Simposio
En respuesta (o la falta de tal) a los fans japoneses acerca de la crítica de que el yaoi es discriminatorio hacia los gays
Por: Akiko Hori
Kyoto, Japón
Palabras clave: BL; boy’s love; fujoshi; manga; sexualidad.
“En respuesta (o la falta de tal) a los fans japoneses acerca de la crítica de que el yaoi es discriminatorio hacia los gays” en Transnational Boys' Love Fan Studies, editado por Kazumi Nagaike y Katsuhiko Suganuma, número especial, Transformative Works and Cultures, nro.12.
doi:10.3983/twc.2013.0463[El texto traducido se encontraba en inglés y puede ser encontrado aquí:
http://journal.transformativeworks.org/index.php/twc/article/view/463/388]
[1] En este ensayo examino las críticas japonesas al yaoi (nota 1) como discriminatorio hacia los gays y las reacciones a estas críticas de parte de las fans japonesas del yaoi. Incluyo tanto a lectores como creadores entre las fans del yaoi y me referiré a este grupo como fans durante el texto. Hoy en día estos fans son también denominados fujoshi (nota 2). Los fans japoneses son a menudo descritos como apolíticos y sus actitudes apolíticas han sido objeto de muchas controversias. Aquí identifico los aspectos más destacados de la reacción del fandom al cargo de que el yaoi constituye discriminación hacia los gays. La llamada controversia del yaoi (yaoi ronsō) de 1992 y los textos de Hitoshi Ishida son mis principales puntos de partida. Quiero reconsiderar las críticas a las reacciones de las fans vía una discusión en torno a las concepciones de la gente sobre la realidad y la fantasía, lo que da más peso al estatus del yaoi como parte de la cultura popular.
[2] El manga en Japón puede ser dividido en dos tipos: el manga comercial, que son trabajos originales, y el dōjinshi, que a menudo deriva de trabajos ya existentes en los medios. La convención de dōjinshi Comiket fue llevada a cabo por primera vez en 1975. En esa época, las revistas de manga comercial dirigidas a chicas estaban serializando un género llamado shōnen ai (boy’s love), que mostraba relaciones románticas entre chicos (nota 3).
[3] A mediados de la década del ochenta, el fandom de los dōjinshi basados en el manga Captain Tsubasa (Supercampeones) explotó en popularidad y los círculos de yaoi dōjinshi proliferaron en consecuencia. Esto provocó que las convenciones de dōjinshi crecieran también, al punto de que las revistas de manga comercial no pudieron ignorar por más tiempo la existencia de los grandes círculos de dōjinshi. Estos grandes círculos consistían en mujeres en el trabajo creativo, quienes, a pesar de los amateurs, habían amasado una gran cantidad de seguidores por su cuenta. Los publicistas operaron bajo la lógica de que podían ahorrarse el esfuerzo de educar nuevos artistas si dejaban que estas famosas artistas-fanáticas publicaran en sus revistas comerciales. Así empezaron a reclutar artistas-fanáticas populares, y revistas comerciales de manga que se enfocaban solo en boy’s love fueron lanzadas una tras otra. Con la disponibilidad del yaoi en varias librerías, sobrevino una expansión masiva del fandom yaoi. Sin embargo, una consecuencia menos deseable de la comercialización del yaoi fue que un pasatiempo que había sido hasta entonces subrepticio se encontraba ahora en el ojo público.
[4] Más o menos en la misma época, organizaciones de apoyo a hombres japoneses homosexuales empezaron a asentarse como resultado de la propagación de la epidemia del SIDA. En la década del noventa, la discriminación contra los gays comenzó a ser cuestionada en las cortes de ley japonesas y los derechos de los homosexuales tomaron cada vez más relevancia como problema social. Mientras la cultura popular japonesa experimentaba un boom gay con revistas populares en su centro, el yaoi amplió el número de sus lectores, tanto con el dōjinshi como con el boy’s love comercial. Muchas mujeres se mostraron muy abiertas acerca de sus gustos por películas y novelas de temática gay (nota 4) y muchas declararon abiertamente que deseaban ser amigas de hombres gays. Las reacciones a este boom fueron considerables. El yaoi era un género en el que hombres que pertenecían a la minoría homosexual eran descritos en un modo puramente fantástico por y para mujeres que pertenecían a una mayoría heterosexual, y esto empezó a atraer críticas de parte de organizaciones de apoyo a homosexuales y de parte de individuos homosexuales. Fue una de estas críticas la que se convirtió en el punto de partida de la controversia del yaoi en 1992.
