[FAN-FIC] "Please, call me love"

Nov 21, 2010 14:18

Bueno, esta es mi más reciente actualización... me voy a ausentar por largo tiempo u.u... para mayor información visita mi blog...

CAPITULO 1 y 2
CAPITULO 3


Capitulo 4

Se terminó otra de esas reuniones en las que Alemania tomaba el liderazgo y le robaba la atención. América se hallaba cansado y desesperado a la vez, un dolor de cabeza se había apoderado de él, lo único que quería era llegar a su casa para poder dormir un poco.

Cruzó rápidamente el pasillo que lo llevaría hasta el ascensor, pero antes de que poder llegar fue detenido por Francia, quien ya llevaba rato siguiéndolo con mucha insistencia, eso le hacía sentirse acosado y las miradas que le dirigía lo obligaban a prestarle atención.

Francis estuvo a punto de abrir la boca cuando Alfred se echo a correr alegando que ya se le había hecho tarde, el francés lo siguió un tanto ofendido por el desaire.

-¡Alfred! ¡Voltea idiota! -le gritó realmente furioso.

Tras escuchar semejante insulto Alfred volteó hecho una furia, desde pequeño le había molestado que le dijeran así. Alfred caminó directo a donde el francés se encontraba y señalándolo con el dedo le dijo:

-Mira, barbón, llevo toda la mañana aguantándote y ni creas que te soportaré un minuto más -tomó aire -¡sólo quiero irme a casa para poder descansar!

-Mon dieu! -Fue todo lo que Francia le pudo responder -Yo sólo quería invitarte a beber unos tragos esta noche, pero veo que no quieres.

-No, no quiero -replicó América llevándose una mano a la cabeza.

El chico se dio la vuelta para seguir su camino, esa explosión hizo que el dolor de cabeza aumentara un poco, definitivamente no tenía los ánimos suficientes como para ir a tomar unos tragos con las otras naciones. Esta vez el héroe se sentía realmente deshecho, su súper fuerza no le ayudó.

Dentro del ascensor se encontró con Alemania, Italia y Japón. Italia era realmente molesto, no obstante el chico no le molestaba tanto como cuando Alemania tomaba el mando de las reuniones; de Japón no podía decir nada malo, él realmente le agradaba.

-América-san, ¿se siente bien? Preguntó Japón al notar la cara de pocos amigos de Alfred.

-Sí, estoy bien -respondió Alfred sofriendo con mucho esfuerzo.

-¡Ah! América, ¿iras a beber con nosotros? -preguntó Italia con una sonrisa.

-Me encantaría, pero no puedo -dijo aun esforzándose por mantener la sonrisa.

-¡Qué mal! -Dijo Italia -Alemania, Japón y yo sí iremos, será divertido, ¿verdad?

-Lo dudo, temo que si Francis está se aproveche de la situación -musitó el Alemán.

El ascensor se detuvo, América se despidió de las otras tres naciones y salió a toda prisa, antes de cruzar la puerta se topó con un aguacero. Las gotas parecía pequeñas, aunque eso sí, eran demasiadas.

Alfred dejó caer su portafolio mientras su boca dejaba salir un par de maldiciones. La mañana estaba soleada, ¿Cómo podía cambiar el clima tan rápido? Él no traía ni paraguas ni abrigo. Tenía dos opciones: cruzar el estacionamiento hasta su coche sin importar que se mojara o esperara a que la lluvia cesara, aunque fuera desesperante hacerlo. La segunda era la más prudente.

Decidió salir un poco y una de sus manos tocó la lluvia, estaba realmente helada, definitivamente tendría que esperar a que cesara como el resto de las naciones que no traían paraguas.

-Dios, ¿Por qué me maldices? -preguntó observando el cielo gris, como respuesta obtuvo una lluvia más intensa acompañada por un viento muy frío, lo que le hizo volver a entrar -¡Me lleva!

-Tu portafolio, mon amour -dijo Francia levantando el portafolio que Alfred había dejado caer.

-Thank you -fue todo lo que Alfred pudo decir -¿Por qué no te has ido, Francis?

-Porque olvide mi paraguas -contestó Francis guiñándole un ojo al muchacho -aunque el buen
Angleterre sí trajo el suyo, pero se reusó a compartirlo con el hermano mayor, ¡qué grosero! ¿No crees?

-¡¿A quién le llamas grosero, idiota del vino?! -preguntó Inglaterra golpeando a Francia con su paraguas en la cabeza.

-¡Tú! ¡Ya deja de atacarme! -le reclamó Francis.

-¡No se me da la gana! -Respondió Inglaterra amenazándolo con su paraguas.

Alfred dio un gran suspiro y con una risita les pidió que se tranquilizaran y dejaran de pelear, ninguno de los dos parecía tener ganas de hacerlo, esta vez la cabeza sí le iba a estallar al pobre americano.

