[EXO- Yixing/Jongdae] Just the way you are

Jun 29, 2014 18:18

Título: Just the way you are
Clasificación:
Géneros: Un poco canon verse, fluf
Parejas: Yixing (Lay-EXO) Jongdae (Chen-EXO)
Autor: ontokkishi
Beta: No tiene (así que sorry por los errores TwT)
Resumen: Yixing observa una luciérnaga junto a su amigo Jongdae.
Nota: Lo escribí para exo_12eyes. En un principio era otra idea pero al final opté por hacer esto en plan cortito porque estaba algo ñoña.

Nunca había visto una. Lo supo por la manera en la que sus ojos se abrieron contemplando, como platos, a aquel animalillo. Las luciérnagas no tenían nada de asombroso, Jongdae lo sabía, pero para Yixing parecían ser los animales más interesantes del mundo, por lo menos en aquel momento. El chico coreano no pudo evitar sonreír con ternura ante aquello, después de todo siempre había algo tierno e inocente dentro de Yixing que decidía salir en el momento menos esperado, mientras ensayaban, con el vuelo de una mariposa o en ese momento contemplando la luz fluorescente de una luciérnaga.

Chen sabía que aquel chico chino era mayor que él pero a veces se le olvidaba, y suponía que en parte aquello no era tan malo como la mayoría solía creer. Le gustaba sentirse mayor pero al mismo tiempo pequeño. Olvidando que alguien había colocado una marca de edad puesta entre ellos, con ciertos comportamientos sociales que debían mantener, palabras como Hyung, Gee, o reverencias y tonos discretos y respetuosos. Con Yixing las normas volaban tan alto como el vuelo de las mariposas que el chino observaba con contemplación las tardes de primavera y verano. Aquello, les hacía sentirse libres.

Jongdae no lo entendía, la vida siempre debía seguir un orden, pero la mente de Yixing se ordenaba en un perfecto caos que tan solo él sabía y podría entender. Aquello le llenaba de curiosidad y siempre deseaba saber más y más del joven chico de Changsha, pero Yixing no hablaba con palabras lo hacía con sus ojos, con sus gestos y sus sonrisas. Movía los dedos intentando tocar melodías desconocidas, solo para él, en el viento cálido de las mañanas de verano; se despertaba sin explicación y caminaba hasta la ducha y pasaba horas bajo el agua murmurando secretos al aire únicamente entendibles para él.

Era raro, como si algo no funcionase bien él, como si fuese una tuerca pintada de un color distinto en el engranaje de un mecanismo que, aun así, continuaba funcionando a la perfección. Era una interrogación escrita como admiración y pronunciada como una afirmación provocando una negación. Yixing era un espiral en descenso que reaccionaba con un rápido ascenso. Era ese no que desea ser si y ese sí que debería haber sido un no.

Era una sonrisa tierna que inundaba de energía y ganas de luchar contra el mundo en un imposible infinito de fuerzas. Jongdae adoraba cada una de esas metáforas que creaba en su mente con cada pestañeo. Era una mariposa de pestañas largas y negras, un gato travieso ronroneando con el primer roce de su mano, un conejo que no deja de saltar esperando a que abran su jaula, un oso perezoso adormilado por el calor del sol y como no, una luciérnaga macho, brillando intensamente con su luz fluorescente en medio de la noche reclamando una atención que realmente ni buscaba ni quería, pero que siempre, siempre agradecería.

Jongdae alargó la mano para alcanzar el insecto y este alzó el vuelo perdiéndose en la noche, los ojos de Yixing, enormes y brillantes, siguieron con atención el vuelo del insecto como si no hubiese nada más en el mundo.

-Es la primera vez que ves una-Jongdae sabía que no había pronunciado aquello con tono de pregunta, pero había sido porque estaba seguro de que aquella afirmación era correcta.

Yixing no le respondió, continuó perdido en sus pensamientos con la vista fija en el horizonte oscuro de aquella noche veraniega y Jongdae posó la mano en el hombro trayéndole de vuelta.

-¿Tan bonito te parece?-volvió a hablar esperando que esta vez le respondiese.

Yixing clavó los ojos en su mirada oscura y pestañeo como si intentase asimilar sus palabras. Jongdae sabía que le había entendido, Yixing podía entender el coreano, leerlo, escribirlo y hablarlo, así que era imposible que aquel espacio que se tomaba para responder se tratase de que no le entendiese. Pero Jongdae también sabía que las normas no estaban hechas para Yixing, que el mundo que este tenía en su cabeza era un mundo únicamente para él, con sus normas y sus esquemas, un mundo que por mucho que quisiese acceder jamás hallaría la llave para entrar.

