Amor ítalo alemán - #4 Manos alemanas, manos italianas
Título: Amor ítalo alemán
Título del capítulo: Manos Alemanas, Manos Italianas.
Prompt: #4 "Manos"
Género: Romance
Categoría: G / K
Palabras: 245
Sumario: Tomado de la comunidad musa_hetaliana
Advertencia: ...Shonen ai? Si no es así, no hay.
Link a la tabla
A Feliciano le encantaban las manos de Ludwig. Eran manos fuertes, de hombre trabajador, que reflejaban su personalidad ruda y algo torpe, pero que podían ser delicadas cuando querían.
Le fascinaba cómo Ludwig podía agarrarlo fuerte sin lastimarlo, cómo podía realizar las tareas más difíciles, cómo cerraba sus puños con rabia para evitar matarlo, cómo se llevaba sus palmas a la cara en señal de frustración y cómo ésas mismas manos podían a veces jugar con los cabellos del italiano, curar heridas con suma delicadeza, cómo lo envolvían para que Feliciano se sienta seguro o simplemente cómo lo ayudaban a levantarse cuando se caía.
Por estas razones Italia siempre que tenía la oportunidad tomaba de las manos al alemán. Porque esas manos fuertes y suaves lo mantendrían de pie.
* * * * *
Si hay algo que a Ludwig le gusta de Feliciano, son sus manos: débiles y finas, sin embargo delicadas y creativas. El italiano apenas podía sostener un arma de manera correcta y tampoco algo muy pesado, pero a cambio podía realizar trabajos que requiriesen cuidado y concentración con éxito y además creaba las pinturas más lindas, los platillos más deliciosos (incluyendo el wurst y el queso que a Alemania tanto le fascinaba) o tocar las piezas de música más armoniosas.
No podía evitar tensar las suyas cuando Feliciano entrelazaba sus dedos, pero automáticamente recordaba tomarlas como se debía. Le encantaban esas manos, por eso Ludwig sabía que él también debía cuidarlas.
Título del capítulo: Manos Alemanas, Manos Italianas.
Prompt: #4 "Manos"
Género: Romance
Categoría: G / K
Palabras: 245
Sumario: Tomado de la comunidad musa_hetaliana
Advertencia: ...Shonen ai? Si no es así, no hay.
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A Feliciano le encantaban las manos de Ludwig. Eran manos fuertes, de hombre trabajador, que reflejaban su personalidad ruda y algo torpe, pero que podían ser delicadas cuando querían.
Le fascinaba cómo Ludwig podía agarrarlo fuerte sin lastimarlo, cómo podía realizar las tareas más difíciles, cómo cerraba sus puños con rabia para evitar matarlo, cómo se llevaba sus palmas a la cara en señal de frustración y cómo ésas mismas manos podían a veces jugar con los cabellos del italiano, curar heridas con suma delicadeza, cómo lo envolvían para que Feliciano se sienta seguro o simplemente cómo lo ayudaban a levantarse cuando se caía.
Por estas razones Italia siempre que tenía la oportunidad tomaba de las manos al alemán. Porque esas manos fuertes y suaves lo mantendrían de pie.
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Si hay algo que a Ludwig le gusta de Feliciano, son sus manos: débiles y finas, sin embargo delicadas y creativas. El italiano apenas podía sostener un arma de manera correcta y tampoco algo muy pesado, pero a cambio podía realizar trabajos que requiriesen cuidado y concentración con éxito y además creaba las pinturas más lindas, los platillos más deliciosos (incluyendo el wurst y el queso que a Alemania tanto le fascinaba) o tocar las piezas de música más armoniosas.
No podía evitar tensar las suyas cuando Feliciano entrelazaba sus dedos, pero automáticamente recordaba tomarlas como se debía. Le encantaban esas manos, por eso Ludwig sabía que él también debía cuidarlas.