Este año, para celebrar el cumpleaños de mi niña favorita de Prince of Tennis, he decidido escribir algo para ella. Así que... ¡Feliz Cumpleaños, Sakuno!
Título: Sorpresa
Fandom: Prince of Tennis
Personajes: Ryuuzaki Sakuno, los titulares del equipo de tenis, Ryuuzaki Sumire Osakada Tomoka
Palabras: 1018
Notas: Escrito para el cumpleaños de Sakuno ^^ Válido también para el
quinesob Resumen: La casa estaba totalmente en silencio y a oscuras cuando Sakuno abrió la puerta de su dormitorio
SORPRESA
La casa estaba totalmente en silencio y a oscuras cuando Sakuno abrió la puerta de su dormitorio, creyendo haber oído un ruido, y se mordió nerviosamente el labio inferior, no atreviéndose siquiera a respirar. Estaba segura de que había escuchado un golpe en la planta de abajo, y quizá había sido sólo los libros de la estantería del lateral de la escalera, que solían caerse de lado al no tener nada que les sirviera de aguante -una vez más se recordó que debía comprar unos sujetalibros-, pero no podía evitar que su imaginación echase a volar cuando se encontraba sola. Su abuela debía de haber regresado hacía ya tiempo, pero la había llamado para decirle que tenía una reunión de urgencia, y que no llegaría hasta la hora de la cena.
Tragando con dificultad, miró alrededor de su habitación y cogió un florero que reposaba sobre la cómoda por el cuello, dando un par de golpes al aire, como si fuese un bate, y salió al pasillo, caminando muy despacio. Llegó a lo alto de la escalera y aguzó el oído. No se oía absolutamente nada aparte del suave zumbido del frigorífico, proveniente de la cocina, y tras unos momentos, dejó salir el aire que había estado conteniendo. Algo más tranquila, volvió a su cuarto y cerró la puerta, dispuesta a seguir con su estudio, ignorante de la sombra que se movió en el vestíbulo de la primera planta.
Una hora más tarde, la joven se estiró con un gemido de satisfacción y cerró el libro de Ciencias delante de ella. Se levantó y estiró las piernas, mirando su teléfono móvil y comprobando que era hora de ponerse a preparar la cena. Aquella mañana había quedado con Sumire en que prepararían una cazuela de nabe y había hecho la compra de los ingredientes necesarios a la vuelta del colegio. Era uno de sus platos favoritos de invierno, y solían hacerlo al menos dos veces al mes.
Salió de la habitación, y por un momento recordó la inquietud que había sentido antes, por lo que encendió la luz del pasillo y la escalera antes de aventurarse a bajar. Suspiró aliviada al ver que todo seguía exactamente igual que estaba cuando ella había llegado a casa, y tarareó suavemente mientras terminaba de bajar los escalones y se encaminaba hacia interruptor que había junto a la puerta.
Volvió a subir a la carrera para apagar las luces de la planta superior y una vez más se dirigió abajo, dispuesta a tenerlo todo listo para cuando llegara su abuela. Sin embargo, antes de entrar en la cocina, decidió ir al salón y encender el kotatsu que habían puesto en el salón al principio del invierno para que su abuela pudiera entrar en calor en cuanto llegase. Buscó el interruptor con la mano y lo encendió.
-¡Feliz Cumpleaños!
Se quedó totalmente paralizada en la entrada. En medio de la estancia, su abuela, los titulares del equipo de tenis, Tomoka, Horio, Katsuo y Kachirou aplaudían, y algunos habían hecho estallar los paquetitos de serpentinas que llevaban en las manos. Notó que las mejillas comenzaban a arderle mientras su mejor amiga la cogía de las manos, y tan sorprendida estaba que no pudo resistirse al fuerte abrazo en que la envolvió Kikumaru mientras repetía las palabras que la habían recibido.
-Pe-pero...
-¡Fue idea de Momo y mía! - exclamó Eiji mientras la soltaba -. En cuanto la entrenadora dijo ayer que hoy el entrenamiento sería más corto porque era tu cumpleaños, decidimos organizarte una fiesta. ¿Te gusta?
El salón había sido decorado con guirnaldas y globos, y un gran cartel en el que habían escrito la felicitación en inglés. En el centro, donde debía haber estado el kotatsu, habían puesto una mesa grande con un mantel de color blanco, sobre la cual reposaban una ingente cantidad de vasos y platos de plástico y dos tartas de nata y fresas rellenas de crema, su favorita.
Se le humedecieron los ojos mientras una temblorosa sonrisa se abría paso en su boca, y Kikumaru entró en estado de pánico.
-¡Sakuno-chan, no llores! - luego miró a sus compañeros -. ¡Ochibi, Ooishi... haced algo! ¡Fujiko-chan!
Rápidamente, la jovencita se limpió los ojos con la manga de la gruesa rebeca que llevaba puesta y respiró hondo.
-N-no es nada... Sólo me... he emocionado, eso es todo. No te preocupes, senpai... - sus labios se abrieron suavemente -. Es que no me lo esperaba...
-¡Y eso que has estado a punto de descubrirnos! Cuando a Momo se le cayó uno de los boles de plástico que llevaba y saliste a la escalera creíamos que ya no habría sorpresa.
El aludido se frotó la nuca con una risita apurada.
-Me pegué a la pared del pasillo como una lapa, menos mal que funcionó.
-Es lo único que sabes hacer bien - murmuró Kaido tras él.
-¡¿Qué has dicho?!
-¡Lo que has oído!
Todos los miraron mientras se agarraban del cuello de los uniformes escolares, dudando en la forma de intervenir para que no arruinaran la fiesta, cuando la voz del capitán resonó clara en la sala.
-Vosotros dos, dejadlo ya si no queréis pasar todo el entrenamiento de mañana corriendo.
Inmediatamente, ambos se soltaron.
-¿Y no creéis que debéis pedirle disculpas a Sakuno-chan? - intervino Fuji mirándolos con una media sonrisa que los hizo tragar con dificultad.
-Fuji-senpai, no es necesario...
Pero ambos chicos bajaron la cabeza y murmuraron sus excusas, ante lo que ella trató de restarle importancia, algo cohibida.
-¡Y ahora, a celebrarlo! - exclamo Eiji empujándola suavemente hacia la mesa -. ¡Primero comeremos tarta, luego abrirás los regalos y haremos juegos! Hemos preparado muchas cosas para que sea lo más divertido posible.
Sakuno se dejó arrastrar hasta la mesa y rió ante la cariñosa palmadita que su abuela le dio en la espalda, observándola luego encender una a una las trece velas de su tarta.
-Pide un deseo - susurró Tomoka en su oído, apretándole suavemente la mano.
Y ella, agradecida por aquella maravillosa tarde rodeada por las personas que más quería y admiraba, así lo hizo.
FIN