-Sí-respondió con una sonrisa tímida y cansada-En China también las hay, pero jamás he podido ver una, los niños hablaban en clase de ellas. Decían que eran como estrellas en la tierra. Me imaginaba pequeños puntitos luminosos volando alrededor de la gente.

Jongdae le observó sin entender.

-¿Y por qué no las habías visto? Suelen salir las noches de calor. Los machos hacen brillar sus traseros para atraer a las hembras y así reproducirse.
-¡¿Son machos?!-exclamó sorprendido el muchacho chino sin responder a su pregunta.

Chen sonrió quitándole importancia, sabía que no les estaba ignorando. Se inclinó para encontrarse cara a cara con Yixing, el cual llevaba todo el rato de cuquillas. Pensó, por un segundo, en aquella vez que Tao había comentado lo fuertes que eran las piernas de Yixing porque aguantaba mucho tiempo en esa posición, y después continuó hablando.

-Sí, son machos. Esa luz brillante y fluorescente, que tiene un color como verde o amarillento es la manera que tienen de llamar la atención. Brillan lo más fuerte que pueden esperando que alguna hembra se ciegue con el destello y les escojan para procrear.

Yixing se pasó la lengua por los labios y llevó un dedo a sus dientes. Jongdae se había acostumbrado a aquel gesto, cada vez que pensaba terminaba por hacerlo, a pesar de que luego sus uñas eran las que lo pagaban. Yixing tenía muchas manías, se mordía el labio, se lo lamía, se llevaba las manos, las mangas de la camiseta, los dedos y más cosas a la boca, se rascaba la nuca y dejaba la mente en blanco. Pero todas aquellas cosas, al contrario de parecer molestas para el muchacho coreano, le resultaban tiernas y divertidas.

Había comprobado que el joven chino no solía darse cuenta de ello y que lo hacía como acto reflejo, y aquello, de nuevo, le daba un toque tierno que adoraba.

Yixing era como una luciérnaga, pensó Jongdae. Un macho posado en alguna parte del campo, oscuro y nocturno, bañando por miles de estrellas, reclamando su atención con una luz fluorescente, esperando que alguna hembra le escogiese a él. Chen se detuvo en aquel pensamiento y negó con la cabeza sin decir nada más. Yixing no era como una luciérnaga, pues él brillaba sin pretender llamar la atención, simplemente siendo él mismo y eran los demás, como asombrosos espectadores, los que se detenían a admirarle mientras él continuaba en un mundo lejos, muy lejos de los demás, brillando sin que nadie fuese capaz de apagar su luz. Se sintió afortunado de tenerle, de poder verle y estar con él. Pero al mismo tiempo se sintió egoísta queriendo guardarle únicamente para él.

Yixing le dio un golpecito trayéndolo de vuelta al mundo. Impaciente para los demás, como un conejo consentido. Jongdae se rascó la zona en la que le había golpeado, aunque no le había hecho daño, y volvió a dirigir la mirada en él.

-Cuando era pequeño pasaba mucho tiempo en castings, en ensayos y entrenando. Mi padre siempre estaba preocupado, la próxima vez tenía que ser el mejor-Yixing había dejado de mirar al insecto, se había levantado y había comenzado a caminar por el banco de piedra que estaba cerca-Siempre mejor, siempre se podía dar algo más. A veces me sentía solo, pero me gustaba aquello, sentir que formaba parte de la música, que mi familia se sentía orgullosa de mí. Pero cuando oía a los demás niños hablar sobre las luciérnagas, cuando quedaban para salir a jugar, en esos momentos pensaba que una parte mí no quería esto, que también quería ser como ellos.

Jongdae elevó la vista y observó a Yixing. Se había sentado en la placa de piedra que hacía de mesa en aquel lugar. Una de sus piernas colgaba por la rodilla y la balanceaba de un lado al otro acompasadamente, la otra la mantenía doblada y sujeta con la mano también por la rodilla. Lay no le miraba, sus ojos estaban fijados en algún punto de aquel horizonte nocturno y estrellado, pero Jongdae sabía que sus ojos jamás podrían fijarse en el mismo punto, porque a pesar de llevar los ojos abiertos Yixing no estaba mirando nada en aquel lugar. Como siempre, aunque estaba a su lado, no podía estar con él.

-Siempre digo que soy como los demás, que simplemente es lo que hacemos lo que nos hace diferentes, pero tú también lo sabes Jongdae, que no lo somos. Intento estar cerca de todas esas personas, pero por mucho que lo desee siempre acabo lejos, de nuevo siempre solo.