De pronto Arthur volteó a ver a Alfred que aun no se había ido.

-Alfred, ¿olvidaste tu paraguas? -Preguntó Inglaterra ignorando los insultos del francés.

-Bueno, no imagine que llovería -rió América.

-¿Quieres usar el mío? -Arthur le ofreció su paraguas.

Alfred se quedó mirando a Alfred por largo rato, su ofrecimiento le parecía algo genial, sin embargo si él se llevaba el paraguas de Arthur este no podría irse a casa.

-No, estoy bien, creo que la lluvia esta cesando… así que… es mejor que me vaya.

-¡América! -gritó Arthur mientras veía al joven correr al estacionamiento cubriéndose nada más con su portafolio.

Una vez dentro de su auto el americano siguió maldiciendo su suerte, sólo esperaba no pescar ningún resfriado, eso sí sería un gran problema. Se reclinó un poco en su asiento, moría de frío.

-Arthur, ya no soy tu hermanito -murmuró mientras se sacaba los lentos para limpiarlos.
De pronto el aguacero se convirtió en una leva llovizna que apenas podía percibirse.

-¡Demonios! -Gritó Alfred -Si hubiera esperado un poco más -le pegó al volante casi rompiéndolo -todo es tu culpa Arthur. Si no te hubieras aparecido.

Alfred seguía sintiendo algo especial por su ex-hermano mayor, había intentado olvidarlo después de la independencia, pero no lo consiguió, así como tampoco consiguió su amor.

-Arthur, yo… -musitó América tocándose los labios, casi ya no recordaba la suavidad de los labios Ingleses, habían pasado siglos desde su último beso, pero el primero, ¿cuándo fue ese?
América recargó la cara contra el volante intentando recordar su primer beso. Se transportó a la época en la que era un niño pequeño, en ese entonces disfrutaba mucho la compañía de Arthur, lo adoraba y veneraba, su mundo giraba entrono a él.

Recordó el día en que Arthur lo llevó con el de paseo en su caballo, estaba muy emocionado, era la primera vez que subía a un caballo y no podía evitar retorcerse por todos lado.

-Alfred, estate quieto, nos vamos a caer -le suplicaba Arthur

-Es que esto es tan genial -respondió el niño risueño.

De pronto el niño dirigió su mirada hacía una pareja que parecía ocultarse detrás de los arboles.

-¿Qué están haciendo? -señaló Alfred

Arthur se detuvo para volver la vista a donde el niño quería, la cara se le puso toda roja al ver a ese par besándose apasionadamente. El inglés bajo del caballo y les gritó:

-¡Oigan! ¡Qué indecentes son!

La chica fue la primera en separarse, mientras que el joven la tomó de la muñeca y salieron corriendo de la escena para evitar ser alcanzados por Lord Kirkland, quien prefirió dejarlos ir. Arthur suspiró molesto, volvió al caballo donde lo esperaba su pequeño hermano con una mirada de confusión.

“Seguramente era algo malo”, pensó Alfred.

En la noche Arthur arropaba al pequeño para dormir, América se deslizó en la cama y el inglés le echo las pesadas sabanas encima. Antes de que Arthur se fuera Alfred lo jalo del brazo y le dijo:

-¿Por qué asustaste a esos chicos? No hacían nada malo.

-¿A qué te refieres? -preguntó Arthur tragando saliva.

-Nana me dijo que nada más era un beso y que lo haces con la persona que verdaderamente amas.

A Arthur está vez se le subieron los colores hasta las orejas.

-Arthur, ¿por qué no me besas? ¿No dices que me amas?

-No, es que… ese tipo de cosas las debes hacer con… esa mujer, la voy a echar de aquí -musitaba Inglaterra cubriéndose la cara con las manos.

-Arthur -le llamó el niño, Arthur sólo pudo sentir como el niño le robaba un pequeño beso.

-¡¿Qué crees que haces?! -le gritó Arthur jalándose hacia atrás y cayendo contra el suelo.

-Arthur, ¿estás bien? -preguntó América corriendo a su lado.

Arthur agacho la cabeza para esconder las lágrimas que inundaban sus ojos, de repente se sentía abrumado. El pequeño lo jalaba de la camisa para que se levantara, Arthur se quedó privado en el suelo, pensaba en tantas cosas.

-América, te amo mucho, pero mi amor es distinto -respondió Inglaterra abrazando al niño -Ese tipo de besos debes darlos cuando te enamores de una chica, ¿entiendes?

Un relámpago hizo que Alfred regresara al presente, la tempestad quería desatarse de nuevo. Sin más, encendió el motor y partió con destino a su casa, el dolor de cabeza casi desaparecía, pero seguía cansado por la reunión.

-Bueno Arthur, parece que mi primer beso fue un accidente -musitó el americano con una risita -pero el de aquella vez… el día que te dije que te amaba no fue un accidente…

CONTINUARA...

joker, usaxuk, fanfic

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