^^U me he tomado la libertad de publicarlo, de forma paralela, también en esta comunidad LJ, incluyendo además una versión traducida al español.
Avant de comencer je voudrais expliquer comment a né cet proyect: suite à un commentaire de la part d'un foriste d'Inedispirou, j'avais eu la idée de proposer la creation d'un fic collectif, c'est-à-dire, un fic de Spirou et Fantasio dont plusieurs auteurs colaborariont en sa realisation (à raison d'un chapitre par auteur), partant d'un idée/chapitre base. On avait commencé le proyecte avec illusion et plusieurs volontaires, mais comme c'est habituel dans ces cas, par raison aliénes a notre volonté on finissa par faire le fic entre trois ^^U Avec le fic dans sa fase finale et profitant l'anniversaire de Spirou-Fandom, Kristaline décida, comme vous le savez dejà, commencer sa publication dans le noveau site trois jours avant. Mais vu que le limite de paroles par post là est trop court ^^U je m'ai pris la liberté de le publier, paralélement, aussi dans cette communaté LJ, y compris sa correspondante traduction au espagnol.
Titre/título: La frontiére dérobée, chapitre 1 // La frontera secreta, capítulo 1
Auteur du chapitre/Autor del capítulo: Amber
Disclaimers: Editions Dupuis
Notes/Notas: Je laisse les aclarations pour le final//Dejo las aclaraciones para el final :P Maintenant, lissez!// ¡Ahora, a leer! (toma ya, peacho traducción simultánea XDDD)
En medio de las aguas internacionales del estrecho de Gibraltar, 2:40 de la madrugada.
La patrulla marítima de la Guardia Civil española detecta en su radar la presencia de una embarcación en dirección sur-suroeste desde su posición. Al llegar al lugar, el capitán Gutiérrez constata que, una vez más, se trata de una de esas horribles pateras en las que los inmigrantes venidos de áfrica del norte se juegan la piel y los ahorros de toda la vida en un viaje suicida para llegar a las costas españolas, en busca de una vida mejor. El capitán cuenta alrededor de 65 personas, hacinadas en una embarcación para 30 a punto de hundirse.
Pero esta vez, hay algo diferente.
Porque entre los inmigrantes hay un ciudadano europeo.
Su nombre: John Helena.
***
- ¡Queridos compañeros de profesión, me complace darles la bienvenida al 25º congreso internacional de periodistas!
El auditorio del centro de convenciones norte del IFEMA se llenó del aplauso general que las palabras de la maestra de ceremonias habían provocado entre los más de 1000 asistentes venidos de casi todas partes del mundo. No obstante, en las primeras filas de butacas, en el sector de los representantes de bélgica, había uno que se removía en su asiento nervioso. Su compañero de al lado detectó el movimiento y dijo con un cierto aire de ironia:
- ¿Qué? ¿No estarás nervioso, verdad?
- ¡¿Cómo quieres que no lo esté?! - respondió la persona en cuestion, no dejando de ajustarse su pajarita, mientras la maestra de ceremonias seguía hablando - ¡Cuando esta buena señora termine de dar su discurso, será mi turno de hablar!
- No deja de ser un honor…
- No es el honor lo que me preocupa… - repuso el otro mordiéndose los labios - ¡sino toda esa gente que ha venido hoy!
- ¡No me digas que tienes miedo escénico! - rió su compañero.
- Me permito recordarte que eres tú el que da las conferencias de nuestros reportajes… Estás más habituado a estas cosas que yo…
- Pero tampoco es la primera vez que das un discurso…
- El público de aquella vez no pasaba de las 500 personas… ¡Ahora son más del doble!
- Fantasio… - el pelirrojo depositó una mano sobre el hombro de su amigo en modo tranquilizador - Lo harás bien, amigo mío. Llevas más de tres semanas ensayando este discurso, incluso has traído tarjetas con las palabras clave… ¡nada puede fallar!
- Sí, bueno… tienes razón… seguramente son sólo los nervios…
- Eso es, todo es cuestión de calmarse… Venga, respira hondo… - el pelirrojo inspiró con fuerza, soltó poco a poco el aire e instó a su compañero a imitarle tres veces más - ¿Qué, te sientes mejor?
- Un poco, sí…
- … y ya sin más preámbulos, les invito a escuchar a nuestro compañero venido de bélgica, que recientemente ha cosechado numerosos éxitos con sus exposiciones fotográficas sobre el japón de nuestros días. ¡Demos una calurosa bienvenida al Sr. Fantasio!
- ¡Aaargh, mi turno ya! - maldijo el rubio, tras lo cual se obligó a calmarse inspirando con fuerza - Vale, ahora ya estoy listo. ¡Deséame suerte! - dijo a su compañero, dirigiéndose hacia la tribuna.
- ¡Suerte! - le deseó éste a su vez, uniéndose al aplauso general.
