El niño, en una sola tarde, podía ser perseguido por los malos hasta la puerta de casa, podía asaltar luego un antro clandestino, enamorarse de alguien que cantaba en un idioma desconocido encima de un árbol, y escalar la más dura montaña para alcanzar el no-sé-qué-tesoro de no-sé-qué-isla. Ese mismo niño podía, en cambio, durante toda una tarde,
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