Fandom: The Hunger Games
Título: La pequeña Everdeen
Personajes. Haymitch, Prim
Advertencias: spoilers de Sinsajo. Sin beteo.
Notas: No sé bien cómo terminé escribiendo sobre estos dos, pero aquí está. Ya acabé de leer la saga y me gustó muchísimo. Se ubica más o menos hacia la mitad de libro, ya reconocerán el momento ;)
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Haymich nunca le había puesto mucha atención a Prim. No es que tenga algún problema con ella en particular. Son años de práctica en obligarse a ignorar a todos los jóvenes del Distrito 12. Entre menos supiera de ellos era mejor. No resolvía nada, sus rostros seguían apareciendo en sus delirios etílicos después de morir bajo su cuidado, pero al menos el fardo de recuerdos sobre cada uno es más pequeño.
Tiene un vago recuerdo de la chica dirigiéndose a la tarima cuando habían dicho su nombre. La imagen de Katniss corriendo a ofrecerse voluntaria está nítida en su memoria, como todo lo relacionado con ella, pero a la menor apenas la recuerda.
La hermanita pequeña, la razón por la que Katniss ha encendido una llama que nadie puede detener, para bien o para mal. No parece tan niña en aquel hospital. Es menuda y la juventud aún gobierna las líneas de su rostro, pero no es débil ni indefensa.
Le ha puesto atención ese día mientras atiende a su hermana. Seguramente Katniss ha tardado en ver -si es que ya lo ha hecho- lo mucho que se parece su espíritu luchador. Aunque Prim tiene algo más, algo de lo que tanto su hermana como él carecen. Esa mezcla de piedad y dedicación por los otros. En eso se parece a su madre.
De ella sí que guarda recuerdos. Jugando con Maysilee. Abrazándola al ser elegida en la cosecha. Su mirada cargada de dolor cuando él regresó como tributo. Se pregunta si le reprocha que él desperdicie su vida cuando su querida amiga ha perdido la de ella. Él piensa que el destino de Maysilee fue mejor.
Pero prefiere no pensar en ella.
Preferiría no pensar en nada.
Su mirada se pierde en el armario cerrado con llave. Sabe que está ahí. Casi puede sentirlo, y su boca se reseca de sólo pensarlo. Seguramente es muy concentrado, es probable que termine por matarlo si llega a probarlo. Pero lo necesita.
No hace ningún intento en ese momento. Está rodeado de personal sanitario y a pocos metros de ahí Katniss se recupera del ataque de Peeta.
-No te hará ningún bien.
La voz con un claro deje de reproche lo sobresalta, aunque está seguro de no haber dado señas de ello. En su lugar mira de reojo, encontrándose con Prim Everdeen a su lado, con los ojos severos centrados en él. Lo dicho, no es solo bondad y cariños. Se pregunta cómo le habría ido a ella en la arena. Horas antes lo había sorprendido al pedirle su opinión por encima de la de Plutarch. No había que ser un genio para distinguir que el hombre era pura palabrería, pero no había esperado que la chica buscara su criterio, que además era poco halagüeño.
-Eres una experta en el tema, ¿no? - replica él sonriendo ligeramente, sabe que pocas personas resisten su impertinencia, pero debió suponer que con otra Everdeen no funcionaría.
-Te he visto.
Creía recordar a Katniss mencionando que a su hermana la había asustado su síndrome de abstinencia. Ahora se pregunta si en realidad no lo estaba evaluando, pensando en cómo ayudarlo. No alejarlo de licor era la mejor forma, aunque no iban a entenderlo nunca.
-¿Ah sí? ¿Sigo siendo un buen espectáculo?
La ve apretar la mandíbula y ríe para sí mismo con suavidad. Sin embargo la chica no se va.
-Anda, suéltalo ya - la insta él mirando nuevamente el gabinete cerrado. Está seguro de que debe existir alguna manera de abrirlo.
Prim no niega que se ha acercado porque tiene algo que decirle, y no teme ir directo al punto.
-Salvaste a mi hermana en los Juegos del Hambre.
¿Agradecimiento? No, no es solo eso lo que vibra en su voz. El reproche no ha desaparecido. Además, la oración es totalmente equivocada.
-La ayudé a mantenerse con vida, ella se salvó sola.
Ahora es Prim quien sonríe, mientras niega con suavidad. Su trenza se agita tras su cabeza.
-No lo habría hecho sola. Ella lo sabe, por eso eres importante para ella.
Importante. La palabra hace eco en su mente. Es un adjetivo bastante indefinido. Ni positivo, ni negativo. Prim lo encara finalmente, interponiéndose en el espacio que lo separa del armario donde sabe que se encuentra lo que más desea en ese momento. Lo único que hace aquel infierno soportable.
Pero la chica piensa diferente y no teme en decírselo.
-Todavía te necesita. Ella, Peeta… ambos. - Niega señalando el armario tras ella. - Eso no te ayudará a estar ahí para ellos, y contamos contigo.
Haymitch no la mira a la cara. Mira por encima de su hombro. Siguen en los juegos, su deber es sacarlos con vida. A ambos parece ser imposible, pero lo ha hecho antes. Traga grueso, y su garganta reseca resiente el inofensivo fluido de la saliva, ansiosa de algo más fuerte. Aprieta los puños y se encoge de hombros, mirando al fin a la chica a la cara.
-No entiendes nada.
Se encoge de hombros y tras esbozar una sonrisa cargada de cinismo se gira y se aleja de ahí.
Sin embargo, en sus posteriores visitas a Katniss, generalmente mientras está dormida, no vuelve a acercarse al armario sellado donde se guarda el alcohol.