Con paso resuelto (o todo lo resuelto que era capaz una persona tan nerviosa como él) Fantasio se dirigió hacia la maestra de ceremonias y después del apretón de manos de rigor, ocupó el lugar que ella había dejado. Se aclaró la garganta, ajustó el micrófono a su altura y echó un último vistazo a sus tarjetas. Y entonces comenzó:
- Queridos colegas de profesión - a medida que Fantasio hablaba, los traductores presentes en la sala de afanaban en traducir ese mismo discurso español, inglés, alemán… y transmitirlo gracias a los emisores-receptores que habían sido entregados previamente a todos los invitados al acto, a fin de que todos pudieran seguir las conferencias sin problemas - me siento bien honrado de estar entre vosotros hoy y de, con mi discurso, inaugurar este congreso que celebra en Madrid su vigésimoquinta edición. En primer lugar quisiera comenzar por…
De pronto, una melodía de móvil retumbó en la sala, gracias a los altavoces distribuidos a lo largo de la misma y conectados al micrófono que Fantasio tenía ante sí. El fotógrafo enrojeció de vergüenza cuando se dio cuenta de que era su propio móvil el que había interrumpido su discurso tan inoportunamente.
- Euh… perdonadme… - tras presentar sus escusas en voz baja, se llevó la mano a su bolsillo y se apresuró en pulsar el botón de cancelación para rechazar la llamada. Después se aclaró la garganta nervioso y retomó su discurso por donde lo había dejado - Hum… qué estaba yo diciendo… ah, sí. Quería comenzar mi discurso haciendo un recordatorio por esos compañeros que…
El móvil sonó de nuevo insistentemente para nerviosismo de Fantasio y vergüenza ajena del resto de los presentes. Esta vez sacó el aparato del bolsillo y después de rechazar la llamada una vez más, se aseguró de ponerlo en modo silencioso.
- Ejem… lo siento, euh, “Discúlpenme” - se escusó de nuevo intentando pronunciar la palabra poniendo el mejor acento español del que era capaz - Decía que quisiera hacer recordar a todos esos compañeros fallecidos en acto de servicio - en ese momento el móvil se puso a vibrar, pero Fantasio hizo un esfuerzo sobrehumano por ignorarlo - Puesto que no hay que olvidar que nuestro oficio conlleva a veces sus riesgos… - el aparato insistió sin pausa, lo que ponía cada vez más nervioso al periodista - …riesgos que en cierto modo hay que correr para revelar la verdad al público… - el móvil amanazaba con salírsele del bolsillo y Fantasio, no pudiendo contenerse más, finalmente descolgó, molesto - ¡¡¿¿QUÉ??!! - el micrófono chirrió a causa del grito del rubio, quien dándose cuenta de su metedura de pata, lo apagó rápidamente - ¡Señor Conde, éste no es el mejor momento para llamarme, caramba!
- Disculpa que te moleste, Fantasio - dijo el Conde de Champiñac al otro lado de la línea - pero el móvil de Spirou está desconectado y quisiera hablarle urgentemente… ¿Te importaría pasármelo?
Conteniéndose para no ponerse a gritar de nuevo y pensando fugazmente que debería haber hecho como su compañero para ahorrarse tan lamentable espectáculo, el rubio asintió, abandonó la tribuna por un momento y se dirigió directamente hacia su amigo, mientras más de mil miradas seguían sus pasos.
- Para tí. - dijo pasandole el móvil con un gesto irritado a Spirou, cuyas mejillas comenzaban a adquirir una tonalidad similar a la de sus cabellos.
Mientras Spirou respondía discretamente a la llamada, Fantasio regresó a la tribuna, se aclaró la garganta una vez más y comenzó de nuevo.
- Como iba diciendo… - echó un vistazo al lugar donde Spirou estaba hablando con el Señor Conde, para asegurarse de que esta vez no sería molestado. después, satisfecho, continuó - Nuestro oficio conlleva riesgos que hay que correr a veces en nombre de la libertad de expresión. Una libertad que falta aún en numerosos países… Así pues, es nuestro deber continuar la noble tarea de esos compañeros, convertidos en mártires de nuestra profesión por las circunstancias. ¡Porque jamás habrá una guerra, conflicto armado o revolución que no deba ser denunciado, contado, documentado con rigor, para las generaciones futuras! - animado por el éxito de sus discurso, el rubio no se dio cuenta de que Spirou se aproximaba a la tribuna rápidamente, por lo que continuó: - No olvidemos, queridos camaradas, que es justamente de la información reunida por los medios de comunicación que nace la memoria histórica de nuestros días, y es por ello importante que…
- Aaah, sí, eso es, - dijo Spirou arrancando el micro de manos de Fantasio - debemos hacer lo posible por evitar las guerras, gracias por habernos escuchado! - después agarró de la mano a su amigo y abandonó rápidamente la sala con él, en medio de los cuchicheos de confusión de los invitados.
- Pero bueno, Spirou, ¿¡qué manera es esa de interrumpir mi discurso!? - exclamó el arrastrado, a medio camino entre la confusión y la contrariedad - ¡Les estaba dejando boquiabiertos!
- ¡El Conde acaba de darme una noticia increíble, debemos partir enseguida a Granada! - se explicó el pelirrojo simplemente.
- ¿¿¿A Granada??? ¡¿Pero qué diablos se nos ha perdido en Granada?! ¿Y qué pasa con el congreso?