Jongdae sintió esa tristeza melancólica y romántica que desprendía su compañero de cuarto y se levantó caminando hasta él. Se sentó a su lado y acarició con ternura la mano que este tenía sobre la placa de granito mezclado. Yixing no se movió y Jongdae agradeció el gesto. La piedra estaba caliente y los dedos de Yxing hinchados y enrojecidos por el calor. Sintió que a pesar de todo ello parecían estar algo más fríos de lo que se había imaginado. Rodeó el perfil de sus manos dibujando con sus uñas los huecos de las falanges. Yixing continuó sin moverse, con la vista clavada en su propia nada y el viento suave de verano acariciando su rostro y moviendo los pelos naturalmente ondulados de su flequillo demasiado largo.

-No estás solo- dijo en un susurro Jongdae, soltando la mano del muchacho chino y jugando con la vista al escondite con los mosquitos en el paisaje boscoso- Nunca lo has estado y lo sabes. Siempre dices que te gusta sentirte parte de la música y eso hace que estés en todos nosotros. Cuando compones, cuando cantas, o cuando bailas. Levantas sonrisas allá donde vas, miles de personas a lo largo del mundo sonríen por ti. No te conocen, no saben cómo eres, muchas de ellas apenas saben de ti nada más que una imagen en una foto. Eres un pequeño punto de luz en un inmenso océano negro en sus vidas. Muchos jamás te verán en persona, jamás podrán sentirte a su lado físicamente, ir a uno de tus concierto, verte sonreír, escucharte hablar o entenderte, pero a pesar de ello sonríen por ti. ¿Y aún así dices que no eres especial?

Yixing giro el rostro y observó la cara de su compañero. No había ninguna expresión en su rostro. El joven extranjero le miraba paciente y expectante, con los enormes y brillantes ojos negros clavados en los suyos propios, con los labios resecos, la piel pálida perlándose bajo la luz de la única bombilla. Esperando por sus palabras, escuchándole únicamente a él, olvidando su mundo privado y personal para centrarse en él, únicamente en él.

-Lo eres, eres más especial de lo que nunca podrás comprender. Porque todos los somos, no es así. ¿No lo dices siempre tú? Siempre hay algo que nos hace especial para alguien, siempre hay alguna cosa, aunque no la veamos que siempre nos harás vernos brillantes ante los ojos de cualquiera, aunque no lo sepamos.

Yixing volvió a retomar su posición con la mirada puesta en el infinito y alargó su sonrisa con ternura.

-Jongdae-dijo sin perder la sonrisa.
-¿Sí, Yixing?-le respondió el otro girando su rostro para mirar en la misma supuesta dirección que el muchacho chino.
-¡Gracias!

La mano de Yixing se había movido casi sin darse cuenta agarrando la mano de Jongdae. El menor sintió como los dedos se entrelazaban con los suyos. Como siempre no había una edad, no había límites, ni etiquetas de comportamiento. Con Yixing los límites se emborronaban difuminando sus bordes y mezclándose con la otra verdad. Con Yixing no había un bien ni un mal. Los quizás y los puede se disfrazaban de “inténtalo” y las sonrisas se perdían en un millón de estrellas nocturnas en un cielo inmenso en una galaxia que nadie había nombrado aún.

Jondae sonrió y dejó que su compañero posase la cabeza sobre su hombro cómodamente. Las luciérnagas continuaban brillando entre la espesura del campo, con su rum rum adormecedor y sus centelleos fluorescentes y mágicos. Jongdae sabía de memoria el porqué de todo aquello, la explicación científica de cada segundo en aquel lugar natural, pero al lado de Yixing la ciencia parecía estúpida y aburrida, a su lado la magia se sentía tentadora, romántica y dulce. Sabía que no era racional, pero había acabado por comprender que no todo tiene que tener un porqué, que al lado de aquel aparentemente despreocupado y desastre con patas, las cosas desde un punto de vista distinto, aunque pueda parecer imposible, en algunas ocasiones suenan y se ven mejor.

Olvidaba el miedo en un hueco pequeño de su yo más interno y se permitía soñar con sonrisas sin fin y cuentos de hadas con finales felices. Observando el vacío del mundo lleno de vida, de naturaleza y música que jamás el hombre podría componer. Supo entonces porque Yixing había sido nombrado el unicornio. Comprendió porque su poder era el de la sanación y entonces él también se relajó y posó su cabeza sobre la del otro sin dejar de sonreír.

-¿Tienes frío?-le preguntó el chino con ese acento que tanto le divertía.
-No mucho la verdad-le contestó sin moverse un centímetro.
-Tienes la piel de gallina-continuó hablando Yixing subiendo su dedo por el brazo de Jongdae provocándole un escalofrío.
-Para Yixing-le reprochó el otro aguantándose la risa, pues le estaba haciendo cosquillas.
-¿Te da grima?-insistió sin dejar de hacer lo que estaba haciendo.
-¡En serio para!-gritó Jongdae moviéndose para golpearle.

