Inténtalo - # 4 Gustos y disgustos

Jun 23, 2009 10:59



- ¿Para qué es todo esto? -preguntó el rubio con seriedad.

- El té es para beber -bromeó, ladeando una sonrisa. Generalmente a Iván no le gustaba que le tomasen el pelo, pero que Yao se iluminase aunque sea un poco le hacía aliviar un tanto el nudo en su garganta. Sin embargo esto no se vio reflejado en su rostro -… Lo siento -el rubio negó lentamente, contagiándose de la sonrisa del chino.

- ¿Qué ahora, Yao? -pidió ser orientado.

- Eso es algo que tú mismo deberías decidir, aru -inclinó la cabeza hacia un lado -, ¿Por donde quieres empezar?

- No lo sé -respondió al instante -. Ya te habrás dado cuenta, pero me siento realmente… -“perdido”. China asintió, comprendiendo lo que quería decir -. Pero hay algo que todavía no entiendo -el que tenía enfrente levantó las cejas -. Me has dicho que soy una persona horrible y aun así aseguras amarme. ¿No es eso contradictorio? -Yao se sorprendió al oír a Rusia decir algo razonable. Se cruzó de brazos y pensó muy bien lo que le iba a decir antes de responderle.

- Es verdad, aun te debo una disculpa -ojos lilas lo miraron sin comprender -. Es cierto que te dije eso, pero no es lo que realmente siento… en su totalidad. Creo que tienes cualidades tenebrosas y horrorosas, Iván, pero aún así tienes cualidades que sí me gustan de ti -tomó su taza entre sus manos sin removerse las mangas largas y bebió un poco -. Me gusta tu sonrisa, tus ojos, tu aroma, tu risa; me encanta tu lado ingenuo y curioso, el que a veces llega a ser amoroso también y cómo haces lo imposible para ocultar tus debilidades. Podría dejarte horas acariciándome el cabello o besándome el cuello. Esas son las cualidades que tienes que me han hecho enamorarme de ti. ¿Entiendes ahora por qué te he dado esta oportunidad? -el más alto asintió. China calló por unos minutos antes de seguir. No quería arruinar su discurso sobre su relación - Sé que te estoy pidiendo imposibles al querer que cambies tus otras actitudes, lo sé muy bien, pero…

- No quieres dejar de lado tu felicidad por algo que no te la garantiza, ¿verdad? -resumió las palabras de su acompañante a eso. Éste último bajó la mirada con tristeza.

Iván se tiró para atrás, quedándose pensativo sobre el piso. Yao continuó en su posición. La conversación no continuó sino hasta unos minutos más tarde.

- Y… ¿qué es exactamente lo que no te gusta de mí? -el pelilargo levantó la vista hacia el cuerpo tumbado del otro. Acto seguido sonrió. Iván acababa de dar el primer paso, el gran paso, que él había estado esperando.

- Por ejemplo… No me gusta que me tomes tan fuerte de las muñecas, que tus besos a veces me hagan sangrar los labios, que las marcas que te gusta dejarme en todas partes me duelan durante días… -inclinó la cabeza, pensativo - Pero sobre todo, que no me hagas caso cuando te digo que te detengas.

El ruso no le contestó, se quedó echado de espaldas. Esto le iba a costar mucho.

- ¿…Yao?

- ¿Sí? -dijo con voz suave.

- ¿Qué pasaría si no lograra? -se sentó de una vez por todas - ¿Qué harás si no logro cambiar?

- Mhn… -descruzó los brazos y los apoyó a su lado - Bueno,… Supongo que me quedaré solo, aru -una vez que terminó de pronunciar su melancólica frase, una no muy extraña sonrisa en la cara de Iván se dibujó.

Esa sonrisa de niño cruel.

- ¿Solo como lo habías estado antes de mi llegada? -sonó con acidez.

- ¿Discúlpame? -el de ojos miel levantó una ceja, ligeramente indignado -. Aquí vivía gente más hasta hace poco, si no mal recuerdo -contestó algo sarcástico -. ¿Por qué lo dices?

- No, Yao, no me refiero a esa soledad -levantó la mirada, como buscando las palabras exactas para expresar de manera correcta lo que quería decirle -. Últimamente lo he estado pensando: tú y yo somos muy parecidos. A ambos nos hacía falta estar en compañía de alguien preciado.

- Sí, quizás tengas razón, pero las razones son totalmente distintas, aru -posó su codo sobre la mesa y apoyó la cabeza sobre su mano. No le gustaba tocar ese tema para nada.

- Pero eso no cambia el hecho de que ambos fuimos abandonados, ¿verdad? -China golpeó la mesa, tratando de hacerlo callar; esa charla estaba empezando a ir en una dirección peligrosa. ¿Qué quería lograr el rubio con lo que le estaba diciendo?

- Esto no tiene absolutamente que ver con nada de lo que ahora nos interesa, Iván -le puso cara de pocos amigos -. ¿Podemos volver a lo nuestro?

Rusia no fue intimidado ante esto. Se mordió la mitad del labio inferior y con lo que le quedaba de la boca ensanchó su sonrisa. El hombre que tenía del otro lado trato de ocultar su creciente nerviosismo con un enojo que poco a poco iba desvaneciéndose.

- Yao… acabo de darme cuenta que, a pesar de todo lo que ha ocurrido desde ayer -puso cara inocentona, a lo que el chino no pudo evitar alejarse un poco de él- has estado muy tranquilo. Has estado disimulando tranquilidad. Pero, ¿sabes de qué me he dado cuenta?

- ¿De qué? -preguntó a punto de tirársele encima para estrangularlo. ¿Acaso veía estaba tirando su oportunidad por la borda?

- Tienes tanto pavor de quedarte solo como yo.

Y no podía estar más acertado.

Nota: Espero haber logrado bien el cambio de ritmo que le acabo de dar a la historia. No le quedan muchos más capítulos, voy a tratar de hacerlos bien. ^^ ¡Gracias por leer!

p: rusia, [aph], "inténtalo", p: china

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