- Esto es más importante. Adivina quién ha ingresado en el Hospital San Rafael después de haber sido rescatado de una patera…
- ¡No lo sé y me importa un comino! - protestó el rubio - ¿Porqué debería abandonar Madrid, maldita sea?
***
Muchas horas más tarde y tras haber dejado las maletas y a Spip en el hotel, los dos periodistas subían las escaleras de la entrada principal del hospital. Fantasio no había dejado de protestar a lo largo del trayecto, maldiciendo el hecho de que el pelirrojo le había arrastrado de nuevo en un misterio que amenazaba con convertirse en una de esas aventuras particularmente largas que no dejaban ni un momento de respiro.
- Y encima más de dos horas para encontrar un parking libre… ¡País de locos! - gruñó.
- Es la época de los turistas, ¿qué esperabas? - señalo su compañero - Además, al final hemos tenido suerte…
- Si tu llamas suerte haber encontrado un sitio demasiado estrecho y a cinco manzanas de aquí… ¡Veinte minutos de caminata!
- Deja de quejarte y ayúdame a preguntarle a esta señora… - dijo el pelirrojo refiriéndose a la recepcionista, una mujer cinquentona desbordada por todo el trabajo que tenía en manos, entre los pacientes que no dejaban de llegar y gente que preguntaba cada cinco minutos por sus familiares ingresados.
- A ver ¿y a usted qué le pasa? - preguntó cuando los dos periodistas llegaron finalmente hasta ella - ¿Ha traído la cartilla?
- ¿Qué?
- Creo que te ha preguntado si tienes la tarjeta sanitaria… - aclaró Fantasio.
- ¡Ah! Aaaah… no, no, señora, euh… quiero decir “Señorita” - Spirou hizo un esfuerzo por comunicarse con ella en la lengua local - Veamos, euh… “Busco a un paciente…” Euh, “me avisaron de que veniera…” ¡No! “viniera” euh…. bof…
- ¿Sabe el nombre del paciente?
- Dice que…
- ¡Ya lo sé! - Spirou interrumpió al rubio fulminándole con la mirada, y se reprochó a sí mismo que no hubier estudiado más a fondo el libro de gramática en español que Fantasio, por contra, había leído atentamente durante el trayecto en avión desde Bruselas hasta Madrid - Euh… John Helena, “busco a John Helena”
- Ah, sí… - dijo ella sin mucho interés - Bueno, esperen aquí, avisaré a la médico que le atiende…
- No hace falta, ya estoy aquí - interrumpió una mujer joven con bata blanca, de cabellos rizados atados en una cola alta y ojos oscuros detrás de unas gafas - El Señor Spirou, supongo. - se dirigió a él tendiéndole la mano para saludarles - Doctora Silvia Torres, soy yo quien os ha hecho llamar…
- ¡Vaya, por fin una española que habla nuestra lengua! - comentó Fantasio con curiosidad.
- Estudié mi último año de carrera en Francia, gracias a una beca Erasmus, aprendí allí… Bien, si son tan amables de acompañarme, caballeros…
A lo largo de todo el trayecto desde la recepción hasta la habitación donde Helena esta ingresado, la médico tuvo tiempo de explicarles lo que le había ocurrido al paciente: unos agentes de la Guardia Civil le había encontrado junto con más de 60 inmigrantes marroquíes a bordo de una patera, en estado de extrema hipotermia y famélico, como de hecho todos cuantos iban a bordo con él. Fue tratado en un hospital de campaña de la Cruz Roja en Almeria, donde dio su nombre y su nacionalidad. Déspues de darle el alta, pidió que se le diera un móvil para realizar una llamada, pero nunca llegó a hacerla; un repentino ataque de epilepsia se lo impidió. Fue entonces trasladado a un hospital local, y más tarde al de San Rafael de Granada, en vista de que las convulsiones aumentaban en frecuencia e intensidad; ahora estaba estable, pero ignoraban por cuánto tiempo.
- Al llegar aquí, en plena crisis epiléptica, tuvo tiempo de pedir que llamaran a un tal Conde de Champiñac para que avisara al Sr.Spirou… - terminó la doctora a medida que recorrían el pasillo que les llevaría a la habitación en cuestión - Sospechamos que puede tratarse de una enfermedad cerebral, pero aún nos hacen falta los análisis de laboratorio para confirmar el diagnóstico…
- ¿Está consciente? - preguntó Spirou.
- No por el momento, le tenemos bajo los efectos de los tranquilizantes. - dijo ella. - ya está, hemos llegado… Vedlo por vosotros mismos…
John Helena estaba en efecto inconsciente en su cama, conectado por un lado a un gotero que contenía el suero fisiológico junto con el sedante y por otro a una bombona de oxígeno, respirando gracias a una máscara que le cubría boca y nariz. Spirou tuvo la impresión de que estaba más bien sumido en un profundo y placentero sueño, a juzgar por la expresión tranquila de su rostro.
- ¿Es amigo vuestro? - preguntó la doctora Torres.