[5] La controversia del yaoi fue un debate sostenido en las páginas de una revista feminista (nota 5), y empezó cuando un hombre homosexual criticó las historias yaoi como discriminadoras hacia los hombres gays. Una fan escribió una respuesta a dicha crítica, el primero respondió a esta y luego otros lectores se involucraron en la discusión.
[6] La fan que respondió primero, señaló que la desigualdad de género todavía se encontraba omnipresente en la sociedad japonesa y que usar relaciones hombre-hombre en las ficciones permitía a las fans escribir historias que hubieran sido imposibles de escribir (y disfrutar) si retrataban una relación hombre-mujer. Ella explicó que disfrutar de historias yaoi “fantásticas” era una parte muy importante en la vida de las fans y que dichas historias las confortaban en una forma en la que un romance hombre/mujer nunca podría. La novelista de yaoi Kaoru Kurimoto expresó una opinión similar. Escribiendo bajo un alias, Kurimoto dijo que las mujeres “son constantemente clasificadas por su apariencia y por cómo cumplen a cabalidad funciones de género femenino, por cómo se desempeñan como máquinas de mantenimiento del hogar, por cuánto valor añadido se cree que puedan tener, por cuán ‘frescas están’”, y especuló que esas mujeres imaginan que el yaoi es “un lugar donde la mirada del hombre y la sociedad no existe y en donde ellas mismas -siempre los objetos de esas miradas- tampoco existen” (Nakajima 1991, 100, 191).
[7] Durante la controversia del yaoi, la fan que respondió a la crítica inicial escribió que “el yaoi no representa a hombre homosexuales reales” (CHOISIR 1994a, 14). Esta afirmación terminó permitiendo la aparición de críticas más vehementes; algunos sintieron que ella básicamente argumentaba que las fans del yaoi solo usan el romance gay con el fin de escapar de sus propios problemas relacionados con el género.
[8] De interés particular es la contribución de otra mujer en el debate. Ella había sido una fan del yaoi hasta cierto momento, pero dejó de leer trabajos yaoi por el tiempo en que la controversia estalló. Esta “alguna vez fan” enfatizó que ella sentía que era vergonzoso que ella hubiera usado en el pasado a hombres gays como combustible de sus propias fantasías. Ella había sido tanto una fan yaoi como una akoge (mariliendre) (nota 6), pero a medida que conoció gente gay, se volvió consciente de su propia actitud discriminadora hacia ellos y dejó de leer trabajos yaoi como resultado. La fan del yaoi que había argumentado que el yaoi era puramente fantasía, respondió que ella misma “no podría abandonar todo el yaoi en su conjunto, incluso si era discriminatorio” (CHOISIR 1994a, 29), y explicó que el yaoi significaba algo especial porque ella misma nunca podría ser completamente libre, sin importar cuánto intentara resistir las fronteras de género. En respuesta, el hombre gay que iniciara el debate y la alguna vez fan del yaoi se preguntaron “¿por qué una feminista inteligente como tú elige esa postura políticamente incorrecta?” (CHOISIR 1994b, 11).
