What are you so worried about? || heemin
Sungmin | Heechul - what are you so worried about?
Sungmin parece haberle estado esquivando durante todo el día, resguardándose en el cuarto más cercano en cuanto lo veía aproximándose, ignorándolo de sobremanera cuando ha ido a hablarle, contestando monosílabamente a sus cuestiones. A Heechul no le gusta que lo traten así.
Lo ve de espaldas en uno de los pasillos de la casa y se apresura a interceptarlo antes de que pueda volver a escaparse de sus porqués. Sungmin, con la espalda a la pared, lo mira con ojos desafiantes, tratando de zafarse de su agarre.
-¿Se puede saber qué cojones te pasa?
-¿Que qué me pasa? ¿¡Que qué me pasa!? ¡Me has besado en el concierto!
Heechul lo suelta aliviado, como si acabaran de quitarle un peso de encima. Su risa histérica se proyecta desde sus labios hasta los oídos de Sungmin, hiriéndolo inconscientemente.
-¿Eso es todo? ¿Estás enfadado por eso? ¿Me has estado ignorando porque te besé hace unos días?
Los ojos de Sungmin irradian odio, un odio que Heechul no está acostumbrado a ver en su mirada.
-¡Besaste a Siwon también!
-Sí, ¿y?
-¿¡Cómo puedes decir y!? ¡Nos besaste! ¡A ambos!
Heechul se masajea el puente de la nariz. Ha estado días creyendo que había hecho algo malo, que Sungmin estaba enfadado con él por otro motivo ajeno a su fanservice continuo, algo mucho más serio, más hiriente, no un beso.
-¿Por qué le das tanta importancia a eso? - pregunta confundido - Fue sólo un beso.
Una persona normal no hubiera podido advertir lo que los ojos de Sungmin esconden en ese momento, pero Heechul lleva años conviviendo con él, años viviendo bajo el mismo techo, viendo cada expresión que su rostro ofrece, cada pequeño detalle de su ser, cada parte de sí mismo, de su alma.
-¡No fue sólo un beso!
-¿Qué pasa, Sungminnie, quieres repetirlo?
-¡Que te den!
Y camina enérgicamente hacia su dormitorio, cerrando la puerta de un portazo, dejando a Heechul con un sabor agridulce en el estómago. Tal vez otra persona no lo sepa, pero él que conoce a Sungmin como si lo hubiera parido, sabe que sus ojos piden a gritos llorar, que en cuanto se refugie en las mantas de su dormitorio dejará que las lágrimas recorran sus mejillas libremente. Y se arrepiente.
Otra vez las palabras saliendo de sus labios antes de que su mente pueda seleccionarlas, otra vez hablando sin pensar.