- Bueno, amigo… digamos más bien un viejo conocido. - respondió Fantasio por los dos - Pero la última vez que oímos hablar de él, estaba de guía turístico en la Antártida…
- ¿La Antártida? - se sorprendió ella - Qué raro… según lo que me dijo la policía, la patera habría partido desde Melilla la semana pasada y…
La doctora se interrumpió al ver que en ese momento Helena comenzaba a recuperar la consciencia. Tras abrir los ojos, se quitó la máscara y miró a su alrededor con aire confundido.
- ¿Dónde… - dijo con voz ronca - dónde estoy…?
- Hospital San Rafael de Granada - le explicó la doctora al tiempo que examinaba sus pupilas con una pequeña linterna - Le trajeron a usted desde Almeria, ¿os acordáis?
- N-no, yo… - balbució Helena aún más confundido, justo antes de percatarse de la presencia del pelirrojo y su amigo - ¿Spirou? ¿Eres tú de verdad? - exclamó.
- Soy yo, John - respondió el pelirrojo acercándose a su lado - El Conde me dijo que estabas aquí y he venido lo más pronto posible.
Tras suspirar aliviado y con una sonrisa en los labios, Helena se dirigió al aventurero depositando una mano sobre su hombro.
- Contigo aquí, aún hay esperanza… escucha, debo hablarte de algo importante, he descubierto…
Se interrumpió al ver que su pierna empezaba a convulsionarse sin control. El rostro antes alegre de Helena se contrajo en una expresión de horror.
- No… mierda, ya vuelve… no tengo mucho tiempo… - maldijo pálido de miedo. Agarró más fuerte a Spirou por los hombros y acercó su cara a la suya - Spirou, debes ayudarles… yo lo he intentado, pero no ha servido de nada… están en peligro…
- ¿Pero quién? - interrogó el pelirrojo tratando de aguantar el dolor que sentía conforme las manos de Helena se agarraban con demasiada fuerza a sus hombros, el ataque epiléptico tornándose cada vez más incontrolable para él y la doctora que intentaba retener al paciente sobre su cama -.
- ¡Les matarán! ¡Ayúdales a escapar! - gritó John cada vez más asustado - ¡Spirou, te lo ruego, ayu-…! - de pronto perdió completamente la consciencia y el monitor a su lado avisó por medio de una alarma que acababa de entrar en parada cardíaca.
- ¡Joder! - dejó escapar la doctora Torres - ¡Hacedme sitio! - ordenó apartando a Spirou y comenzando inmediatamente con el masaje cardíaco - ¡Enfermera! - llamó con urgencia a la que acababa de entrar en la habitación - ¡Prepara una de lidocaína y 0.5 de diacepam, YA!
La enfermera, aún más nerviosa que la médico, rellenó la jerinquilla de lidocaína con manos temblorosas. Estubo a puntos de escurrírsele, de no ser porque la doctora Torres se la arrancó de las manos e injectó su contenido directamente a la vía conectada con el gotero, y mientras un auxiliar ayudaba a contener al paciente, que aún convulsionaba, otro indicaba a Spirou y Fantasio que su presencia en la habitación estaba de más y que harían mejor en esperar fuera.
Los dos periodistas hicieron lo que se les había indicado. Cinco minutos después, la doctora Torres salió de la habitación, secándose el sudor con el reverso de la mano, visiblemente agotada.
- La función cardíaca ha sido reestablecida y las convulsiones controladas… - les explicó suspirando - Pero me temo que esta vez no se despertará tan fácilmente…
- ¿Qué queréis decir? - preguntó Fantasio. Spirou tuvo un mal presentimiento.
- Ha entrado en coma… aunque aún es pronto para saber si se quedará en este estado por poco tiempo o si sera permanentemente… - dijo - Señores, lo lamento mucho, pero como comprenderéis este no es el mejor momento para quedaros aquí… Os aconsejo que volváis a vuestro hotle y descanséis, estaré en contacto con vosotros por si hay novedades…
***
- Ni siquiera la Morena ha podido escaparse esta vez…
Spirou no dijo nada a lo que Fantasio acababa de comentar con tristeza. Se diría que su mente estaba en otro sitio, a juzgar por su mirada perdida. Fantasio suspiró y pagó al taxista que les había llevado de vuelta al hotel donde se había alojado esa tarde.
- Pero no te preocupes, amigo mío, estoy seguro de que allí le cuidarán bien. - dijo pasando un brazo por los hombros de su amigo según entraban a la habitación. Spirou no respondió y se fue al lavabo, mientras que el rubio se extendía sobre la cama y rellenaba su pipa de tabaco - De todos modos, si quieres mi opinión, esto tenía que pasar tarde o temprano… un expresidiario no es alguien que pueda permanecer en el mismo sitio mucho tiempo, sobretodo en un lugar tan aislado como la Antártida. Véte a saber en qué clase de turbios asuntos estaba meti-… ¡¿Pero qué estás haciendo?! - exclamó temiéndose lo peor al ver que Spirou salía del lavabo con todos los útiles de higiene y los metía dentro de la maleta.
- Fue desde Melilla de donde partió la patera, ¿no? ¡Entonces iremos allí!