[9] El género era uno de los temas subyacentes más importantes a discutir durante la controversia del yaoi. Algunos participantes atestiguaron que, como mujeres, no podían disfrutar fantasías a la medida de sus deseos si estas eran expresadas a través de historias de romance heterosexual. Este reclamo se basa en la idea de que una relación romántica ficticia entre una pareja de iguales es más probable de ser encontrada atractiva, y ser plausible, para lectoras y creadoras si la relación es entre dos hombres. En una sociedad con un marcado desbalance de poder entre hombres y mujeres, es difícil suspender la incredulidad e imaginar que el romance podría, de alguna forma, ser el contexto excepcional donde hombres y mujeres pueden ser iguales.
[10] Otros participantes en la controversia contrarrestaron con que los trabajos yaoi contienen desbalances de poder también (Hori 2009). El hombre gay argumentó que “el yaoi ignora completamente las realidades de un gay” y que un sistema en el que miembros de un grupo mayoritario (mujeres heterosexuales) escriben historias de romance entre miembros de una minoría grupal (hombres homosexuales) es intrínsecamente discriminatorio (Hori 2009, 4). Además del género y la sexualidad, una gran variedad de otros temas políticamente significativos fueron puestos en relevancia eventualmente, incluyendo problemas más generales de representación (quién representa, quién es representado) y críticas feministas de pornografía (específicamente, cómo es que el yaoi invierte la relación entre observar y ser observado para hacer de los hombres gays objetos de mirada).
[11] Después de que la controversia del yaoi amainara, la Internet en expansión dio impulso al mercado del boy’s love, la palabra fujoshi se volvió de uso general alrededor del año 2000 y el yaoi empezó a atraer la atención de los medios de comunicación. Yaoi y fujoshi también atrajeron la atención de los investigadores, pero como Hitoshi Ishida nota, las fans del yaoi que fueron objeto de investigaciones tendieron a responder con “déjenos en paz” (Ishida 2007). Ishida señala que las fans del yaoi -quienes imaginan un romance gay que no es aparente en el trabajo original del que el yaoi se inspira- por general no reaccionan al oír que sus actividades son llamadas desagradables o que el yaoi fue denunciado como discriminatorio hacia los gays.
[12] Para Ishida, el hecho de que el yaoi desde siempre referencia gente gay existente significa que es un error verlo como mera fantasía o ficción que no tiene que ver con la realidad. Al preguntarse si “el yaoi podría apropiarse de forma indebida de símbolos gays” (Ishida 2007, 114), Ishida menciona que los fans japoneses tienden a mirar a otro lado cuando se les confronta con temas serios como la discriminación contra los gays, o dicen cosas como “la gente gay real y el yaoi no tienen nada que ver” (Ishida 2007, 116). Esta actitud contrasta con la tendencia de fans del yaoi en otros países de asociar su amor por el yaoi con el apoyo al movimiento LGTB. Los fans japoneses sin duda están al tanto de las críticas de que son apolíticos. ¿Por qué, entonces, todavía se quedan en sus conchas, o al menos aparentan estarlo?
[13] Sostengo que las actitudes de los fans están relacionadas a sus tendencias para enfatizar la división entre realidad y fantasía. Por ejemplo, solía ser común que un personaje masculino, en trabajos yaoi, dijera a sus amantes “No soy gay ni nada de eso. Pasa que te amo porque eres tú”. Tal afirmación (que es de alguna manera menos común en trabajos contemporáneos) ha sido criticada como discriminatoria. Sin embargo, también puede ser interpretado como un reflejo de la naturaleza obviamente fantástica del yaoi, porque en la vida real probablemente es raro que un hombre heterosexual se enamore de otro hombre pese a su propia orientación sexual.
[14] Debido a que la cultura popular es popular, está enraizada en las normas y valores del mainstream. Discriminación contra los gays y normas sexuales heterosexuales y de género asociadas con la discriminación rodean a las creadoras de yaoi, lectoras y sus trabajos. Los individuos pueden suscribirse a estas normas o tratar de ignorarlas, pero siempre llevarán estas normas con ellos a los trabajos ficcionales. Sin embargo, a diferencia de la okoge, quien quiere interactuar con hombres gays reales, la mayoría de fans del yaoi son intensamente conscientes de que sus fantasías son precisamente eso -fantasías y nada más-. Sospecho que esta fuerte conciencia de la línea divisoria entre la realidad y la fantasía es lo que lleva a las fans del yaoi a dar fe de que el yaoi no tiene nada que ver con los hombres gays reales.