Yixing se levantó rápido sin que le llegase a alcanzar. La única luz que iluminaba el lugar brilló tras él probando sombras en su rostro, aún así Jongdae sabía que estaba sonriendo, como un niño travieso, como alguien que sabe que ha hecho mal pero al mismo tiempo sabe que no le pueden reñir porque tan solo, inocentemente, estaba intentando divertirse.

-Eres un caso-resopló el coreano.
-¿Qué dices?-exclamó Yixing caminando alejándose de ahí.-No puedo oírte si solo murmuras.

Jongdae sonrió travieso preparándose para alcanzarle. A pesar de que Yixing estaba de espaldas se dio cuenta de sus intenciones y corrió alejándose del lugar. A ninguno de los dos parecía importarle la hora que era, que casi no hubiese luz en esa zona o que, la gran cantidad de rocas que estaban esparcidas por ahí, les hiciesen tropezar y caer. Lo único que parecía importar era que estaban vivos y que tenía ganas de sonreír.

Jongdae saltó y se abalanzó sobre el mayor tirándole sobre el prado. El pecho de Yixing subía y bajaba agitado y nervioso, luchando por buscar algo de aire y llevarlo hasta los pulmones. Jongdae apoyó su oreja sobre el subibaja de la respiración de su compañero y disfrutó sonriente de los latidos de su amigo. Levantó la vista y se encontró, de nuevo, con los ojos de Yixing, perforando su rostro y alcanzado, como cada vez que le miraba, su alma totalmente desnuda. Como un ser mágico, como alguien a quien no se puede mentir, como un unicornio que es capaz de sanar cualquier mal.

-Sabes que tan solo es una propaganda, algo que se hizo para vender y comerciar-Jongdae no tenía que explicar nada más sabía que Yixing entendería esas palabras.

El menor sintió como Yixing se giraba y le hacía caer contra la hierba sin mirarle. Le observó estirarse perezoso como un gato alargando las manos por encima de su cabeza escondiendo el mentón entre la maleza.
-¿Y qué más da?-le respondió-Da lo mismo quién lo dijese, o por qué lo dijese, da igual quien lo hubiese decidido, hemos hecho nuestro algo que una vez fue pensado para hacer feliz a alguien, me da igual que sea una mentira, porque en el fondo, si yo lo creo, sí tú también lo crees y todo el mundo termina creyéndolo, la mentira se hará verdad.

Chen sonrió tumbándose boca arriba sobre la hierba, alargó la mano y sintió como el rocío le daba los buenos días.

-Chen-comenzó a decir Yixing a su lado- amo del rayo, de los truenos y la electricidad.

El chico sabía por su tono que Yixing estaba bromeando que de nuevo buscaba provocar su sonrisa. Se giró y le miró a los ojos.

-Lay, unicornio sanador.

El silencio reinó por un segundo entre los dos mientras que el cielo comenzaba a cubrirse de nubes oscuras que amenazaban tormenta. A lo lejos un trueno impaciente comenzó a sonar ahogado y prematuro. El rayo iluminó el cielo y las luciérnagas fueron apagando poco a poco su luz, mientras las primeras gotas de agua caía una a una lentamente contra la hierba verde del suelo en aquella noche de verano.

Sobre la alfombra natural, dos chicos, uno chino y el otro coreano elevaron la vista al cielo, cerraron los ojos y disfrutaron del contacto de la caricia fría del agua que venía del cielo. Los rayos iluminaban el natural tejado encapotado y los truenos resonaban cada vez más cercanos.
La mano de uno de ellos se enredó, sin preguntar, entre los huecos de los dedos del otro. Como respuesta el muchacho más joven no dijo nada, sonrió, de aquella manera que tanto adoraba el mayor, y que rara vez se le decía, tomando aire dejó que el momento siguiese su curso, sin preguntarse nada, sin tener miedo, sin pedir ninguna cosa a cambio. Porque después de todo, en el fondo muy en el fondo aquella era la primera vez que Yixing había visto una luciérnaga y él sabía que no tenía que decirlo porque con aquellos enormes ojos negros y brillantes ya lo decía todo, de la misma manera que en aquel momento, con sus dedos y su respiración tranquila a su lado, bajo esa lluvia de verano, le decía, sin palabras, eres especial, y siempre lo serás, Kim Jondae, Chen, el rey del rayo.

xingdae, yixing, fluf, daexing, xingchen, romantico, yaoi, chen, fanfic, zhang yixing, chenlay, exo, fic, kim jondae, jongdae, chenxing, lay, exom, laychen, slash, xingxing

Previous post Next post
Up