- ¡Escucha, lo que le ha pasado a Helena me afecta tanto como a ti, pero sé un poco razonable! - el rubio intentó convencerle de que aquello no iba con ellos - ¿Qué vamos a hacer nosotros dos solos ahí abajo?
- ¡Encontrar a esas personas que están en peligro de muerte y a las que John intentó ayudar a costa de su salud! - replicó Spirou decidido, metiendo a continuación su ropa - Y sobretodo descubrir porqué se marchó de la Antártica y qué hacía él en Marruecos…
CONTINUARÁ…
Au millieu des eaux internationales du détroit de Gibraltar, 2:40 de la matinée.
La patrouille maritime de la Guardia Civil espagnole détecte à son radar la présence d’une embarcation en direction sud-sud-ouest dès sa position. En arrivant sur les lieux, le caporal Gutiérrez et son copain constatent que, une fois de plus, il s’agit d’une de ces redoutables "pateras" dans lesquelles les immigrants venus de l’Afrique du nord se jouent la peau et les économies de toute une vie en un voyage suicide pour arriver aux côtes espagnoles, en quête d’une vie meilleure. Le caporal compte environ 65 personnes, entassés dans une embarcation pour 30 sur le point de couler.
Mais cette fois, il y a quelque chose de différent.
Parce que, parmi les immigrants, il y a un citoyen européen.
Son nom: John Helena.
***
- ¡Queridos compañeros de profesión, me complace darles la bienvenida al 25º congreso internacional de periodistas!
L’Auditoire du centre de conventions nord de l’IFEMA fut rempli par l’applaudissement général que les paroles du maître de cérémonie avaient provoqué parmi les plus de 1000 invités venus de presque toutes les parties du monde. Nonobstant, aux premiers rangs de fauteuils, dans le secteur des représentants de Belgique, il y en avait un qui se remuait en son siège, nerveux. Son copain d’à côté détecta ce mouvement et dit, avec une certaine touche d’ironie:
- Quoi? Tu ne serais pas nerveux, hein?
- Comment veux-tu que je le soit?! - répondit la personne en question, ne laissant s’ajuster son noeud papillon, pendant que la maître de cérémonie continua en parlant - Quand cette bonne dame finira de donner son discours de bienvenue, ce sera mon tour de parler!
- C’est tout un honneur…
- Ce n’est pas l’honneur qui me préoccupe - fit l’autre en se mordant les lèvres - mais toute la gent qui est venue aujourd’hui!
- Ne me dis pas que tu as le trac! - rigola son copain.
- Je me permets de te rappeler que c’est toi qui donne les conférences de nos reportages… Tu es plus habitué à ces choses que moi…
- Mais ce n’est pas non plus la première fois que tu donnes un discours…
- Le public en ce temps-là ne surpassait pas 500 personnes… maintenant c’est plus du double!
- Fantasio… - le rouquin déposa une main sur l’épaule de son blond ami pour le tranquiliser - Tu le feras bien, mon vieux. Ça fait presque trois semaines que tu pratiques ce discours, tu as même ramené des cartons avec les mots clés… rien ne peut rater!
- Ben, oui… t’as raison… ce sont seulement les nerfs…
- C’est ça, tout est question de se calmer… allez, respire à fond… - Spirou fit une grande inspiration, puis lâcher l’air peu à peu et encouragea son copain à l’imiter trois fois plus - Alors, ça va mieux?
- Un peu, oui…
- … y ya sin más preámbulos, les invito a escuchar a nuestro compañero venido de bélgica, que recientemente ha cosechado numerosos éxitos con sus exposiciones fotográficas sobre el japón de nuestros días. ¡Demos una calurosa bienvenida al Sr. Fantasio!
- Râaah, mon tour déjà! - râla le blond, puis il s’obligea à se calmer en prenant une grande inspiration - Ok, maitenant je suis prêt. Souhaite-moi bonne chance - dit à son copain en se dirigeant vers la tribune.
- Bonne chance! - lui répondit-il à son tour, se joignant à l’aplaudissement géneral.
À pas résolus (ou tout le résolu que pouvait quelqu’un aussi nerveux que lui) Fantasio se dirigea vers la maître de cérémonie et après la poignée de main de rigeur, il occupa la place qu’elle lui avait laissée. Il se racla la gorge, ajusta le micro à sa hauteur et jeta un dernier coup d’oeil à ses cartons. Et alors il commença:
- Mes chers collègues de profession - à mesure que Fantasio parlait, les traducteurs présents à la salle s’efforçaient de répéter le même discours en espagnol, anglais, allemand… et de le transmetre grâce aux émetteurs-récepteurs qui avaient été remis préalablement à tous les invités, afin que tous pouvaient suivre les conférences sans problème - je me sens bien honoré d’être avec vous aujourd’hui et de, avec mon discours, inaugurer ce congrès qui célébré à Madrid sa 25ème édition. Bref, j’en voulais commencer par…
Soudain, une mélodie de portable retomba dans la salle, grâce aux hauts-parleurs distribués tout le long du mur et connectés au micro que Fantasio avait devant lui. Le photographe rougit de honte quand il s’aperçut que c’était son prope portable, celui qui avait interrompu son discours si inopportunément.
