Autora:
riathaFandom: Buffy, the vampire slayer.
Pairing: Anya/Faith
Rating: R
Notas: En respuesta al reto Femslash I de
crack_and_roll, y ya de paso cuento las 530 palabras que tiene esto para el
quinesob. (Y si alguien me pudiera decir si el rating está bien me casaría en matrimonio con él). Si alguien tiene un título mejor que lo diga. (Y gracias a
rhea_carlysse por tranquilizarme).
Lo único que se oía aquella mañana de domingo era el sonido de unos pies descalzos golpeando la madera del suelo.
Sonidos irregulares y fuertes que despertaron a Anya.
-¿Qué cojones estás haciendo? Son las nueve de la mañana de un domingo.
Anya nunca tuvo un buen despertar.
-Algunas- patada- tenemos- salto y puñetazo- la manía- movimiento brusco de muñeca -de levantarnos- patada- antes de -patada un poco más alta- las doce.
Faith se quedó plantada, extendió las manos y casi de reojo observó sus propias manos. Casi calculando todo lo que esas manos habían matado y el entrenamiento al que debían ser sometidas para no morir en el intento.
Le debió parecer que el entrenamiento no había sido suficiente, porque se tumbó en el suelo y empezó a hacer abdominales mientras contaba en voz alta.
-Uno, dos, tres.
Anya la observaba desde la cama, ahora se había despejado y se aburría.
-Estás haciendo mucho ruido.
Faith no contestó y se limitó a dirigirle una mirada interrogante.
-No me dejas dormir.
-No necesitas dormir más.
-¿Quién está hablando de necesidades? Yo quiero dormir
-Todos queremos cosas.
-¿Ah, sí? ¿Qué quieres tú?
Y no es una buena idea provocar a Faith, y nunca lo fue.
Faith la besa en los labios con fuerza, diciéndole cállate sin decírselo, la muerde en la clavícula y no deja que los brazos de Anya se enrosquen en su cuello. Se besan sin prisa y puede que Faith cierre un poco los ojos al notar el roce del pelo de la ex-demonio contra su hombro.
Hacen el amor (aunque si a Faith alguien le pregunta dirá que follaron) lo que queda de mañana, como todas las mañanas de domingo.
Cuando el sol de mediodía se colaba entre las ventanas, a Anya le volvieron a despertar los ruidos de golpes y encontronazos contra el parquet.
-A veces me pones de los nervios- ni siquiera se molestó en abrir los ojos. Con la sábana cubriéndole el cuerpo desnudo y las manos bajo la almohada se limitó a hacer una observación.- En serio, Faith. Es domingo. ¿No puedes dejar de hacer ejercicio ni siquiera un domingo?
No esperaba respuesta, Faith casi nunca respondía a sus ataques verbales.
Un beso en el hombro y una lengua recorriendo su columna es todo lo que Anya necesita para claudicar.
-Quizás si que debas hacer ejercicio, conmigo.
La última palabra es un susurro contra la almohada, y si Faith no hubiera estado en ese momento mordiéndole el lóbulo de la oreja quizás se lo hubiera perdido.
Deja besos por su espalda y descubre la sábana. Anya se da la vuelta y la mira a los ojos.
-Te quiero.
Lo dice con esa honestidad y falta de miedo que da el saber que la otra persona también te quiere, aunque no te lo haya dicho nunca.
-Yo también te quiero, idiota.
Y para todo hay una primera vez.
Anya y Faith no tienen domingos con tostadas, ni zumo de naranja recién exprimido; no tienen periódicos que leer junto a un croissant y no tienen un perro al que pasear juntas, pero se tienen una a la otra. (Y la mayoría de veces es suficiente)