El reverso del horizonte (Nuevo relato) (Parte I)

Jun 20, 2005 23:29

Este fue uno de mis primigenios relatos, de los que hice dos versiones, una seria y otra de cachondeo, y que a la postre ha servido para dar nombre a mi journal. No sé porqué es uno de los que me siento más orgulloso, quizá por el hecho de que cuando lo escribí sentía en mi piel cada frase...

EL REVERSO DEL HORIZONTE
Los ojos recorrieron la línea del fin del universo terrenal del entorno, allá donde el
límite entre la tierra y el cielo tiende una excusa a la imaginación de la mente.
Un desierto se alzaba ante esos ojos, colmados de desesperación, cubiertos de
goterones de sudor mezclado con alguna lágrima inadvertida por su propia
consciencia. Miles de dunas de millones de miles de granos de arena fina y caliente se
extendían por doquier, como una inundación árida y fluctuante; por cualquier
ángulo por el que quisiera mirar sólo veía el mismo paisaje, el mismo desolador
paraje. Sol y arena. Un desierto infernal cubierto de sudor suyo y arena, que
formaban una amalgama al mezclarse de soledad encubierta.
Un paso significaba un ligero retroceso al pisar la arena y hundirse el pie en ella
hacia atrás. Una hora caminando parecía vano esfuerzo, pues las referencias no
existían, salvo la posición del sol q le indicaba q hora era y hacia donde estaban los
puntos cardinales, q le hacían ser conscientes de la horrenda realidad de la claridad
del espacio y del tiempo, de su peso y del aplomo conque golpeaban su alma y su piel.
El ardor de su revestimiento corporal era solo una expresión de su agonía interior.
Pararse era caminar quieto, y caminar era clavar en la arena la quietud de su
progreso. Allí, en ese desierto, no necesitaba de nada más y nada menos que sus pies
y a sí mismo. Nadie podía acompañarle, nadie podía poner una mano en su caliente
hombro para empujarle unos metros, nadie podía gritar que el fin de la búsqueda
estaba más cerca, nadie podía ni siquiera darle agua, porque nadie estaba con él,
porque el desierto solo le daba la única compañía de su mar de dunas de arena. Con
el tiempo, pensó, llegaré a amar este paraje, sabré hacia donde dirigirme, pues no hay
rumbo q me limite el movimiento, así como no hay sentimiento q me mueva mis
limites. Andaré y andaré, sin otra cosa q hacer, hasta desplomarme en la arena,
quemarme el rostro, llenarme el paladar de trillados universos molidos que
conforman esta materia, y dejar de esforzarme por levantarme. Amaré la soledad de
estar en infinita compañía conmigo. Me desarrollaré yo sólo sin necesidad de alguien
que me proporcione lo más minimo, pues todo lo que necesito estará en mi interior.
Moriré enterrado en dunas hermosas y ardientes, sin nadie que me venga a velar por
mi cadáver en mi vano recuerdo. Y no seré nunca nadie, no existiré en ninguna
conciencia, en ninguna memoria, en ningún dulce ni amargo recuerdo. Seré un
dueño fantasma de mi arena, a la vez esclavo de ella.
Pero...¿dónde encontraré agua?. Esa pregunta se hacía cada vez más fuertemente en
su cabeza...¿Dónde calmare mi sed? ¿Moriré antes quemado por las arenas de la
soledad de este desierto, o por la sequedad de mi interior?
A cada vez que se preguntaba esto, una lágrima confundida en su perlado sudor
afloraba por los mismos ojos que veían una y otra vez el vasto e infinito desierto.
Moriré de sed...mi sudor me está deshidratando...¿cuanto tiempo llevaré sin beber
agua? ¿semanas, meses?...¿¿¿Años??? ¿Cuánto tiempo podré durar más así?
Previous post Next post
Up