- Euh… excusez-moi… - après avoir présenté ses excuses à basse voix, il porta sa main à sa poche et s’empressa à peser sur le bouton d’annulation pour rejeter l’appel. Puis il se racla la gorge, nerveux, et reprit le discours là où il l’avait laissé - Hum… qu’est-ce que je disais… ah, oui. Je voulais commencer mon discours avec un rappel pour tous ces copains que…
Le portable sonna encore, avec insistance pour la nervosité de Fantasio et honte pour lui du reste des personnes présentes. Cette fois-ci, il sortit l’appareil de sa poche et après avoir rejeté l’appel une autre fois, il s’assura de le mettre en mode silencieux.
- Ehem… désolé, euh, “Discúlpenme” - s’excusa de nouveau en essayant de prononcer ce mot en posant le meilleur accent espagnol qu'il était capable - Je disais que je voulais faire un rappel pour tous ces copains décédés en acte de service - à ce moment-là, le portable s’est mis à vibrer, mais Fantasio fit l’effort de l’ignorer - Car, il faut ne pas oublier que notre métier a parfois des risques… - l’appareil insista sans arrêt, ce qui rendait de plus en plus nerveux le journaliste - …des risques qui, en quelque sorte, il faut courir pour révéler la vérité au public… - le portable menaçait de sortir de sa poche et Fantasio, ne pouvant plus se retenir, décrocha finalement, fâché - QUOI??!! - le micro grinça à cause de l’exclamation du blond, qui, s’apercevant de sa gaffe, l’éteindra rapidement - Monsieur le Comte, c’est pas le meilleur moment pour m’appeller, voyons!
- Excuse-moi de vous déranger, Fantasio - fit le Comte de Champignac à l’autre bout du fil - mais le portable de Spirou est éteint et je voulais parler avec lui de toute urgence… pouvez-vous me le passer?
Se contenant pour ne pas hurler encore et pensant fugacement qu’il aurait dû faire comme son copain pour s’épargner si lamentable spectacle, le blonde acquiesça, abandonna la tribune pour un moment et se dirigea directement vers son copain, pendant que plus de mille regards suivaient ses pas.
- C’est pour toi. - dit-il en passant le portable d’un geste irrité à Spirou, dont les joues commençaient à acquérir un ton de couleur pareil à celui de ses cheveux.
Pendant que Spirou répondait discrètement à l’appel, Fantasio retourna à la tribune, se racla la gorge une fois de plus et commença à nouveau.
- Comme j’étais en train de dire… - il jeta un coup d’oeil à l’endroit où Spirou était en train de parler avec M. le Comte, pour s’assurer que cette fois, il ne serait pas dérangé. Puis, satisfait, il continua - Notre métier a des risques qu’il faut courir parfois au nom de la liberté d’expression. Une liberté qui manque encore dans certains pays… Donc, il est notre devoir moral de continuer l’honorable tâche de ces copains, devenus martyrs de notre profession par les circonstances. Parce qu’il n’y aura jamais une guerre, conflit armé ou révolution qui ne doit rester sans être dénoncé, raconté, documenté avec rigueur, pour les générations futures! - animé par le succès de son discours, le blond n’avait pas remarqué que Spirou s’approchait de la tribune en vitesse et ainsi il continua - N’oublions pas, mes chers camarades, que c’est justement de l’information réunie par les moyens de communication que naît la mémoire historique de nos jours, et c’est donc important que…
- Aaah, voilà, c’est ça, - dit Spirou en arrachant le micro des mains de Fantasio - on doit faire notre possible pour éviter les guerres, merci de nous avoir écouté! - puis, il agrippa la main de son ami et abandonna rapidement avec lui la salle, au milieu des chuchotements de confusion du reste des invités.
- Mais, Spirou, quelle manière est-ce d’interrompre mon discours!? - s’écria l’entraîné, mi-confus, mi-contrarié - J’allais les laisser bouche bée!
- Le Comte vient de me donner une nouvelle incroyable, on doit filer vers Grenade! - s’expliqua tout simplement le rouquin.
- Vers Grenade??? Mais que diable allons-nous faire en Grenade?! Et le congrès alors?
- C’est plus important. Devine qui a été admis à l’hôpital San Rafael après avoir été repêché d’un "patera"…
- ‘Sais pas et je m’en fous! - protesta le blond - Pourquoi devrais-je abandonner Madrid, nom de nom?
***
Plusieurs heures plus tard et après avoir laissé leurs valises et Spip dans un hôtel, les deux journalistes montaient les escaliers de l’entrée principale de l’hôpital. Fantasio n’avait pas arrêté de protester tout au long du trajet, maudissant le fait que le rouquin l’avait de nouveau poussé dans un mystère qui menaçait de devenir une de ces aventures particulièrement longues que ne laissaient aucun moment de souffle.
- Et en plus, presque deux heures pour trouver une place de stationnement libre… Pays de fous! - grogna-t-il.
