Título: Convivencia
Título del capítulo: Esperando a Fin-san.
Prompt: #3 "Ventana"
Género: Romance/Fluff
Categoría: G / K
Palabras: 649
Link a la tabla Ocurrió una vez hacía mucho tiempo, cuando Berwald y Tino habían empezado a vivir bajo el mismo techo.
Nunca había mucho para hacer: leer algún que otro libro, ir a visitar a los amigos de Tino, revisar los asuntos de sus respectivos países, conversar sobre cosas sin mucho sentido, entre otras.
Lo más importante de la relación entre el sueco y el finlandés era, en definitiva, la compañía que se hacía el uno al otro.
Si bien Tino disfrutaba mucho hablar y estar con él con Berwald, se las ingeniaba para entretenerse si éste tenía que salir. Suecia, en cambio, dependía un poquitito más de la compañía de Finlandia. No que no lo dejaba salir ni mucho menos, pero no podía evitar mirarlo con un tinte de tristeza cuando se marchaba.
La primera vez fue la peor de todas.
- Volveré cuando el problema de Estonia esté resuelto, Su-san -le sonrió el más bajo mientras se abrigaba. El otro no contestó, ni hizo un gesto con la cara: sólo lo miró fijo. Tino no pudo evitar sonrojare -. V-vamos, vamos, ¡no te pongas así! Prometo volver tan pronto como pueda, ¿sí? -esta vez Berwald le asintió, lenta y suavemente. El más bajo terminó de despedirse, se marchó y ni bien cruzó cerró la puerta el de lentes se acercó a la ventana para observarlo partir.
Confiaba en las palabras de Tino, por supuesto, pero aún así hubiese preferido que se quedase en casa con él. No había nada que hacerle, así que siguió mirando cómo su compañero desaparecía en el hermoso paisaje sueco finlandés.
Resignándose y suspirando, decidió buscar algo que hacer. Fue a prepararse algo caliente para beber, pero en mientras esperaba que el agua se calentase fue a mirar de nuevo a través de la ventana. Más tarde decidió leer un libro para liberar su mente, pero cada tres palabras se desconcentraba y sus pensamientos volvían a Tino. Se preguntaba si el finlandés estaría bien, si no se había olvidado de nada al partir, si llegaría bien a destino.
Finalmente Berwald sacudió la cabeza, ¡debía dejar de preocuparse, Tino ya era un adulto y sabía cuidarse por sí mismo! Sí, dejaría de inquietarse cada cinco minutos.
Pero lamentablemente, ni su enorme voluntad pudo vencer a los recurrentes pensamientos sobre el finlandés.
Los siguientes días fueron iguales: seguía distrayéndose a cada rato, en lo último que pensaba antes de irse a dormir era Tino y lo primero cuando se despertaba; estaba obsesionándose a tal punto que no podía separarse de la ventana cercana a la entrada de su casa. Si leía un libro, lo hacía al lado de esta, si desayunaba, almorzaba o cenaba; también.
Hasta que un día, mientras observaba atentamente el paisaje y sus caminos, vio algo acercarse. Maldijo sus ojos, que a pesar de tener lentes no tenían muy buena vista. Eventualmente la figura se fue acercando más y supo que lo que había pensado era cierto: ¡Tino estaba regresando!
Cuando éste abrió la puerta se asustó al ver a Berwald frente a él, no se había esperado que estuviese ahí.
- ¡Su-san! -le sonrió para ocultar su sobresalto, sonrojándose un poco - ¿Cómo has estado?
El sueco tuvo que serle sincero:
- Te extr’ñé m’cho -y con esto lo envolvió con sus brazos, aliviándose de una vez por todas. El rojo de las mejillas de Tino se volvió más salvaje al sentir el calor de Berwald acercándose a él y le devolvió el abrazo tímidamente.
- Yo t-también te extrañé, Su-san… -dejó que una pequeña sonrisa se dibujase en su rostro.
Después de ese evento, cada vez que Finlandia tenía que partir, Berwald se quedaba más tranquilo. Sin embargo siempre acercándose a esa ventana cada vez que sabía que Tino estaba por regresar, ya que le había encantado esa felicidad y esas sensaciones que se instauraban en su pecho cada vez que veía esa figura acercándose en la lejanía.
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