[15] El yaoi puede ser conceptualizado como una subcultura centrada en trabajos fantásticos que permanece enraizada a valores del mainstream, pero que resiste, sin embargo, esos valores. (Me pregunto cuántos trabajos yaoi son básicamente experimentos pensados por los creadores que tratan de representar el amor que supera sus propias sexualidades.) La cultura no debería limitarse a reconocer solo las creaciones políticamente correctas. Todos los temas políticos y sociales existen a lo largo de un eje de realidad y fantasía, y las reacciones (y la falta de estas) de los fans del yaoi a los reclamos sobre la discriminación hacia los gays son un ejemplo fascinante de este eje en el trabajo.
Reconocimiento[16] Traducido al inglés por Nele Noppe.
Notas
1. Uso yaoi como término general para trabajos sobre romance hombre-hombre que están dirigidos a una audiencia femenina. Dichos trabajos también pueden ser divididos en yaoi (trabajos de fans) y boy’s love (trabajos comerciales), pero en este caso uso el yaoi para describir ambos.
2. Fujoshi significa “chica podrida”. La palabra es una expresión auto-despreciativa que refieren a la práctica de imaginar relaciones hombre-hombre que no existen en las fuentes originales. Fujoshi se usaba para referirse solo a mujeres que creaban y disfrutaban de estos trabajos fanáticos, pero hoy en día lectoras de boy’s love comercial también son llamadas fujoshi.
3. Algunos ejemplos incluyen November Gymnasium (1971) de Moto Hagio, The Poe Family (serializado desde 1972), y The Heart of Thomas (serializado desde 1974), y Song of Wind and Trees de Keiko Takemiya (serializado desde 1976).
4. Ejemplos de películas de temática gay incluyen Another Country (dir. Marek Kanievska, 1984) y Maurice (dir. James Ivory, 1987). Ejemplos de novelas con temática gay incluyen A Boy's Own Story (Edmund White, 1982) y Valley of the Shadow (Christopher Davis, 1988).
5. La revista es Yaoi ronsō gōhon (CHOISIR 1994a, 1994b), es publicada de forma privada y actualmente ya no se imprime. Ver Hori (2010) para un informe más detallado de la discusión que se llevó a cabo en ella.
6. Okama es una jerga para homosexual, literalmente significa "recipiente", y okoge significa "arroz quemado", el cual se pega al fondo del recipiente.
Trabajos citadosCHOISIR, ed. 1994a. Yaoi ronsō gōhon 1 [Yaoi dispute collection, volume 1]. Zine. Privately published.
CHOISIR, ed. 1994b. Yaoi ronsō gōhon 2 [Yaoi dispute collection, volume 2]. Zine. Privately published.
Hori, Akiko. 2009. Yokubō no kōdo: Manga ni miru sekushuariti no danjosa [Codes of desire: Differences between male and female sexuality as seen in manga]. Kyoto: Rinsen Book Co.
Hori, Akiko. 2010. "Yaoi wa gei sabetsu ka? Manga hyōgen to tashaka" [Does yaoi discriminate against gay men? Manga portrayals and the creation of others]. In Sabetsu to haijo no ima 6: Sekushuariti no tayōsei to haijo, edited by Yoshii Hiroaki, 21-54. Tokyo: Akashi Shoten.
Ishida, Hitoshi. 2007. "'Hottoite kudasai' to iu hyōmei wo megutte: Yaoi/BL no jiritsusei to hyōshō no oudatsu" [About the expression "Leave us alone": The misappropriation of yaoi/BL (boys' love) autonomy and symbols]. Eureka 39 (16): 114-23.
Nakajima, Azusa. 1991. Komyunikēshon fuzen shōkō gun [People suffering from imperfect communication]. Tokyo: Chikuma Shobō.