- C’est la saison des touristes, tu espérais autre chose? - remarqua son copain - En plus, on a eu de la chance finalement…
- Si tu apelles chance à avoir trouvé une place assez restreinte, à cinq pâtés d’ici… vingt minutes de trotte!
- Arrête de te plaindre et aide-moi à questionner cette dame-ci… - dit le rouquin par rapport à la réceptionniste, une dame aux alentours de la cinquantaine, débordée par tout le boulot qu’elle avait en main, entre les patients qui ne cessaient d’arriver et d’autres qui questionnaient aux cinq minutes pour les patients familiers.
- A ver ¿y a usted qué le pasa? - questionna-t-elle quand les deux journalistes arrivaient enfin jusqu’a elle - ¿Ha traído la cartilla?
- Quoi?
- Je crois qu’elle a demandé si tu avais la carte sanitaire… - éclaircit Fantasio.
- Ah! Aaaah… non, non, madame, euh… ‘veux dire “Señorita” - Spirou fit un effort pour communiquer avec elle dans la langue locale - Voyons, euh… “Busco a un paciente…” Euh, “me avisaron de que veniera…” Non! “viniera” euh…. bof…
- ¿Sabe el nombre del paciente?
- Elle dit que…
- Je sais! - Spirou interrompit le blond, le froudrayant du regard, et se reprochant à lui-même de n’avoir pas plus étudié le livre de grammaire en espagnol que Fantasio, par contre, avait lu attentivement pendant le voyage en avion de Bruxelles à Madrid - Euh… John Helena, “busco a John Helena”
- Ah, sí… - fit elle sans trop d’intérêt - Bueno, esperen aquí, avisaré a la médico que le atiende…
- No hace falta, ya estoy aquí - interrompit une jeune femme en blouse blanche, les cheveux frisés attachés en une queue de cheval haute et yeux foncés derrière ses lunettes - Monsieur Spirou, je présume - s’adressa-t-elle à lui, tendant la main pour les saluer - Docteur Silvia Torres, c’est moi qui vous a fait appeller…
- Tiens, enfin une espagnole qui parle notre langue! - fit Fantasio avec curiosité.
- J’ai étudié ma dernière année de carrière en France, grâce à une bourse Erasmus, j’ai appris là… Alors, veuillez m’accompagner par ici, messieurs…
Tout au long du trajet de l’accueil jusqu’à la chambre où Helena reposait, la médecin eut le temps de leur expliquer tout ce qu’il était arrivé au patient: des agents de la Guardia Civil l’avaient trouvé avec plus de 60 immigrants marocains à bord d’un "patera" trois jours avant, en état d’extrême hypothermie et famélique, en fait comme tous ceux qui étaient à bord avec lui. Il fut soigné dans un hôpital de campagne de la Croix Rouge en Almería, où il donna son nom et sa nationalité. Après rémission, il insista à ce qu’on lui prête un portable pour faire un appel, mais il ne réussira jamais; une soudain attaque d’épilepsie l’en empêcha. Il fut donc transporté à un hôpital local, puis à celui de San Rafael à Grenade, vu que les convulsions augmentaient en fréquence et intensité; maintenant il était stable, mais aucune idée pour combien de temps.
- En arrivant ici, en pleine crise d’épilepsie, il eut le temps de demander qu’on appellait à un certain Comte de Champignac pour qu’il avise M.Spirou… - finit la docteure alors qu’ils traversaient le couloir qui les amenaient jusqu’à la chambre en question - Nous doutons qu’il puisse s’agir d’un cas de maladie cérébrale, mais il nous faut encore confirmation du laboratoire…
- Est-il conscient? - questionna Spirou.
- Pas pour l’instant, on l’a mis sous tranquilisants. - dit-elle. - Voilà, on est arrivés… Voyez par vous mêmes…
John Helena était en effet inconscient sur son lit, connecté d’un côté avec un goutte-à-goutte contenant le sérum physiologique avec le sédatif et de l’autre côté à une bonbonne d’oxygène, respirant grâce à un masque qui couvrait bouche et nez. Spirou eut l’impression qu’il était bien plus plongé dans un profond et plaisant sommeil, à en juger par l’expression calme de son visage.
- Est-il un ami à vous? - questionna la docteure Torres.
- Bin, ami… disons plutôt qu’il est une vieille connaissance. - répondit Fantasio pour les deux - Mais la dernière fois qu’on a entendu parler de lui, il était guide touristique à l’Antarctique…
- L’Antarctique? - s’étonna-t-elle - C’est bizarre… d’après ce que j’ai appris de la police, la "patera" serait parti de Melilla la semaine dernière et…
La docteur s’interrompit en voyant qu’au même moment Helena commençait à reprendre conscience. Après avoir ouvert les yeux, il s’enleva le masque et regarda aux alentours, l’air confus.
- Où… -dit-il à voix raunque - oùsuis-je…?
- Hôpital San Rafael de Grenade - lui expliqua la docteure alors qu’elle examinait ses pupilles avec une petite lampe de poche - Vous avez été amené de Almería, vous vous rappelez?
