Fandom: Star Wars
Título: Cuentos de princesas
Personajes: Leia Organa (Leia/Han)
Notas mías: regalo para
dubhesigrid . Merezco ser linchada por meterme con un señor fandom como este, pero quería intentarlo porque pensé que Han/Leia sería algo especial. Claro, es mi primer intento y tengo serias dudas, pero está hecho con mucho cariño.
Ella siempre supo que era diferente. Tal vez porque había sido una hija largo tiempo anhelada, tal vez por su temperamento fuerte y su espíritu valiente. Quizá por eso que latía dentro de ella y no terminaba de entender.
Pero ella no era una princesa más.
“¿Cómo son las princesas, mamá?” preguntaba cuando era una niña. Cuando no era conciente del mundo en que vivían, la guerra que luchaban, las batallas que perdían.
Entonces su madre la alzaba, la reina Organa, y le hablaba de otros tiempos. De princesas suaves y delicadas que alguna vez habían vagado por los planetas, bellas y frágiles, esperando el príncipe que ganara su corazón, que las despertara de sus sueños, que cumpliera sus deseos, que las rescataran de sus males.
Eran leyendas, eran historias, pero Leia estaba en un mundo donde no había tiempo para jugar a las princesas.
Creció conociendo lo que le rodeaba. La lucha de su padre, de un pueblo que sufría, de una galaxia esclavizada. Sus ojos se abrieron a la realidad, su corazón se hizo sensible a la injusticia.
Leia no quería ser una princesa de cuento, quería ser una guerrera. Hacer la diferencia.
Se lanzó a la lucha sin miedo ni deseos de gloria. No tenía tiempo para otras cosas, no tenía más objetivo que el de la lucha. A veces su padre la veía con orgullo, a veces con pena. Ella le preguntaba por qué, y él le decía que esa no debería ser su vida. Que hubiera deseado darle una galaxia pacífica. Que viviera su vida de princesa.
Ella eso no lo extrañaba. Quería que acabara la guerra, pero prefería un arma a una corona, un traje de lucha a un vestido, la camarería de la batalla en lugar de la formalidad de los bailes.
Ser mujer, ser guerrera, ser independiente. Ser ella.
Cuando trataba de explicarle eso a su padre, él se reía y le confirmaba lo que ya sabía: ella era diferente. Pero al final del día, una princesa.
“Quiero que tengas una vida después de la guerra” le decía “Tu madre y yo nunca quisimos que tuvieras una vida sola”.
El sólo pensamiento la estremecía. Recordaba los cuentos de princesas. Ella no necesitaba un príncipe que la salvara.
Sin embargo, como su padre le recordaba, ella era una princesa, y estaba en una lucha que sería leyenda.
Un día tuvo que ser rescatada. Estaba condenada a la muerte, su lucha prácticamente acabada, su último aporte para acabar con la guerra en una huida desesperada de un androide que iba a buscar a alguien que ni siquiera sabía dónde se encontraba.
Creyó que ahí acababa su historia, y en realidad tan solo empezaba.
No la rescató un príncipe valiente, no era un gallardo caballero, no era el protagonista de un cuento de hadas. Al contrario, era un villano. Un sinvergüenza sin escrúpulos, un canalla que sólo buscaba la plata. Alguien a quien no le interesaba su lucha, su batalla.
Un impresentable que no habría tenido lugar en ningún cuento de los que su madre le contaba. Quien lo acompañaba era el héroe sufrido, el otro su compañero fiel. Dos androides los escoltaban.
Un grupo tan disfuncional que tal vez por eso funcionaba.
Todos los otros le agradaban, pero él la desesperaba. Lo detestaba, la estremecía, la intrigaba. Una parte de ella quería que se marchara. Otra, cuando se fue, quedó desolada.
Cuando regresó, salvando el día, fue conciente de que toda ella quería que se quedara.
No era un príncipe que la salvara, no era un héroe que la opacara, sino un hombre en quien confiar, un valiente que sabía pelear. Un impresentable que la hacía reír, un vagabundo que sabía trabajar, un canalla que hacía su cuerpo estremecer, un bandido que quería estar a su lado y luchar.
Tal vez no era un príncipe de cuento, pero Leia podía decir en silencio a sus padres, cuando se conectaba sin saberlo a la fuerza, que ya no estaba sola. Que Han Solo la acompañaba.
Juntos harían su propia historia.