- N-non, je… - balbutia Helena, encore plus confus, juste avant de s’apercevoir de la présence du rouquin et son copain - Spirou? C’est toi, vraiment? - s’exclama-t-il.
- C’est bien moi, John - répondit le rouquin, s’approchant à ses côtés - Le Comte m’a dit que tu étais là et je suis venu le plus vite possible.
Après un soupire de soulagement, puis sourire aux lèvres, Helena s’adressa à l’aventurier en déposant une main sur son épaule.
- Avec toi, il y a encore espérance… écoute, je dois te parler de quelque chose d’important, j’ai découvert…
Il s’interrompit, voyant que sa jambe commençait à se convulser sans contrôle. Le visage avant souriant d’Helena s’est changé en une expression d’horreur.
- Non… merde, ça recommence… j’ai pas beaucoup de temps… - damna-t-il, pâle de peur. Il s’agrippa plus fort à Spirou par les épaules et approcha sa face à la sienne - Spirou, tu dois les aider… j’ai tenté mais ça ne sert à rien… ils sont en danger…
- Mais qui? - interrogea le rouquin, tentant de retenir la douleur qu’il sentait alors que les mains d’Helena s’agrippaient avec trop de force à ses épaules, l’attaque d’épilepsie devenant presque incontrôlable pour lui et la docteure, qui tentait de mantenir le patient sur le lit -.
- Ils les tueront! Aide-les à s’échapper! - hurla John de plus en plus effrayé - Spirou, je t’en prie, aid…! - soudain il perdit complètement conscience et le moniteur à sa droite indiqua par une alarme qu’il venait d’entrer en arrêt cardiaque.
- ¡Joder! - laissa échapper la docteure Torres - Laissez-moi de l’espace! - leur ordonna-t-elle en écartant Spirou et commença immédiatement avec un massage cardiaque - ¡Enfermera! - appela avec urgence à celle qui venait d’entrer dans la chambre - ¡Prepara una de lidocaína y 0.5 de diacepam, YA!
L’infirmière, encore plus nerveuse que la médecin, remplit la seringue de lidocaïne, les mains tremblantes. Elle fut au point de la laisser échapper, s’il ne fut parce que la docteure Torres lui arracha de ses mains et injecta son contenu directement dans la voie connectée avec le goutte-à-goutte, pendant qu’un auxiliaire l’aidait à retenir le patient, qui convulsait encore, et un autre qui indiquait à Spirou et Fantasio que leur présence dans la chambre était de trop et qu’ils feraient mieux de patienter dehors.
Les deux journalistes firent comme on l’avait dit. Cinq minutes après, la docteure Torres sortit de la chambre, rejettant la sueur avec la main, visiblement épuisée.
- La fonction cardiaque a été rétablie et les convulsions contrôlées… - leur expliqua-t-elle en soupirant - Mais je crains que cette fois il ne se réveillera pas si facilement…
- Que voulez-vous dire? - questionna Fantasio. Spirou avait un mauvais pressentiment.
- Il est entré dans un coma… même si c’est encore tôt pour savoir s’il restera dans cet état pour peu de temps où s’il sera permanent… - dit-elle - Messieurs, je suis bien désolée, mais comme vous comprendrez, c’est pas le moment de rester ici… Je vous conseille de rentrer à votre hôtel et de vous reposer, je serais en contact avec vous dans le cas qu’il y ait des nouveautés…
***
- Même la Murène n’a pu cette fois s’échapper…
Spirou ne dit rien à ce que Fantasio venait de commenter avec tristesse. On dirait qu’il avait l’esprit ailleurs, vu son regard perdu. Fantasio soupira et paya le chauffeur de taxi qui les avait amenés jusqu’à l’hôtel où ils logeaient ce soir.
- Mais ne t’inquiètes pas, mon vieux, je suis sûr qu’ils le soigneront bien, là. - dit-il en passant un bras par-dessus les épaules de son copain alors qu’ils entraient dans leur chambre. Spirou ne répondit pas et alla au lavabo, pendant que le blond s’allongea sur le lit et remplissait sa pipe de tabac - De toute façon, si tu veux mon avis, ça devait arriver un jour où l’autre… un ex-présidiare, c’est pas quelqu’un qui reste au même lieu pour longtemps, surtout un lieu si isolé comme l’Antarctique. Vas-y à savoir dans quelles affaires redoutables était-il en… mais qu’est-ce que tu fais?! - exclama-t-il, craignant le pire en voyant que Spirou sortait de la salle de bain avec tous ses effets d’hygiène et les remettait dans sa valise.
- C’est de Melilla que partit le "patera", non? Alors, on part vers là!
- Écoute, ce qui est arrivé à Helena m’affecte autant que toi, mais soit un peu raisonnable! - le blond tenta de le convaincre que cette affaire n’était pas pour eux - Qu’est qu’on va faire nous deux seuls, là-bas?
- Trouver ces personnes qui sont en danger de mort et à qui John tenta d’aider au prix de sa santé! - répliqua Spirou, résolu, mettant leurs vêtements par la suite - Et surtout découvrir pourquoi il est parti de l’Antarctique et qu’est-ce qu’il faisait au Maroc…
À SUIVRE…